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Angel Largo Méndez

El final de la búsqueda

Por Ángel Largo Méndez 11 diciembre 2014
Angel Largo Méndez

Esto es quizás lo más complejo de solventar porque, quien desea algo, busca algo, y a través de ello, el yo se alimenta, respira, existe. Es el mecanismo o proceso adyacente a ser humano: ir más allá, siempre debe haber más. Sin dudas, es algo que nos consume y engulle a diario, esa necesidad de siempre esperar lo que viene, lo que será, lo que queda por alcanzar o cumplir. La eterna expectativa.

Cuando me detengo a pensar en por qué sufrimos, sin duda la necesidad de "llegar a ser" es la respuesta contundente. Hemos sido moldeados como individuos incompletos, defectuosos, cuya felicidad o completud se encuentra en alcanzar alguna meta, objetivo o sueño allá en el horizonte, el mismo tragaluz que por arte de magia, se aleja cada vez más a la par que nos alcanzamos. Ser esquivo es su naturaleza.

Todos descansamos en el dolor de la esperanza. El hombre espera siempre amor, reconocimiento, fama, poder, seguridad, sabiduría. Todo acto que se realiza está enmarcado en el deseo enmascarado de obtener algo, de poder cambiar ese estado actual odioso del presente inmediato donde la carencia de aquello que creemos nos hace falta, nos hace completamente infelices. Incluso el hombre religioso espera la vida eterna como resultado de su práctica. Nada que esté dentro de la construcción mental que conforma al yo, puede estar libre del deseo.

La esperanza es anhelo que ha sido distorsionado y confundido. Quien vive de la esperanza no vive de lo que es ni lo que tiene, sino de lo que puede llegar a ser, tal vez. Es una expresión de la vida atada a un futuro que no existe, y que minimiza a lo presente, a lo real que no varía ni se inmuta. Y es que justamente el yo cuando se ancla en lo real, en el ahora, en la quietud, sucumbe. Por tal razón se aferra a la esperanza, a lo que vendrá, y todos aquellos que no reconocen el juego del ego, son arrastrados a sus dominios.

El "darse cuenta" del auto-engaño del ego, rompe el vínculo con la esperanza. Deja que los deseos sean y se realicen, porque reprimirlos es sólo alentarlos, pero observa la inutilidad de los mismos. Cuando el individuo es capaz de comprender la insaciable rueda del deseo, la búsqueda para por completo. Ya no hay nada a qué aferrarse, pero tampoco hay necesidad de aquello, porque la entidad que dominaba la existencia ha bajado la guardia.

Recuerdo que yo vivía en una continua búsqueda y aquello me atormentaba a la vez que me alimentaba. Es una droga en realidad. Incluso el tema de alcanzar la iluminación representa el juego del yo. Vivía esperanzado en que en algún momento "algo" iba a ocurrir, algo trascendental como las historias de los maestros iluminados relatan. Pero nada. Todo seguía igual y mi estado seguía siendo un continuo esperar, hasta que lo vi todo...

...Y fue cuando entonces ¡nada pasó! Pude comprender realmente que nada debía ocurrir, porque todo siempre estaba siendo. Me di cuenta que no puedo esperar amor porque Yo Soy amor, que no puedo esperar poder porque Yo Soy poder, que no debo esperar reconocimiento porque ya me conozco, sé quién Soy, y nadie más que Yo puede saberlo. Que no puedo esperar seguridad porque en este Universo Manifestado ¡lo únicos seguro es que te mueves! Que no puedo esperar a la sabiduría porque es justamente aquella la que me dice AHORA que esperar no es necesario, ni nunca lo fue. Incluso el esperar que la vida sea eterna sucumbe, ya que aquello que buscaba inmortalidad, el yo, ha sido puesto en su lugar, y pese a que no puedo decir que haya desaparecido, como sucede en las iluminaciones espontáneas, al menos soy consciente de lo que es, para qué sirve, y hasta dónde puede llegar.

Siendo completamente abierto y sincero, en esta parte del libro donde me permito ser más vivencial, sé que mi yo no ha muerto porque tengo esa curiosidad por "experimentar" esa "dada de baja" que tiene el mismo yo en la "iluminación espontánea". Pero gracias a la Auto-indagación pude darme cuenta que no es condición ni necesaria ni suficiente para Ser. Tal vez algún día llegue, tal vez no se dé nunca. Es posible que mi yo subsista hasta el final de mis días corpóreos. ¿Habré acaso fracasado por eso? ¿Puedo Yo fracasar? Miro a las flores ser flores. Al tulipán ser tulipán y al girasol ser girasol, y no siento que ninguno de los dos fracasó por ser lo que ES cada uno, completamente distinto al otro.

No podemos dejar de desear, como expresiones de la Consciencia, como dibujos que parten del Punto Original, es propio de la esencia del hombre la experimentación total de la Manifestación. Lo que sí podemos hacer es comprender la futilidad del deseo y no ser presa de él. La observación de su funcionamiento nos libera automáticamente de su prisión. Así somos capaces de seguir el movimiento perpetuo de la vida y soltar las expectativas, ya que comprendemos que sea cual sea el resultado de una acción, nos permitirá expresarnos como respuesta. ¿Acaso no es eso lo único que hacemos sin necesidad de una meta: vivir? Todo lo demás se presenta condicionado para la satisfacción del ego. El "darse cuenta" asimila todo eso y nos hace esta pregunta:

¿Usted ES ya o prefiere pasarse la vida esperando ser algo?

Yo Soy.

Ahí está mi respuesta. Ahí está el final de la búsqueda.