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Satsang Integral: en Compañía de la Verdad
Por Mokshananda y Ken Wilber 3 de junio de 2008En esta discusión, Mokshananda ("Mokie" para abreviar) y Ken Wilber discuten el concepto de Satsang Integral, un término hindú que se traduce aproximadamente como "en compañía de la verdad".
La palabra satsang se deriva de las raíces sánscritas sat (verdadero) y sanga (compañía), y se puede interpretar de tres maneras importantes: a) la compañía de la "verdad más elevada", b) la compañía de un grupo de estudiantes o practicantes que se reúnen para estudiar, discutir y asimilar esa verdad, y c) la compañía de un maestro espiritual que actúa como un conducto entre las personas y la verdad. Aunque típicamente se asocia con la tradición Vedanta Advaita, el concepto de satsang se puede aplicar a cualquier tradición o comunidad espiritual, oriental, occidental, contemplativa o tradicional. Ya sea que te encuentres en la iglesia, la mezquita, la sinagoga o el zendo, estás en alguna forma de satsang, buscando comprender alguna versión de la verdad espiritual, enseñada por algún maestro espiritual o líder, a una comunidad de otros buscadores y practicantes
Satsang se puede aplicar universalmente a cualquier comunidad comprometida con el descubrimiento de la "verdad más elevada" porque la verdad más elevada en sí misma es universal. Y esta verdad universal yace en el núcleo de cada tradición espiritual alrededor del mundo, en el corazón de cada gran santo, sabio y maestro espiritual a lo largo de la historia, y en el centro de cada experiencia humana. Es, de hecho, lo único que cualquiera de nosotros ha conocido alguna vez.
Pero si esta "verdad", este conocimiento y experiencia de nuestra inherente naturaleza espiritual es tan universal, entonces ¿por qué, por amor de Dios, es tan difícil de descubrir? ¿Por qué tan pocos han sido capaces de reconocer esta liberación supuestamente universal, si de hecho está "más cerca de nosotros que nuestra propia piel", como se ha descrito en el pasado? La respuesta es simple. Tan simple, de hecho, que no puedes culparte a ti mismo por no haberla visto.
Lo universal es solo la mitad de la historia. La otra mitad es el mundo relativo: el mundo de la forma, de la distinción, de esto y aquello, tú y yo, dentro y fuera. El mundo universal puede haber sido lo único que cualquiera de nosotros haya conocido, pero el mundo relativo es lo único que la mayoría de nosotros hemos visto.
El mundo relativo está, por naturaleza, fracturado. Tiene que ser así, es solo debido al quebrantamiento inherente del mundo que realmente podemos existir, que la forma misma puede existir. Es la única razón por la que la evolución puede continuar con su implacable impulso hacia más novedad, más complejidad y más consciencia, en una búsqueda interminable de un estado de plenitud y realización al que pueda acercarse cada vez más, pero nunca alcanzarlo. Es la única razón por la que podemos distinguir entre nosotros y nuestro entorno, entre montañas y valles, entre el cielo y la tierra, entre el bien y el mal, y entre las buenas ideas y las malas ideas. Es solo mediante este quebrantamiento inherente del mundo que tenemos el poder del libre albedrío y de elección, y es la razón por la que sufrimos.
El mundo relativo es el ámbito del yo separado, la morada turbulenta de la pasión, el dolor, el amor, el odio, el nacimiento, la muerte, la luz, la oscuridad, la creatividad y la decadencia. Es el mundo que podemos tocar, probar, escuchar y ver, y es nuestra prisión.
Normalmente nos sentimos atrapados en el mundo relativo, identificándonos con meros fragmentos de forma, sometiéndonos al mundo de los objetos. Es por eso que tendemos a pensar en nosotros mismos como si estuviéramos "dentro" de nuestros cerebros y nuestros cuerpos, "dentro" de la casa, el automóvil o la oficina, y "dentro" del mundo circundante. Nos hemos acostumbrado tanto a los grilletes de nuestras cárceles relativistas que rara vez notamos que no estamos realmente "dentro" de ninguno de estos objetos, sino que todos estos objetos están realmente "dentro" de nuestra consciencia, que la consciencia misma es "más grande" que todas estas cosas. Tan grande, de hecho, que podrías pensar que es el lienzo sobre el que está pintado todo el universo manifiesto.
El propósito del satsang, en cualquier forma, es simple: escapar de la prisión del mundo relativo. Y cada escape de la prisión requiere del mapa más detallado posible, por eso el concepto de satsang integral es tan crucial ― el marco integral es, de lejos, el mapa más completo del potencial humano actualmente disponible, que ofrece una forma integral de explicar absolutamente cualquier manifestación en el universo, así como también cada experiencia que la gente puede tener.
El marco Integral sugiere que hay dos ejes importantes de la experiencia espiritual que hay que considerar: los estados de consciencia y las etapas o estadios de consciencia.
Los estados se refieren a las experiencias reales de la verdad trascendente, de los cuales el Absoluto es uno de los varios estados posibles, que van desde el ordinario al sutil, al causal, a las experiencias no duales.
Las etapas o estadios se refieren a la estructura de desarrollo de la consciencia, que determina cómo son interpretadas y asimiladas por el yo las experiencias de los estados. Las etapas (también llamadas estructuras) progresan desde los estadios de consciencia mágico, al mítico, al racional, al pluralista, al integral y más allá.
En conjunto, descubrimos una rica matriz de experiencia humana, representada en el siguiente modelo, conocido como la Rejilla Wilber/Combs:
Como se mencionó anteriormente, el término satsang consiste en dos conceptos centrales: verdad y compañía, ya sea compañía con otros en una comunidad, con un maestro o guía espiritual, o con la experiencia de la verdad misma. Por lo tanto, en lo que respecta al satsang, deben tenerse en cuenta las siguientes preguntas importantes:
a) En lo que respecta a la verdad, ¿qué estados de consciencia intentan expresarse? ¿El estado de vigilia, físico-ordinario? ¿El estado de sueño, sutil y visionario? ¿El estado de sueño profundo, sin sueños y sin formas? ¿O el estado no dual "siempre ya", sin esfuerzo?
b) Con respecto a la compañía de maestros espirituales o de una comunidad espiritual, ¿qué estadio de consciencia es el estado de la verdad espiritual desde el que se habla y al que se habla? ¿El estadio mítico, tradicional y absolutista (ámbar)? ¿El estadio racional, moderno y materialista (naranja)? ¿El estadio pluralista, posmoderno y multicultural (verde)? ¿O el estadio de la visión-lógica, auto-realizado e integral (verde azulado/turquesa)?
Mientras que la esencia de la verdad en esta formulación es realmente universal y Absoluta, estamos atrapados en una paradoja difícil: absolutamente nada se puede decir acerca de la verdad absoluta, incluida esta misma oración. La verdad absoluta no puede ser descrita, solo experimentada. En el momento en que tratamos de describir la verdad, en ese mismo momento estamos masacrando la verdad ― las palabras, después de todo, son meros ornamentos del mundo relativo, y tan pronto como alguien trata de expresar lo Absoluto en una oración, está inmediatamente sujeto al quebrantamiento inherente del pensamiento relativo, el crecimiento relativo y la experiencia relativa.
Lo mejor que podemos hacer es usar palabras judicialmente, para construir los mejores mapas de nuestra prisión compartida. Y en virtud de ser relativas, nuestras descripciones de la verdad trascendente están sujetas a nuestras interpretaciones de esa verdad, que dependen completamente del estadio de consciencia en el que nos encontramos cuando se tiene la experiencia. El Sutra del Corazón establece una de las paradojas más celebradas en todo el pensamiento budista: la forma es vacuidad y la vacuidad es forma. Lo que significa que, si tratamos de comprender la vacuidad, debemos tratar de comprender la forma, ya que en última instancia son no-dos. Hay descripciones mejores y peores de lo relativo y lo Absoluto, lo que significa que, aunque todas las formas están igualmente vacías, algunas son más iguales que otras, o más reflejan el vacío inherente de este y todo momento.