Ruta de Sección: Inicio > Artículos >Charlas > Artículo

Artículos - Rupert Spira

El Amor es un lugar

(Cuarta Parte)
Por Rupert Spira De una charla en Titignano, Italia, 2015
Christine Ellger 3
photo by Christine Ellger

La única actividad del yo separado en la que está realmente comprometido es el descubrimiento de la paz, la libertad y la felicidad. En primer lugar, trata de hacer esto mediante la unión con los objetos, sustancias, estados y relaciones, pero en algún momento llega al final de esa aventura. Se da cuenta de que nunca puede estar plenamente satisfecho por medio de la experiencia objetiva, y es cuando el verdadero viaje de regreso a casa comienza.

Es entonces cuando Jane en las calles de Nueva York se pregunta, "¿Cuál es la naturaleza de mi mente?" Jane se da cuenta de que nada en la vida realmente le satisface. Ella tiene numerosas relaciones, prueba todo tipo de sustancias, y todas ellas le producen un alivio temporal, pero ninguna de ellas le proporcionan la felicidad duradera que realmente desea.

En algún momento ella comienza a explorar en la única dirección que le queda: la naturaleza de su propia mente. Esa exploración lleva su mente en un viaje hacia atrás, hacia su fuente, al sujeto de la experiencia, en lugar de hacia el exterior hacia el objeto. En este viaje de retorno, la mente es despojada, en la mayoría de los casos de forma progresiva, de sus limitaciones y en algún momento se revela como la Consciencia infinita. La mente finita de Jane se revela como la Consciencia infinita de María. Esa es la experiencia de la felicidad; es decir la experiencia del amor.

La felicidad o el amor no son experimentados por la persona, porque la persona se disuelve en esa experiencia. La persona que busca la felicidad y el amor es como la polilla que busca la llama. La polilla anhela la llama por encima de todo, pero es lo único que la polilla no puede experimentar. Experimentar la llama significa ser consumida por ella, morir en ella. Esa es la experiencia que anhela la polilla.

La única experiencia que el yo aparentemente separado anhela es la experiencia de la felicidad o el amor. La experiencia del amor es la disolución de las limitaciones del yo. No es una experiencia que el yo separado pueda tener; es una experiencia en la que el yo separado muere.

La Consciencia infinita pasa por alto el conocimiento de su propio Ser para traer la manifestación a la existencia aparente. Asume libremente la forma de la mente finita con el fin de conocer el mundo finito.

Es por eso que nosotros siempre parece que conocemos el mundo desde el punto de vista de un yo interior. Incluso en un sueño, el mundo que experimentamos es visto desde el punto de vista de un yo en un cuerpo. Es la propia Consciencia infinita que se divide en dos partes ―la mente en el interior y la materia en el exterior― pero la materia es sólo materia desde el punto de vista ilusorio de la mente finita, el yo en el cuerpo.

Desde el punto de vista de la Consciencia infinita no existe tal sustancia llamada materia. No hay ni siquiera una sustancia llamada la mente finita; sólo existe su propio Ser infinito, íntimo e indivisible, que en realidad nunca deja de ser él mismo. Nunca entra en contacto con algo o conoce otra cosa más que sí mismo.

Esto significa que todo esto, nuestra experiencia actual ―y no estoy aquí hablando de filosofía abstracta; me refiero a la propia experiencia que cada uno de nosotros está teniendo ahora― es sólo la Consciencia infinita misma asumiendo la forma de la mente finita y apareciendo a sí misma como un mundo.

Significa que la sustancia de la que nuestra experiencia actual está hecha de sí misma no tiene dimensiones. Significa que esta experiencia ordinaria de cuatro dimensiones del tiempo y el espacio, los pensamientos, los sentimientos, las percepciones, las actividades, las relaciones, esta misma experiencia que cada uno de nosotros está teniendo ahora, no tiene dimensiones en absoluto. No trates de pensar en eso. No es posible pensar en algo sin dimensiones.

¿Podría ser que lo que se llamamos el Big Bang no es un acontecimiento que ocurrió hace millones de años, sino un acontecimiento que está sucediendo continuamente cada vez que la Consciencia infinita asume la forma de la mente finita y aparece (a sí misma) como el mundo?

¿Podría ser que el Big Bang está ocurriendo una y otra y otra vez, siempre en el mismo Ahora? Y sin embargo, cuando la Consciencia asume la forma de la mente finita y aparece (a sí misma) como el mundo, ningún mundo real hecho de materia viene a la existencia.

La existencia proviene de dos palabras latinas, ex y sistere, que significa "distinguirse de". Nada se distingue de la Consciencia; nadie ha encontrado un lugar fuera de la Consciencia. Ninguna cosa viene a la existencia. Los objetos prestan su existencia aparente del Ser infinito de Dios, el único Ser que hay.

El mismo "yo" que cada uno de nosotros está sintiendo ahora como "mí mismo", el "yo" que Yo soy, es la propia Consciencia infinita, el Ser infinito de Dios. Es la realidad, la sustancia de la que está hecha toda experiencia.

Ningún objeto sale nunca de la Consciencia; ningún objeto existe por sí mismo. La existencia aparente de todas las cosas pertenece a la Consciencia infinita, al igual que la existencia aparente de los personajes en una película pertenecen a la pantalla. Nunca hay divisiones en la propia pantalla. Las divisiones son siempre en las apariencias, nunca en la realidad.

Esto significa que esta misma experiencia que cada uno de nosotros está experimentando es solo el Ser infinito de Dios. No hay nada que sea experimentado ahora que no sea la Consciencia infinita, y es la propia Consciencia infinita la que se refracta en una multiplicidad de mentes finitas y se aparece como una multiplicidad de mundos finitos. Pero desde el punto de vista de la Consciencia nunca está experimentando nada distinto que su propio Ser íntimo e infinito.

Cuando los sufíes dicen: "La ilaha illallah" que quieren decir, "No hay más dios que Dios". En otras palabras, nada (ninguna cosa) tiene existencia propia, nada es una cosa en sí misma. Todas las cosas toman prestada su cosidad, su esidad (isness), su realidad, del Ser infinito de Dios.

El Ser infinito de Dios brilla en cada una de nuestras mentes como el conocimiento "yo soy". Por eso, la práctica espiritual final es dar al "yo" que soy nuestra atención, para permitir que la mente se sumerja de nuevo en su fuente subjetiva. Al hacerlo es temporalmente, en la mayoría de los casos, de vez en cuando de repente, despojada de sus limitaciones y se revela como la Consciencia infinita, el Ser infinito de Dios, el único Ser que hay, el corazón que todos compartimos, el corazón que todos somos.

Yo diría que la experiencia del amor es simplemente el conocimiento de nuestro Ser compartido. Cuando amamos, nos sentimos uno con el otro. El amor es la experiencia de nuestro Ser compartido. ¿Hay alguna experiencia que el yo separado desee más que la experiencia del amor?

Lo que el yo separado anhela por encima de todo es simplemente ser despojado de su separatividad. Como una concesión al yo separado, podemos decir que todo lo que el yo separado tiene que hacer para encontrar el amor que anhela es preguntarse, "¿Cuál es la naturaleza del conocer con el que conozco mi experiencia?"

Todo lo que Jane tiene que hacer para ser aliviada de su sufrimiento en las calles de Nueva York es preguntarse, "¿Cuál es la naturaleza de mi mente?" Si Jane indaga lo suficiente en la naturaleza de su propia mente descubrirá que su agitada mente finita está hecha de la mente infinita, pacífica de María. Eso es todo lo que hay en la mente de Jane. Todo lo que hay en cada una de nuestras mentes es la presencia inherentemente pacífica de la Consciencia infinita.

el amor es un lugar
y a través de este lugar de
amor se mueven
(con el brillo de la paz)
todos los lugares

sí es un mundo
y en este mundo de
sí viven
(hábilmente enrollados)
todos los mundos

E. E. Cummings