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Artículos - Rupert Spira

El sostén y la sustancia de la experiencia

Por Rupert Spira 5 de septiembre de 2008
Rupert Spira

Si nuestra atención se fijara ahora en la pantalla en la que se escriben estas palabras, experimentaríamos la extraña sensación de ser conscientes de repente de algo que al mismo tiempo es tan evidente que no requiere ninguna mención. Y sin embargo, en el momento en el que se indica la pantalla, parece que se experimentara algo nuevo.

Tenemos la experiencia extrañamente familiar de ser conscientes de algo de lo que ya eramos conscientes. Llegamos a darnos cuenta de ser conscientes de la pantalla.

La pantalla no es una experiencia nueva que se crea por esta indicación. Sin embargo, nuestra conciencia de la pantalla parece ser una nueva experiencia.

Ahora ¿qué ocurre con la propia Conciencia que es consciente de la pantalla? ¿No está siempre presente detrás y dentro de cada experiencia, al igual que la pantalla está presente detrás y dentro de las palabras de esta página?

Y cuando nuestra atención se dirige hacia ella, ¿no tenemos la misma extraña sensación de haber sido conscientes de algo que en realidad éramos siempre conscientes, pero que no nos habíamos dado cuenta?

¿No es esta Conciencia el más íntimo y evidente hecho de nuestra experiencia, esencial y sin embargo independiente de las cualidades particulares de cada experiencia en sí, de la misma manera que la pantalla es el hecho más evidente de esta página, esencial y sin embargo independiente de cada palabra?

¿Nos es ésta misma Conciencia el sostén y la sustancia de cada experiencia, de la misma manera que la pantalla es el sostén y la sustancia de cada palabra?

¿Es necesario añadir algo nuevo a esta página para ver la pantalla? ¿Es necesario añadir algo nuevo a esta experiencia actual para ser conscientes de la Conciencia que es su sostén y sustancia?

Cuando volvemos a las palabras, después de haber observado la pantalla, ¿perdemos de vista la pantalla? ¿No vemos ahora las dos, el aparente dos, simultáneamente como uno? ¿Y no lo hemos experimentado siempre ya como uno, sin darnos cuenta?

Del mismo modo, después de haber observado la Conciencia detrás y dentro de cada experiencia, ¿hemos perdido de vista esa Conciencia cuando volvemos el foco de nuestra atención al aspecto objetivo de la experiencia? ¿No vemos ahora las dos, el aparente dos, la Conciencia y su objeto, simultáneamente como uno? ¿Y no ha sido siempre así?

¿No son la "Conciencia" y un "objeto" sólo dos nombres para una sola experiencia, íntima y sin fisuras, al igual como la "pantalla" y las "palabras" son dos nombres para la experiencia presente?

¿Afectan las propias palabras a la pantalla? ¿Le preocupa a la pantalla lo que dicen las palabras? ¿Afecta el contenido de cada experiencia a la Conciencia en la que aparece y con la que es conocida?

Cada palabra de esta página está hecha en realidad sólo de la pantalla. Sólo expresa la naturaleza de la pantalla, aunque pueda describir la luna.

Cada experiencia sólo expresa la Conciencia, aunque la propia experiencia es infinitamente variada ― la realidad que nunca cambia de la experiencia que siempre cambia.

La Conciencia es la apertura cognoscente y vacía en la que y con la que se escribe toda experiencia.

Es tan obvia que a veces no es advertida.

Está tan cerca que no puede ser conocida como un objeto y sin embargo siempre se conoce sólo a sí misma.

Es tan íntima que cada experiencia, ya sea grande o pequeña, está completamente saturada e impregnada con su presencia.

Es tan amorosa que todas las cosas posibles que se pueda imaginar están contenidas y permitidas incondicionalmente dentro de ella.

Es tan abierta que recibe dentro de sí todas las cosas indiscriminadamente.

Es tan espaciosa e ilimitada que todo está contenido dentro de ella.

Está tan presente que cada experiencia vibra con su sustancia.

Es tan ilimitada que puede tomar la forma de todas las posibles limitaciones.

Es tan plenamente la totalidad de toda experiencia que no hay cabida en sí misma para ningún tipo de resistencia o búsqueda.

Está tan totalmente sumergida en sí misma, en la forma de la experiencia presente, que no puede salir de sí misma y darse un nombre o una forma.

Es tan íntimamente una y sin fisuras consigo misma, con toda experiencia, que no se puede separar un "experimentador" separado y un "experimentado" separado ― un "yo interior" y un "mundo exterior", un "esto" y un "aquello", un "aquí" y un "allí", un "yo" y un "no yo", un "ahora" y un "después".

Es esta apertura cognoscente vacía ―la fuente, la sustancia y el destino de toda experiencia― la que es revelada y celebrada en toda experiencia, una y otra y otra vez.

Esta apertura cognoscente vacía y acogedora es tu ser (self).

Al igual que todo lo que ves ahora (relativamente hablando) es la pantalla, del mismo modo en toda experiencia, donde quiera que vayas, sólo encuentras esta apertura cognoscente vacía y acogedora, tomando la forma de toda experiencia.

Te encuentras sólo a ti mismo.

Te encuentras o conoces solamente a ti mismo en toda experiencia y esta ausencia de alteridad o separación es la experiencia del amor y la belleza.