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José Miguel Ruiz Valls

No-dualidad para todos

Por José Miguel Ruiz Valls 13 de noviembre de 2017
Jose Miguel

A lo largo de nuestra vida, los seres humanos vamos recabando información de múltiples fuentes. Bien puede decirse que es nuestra función más básica pues no podemos dejar de "grabar", ni queriendo. Somos, por tanto, en esencia, receptores de información.

Para cumplir nuestro cometido, todos nacemos con una especie de ordenador que llamamos cerebro, con sus programas ya instalados y listos para funcionar, pero vacío de datos ―¿Para grabar no es mejor que el soporte esté virgen?―. Ese estado "virginal", también podemos llamarlo "inocencia", que no es sinónimo de "ignorancia" pues ¿quién y cómo nos hubiera podido enseñar, por ejemplo, lo que es el amor, de no haberlo traído instalado "de fábrica"?

A la pulsión que nos induce a prestar atención la llamamos "curiosidad". Es evidente que, el ser humano, es curioso por naturaleza. La cuestión es que, esa mezcla de inocencia y curiosidad ―más en los primeros años de vida― da lugar a que incorporemos información contradictoria. Ello ocurre al no examinar lógicamente los datos que nos ofrecen ciertas personas a las que consideramos "autoridades" ―como padres, profesores o sacerdotes―. Tales informaciones no contrastadas las llamamos "creencias".

Al querer mantener informaciones contradictorias, nuestra única mente no tiene más remedio que funcionar como dos o más mentes separadas, independientes. Eso es una mente bipolar ―o multipolar―. Un ejemplo: Imagina un campo de batalla con dos ejércitos, uno frente a otro, que se disponen a entrar en combate. Un sacerdote bendice a los soldados del ejército "A", diciéndoles que Dios está con ellos. Otro sacerdote bendice al ejército "B" diciéndoles lo mismo… ¿Cómo pueden los sacerdotes del mismo Dios prometer la victoria a ambos bandos?.. ¿Cómo podría, el mismo Dios, dar la victoria a los dos?.. ¿Cómo pueden, los soldados, sentirse enemigos por causa de la patria y hermanos por causa de la religión?.. ¿Cómo pueden sentirse hijos de distintas patrias y del mismo Dios?.. ¿Están al mismo nivel Dios y patria?.. Hacerse tales preguntas es un puro ejercicio de no-dualidad que, bien seguro, les conduciría a no "celebrar" la batalla y a superar el conflicto pacíficamente.

Dicho lo anterior, ya podemos conceptualizar la no-dualidad como la práctica ―no teoría― de examinar la propia mente en busca de contradicciones, a fin de poder superarlas ―trascenderlas―, eliminando, de ese modo, el inmovilismo causado por las soluciones contradictorias que son efecto de informaciones contradictorias ―si una información te sugiere que avances y otra te sugiere que retrocedas, ¿qué harás?―; eliminando los conflictos de nuestro mundo interior, que son, al fin y al cabo, los que dan lugar a los conflictos que vemos en el mundo exterior.

 

¿Es verdad que no existe la verdad?

Concluimos el artículo anterior conceptualizando la no-dualidad como la práctica de examinar la propia mente en busca de contradicciones, a fin de poder superarlas… ¿No es eso lo mismo que deshacerse de las informaciones falsas que guardamos en nuestra mente, de las mentiras?.. Y para deshacerse de las mentiras, ¿no hay que saber lo que es verdad?.. ¿Quién puede decir lo que es verdad y lo que no lo es?

Ciertamente, solo podríamos detectar una información falsa en nuestra mente comparándola con una información verdadera y eso presupondría conocer la verdad. Es obvio que, si alguien sabe lo que es verdad, necesariamente, sabe lo que es mentira y, al revés, si sabe lo que es mentira, necesariamente ha de saber lo que es verdad ―pues no se puede saber lo que es "afuera" sin saber lo que es "adentro" y no se puede saber lo que es "adentro" sin saber lo que es "afuera"―. Este razonamiento, tan lógico en apariencia, ha llevado a muchas personas al estancamiento ya que, necesitando una verdad como modelo de comparación, la única opción que vieron fue, bien buscarla en su interior ―y acabar reconociendo no saber lo que buscan―, bien tomarla del exterior, eso es, tomar como verdad lo que otros dicen, con lo que se cae en el problema de la autoridad… ¿Hemos llegado a un callejón sin salida?.. La respuesta bien puede ser otra pregunta: ¿Seguimos teniendo curiosidad?

Si volvemos al ejemplo de los ejércitos enfrentados, podemos observar que el análisis no-dual no nos llevó a tomar partido, no nos llevó al convencimiento de que era uno u otro bando el que merecía ganar la guerra… ¡Nos llevó a eliminar la guerra!.. De igual manera, al vernos atrapados entre los conceptos enfrentados "verdad" y "mentira", podemos intuir la necesidad de superar el enfrentamiento.

Hemos escuchado, infinidad de veces, que "toda verdad es relativa" y de ello hemos deducido que "no hay una verdad absoluta" que nos pueda servir de modelo de comparación. Tales afirmaciones ya contienen un error lógico pues defender que no existe la verdad ¿no es pretender fijar como verdad absoluta la inexistencia de la verdad?

El hecho de que toda verdad que podamos conocer sea relativa, no significa que la verdad absoluta no exista; tan solo significa que la verdad absoluta es más grande que un ser humano. Si el universo nos parece verdad y nos parece infinito, ¿cómo meterlo dentro de un cerebro finito?.. Relativo no significa inexistente sino "relacionado con" ―y lo que se relaciona, es obvio que existe―. Por tanto, una verdad relativa es una verdad relacionada con otra verdad, con lo que la verdad absoluta no sería sino la "reunión" de todas las verdades relacionadas. Ello nos lleva a considerar que todo es verdad, trascendiendo así el conflicto verdad/mentira que, de conceptos opuestos e irreconciliables, pasan a ser escalones de una misma escala ―sería algo así como abandonar la oposición calor/frío para empezar a expresarse en grados―. Si hacemos eso, podremos ver que, al pensar y expresarnos dualmente, reducimos y también adulteramos la información, inconscientemente, siendo el origen de toda falta de entendimiento entre los seres humanos, pues si bien todos podemos estar de acuerdo en que la temperatura es de 18º, difícilmente nos pondremos de acuerdo sobre si ello supone que hace calor, frío, o ni una cosa ni otra.

Partiendo de que todo es verdad y de que, dentro de ese todo, la mentira no es sino el escalón más bajo de la verdad, la cuestión ya no es si la información que se incorpora es verdadera o no pues ¿quién sería tan estúpido de incorporar, de tener por cierta una información, sabiendo que es falsa?.. Todo lo que tú crees es verdad para ti y todo lo que yo creo es verdad para mí. Pero dicho esto, la cuestión ahora es ¿tenemos suficiente con la verdad que tenemos?.. ¿O seguimos teniendo curiosidad?

Para el que responda "no tengo curiosidad", nada hay que añadir. Estar satisfecho con lo que se tiene es estar en paz y no hay estado mejor al que se pueda aspirar. Para el que responda "sí tengo curiosidad", la cuestión pasa a ser: ¿Puedo alcanzar grados superiores de verdad?.. ¿Puedo ampliar mi conocimiento?.. ¿No es eso expandir la mente o consciencia?.. Ahora sabemos que todo consiste en superar el inmovilismo que provocan las aparentes contradicciones que albergamos en nuestra mente, hayan surgido a causa de nuestros propios pensamientos o a causa de pensamientos tomados de otros. Ahora sabemos que, si hemos podido superar una contradicción, es porque solo era aparente. Ahora sabemos que lo que dualmente percibimos como conceptos opuestos e irreconciliables, no-dualmente se pueden percibir como escalones de una misma escalera… Ahora te toca responder a ti.. ¿Sigues teniendo curiosidad?

© José Miguel Ruiz Valls, 2017