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Angel Largo Méndez

El Yo Soy: nuestro centro, espacio y todo

Por Ángel Largo Méndez 6 junio 2014
Angel Largo Méndez

Cuando la auto-indagación es realizada de manera completa y profunda, queda al descubierto la fuente única real que encierra nuestra realidad: El Yo Soy. Se vislumbra aquello que no tiene fragmentación. Que es por sí mismo y trasciende las formas y adjetivaciones. Podemos decir que esta expresión "Yo soy" se presenta como el concepto que se explica desde su propia simbolización, sin necesidad de contextualización.

Si miramos con detenimiento, el Yo soy representa la verdad primera y final de todo lo que acontece en la Manifestación. Cuando algo supera las limitaciones propias de la experiencia dual, en la cual puede ser o no ser según la mecánica descrita anteriormente, se hace presente una verdad incorruptible. Simplemente, se ha llegado hacia el centro de todo que simultáneamente copa por completo el espacio infinito.

El Yo Soy es la descripción del principio de la auto-indagación del Punto Original. Funciona justamente como un efecto reflejo: Soy-Yo o Yo-Soy. En la primera fórmula, Soy yo, se describe como el Ser, el Punto Original Inmanifiesto, se reconoce así mismo, experimentando la yoidad como su expresión primigenia. En esa auto-identificación, la premisa absoluta es la quietud permanente de la paz silente y total, donde lo No manifestado y lo Manifestado se observa uno a otro como uno solo, en la más pura expresión del amor total, el primer anhelo expresado de unión infinita.

Transitada la experimentación con base en la acción o movimiento, llega el momento en que las formas reencuentran su esencia fundamental. El hombre es parte de esta segunda fórmula: Yo Soy. Ahora es el Ser manifestado, el reflejo, que mira hacia donde inició y se pierde en la inmensidad de lo incognoscible. Reconoce entonces a través de una indagación profunda su real apariencia, que termina siendo todo pero nada a la vez, ser y no ser, ya que en sí mismo es el potencial para todo que parte de una referencia en el vacío absoluto.

Comprendiendo estas fórmulas de una misma expresión, nuestro conocimiento apunta a un solo resultado: que todo es uno y no dos. En el Yo soy, Soy yo. Un principio único que manifiesta la verdad en estado puro. Todo lo demás puede ser alterado, modificado, manipulado, propio de la naturaleza misma de la exponencial manifestación del movimiento. En la Quietud donde se encuentra al Yo Soy, nada más puede ser, el estado inalterable y constante es su fundamental expresión. El punto es solo el punto y nada más.

Desde esta concepción, el juego de la experimentación es para nosotros una realidad maravillosa que permite ser a través del hacer, pero sin que los resultados afecten lo que ya es. Yo Soy un punto en continuo movimiento, el cual puede parar en cualquier momento y volver al estado original, un punto. Podemos formar miles de figuras con este punto, pero jamás su esencia se verá alterada, es en sí mismo, lo infinito. Somos entonces aquello que es para siempre, y que no se limita a momentáneos conceptos adquiridos.

Yo Soy es la consciencia de la Consciencia no causal. Este conocimiento es adquirido a través de la auto-indagación y por muchas otras maneras que llevan a su experimentación. Lo No Manifiesto no puede ser experimentado, y mucho menos conocido, no es parte del movimiento que causa la expresión. Es solo en el Yo, que es reflejo del Ser, donde somos capaces de acceder a la visión total de nuestra verdadera naturaleza. Por tal razón que la declaración Yo Soy no puede ser separada, ni destruida. En la Manifestación, es a través del yo que lo real puede ser cognoscible, a través de su reflejo, que es su expresión. Sin el Yo, que se presenta en el hombre como el yo, no podríamos llegar hacia el entendimiento del Ser. Cuando el humano asume su yoidad en la Quietud, lejos del movimiento que forma el ego, se da la identificación Yo-yo, de la cual hablaba Ramana Maharshi como producto de la auto-indagación, como preámbulo para el criterio inamovible del Yo Soy.

Somos entonces la Consciencia total, que se reconoce a sí misma una y otra vez, del Movimiento a la Quietud, a través de la única esencia inalterable. El Yo Soy, donde el ser redescubre que es el ser sin causa, el cual se expresa a través de efecto primero, principio primigenio de todo lo demás. No hay misterios por resolver, ya que el misterio busca algo cognoscible, y lo real, lo que yo soy, no está dentro del rango del raciocinio que es producto impermanente de lo que Es.