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Artículos - Rupert Spira

El fin del yo separado

Por Rupert Spira Barcelona - Marzo 2015 (II)
Rupert Spira

Todo lo que podemos conocer o podríamos llegar a conocer es únicamente la experiencia. En este contexto, por la palabra "experiencia" me refiero a los pensamientos, imágenes, sentimientos, sensaciones y percepciones.

Ve claramente que toda experiencia aparece en la consciencia, en la presencia consciente.

Hazte la pregunta, ¿he tenido o podría tener, alguna vez, una experiencia que pudiera aparecer fuera de la presencia consciente?...

Intenta tener una experiencia que aparezca fuera de la presencia consciente. Imagínate una serie de experiencias inusuales y extremas, por ejemplo: volando a un planeta distante. ¿Estaría tu experiencia fuera de la presencia consciente?... ¿Puedes imaginarte algún tipo de experiencia que se diese fuera de la presencia consciente?... Mira si puedes encontrar un lugar o un dominio fuera de la presencia consciente...

Ve claramente que tus pensamientos, imágenes, sentimientos, sensaciones y percepciones aparecen en la presencia consciente; aparecen y desaparecen continuamente, pero la presencia consciente en la que aparecen y desaparecen permanece siempre presente.

La presencia es, en tanto que tal, el elemento más vasto, más grande, más constante y más estable de la experiencia.

Podríamos visualizar la presencia consciente como un espacio vasto, vacío y abierto en el que aparecen los pensamientos, sensaciones y percepciones, y con el que son conocidos.

La presencia consciente no es, de hecho, un espacio vasto, vacío y abierto, es una presencia sin dimensión. No es posible visualizar o pensar en algo que no tiene dimensiones, y como concesión a la mente, se añade esta cualidad espacial a la presencia consciente, que nos permite visualizarla y hablar de ella.

Así que, primero visualiza y después siente que la presencia consciente es un espacio abierto y vacío en el que toda experiencia aparece, y en el que es conocida.

Cuando digo que la presencia consciente es un espacio abierto y vacío, no estoy hablando de una presencia consciente abstracta; estoy hablando de ti, de lo que llamamos "Yo": "Yo soy consciente de mis pensamientos", "Yo soy consciente de mis sentimientos", "Yo soy consciente de las sensaciones corporales", "Yo soy consciente de las percepciones del mundo", "Yo soy consciente, Yo soy consciente, Yo soy consciente..."

En otras palabras, "Yo" es el nombre común que damos a eso que es consciente; no a aquello de lo que somos conscientes, como pensamientos, sensaciones o percepciones; sino a aquello que es consciente de ellos.

Ve que tus pensamientos aparecen en ti, presencia consciente, de la misma manera que un pájaro aparece en el cielo. Los pensamientos y las imágenes fluyen a través de ti, de la misma manera en la que un pájaro vuela atravesando el cielo. No le ocurre nada al cielo, el pájaro no deja traza alguna sobre el cielo ni le daña. Tus pensamientos te atraviesan sin dejar rastro ni traza en ti.

Nuestros sentimientos aparecen en la presencia consciente como las nubes aparecen en el cielo. Las nubes van y vienen menos deprisa que los pájaros y no están tan claramente definidas, pero también aparecen y desaparecen en el mismo cielo. Al igual que los pájaros que no dejan ningún rastro o traza en el cielo, las nubes tampoco dejan ningún rastro o traza.

Al igual como nuestros pensamientos no dejan ningún rastro sobre la consciencia, nuestros sentimientos tampoco lo dejan. Incluso nuestros sentimientos más oscuros y difíciles pasan a través de la presencia consciente, un poco más lentamente que nuestros pensamientos. Sin embargo, todos los sentimientos también desaparecen, dejando el espacio abierto y vacío de la presencia consciente sin ser tocado ni dañado.

Igualmente nuestras percepciones del mundo: vistas, sonidos, gustos, olores y sensaciones táctiles, aparecen y desaparecen en el espacio vacío de la presencia consciente. Todas las percepciones atraviesan la consciencia, surgen en la presencia consciente, existen en la presencia consciente y se disuelven en la presencia consciente dejando a la presencia consciente en su condición natural y prístina.

No tenemos que meditar durante años para hacer que la presencia consciente sea abierta, vacía, indestructible y que no se la pueda dañar, simplemente tenemos que ver que este ya es el caso, es así.

Hazte la pregunta: ―que quiere decir, hazte a ti, presencia consciente, la pregunta― ¿he encontrado alguna vez un límite en mí mismo?... El pensamiento hace la pregunta, pero no dejes que sea el pensamiento quien la conteste. Solo la presencia consciente conoce la presencia consciente, solo la presencia consciente conoce la experiencia de ser consciente; por ello, solo la presencia consciente puede conocer algo sobre sí misma.

Si preguntamos al pensamiento si la presencia consciente tiene algún límite, el pensamiento contestará: "sí, la presencia consciente comparte los límites del cuerpo".

No preguntes a tus pensamientos, pregúntale a la presencia consciente misma: ¿cuál es la experiencia que tienes de ti misma?... ¿Has encontrado alguna vez un límite o contorno de ti misma?... Es como preguntar al espacio vacío: ¿puedes encontrar alguna vez el fin de ti mismo, algún límite de ti mismo?...

Cualquier contorno o límite que encontrásemos sería siempre un objeto. Sería algo de lo que seriamos conscientes; un objeto así jamás podría aplicarse a la presencia consciente misma.

Un pájaro o una nube tienen un contorno o un límite, son limitados, pero el cielo no comparte esos límites. Los pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones tienen límites, pero la presencia consciente en la que aparecen y por medio de la cual se conocen, no comparte esos límites. Por ello se dice que es infinita, ilimitada, sin contorno.

Hazte a ti, presencia consciente, la pregunta: ¿tengo un inicio y un final?... ¿Tengo un principio y un final en el tiempo?... Obviamente, los pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones tienen un principio y un fin en el tiempo pero, ¿qué hay de la presencia en la que aparecen y por medio de la cual se conocen?... ¿Alguna vez has experimentado tú, presencia consciente, el inicio de ti misma?... ¿Alguna vez has experimentado tú, presencia consciente, tu fin?... Es obvio que no.

Recuerda, la presencia consciente es la única que sabe algo acerca de sí misma, la presencia consciente no tiene un principio y un fin, no tiene ningún conocimiento de su principio o fin; en otras palabras, no tiene ningún conocimiento de su propio nacimiento o de su propia muerte.

El pensamiento imagina que la presencia consciente empieza y acaba, que nació y morirá, ¿por qué? Porque imagina que la presencia consciente es idéntica al cuerpo y que comparte su destino y sus límites. Eso lo piensa el pensamiento, pero el pensamiento no sabe nada de la presencia consciente; al igual que el personaje en la película no sabe nada de la pantalla a pesar de estar hecho de ella.

En la experiencia que tiene la consciencia de sí misma, está eternamente presente, jamás nació y jamás morirá; por ello se dice que está eternamente presente, que es eterna.

Este es el gran descubrimiento: lo que esencialmente soy es infinito y eterno. El descubrimiento que soy infinito pone fin al sentimiento de carencia y el descubrimiento que soy eterno pone fin al miedo a la muerte.

El sentimiento de carencia y el miedo a la muerte son los dos ingredientes esenciales del ego o del yo separado, alrededor del cual se desarrollan la mayoría de pensamientos y sentimientos.

En otras palabras, el descubrimiento de nuestra naturaleza esencial ―la infinita y eterna presencia consciente― pone fin al yo separado. Puede que, por cierto tiempo, continúe como un hábito pero es reemplazado por un sentido de plenitud y paz que son inherentes al conocimiento de nuestro propio ser.

Todo lo que queda, después, es el proceso sin fin de realinear todos los dominios de la experiencia con esta comprensión.