Artículos - Rupert Spira
Encuentro con Rupert Spira
Por Rupert Spira Barcelona - Febrero 2012 (VII)Rupert Spira: Si preguntásemos a cualquiera de los siete mil millones de personas en la tierra: “¿qué es lo que motiva su actividad habitual?” Si fueran honestos, casi todos contestarían: “el deseo de ser feliz”. Todo el mundo busca la felicidad por encima de todo. Y no sólo la felicidad de vez en cuando, buscan la felicidad permanente.
Nuestra cultura nos anima a creer que la felicidad permanente se puede alcanzar con un objeto intermitente; como una actividad, una sustancia, una situación o un estado mental. Todo esto: sustancias, actividades, situaciones y estados mentales, van y vienen; son todos intermitentes. ¿Cómo se puede alcanzar la felicidad permanente con la adquisición de objetos intermitentes? Es una locura buscar algo que es permanente en algo que es temporal. La búsqueda de la iluminación es ponerle otra marca a la forma convencional en la búsqueda de la felicidad eterna.
Si le preguntamos a alguien si está buscando la iluminación, la mayoría no sabría de qué estamos hablando —sólo algunos excéntricos, como nosotros— podrían decir “sí”. Pero si preguntamos a alguien si está buscando la felicidad, todos van a saber de qué estamos hablando.
Es la misma búsqueda, iluminación es simplemente un nombre exótico para la búsqueda de felicidad. ¿Dónde vamos a buscar esa felicidad permanente? Evidentemente lo tenemos que buscar en algo que sea permanente y siempre presente. ¿Qué es, en vuestra experiencia, aquello que está siempre presente?
No le preguntéis al pensamiento qué es lo que cree, os dirá que el mundo es permanente y que el cuerpo es casi permanente. Pero, de hecho, nuestra única experiencia del mundo o del cuerpo son percepciones y sensaciones intermitentes. Y aunque el pensamiento nos dice que hay un mundo y un cuerpo permanente, no tenemos la experiencia de un mundo o un cuerpo permanente, nuestra experiencia del cuerpo y del mundo es intermitente.
Pregúntale a tu experiencia, no a tu pensamiento: ¿qué es lo que está siempre presente? ¿Qué es, en mi experiencia, lo que nunca aparece o desaparece? ¿Qué es eso que ha estado conmigo durante toda mi vida? ¿De dónde viene mi sensación de continuidad de la experiencia? No puede venir de percepciones, sensaciones y sentimientos intermitentes.
Sólo aquello que está siempre presente en nuestra experiencia puede ser la fuente de felicidad permanente. ¿Qué es lo que permanece sin cambios a través de todas nuestras experiencias? Cualquier cosa que sea, le damos el nombre de “yo”. “Yo” está siempre presente a través de toda nuestra vida; cuando tenemos cinco años, diez años, veinte años, siempre nos referimos al mismo “yo”.
Los pensamientos han cambiado, el cuerpo ha cambiado, el mundo ha cambiado, pero el nombre “yo” se refiere a aquello en nosotros que no cambia, que permanece a través de todas las experiencias; se refiere a aquello que más íntimamente somos, algo que nunca nos deja, aquello que nunca nos va a “dejar tirados”, algo que nunca cambia, se mueve o desaparece.
Es muy fácil comprobar esto en nuestra propia experiencia. En cualquier momento pregúntate a ti mismo: ¿estoy presente? Puede que no sepa “qué” soy, pero sé que “Soy”. Y puede que esté en un momento de éxtasis o en un momento de depresión pero, en ambos casos, estamos igualmente presentes: “yo, estoy en éxtasis”, “yo, estoy deprimido”. ¿Qué es este “yo” que permanece a través de todas las experiencias, que es íntimo con todas las experiencias pero no está hecho de ninguna experiencia particular?
Este “yo” es nuestro simple ser. Ese yo esencial está presente en todas las experiencias, de la misma manera que la pantalla está presente a través de toda la película. Tú propio ser está en todas las experiencias de manera intima, tal como la pantalla está en todas las experiencias de la película. La pantalla no está hecha de la película, pero la película está hecha de la pantalla. Tú no estás hecho de ninguna experiencia particular, como un pensamiento, un sentimiento, una sensación o una percepción y, sin embargo, todo esto está hecho de ti. La pantalla es totalmente independiente de la película pero la película es totalmente dependiente de la pantalla. Todas las experiencias dependen totalmente de ti pero, tú, eres totalmente independiente de todas las experiencias.
En otras palabras, la cualidad especial de los pensamientos, sensaciones o percepciones, no producen ningún cambio en ti; igual que ningún mensaje o imagen que aparezca en la pantalla no produce ningún cambio en la pantalla. A la pantalla no le importa lo que está escrito o lo que aparece en la imagen, a la pantalla no le importa si es una película horrible o maravillosa.
De la misma manera, tú, yo, este ser siempre presente pasa a través de todas las experiencias y es igualmente y totalmente íntimo con todas las experiencias, sean experiencias maravillosas o horrorosas. Tu propio ser las impregna de manera íntima, tu propio ser nunca les dice “no”, de la misma manera que la pantalla no le dice “no” al drama de la película.
Invertir nuestra identidad en cualquier otra cosa que no sea este yo esencial es una locura, es la receta para la infelicidad. De hecho, la infelicidad es la experiencia de no mirar a la cualidad de este yo esencial, olvidar su naturaleza esencial y, en su lugar, imaginar que somos un conjunto de pensamientos y sensaciones.
La razón por la que el poeta dijo: “muchos hombres viven vidas de tranquila desesperación” es porque estamos buscando la felicidad en lugares equivocados. Estamos buscándola en sustancias, en actividades, en situaciones o en estados mentales. La felicidad no vive ahí.
La experiencia de sufrimiento es una llamada de la felicidad, recordándonos que estamos buscando la felicidad en lugares equivocados, esto es la experiencia de sufrimiento. Es una llamada de la inteligencia diciendo: “estás buscándome en lugar equivocado, me has confundido con un objeto”.
El yo que busca la felicidad es como el personaje en la película que viaja a través del mundo buscando la pantalla. El personaje en la película está buscando, realmente, cualquier cosa que impregne su total experiencia. En otras palabras, está buscando la pantalla de la cual él está hecho y de la que todo a su alrededor está hecho, pero habiéndose olvidado de esto lo busca como si fuera un objeto en la pantalla.
Asimismo, habiendo olvidado el simple conocimiento de nuestro propio ser, lo buscamos como un objeto en el mundo. La felicidad es simplemente conocernos a nosotros mismos como ser, esto es lo que es la felicidad: el conocer al ser como es. No es una sensación placentera en el cuerpo o un estado mental expandido.
Todos sabemos esto perfectamente bien. Podemos estar en circunstancias muy agradables y estar pasándolo mal o podemos estar en circunstancias desagradables y ser felices; esto bastaría para saber que la felicidad que buscamos no vive en las circunstancias.
Lo que esencialmente somos es íntimamente uno con todas las experiencias. No hay resistencia en nosotros mismos en las experiencias del momento, igual que no hay resistencias en la pantalla con las imágenes que aparecen en ella, la pantalla no se puede resistir. Igualmente nuestro ser esencial no puede resistirse al ahora; nuestro ser esencial nunca se levanta y dice: “no me gusta lo que está pasando, me gusta lo que no está pasando”.
El pensamiento se levanta y dice esas cosas, pero nuestro ser esencial nunca las dice. Por esta razón es felicidad en sí misma, totalmente uno con el ahora, no sólo uno con el ahora, es el ahora. El yo separado está hecho del pensamiento que se resiste al ahora y busca el “no ahora”. En otras palabras, el yo separado es justo la actividad de resistir y buscar; no es una entidad es una actividad. Y habiéndose resistido al ahora este ser imaginario y separado se aventura en el pasado o en el futuro buscando la felicidad. Mientras tanto nuestro verdadero ser se mantiene perfectamente feliz en el ahora.
En otras palabras, ser feliz es ser uno con el ahora. Es como ser un pez en el agua, el pez no sabe que está en el agua hasta que es sacado fuera del agua. La felicidad es como eso, no podemos realmente conocer la felicidad, sólo podemos conocer la infelicidad. Como el pez no conoce lo que es el agua hasta el momento en que es sacado fuera de ella, es en ese momento en el que el pez conceptualiza algo llamado “agua”. Asimismo en el momento en que somos infelices es cuando conceptualizamos algo que es la felicidad.
Sabemos lo que es la felicidad pero sólo podemos ser felices. Y ser feliz o ser felicidad es el estado natural del ser en cualquier circunstancia. Es como ser la pantalla en la película, totalmente presente, totalmente abierto a la experiencia tal como es, ni un sólo impulso a resistir el presente o buscar el “no ahora”.
Simplemente habita conscientemente como esta consciencia presente o presencia consciente. Normalmente la encontramos como paz en el trasfondo de la experiencia y, gradualmente, va impregnando todas las experiencias hasta convertirse en la felicidad que estamos buscando.
La felicidad permanente sólo puede ser encontrada en aquello que es/está siempre presente; búscala ahí, encuéntrala ahí.