Artículos - Wayne Liquorman
Advaita, destino y libre albedrío
Conversaciones con Wayne Liquorman
La otra noche estuve hablando con un conocido de India y le mencioné algo sobre el advaita. Me dijo que el advaita vedanta es hinduismo, lo que me dejó muy confundido. ¿Es eso cierto?
El vedanta es un movimiento religioso dentro del hinduismo y el advaita vedanta, un subgrupo del mismo. El advaita puro, sin vedanta, es la afirmación mística del hinduismo, del mismo modo que el zen lo es del budismo, el sufismo del islam, el gnosticismo del cristianismo y la cábala del judaísmo. Todas son filosofías no dualistas que comparten una raíz común con las religiones de base dualista, mucho más extendidas. En realidad, todas esas enseñanzas no dualistas son intercambiables entre sí en términos de su esencia.
Me pregunto si nos podrías hablar de lo que dice esta enseñanza acerca del destino.
Para comprender el destino, o el libre albedrío, primero debemos considerar la Totalidad de Lo-Que-Es. Todo lo que alguna vez fue, todo lo que es y todo lo que alguna vez será forma parte de una vasta Totalidad: Lo-Que-Es. El destino y el libre albedrío sólo son estrategias que aplicamos para tratar de dar sentido a la insondable enormidad de Lo-Que-Es. Tanto el destino como el libre albedrío representan una suerte de atajo para intentar cuadricular el universo. La cuadrícula que utilizamos es como una capa superpuesta, una capa intelectual y organizativa que colocamos sobre la Totalidad de Lo-Que-Es. Ni el destino ni el libre albedrío describen con fidelidad el funcionamiento del universo, pero los que suscriben una de esas dos ideas discuten acalorada e incesantemente con los que se adhieren a la otra. La realidad es que no existen ni el destino ni el libre albedrío, sólo existe Lo-Que-Es.
¿Qué me puedes decir sobre el libre albedrío?
¡Pues te digo que, si lo tienes, lo utilices! O tienes libre albedrío o no lo tienes. Es como estar embarazada: o lo estás o no lo estás. La noción de un libre albedrío parcial es ridícula, igual que lo es la de estar parcialmente embarazada. Hay dos posibilidades conceptuales —o tienes libre albedrío o no lo tienes— y estoy deseando acompañarte a lo largo de cualquiera de ellas. Si dices que tienes libre albedrío, yo te digo "que Dios te bendiga", ejércelo de un modo hermoso. Sé generosa, amable y servicial con todo el mundo, usa tu libre albedrío para el bien de la humanidad, del universo y para tu propio bienestar personal. Comienza ahora mismo y regresa dentro de una semana y volvemos a hablar sobre ello. Si me demuestras que has tenido éxito, me postraré a tus pies, lleno de felicidad; pero si me dices que no tienes libre albedrío, te invitaré a investigar cuál es el origen de tus acciones.
Entonces, el hecho de que no haya libre albedrío significa que es correcto que sucedan todas las maldades, locuras y disparates que suceden en este mundo, que deben suceder.
Sí, eso es cierto. Vas a tener que redefinir por completo tu concepto de Dios, de la Fuente. Dices que en el mundo suceden maldades —es decir, ciertas cosas que a ti no te gustan porque crees que no son positivas ni beneficiosas— y te dices: "Eso no es la Fuente, eso no es divino". Por tanto, lógicamente, debe haber algo más. Pero una vez que estableces qué es lo "divino" y qué es "lo demás" (lo no divino), el resultado que obtienes es el modelo dualista básico que comparten la mayor parte de las religiones de este mundo.
En esta Enseñanza Viva, cuando hablamos de Dios, o de la Fuente, no hay otra cosa. Sólo hay Dios, que es todas-las-cosas. En ese todas-las-cosas se incluyen tanto las cosas que te gustan como las que no, la estupidez y la inteligencia, la fealdad y la belleza, la enfermedad y la salud, la alegría y la pena, el dolor y el placer. Todos los polos opuestos existen dentro del Todo y, cuando lo comprendes, te das cuenta de que todo es Dios, todo es la Fuente. Eso sí, admito que no es fácil comprenderlo, de hecho la mayor parte de la gente prefiere pensar que la Fuente son ¡flores y mariposas!
Entonces, ¿cuál es el quid de la cuestión?
El quid de la cuestión es: ¿qué es lo que hace todas las cosas?, ¿qué es la Fuente? Si me dices que eres tú, como organismo cuerpo-mente que ejerce su libre albedrío, no tendré la menor intención de disuadirte de semejante idea.
Entonces, la cuestión estriba en qué o quién es el autor, el que hace las cosas...
¡Sí! ¿Qué es lo que hace que tú tengas que pagar tus facturas y, sin embargo, otros no se sientan obligados a pagarlas? ¿Qué es lo que hace que tú mantengas el control y no aceleres a fondo en la autopista, mientras que, a otros, esa misma Fuente no les hace controlarse? ¿Cuál es el origen de tus virtudes y tus defectos? ¿Eres tú misma?
Por supuesto que no.
Vale, ése es un paso importante. No eres tú, así que es algo diferente a ese "yo" que reivindica ser el hacedor. Pero decir "yo elijo" o "yo decido" suele ir asociado a un sentimiento de autoría personal.
Entonces, ¿el error está en pensar que controlo mi vida, que tengo la capacidad de decidir sobre mi vida?
No se trata de un error, sólo es un componente que aporta sufrimiento. Siempre que el falso sentimiento de autoría personal esté presente, estará también presente la posibilidad de que se produzca sufrimiento.
Nuestras acciones parecen ser completamente incoherentes porque ni son producto de nuestro libre albedrío ni son determinadas por algo perceptible.
Parecen incoherentes porque nuestras acciones forman parte de un Todo y, sin embargo, sólo las podemos comprender en términos relativos como "predeterminación" o "libre albedrío". Solamente hay un modo de resolver una paradoja que, por su propia naturaleza, no tiene solución ya que en su interior encierra una incongruencia lógica, y es por medio de una comprensión más profunda, por medio de una comprensión primordial que tenga en cuenta ambos componentes mutuamente excluyentes.
Entonces, ¿no tenemos elección?
Mi papel no es decirte si tienes o no tienes elección. Lo que digo es que, obviamente, se hacen elecciones. Lo que intentamos es localizar el origen de esa elección que se hace: ¿es local o universal?, ¿es ese aparato cuerpo-mente un aspecto de la Totalidad o es su propia fuente?, ¿genera él mismo sus acciones y sus reacciones?
Ésas son las preguntas que se plantean aquí, solamente tú las puedes contestar. No hay doctrina, no te estoy diciendo lo que deberías creer ni lo que debería suceder. La Enseñanza Viva es una invitación para que lo descubras por ti mismo.
¿Cómo se puede distinguir lo real de lo ilusorio?
La principal afirmación del advaita —que se traduce como "no dos"— es que todo es Consciencia. Pero la comprensión de que todo es Una Consciencia plantea el problema de cómo dar cabida en ella a la multiplicidad. Uno de los medios que se utilizan para referirse a la multiplicidad consiste en afirmar que todo es una ilusión. Sin embargo, esa idea, que se ha repetido hasta la saciedad, es solamente un aspecto de la historia.
No se trata de que los objetos sean ilusorios. Lo ilusorio es la apariencia de separación entre ellos, la sensación de que cada objeto existe de un modo independiente. Ése es el significado que atribuye el advaita a la expresión de que "el universo es ilusorio". Esta Enseñanza Viva apunta a una comprensión subyacente que reconoce cada objeto como un aspecto de la Consciencia única que en modo alguno está separado de los demás. Nosotros, como perceptores, no vemos la unidad porque los sentidos, por su propia naturaleza, objetivizan las cosas, las cuantifican y las convierten en objetos separados. Ése es el modo de trabajar de los sentidos y, por eso, en ese aspecto, el universo es ilusorio.