Artículos - Jean Klein
"Tú no eres la mente"
De un Diálogo con Jean Klein¿Permanece la conciencia cuando el cuerpo muere?
¿Qué es el cuerpo? El cuerpo es un pensamiento, una invención de la mente. Cuando miras al cielo, ¿dónde está el hombre? ¿Hay un hombre? Hay sólo visión del cielo. Sin el pensamiento de ser un hombre no hay hombre. Tienes la idea de un cuerpo, pero en realidad este cuerpo no existe. El cuerpo, el hombre, son formas del pensar.
No eres tú el que te despiertas por la mañana. Es la idea de un cuerpo la que despierta en ti. ¿Qué hay antes de que el cuerpo despierte? ¡Tú eres!
Pero eso no es más que una idea... yo no soy consciente de existir antes de despertar.
Es verdad. Pero, sin embargo, tú estás presente antes de que el cuerpo despierte. Conoces ciertos momentos en los que el cuerpo no está completamente despierto, pero tú sí.
Una vez se ha realizado un deseo, hay un momento de carencia de deseo en el que no hay nadie que esté sin deseo. Sólo hay ser, y ahí no hay ni idea ni emoción. Puedes tener una mujer hermosa. Cuando estáis separados puedes visualizar su encanto, su figura, su inteligencia y así sucesivamente todas sus cualidades. Pero llega un momento en el que todas las cualidades se desvanecen y sólo queda el ser. Ya no hay imagen de un amado ni imagen de un amante. Hay sólo amor. Esto es lo que quiero decir cuando afirmo que no eres ni tus sentidos ni tu mente. Eres amor.
¿Cómo puedo liberarme de esa imagen de mí mismo?
Hazte plenamente consciente de la idea que tienes de ti mismo. Ese yo es un objeto que puedes conocer. Conoces tus deseos, miedos y ansiedades, pero ¿quién es el conocedor? Nunca puedes objetivar al conocedor porque tú eres el conocedor. Así pues, sé el conocedor. No intentes encontrarte a ti mismo en todas partes en una imagen del yo, porque no estás en ninguna parte. ¡Deja de buscarte a ti mismo!
¿Por qué nos identificamos siempre con lo que no somos?
Permíteme replantear de otra forma tu pregunta. Preguntemos primero: ¿qué es lo que no somos? No somos el cuerpo, los sentidos o la mente. Pero para comprender esto realmente, debemos aceptar primero nuestras funciones físicas y mentales. El conocimiento real de algo requiere una apertura total.
Quizás eres consciente de que tu cuerpo está pesado o tenso, pero tu cuerpo es algo más que la pesadez y la tensión. Hazte conocedor de tu cuerpo por medio de la escucha, pues es el cuerpo el que está en ti, no tú el que estás en él. El cuerpo es un depósito de historias; debemos darle la oportunidad de manifestarse. Y para hacerlo debes estar calmo. En la escucha, no hay lugar para alguien que escucha. Hay únicamente atención, escucha vacía, que permite que el cuerpo exprese su historia. De otra forma, nunca podrás llegar a conocer realmente tu cuerpo, pues se convierte en una proyección de la memoria. Para la mayor parte de los seres humanos no es el cuerpo el que despierta cada mañana, sino el esquema, la idea que se tiene de él. Eso no es real. Puedes preguntar: ¿qué es real? Aquello que existe en si mismo es real. El cuerpo necesita conciencia para existir. Si no eres consciente de él, el cuerpo no existe. [...]
¿Qué es lo que no depende de la conciencia para existir?
Todo lo que puede ser percibido carece de realidad: tiene necesidad de un agente para ser conocido. Sólo tu conciencia es real porque no necesita agente. El cuerpo es sólo una idea. Aparece en ti para desaparecer cuando dejas de pensar en él. Aparece y desaparece en la conciencia y lo que aparece y desaparece en la conciencia no es más que conciencia. El cuerpo, la totalidad del universo, es una expresión de la conciencia.
¿Cuál es la diferencia entre mente y conciencia?
Tú puedes conocer la mente. Puedes ser consciente de las funciones de los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro. Eres el conocedor de tu mente, de tu cerebro. Por eso, tú no eres la mente.
En el camino hacia la no-dualidad, algunos maestros recomiendan el esfuerzo y la concentración, mientras otros nos hablan de ausencia de esfuerzo. ¿Cuál es la explicación de esta aparente contradicción?
El esfuerzo aparece cuando se proyecta la consecución de un fin, pero nunca puedes alcanzar lo que fundamentalmente eres, puesto que ya lo eres. Así que, ¿para qué el esfuerzo? En un principio, las técnicas de relajación pueden ser útiles, hasta que el estado relajado te capacita para ver que lo que estás buscando se encuentra en el mismo instante en que la búsqueda cesa.
Inherente a esta detención es el pre-sentimiento de la unidad fundamental. Este pre-sentimiento puede perfectamente estimular un cierto esfuerzo para llegar conscientemente a esa unidad, pero en este caso el esfuerzo no es un proceso de volición. Surgiendo desde el no-esfuerzo, te atrae hacia su fuente, hacia tu naturaleza real.
¿Está diciendo que hay dos tipos de esfuerzo, uno de tipo volitivo y otro que trasciende la voluntad personal?
El primer tipo de esfuerzo pertenece al yo, al ego. El segundo fluye directamente desde el no-esfuerzo, pues su origen es el Sí mismo.
Una especie de esfuerzo sin esfuerzo...
Sí, porque el motivo que subyace detrás de todo esfuerzo es la ausencia de esfuerzo. El único deseo es la carencia de deseo. Ves esto cuando contemplas lo que sucede una vez que un objeto es conseguido. Hay carencia de deseo, pero nadie que esté carente de deseo; así, en este punto, no existe un objeto como causa. Vives tu verdadera naturaleza no-dual. Más tarde, sin embargo, la abandonas y aparece el yo diciendo: "Me siento feliz porque compré una casa nueva, encontré un nuevo amigo", etc. Pero llega un momento en que este objeto no es ya suficiente. Y comienzas de nuevo a buscar otro objetivo. Y este círculo vicioso continúa hasta que finalmente ves que la ausencia de deseo no tiene absolutamente nada que ver con ningún objeto. Está en ti.
¿Es peligroso tratar de experimentar la no-dualidad sin un guía personal, sin un maestro?
Esta pregunta rehuye la verdadera confrontación con uno mismo porque da validez a la "persona", a una apariencia en el espacio-tiempo. Debes primero comenzar por encararte realmente contigo mismo, con tus miedos, tus deseos y tus reacciones, con esto quiero decir que debes dejar de superponer tus propias reacciones y aceptar la vida como te llega. El camino más seguro para descubrir la verdad es dejar de ofrecerle resistencia.
La autoconciencia requiere un cierto grado de madurez que aparece de manera natural cuando cuestionas tus motivos y deseos desde una actitud receptiva. Esperas la respuesta. Esta actitud es una especie de recapitulación de toda tu vida, sin atracción-repulsión, agrado-desagrado. Observas, miras, tomas nota. En el momento de la autoaceptación estás calmo. Permites que tus percepciones se desplieguen, permites que tu dolor y tus deseos hablen, el ego está ausente, pero tú permaneces en calma. Ese es el momento de encontrar un maestro. Pero nunca la persona puede encontrarle. El viene a ti porque está esperándote.
¿Está diciendo que no hay que buscar un gurú?
La mera intención de encontrar a alguien es ya un condicionamiento. Buscar algo significa que no estás abierto a todo lo que a cada momento viene a tu encuentro. Pero si tu actitud es inocente, receptiva al mundo, carente de reacción, puedes estar seguro de que encontrarás todo lo que necesitas encontrar.
¿Se puede educar a un niño para que esté libre del yo?
Para liberar al niño de una imagen, debes primero estar libre tú mismo, libre de toda cualificación, particularmente de la imagen de ser padre. Preservar la imagen de padre despierta la necesidad de cumplir todo lo que define a un padre y, a su vez, tu hijo deberá cumplir todo lo que define su relación contigo. Hay entonces una especie de aprisionamiento recíproco.
Sólo cuando el contacto no es ya entre dos imágenes, sino entre ser y ser, es posible la comunión. Entonces hablamos de amor.
¿En total aceptación, ya no surgen problemas?
Si hay aceptación, no hay ningún problema. Pero la aceptación no es una postura pasiva. Por el contrario es la suprema vigilancia, atenta, activa. Eres absolutamente consciente de todo lo que aceptas. En la aceptación de algo, hay inteligencia y en esta inteligencia hay una completa adecuación a toda situación, a todo ser vivo. Dejas de alimentar tu ego, tu papel de padre. Y entonces tu hijo es libre, pues tu observación se mantiene constantemente fresca. En esa libertad, él crece.
Cuando eres consciente de tu hijo, cuando estás abierto a él, sabes exactamente lo que necesita, pues hay una comprensión inmediata de su forma de comunicarse, de sus movimientos, etc. En otras palabras, toda proyección cesa. Podemos decir que esta apertura es amor.
¿Cuándo usted habla de proyectar, qué hace el que proyecta?
Constata que proyectas una imagen de ti mismo con todos sus obstaculizadores atributos.
¿Me proyecto a mí mismo?
Sí. Proyectas esa imagen con la ayuda de la sociedad. La sociedad mantiene ciertas ideas sobre ti y su conducta respecto a ti está basada en ellas. El reflejo para crear una imagen de ti mismo como identidad independiente, separada, da a la sociedad un lugar en que agarrarse. No des, pues, ningún punto de apoyo a la sociedad.
Lo que llamamos "iluminación" es sencillamente la comprensión de que no eres la persona ni la imagen que la sociedad ha impreso en ti. La iluminación es la visión de que sólo existe la nada no cualificada. En esta nada, eres libre, te sientes libre, actúas libremente, piensas libremente. Pero, en tanto vives con una imagen de ti mismo, sólo hay miedo.
¿Seguimos proyectando una imagen de nosotros mismos, aún cuando estamos a solas?
Incluso entonces te objetivas a ti mismo como imagen. ¿Qué sabes realmente de ti mismo? Sólo te conoces en las diversas situaciones, en las diferentes cualificaciones. Estás sola y proyectas una idea de mujer casada, o de madre con un hijo, o de mujer que no es amada. Esta imagen estimula una reacción emocional, química, neurológica, que a su vez genera el sentimiento de ser limitado, localizado en alguna parte. Esta localización engendra tensión. ¿Y qué sucede entonces? Intentas escapar de esta sensación de tensión. Lees un libro, vas al cine, telefoneas a un amigo. Toda esa actividad no es más que compensación.
Debes ver que lo que tú llamas "tú misma" es sólo la proyección de una imagen que existe sólo porque tú la ves. Tú eres el que ve, el conocedor de esa imagen. Conoces su miedo y su inseguridad. En el momento en que te das cuenta, estás fuera del proceso de proyección. Y como la imagen es sólo energía en movimiento, cuando dejas de alimentarla, muere.
Pero la mente está siempre aferrada a algo. No comprendo cómo puede llegarse desde esta situación a la libertad de la que habla.
Acepta la mente. Déjala ser. No estés contra ella, no le hagas violencia. Simplemente, acéptala. La aceptación te mostrará que todavía deseas controlarla, que todavía quieres dar a tu vida una cierta dirección. Y así pierdes la posibilidad de vivir realmente. La vida aflora al dejarla ir.