Artículos - Jeff Foster
No dualidad: El humano divino, el Dios imperfecto
Por Jeff Foster 25 de marzo de 2019Por supuesto que existe una verdad muy hermosa en la enseñanza de la «no dualidad». Descubrimos la presencia absoluta e inmutable que somos, anterior a toda historia de nuestras vidas. Tocamos «Eso» que nunca cambia en medio de todo cambio externo. La vida misma, nuestra verdadera naturaleza, anterior al pensamiento, el sentimiento, la percepción y las sensaciones. Inmortal, eterno, quieto... Por siempre en calma.
No necesitamos nada,
No queremos nada,
Somos nada,
Y en esa nada «nosotros» no podemos saber «nada».
Aún así la mente conceptual se apropia de esta absoluta verdad. Nos perdemos de nosotros mismos en el silencio. Y el silencio se transforma en una identidad, y simulamos estar «más allá» del sufrimiento, que hemos «trascendido» los pensamientos y los sentimientos, que ahora estamos «iluminados».
El hecho de sentirnos intocables se convierte en una máscara, una persona, un nuevo lugar donde esconderse.
«Solo la no dualidad es real. La dualidad es una ilusión».
Ya no somos una persona. Somos «Pura Consciencia». Sí, es cierto, y a la vez es totalmente falso.
Tú eres Consciencia ilimitada pero también eres un frágil, vulnerable, delicado, apasionado y limitado ser humano. Sientes profundamente, a veces te lastimas, tienes heridas que anhelan ser sentidas, miradas, abrazadas, incluidas en esta imagen más grande de Ti.
Tus heridas no se irán solo porque hayas descubierto tu verdadera naturaleza. No desaparecerán solo porque ahora seas «nadie». No desaparecerán solo porque eres un maestro, un autor, un experto espiritual, un iluminado, una no persona, una no persona que trasciende la no persona, o cualquier clase de personaje que hayas soñado ser en este gran y lúcido juego.
Por muchos, muchos años he hecho énfasis en el «otro lado» de la no dualidad (sí, ésta es la paradoja, y sí, todas las palabras son pasajeras aquí).
Y el «otro lado» se trata nada más que de tener el coraje de abrazar la dualidad, de ofrecer un profundo Sí a nuestra humanidad con nuestra pena, nuestra vergüenza, nuestro dolor, nuestros miedos, nuestra confusión, nuestras dudas, y nuestra desesperación.
Un Sí a nuestra vulnerabilidad, a ser tocados en lo profundo y a tocar la vida a cambio. A abrazar nuestra tristeza, nuestra víctima interna, nuestro caos, y nuestra dulce imperfección. A amar este mortal desastre hecho carne que somos.
Si sepultamos nuestra vergüenza, nuestra culpa, nuestras heridas, si sofocamos al precioso niño interno, y pretendemos ser libres, perfectos y estar iluminados, nuestras heridas solo se infectarán y nos drenarán desde adentro. Actuaremos de maneras habituales poco amables inconscientemente, para con los demás y con nosotros mismos.
«Lo que resistes, persiste, y lo que tratamos de enmudecer, nos termina enmudeciendo a nosotros a cambio.»
Realmente yo no veo nuestra humanidad separada de nuestra divinidad.
Yo no veo «no ser» como una verdad final,
Sino como un lugar donde comenzar.
Somos nada ¡y también somos algo!
Somos Consciencia, y somos humanos,
Lo absoluto y lo relativo,
Lo sagrado y lo manifesto,
El océano danzando y la ola.
Sangramos, nos lastimamos, necesitamos ayuda, a veces queremos un hermano o hermana que nos sostenga, a veces nos cansamos de ser «los espirituales», «los que saben», o «el experto». A veces simplemente necesitamos caer de rodillas en acto de humildad y pedir al Universo que nos apoye y nos guíe.
Somos dioses y somos muy frágiles,
Vivimos tan cerca de la vida, y tan cerca de la muerte,
Tan cerca de la dicha, tan cerca de la aflicción.
Somos invulnerables y podemos sentir el dolor del mundo como nuestro, en un acto de compasión.
«Sostengo que la no dualidad no es más que un abrazo pleno de la dualidad.»
Una no dualidad compasiva, centrada en el corazón, que ama el mundo, que inunda la Tierra con empatía, que hecha sus raíces en las batallas de la vida cotidiana, que se inclina ante la forma y la celebra, y le quita la vergüenza.
Que inunda cada pensamiento, sensación, y sentimiento con amor y entendimiento.
Que dice: está bien ser humano, está bien lastimarse, y tu pena es sagrada, y tu miedo no es signo de que estés roto, sino un signo de que eres sensible, de que estás abierto y despierto, y esas partes dolorosas son solo partes anhelando ser aceptadas...»
«...esas partes dolorosas son solo partes anhelando ser aceptadas.»
Y al final, recuerda, incluso estas palabras colapsan bajo su propio peso.
No existe no dualidad o dualidad.
Incluso esta mitología debe desmoronarse en el vasto misterio del Ahora.
Existe solo este inexplicable sentimiento de la respiración subiendo y bajando, y el mágico peso del cuerpo unido a la tierra,
Y el sonido del canto de un pájaro, el tráfico del exterior,
Y esa cosquilleante sensación de vida en la punta de los pies, las manos, la garganta, las mariposas en el vientre, y esta maravillosa sensación de estar vivos,
Anterior a las palabras,
Anterior a la búsqueda en sí misma,
Anterior a todas las cosas,
Y aquí no existen expertos,
Y todos estamos comenzando de nuevo,
A cada momento.