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Ernesto Frutos

La Luz del Conocer

Por Ernesto Frutos 27 de julio de 2014
Ernesto Frutos

Caminar hacia el silencio es el verdadero regreso anticipado desde el tiempo al no-tiempo. Para ello, es preciso  dejar todo aquello a lo que por adherirnos, en tanto que una idea de nosotros mismos lo cual vela nuestra verdadera Realidad. Pareciera que al quedarse uno en silencio no hubiese ahí nada. Todo ello es debido a esa constante búsqueda hecha adicción de tener que llenarnos una y otra vez cuando sentimos ese Vacío que es nuestra verdadera naturaleza. A partir de ahí, surge la necesidad de rellenarnos, de ese caramelito dulce con el que dar sabor y sentido y color a la Nada que queda, llenándola de ideas, sensaciones y emociones varias. Solo al soltar las sensaciones agradables y desagradables, las emociones "buenas o malas" y toda clase de ideas o juicios, podremos abrirnos al silencio. No dar más realidad a este mundo soñado hecho de pensamientos e ideas para descubrir la realidad que nos realiza en el silencio creador. Simplemente soltar lo conocido para abrirnos al misterio.

Dejar de buscar pues todo lo que se busca es siempre hecho a través de los modelos aprendidos. Soltar toda lucha o esfuerzo para no reafirmarte en lo que No eres. Darse cuenta de que lo que ya ha venido a la experiencia ya ha sido permitido y que tanto la acción de permitir como la de resistir solo alientan la repetición de patrones y más patrones que reactivan el sueño de la ignorancia. Las sensaciones aparecerán  y desaparecerán sobre el soporte de la conciencia, los pensamientos surgirán con reclamos y sugerencias o contando sus relatos de alegría o dolor, de placer o desdicha... mientras la Presencia consciente que somos queda alerta a este instante sin agarres ni pretensiones en este No tiempo en el que aparece este momento, portal de la verdad desnuda.

Atendiendo a ese Conocer en el que todo aflora y al escuchar el silencio todo lo que había sido alimentado pierde, poco a poco o mucho a mucho, su capacidad de propiciar la implicación en la que los pensamientos, los recuerdos y el relato de nuestra vida pasada (la del personaje) y la futura deseada nos hacían perdernos a nosotros mismos.

Este Conocer es la Luz pura que buscas pues es quien realmente eres y no puede ser conocida ni encontrada ya que ella misma es quien tú y yo somos. Así, de permanecer ahí y recordarte una y otra vez como eso, no mediante el pensamiento sino llevando la atención sobre sí misma, la transparencia hará refulgir la luz. Este Yo soy, el que es consciente de que yo soy, adormecerá los dragones del pensamiento haciéndolos mera bruma ante la Luz Conocedora deshaciendo todos los nudos emocionales, haciendo desaparecer el ansia, la preocupación de la ambición y el miedo. Atendiendo al silencio nos encontramos libres en el interior para vernos libres como lo exterior no separado.

No buscando definirte a través de ningún deseo te encuentras como el mayor deseo cumplido. Al no hacerte depender de ninguna satisfacción, hallas la felicidad plena. La presencia de lo real se empieza a sentir en lo más accesible del mundo, en la paz y tranquilidad de este instante de silencio. Cólmate de atención hasta saberte la Atención misma, la Presencia consciente y vacía que a la vez crea y se llena de todo lo manifestado.

© Ernesto Frutos