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Artículos - Rafael Pavía

Síntesis del tantra no dual

Por Rafael Pavía
- Conflicto dual entre el mundo exterior e interior.
- Sexualidad sagrada en el tantra no dual.
Tantra no dual

El tantra o alquimia es un camino espiritual que nos conduce hacia la conciencia primordial o conciencia no dual.

Las enseñanzas del tantra operan ante la dualidad de lo positivo y lo negativo, de lo solar y lo lunar, de lo activo y lo pasivo, ante el dolor y el placer, etc. La dualidad del mundo se basa en opuestos complementarios, donde un polo no puede existir sin su opuesto complementario, arriba no puede existir sin abajo, ni derecha sin izquierda, ni día sin noche; por tanto, los opuestos forman una unidad indisoluble.

Cuando nos enfrentamos a un proceso espiritual requerimos que nuestra conciencia comprenda la unidad que todo lo sostiene. El problema de nuestra conciencia es que se halla dividida, seccionando los opuestos complementarios diferenciando y separando luz y oscuridad, cielo e infierno, gusto y disgusto, etc., nuestra mente ordinaria vive confusa entre la dualidad sobre todo en lo que se refiere a lo interior y lo exterior, lo que le lleva a separar la realidad de las formas externas, con la concepción, idea o pensamiento que concibe lo que percibimos en el mundo exterior.

Todo lo que existe o percibimos externamente, es fruto de lo que internamente hemos concebido, imaginado, creado, de tal modo que somos co-creadores de nuestra realidad tanto interna como externa: Ser conscientes de esta co-creación nos permite unificar el mundo interior-intangible con el mundo exterior de las formas-tangible. Toda la enseñanza del tantra se encamina hacia la conciliación de lo exterior e interior. Las enseñanzas del kalachacra, el mahamudra, kundalini-yoga y la alquimia conducen hacia la unidad no-dual, los antiguos alquimistas decían: "Omnia in duobus. Duo in uno. Unos in nihilo" (todo en dos, dos en uno, uno en la nada-vacío).

La preparación previa a la práctica del tantra en el budismo vajrayana, pasa por comprender el Sutra del corazón o prajnaparamita, donde se plantea la realidad del mundo de las formas (materia) y el vacío (espíritu). Desde la escuela fundada por el sabio Nagarjuna (s. II. dc.), más las enseñanzas del sabio Asanga y su hermano Vasubandhu (s. IV. dc) que fundaron la escuela de "solo mente", dieron paso a las enseñanzas del tantra. Sus enseñanzas exquisitamente elaboradas definen todo el entramado entre lo exterior-cuerpo y lo interior-espíritu, resultando una psicología que estudia la estructura de nuestra psiquis desde fuera hacia dentro.

Siendo lo fundamental de la preparación al tantra, comprender la naturaleza primera y última de nuestra conciencia, siendo el concepto del "vacío" necesario comprenderlo para conciliar lo de dentro y lo de fuera. El vacío en síntesis se explica aclarando tres puntos: 1º nada permanece, 2º todo es inter-dependiente, 3º la unidad. El tercer punto la unidad es conferida o asumida mediante el despertar del "bodichita" conciencia despierta y compasiva. Ciertamente la compasión es el fondo natural de nuestra conciencia y la compasión ecuánime todo lo unifica.

Tanto el bodichita como la comprensión o experiencia del vacío son imprescindibles para abordar las enseñanzas superiores del tantra, que apuntarán hacia el ati-yoga y el dzogchen, aunque tanto el ati-yoga como el dzogchen tienen su propia vía de realización, que trasciende los métodos progresivos, es decir aplican una enseñanza directa e intuitiva que apunta súbitamente a la conciencia primordial (rigpa en tibetano).

El tantra no dual trabaja entre la vida y la muerte, en esta dualidad gira la rueda del samsara o rueda de nacimientos y muertes, de esta dualidad surge el placer-vida y el dolor-muerte. Entre el misterio de la vida y la muerte encontramos la sexualidad sagrada del tantra superior; mediante el sexo encontramos la energía que nos proporciona la vida, y con la cesación o perdida de la energía vital del sexo, llega la vejez y la muerte. Concluir con éxito el camino del tantra no dual, nos lleva a trascender la rueda del samsara, evitando caer o volver al ciclo recurrente de existencias sucesivas. Aquellos que alcanzan la liberación son los nirmanakayas, sambogakayas y dharmakayas, siendo estos últimos los más elevados en su liberación de la rueda del samsara.

La liberación del samsara depende de la luz o conciencia que se tenga sobre el mecanismo recurrente que nos lleva a volver a existir. Cuando somos plenamente conocedores del misterio de la vida y la muerte, cuando conocemos las leyes mecánicas que regulan nuestros nacimientos y muertes con su consabido karma, podemos gracias a la luz adquirida reencarnar voluntariamente. Mientras que si desconocemos el mecanismo del samsara seguiremos encarnando sin poder evitar el karma que vamos acumulando de existencia en existencia.

La mente maleable co-crea la realidad del samsara.

Trascender la dualidad del placer-vida y del dolor-muerte mediante la sexualidad sagrada, requiere comprender la plasticidad de nuestra mente, pues la mente ordinaria suele tender a la rigidez y con ello al estancamiento ya sea en un polo u otro de la dualidad mental. En tal rigidez mental nos vamos del hedonismo al ascetismo sexual, es decir del placer por el placer a la renuncia completa del placer. Por ello es necesario la comprensión del vacío, que nos permite ver que el mundo externo de las formas, que incluirá las formas oníricas o psíquicas es perecedero, todo aflora en el espacio de la mente y se disuelve en ese mismo espacio, por tanto, las formas constantemente cambian, se componen y se descomponen; si comprendemos la plasticidad de la mente y de sus formas, podemos trabajar sin el apego del deseo que nos ata a las ilusiones pasajeras que el cuerpo y la mente ordinaria experimentan.

Nuestra conciencia puede lucidamente jugar con las formas utilizando la plasticidad que proporciona la imaginación en nuestra mente, esta cuestión de transformar las formas, los deseos y las emociones implicadas en todo ello, es el operativo alquimista capaz de transformar, como decían los antiguos alquimistas el plomo en oro, o transformar los metales viles en metales nobles. Esta operación alquímica del tantra se verifica con mayor claridad en el mundo onírico o en el yoga del sueño, donde la psiquis evidencia su plasticidad y su maleabilidad.

La experiencia en las operaciones alquimistas del tantra, nos permitirán comprender con lucidez la naturaleza de la mente, comprobando que la rigidez mental es sencillamente un posicionamiento dual en el que nos hemos encasillado. La misma experiencia nos evidencia que la mente y sus formas pueden fluir de un lado a otro, de un extremo a otro extremo, siendo precisamente el dominio o control sobre la fluidez o plasticidad mental la que nos demostrará que los polos opuestos o dualidad surgen de un mismo espacio, de una misma naturaleza en el espacio de la mente. Por tanto, lo importante es llegar a la experiencia profunda de nuestros orígenes, es decir, evidenciar cuál es la naturaleza esencial de la mente; y como nos dicen las enseñanzas dzogchen, la mente es semejante al espacio, el espacio lo incluye todo y sin embargo el espacio siempre permanece vacío, a semejanza de un espejo es nuestra mente, que todo lo puede reflejar sin que queden huellas de los reflejos sobre el espejo.

El tantra no dual nos lleva a descubrir la dimensión y naturaleza primordial de la mente, ello es necesario para nuestra propio despertar e iluminación. Todos los aspirantes en el camino hacia la verdad, deben experimentar por sí mismos, lo que es la mente en su totalidad. En nuestra mente surgen todas las formas imaginables y en la misma mente se disuelven, esta experiencia vivida por uno mismo es lo que nos permitirá la liberación.

Comprenderemos que la misma rueda del samsara es y surge de nuestro espacio mental, y de este espacio surgen todas las formas o creaciones que nuestra mente puede concebir, convirtiéndonos en co-creadores de la realidad que nos circunda.

Cada vez que comprobamos que nuestra mente puede ver y experimentar de diferentes modos una misma cosa, comprobando que lo bonito se puede transformar en feo, o lo agradable en desagradable, la felicidad en sufrimiento, lo bueno en malo y viceversa, entonces viendo la plasticidad y maleabilidad de nuestra mente, dejamos de aferrarnos a sus inconcebibles formas, desapegándonos del deseo, del apego y del mismo karma que este produce. Dejamos así, los posicionamientos férreos o rígidos de la mente ordinaria o cotidiana asumiendo que todo es producto de nuestra mente y que ni es bueno ni malo, sencillamente son formas, figuras, imágenes, creadas por nosotros mismos. Así podemos crear innumerables cielos e infiernos, paraísos o avernos, lo lamentable es quedar prisioneros de nuestras propias creaciones, esto es necesario comprenderlo.

El problema principal del tantra no dual es el conflicto entre lo exterior e interior, mientras no descubramos que tal dualidad es producto de una mente confusa, rígida y dual, que aún no ha descubierto su plena realidad, seguiremos en las tinieblas de nuestra ignorancia. Lo exterior e interior surgen de un mismo espacio y de una misma naturaleza, al igual que no puede existir arriba sin abajo, ni derecha sin izquierda, tampoco puede existir interior sin exterior y viceversa. Por tanto lo exterior es producto de lo interior y lo interior es producto de lo exterior, en este punto, la mente siempre cuestiona qué fue primero si la gallina o el huevo, la solución a "¿qué fue primero, si lo exterior o lo interior, o la gallina o el huevo?" se da, en la medida en que experimentamos que lo temporal es del mundo de las formas-materia, lo intemporal (la percepción del tiempo sin el rigor cronométrico del estado de vigilia) del mundo psíquico u onírico, mientras que la conciencia original es atemporal, sin principio ni final.

La conciencia primordial no dual, carece de principio y final, es innata, no nacida, su naturaleza es incondicional. Por tanto, no está sujeta a lo temporal y por ello su manifestación lúcida se da en el presente, por ello insisten tanto las doctrinas espirituales en situarnos siempre en el presente.

El tantra no dual y su sexualidad sagrada trascienden el placer y el dolor, que tantos dolores de cabeza nos trae la existencia. El placer y el dolor en su dualidad complementaria no pueden existir uno sin el otro, tanto el placer como el dolor son efímeros, cuando el placer termina la satisfacción se torna en insatisfacción, cuando sentimos dolor y este termina pasamos de la insatisfacción a la satisfacción, buscar un equilibrio entre placer y dolor no evita que nos liberemos, aunque nos hace más soportable sus consecuencias. Liberarse de la dualidad del placer y el dolor, entraña emanciparnos de la dualidad existencial en toda su dimensión, no basta enfocar la liberación en un solo conflicto dual. Se requiere de una completa conciencia no dual que abarque la raíz misma de la vida, entonces podremos abarcar de raíz el conflicto dual en todos los aspectos de nuestra existencia, incluyendo el placer y el dolor.

Es precisamente en el tantra no dual y su sexualidad sagrada, donde experimentaremos con mayor intensidad el juego dual entre placer y dolor, satisfacción e insatisfacción, a la vez surgirá la conflictiva dualidad entre lo exterior y lo interior, entre el mundo de las formas y todas sus impresiones y sensaciones corporales y el vacío en su cualidad de lo espiritual e intangible. En esta práctica la conciencia concilia las polaridades contrarias y complementarias alcanzando la unidad no dual, para ello, más que un equilibrio entre polaridades debemos unir lo estático-masa y lo dinámico-energía, en esta unión podemos experimentar forma y vacío en un mismo eje, en este eje unificador comprendemos que los polos opuestos son y surgen de una misma naturaleza, atrayéndose mutuamente en busca de su unidad no dual.

Definir la conciencia no dual

Ya se ha dicho, por parte de los maestros y las tradiciones de la enseñanza no dual, que la conciencia no dual es indefinible, debido a que no tenemos un lenguaje apropiado para ello, pues el lenguaje racional está arraigado en la misma dualidad. Por ello, es importante la experiencia, la vivencia, más que las palabras.

La vivencia más próxima a la conciencia no dual se experimenta en el silencio, con apoyo de la contemplación; esta contemplación deberá incluir lo pasivo y lo activo. Precisamente el silencio nos permite ver con mayor claridad la actividad de nuestra mente y cuerpo.

Sin poder definir la conciencia no dual, lo que sí podemos decir, es que en tal estado la dualidad del "tú y el yo" se disuelve, por tanto, la condición egocentrista del "yo" es disuelta. El "tú y el yo" se unifican en una conciencia común, sin separatividad, esta cuestión llevada al tantra y su sexualidad sagrada nos hace comprensible el hecho de que tal sexualidad sagrada es un acto compasivo, un acto del bodichita. Donde disolvemos la yoidad ególatra, en pos de una comunión plena entre las polaridades complementarias de lo pasivo y activo, de lo solar y lunar, etc.

La comunión no dual, entre polos opuestos y complementarios es "no dos", es decir, unidad sin dualidad, de modo que los opuestos se unifican en su naturaleza primordial sin separatividad, sin división, por lo que la totalidad se expresa sin conflicto, sin disyuntivas, en un "Uno-Todo".