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Las experiencias de despertar
Por Steve Taylor6 de agosto de 2018Steve Taylor habla acerca de un tipo de experiencia que cree
que ha sido olvidada por la psicología.
Hace unos años, de vacaciones con mi familia en Gales, decidí explorar las tierras de cultivo alrededor de nuestro bungalow alquilado. Pasé por encima de una verja y me encontré mirando hacia un valle, con campos de granjeros en pendiente hasta donde alcanzaba la vista. Cientos de ovejas salpicaban las colinas. Después de caminar durante unos minutos, mirando los campos y el cielo, hubo un cambio en mi percepción, como si se hubiera presionado un interruptor. Todo a mi alrededor se volvió intensamente real. Los campos y los arbustos y los árboles y las nubes parecían estar poderosamente allí, como si se les hubiera añadido una dimensión extra. Parecían más vívidos, más intrincados y hermosos. También me sentí de alguna manera conectado con mi entorno. Mientras miraba hacia el cielo, sentí de alguna manera que el espacio que lo llena era el mismo “espacio” que llenaba mi propio ser. Lo que estaba dentro de mí, como mi propia conciencia, también estaba “ahí fuera”. Dentro de mí, había un resplandor de intenso bienestar.
Este es un ejemplo bastante típico de una “experiencia de despertar” ― una expansión e intensificación temporal de la conciencia que trae cambios perceptivos, afectivos y conceptuales significativos. Como psicólogo, he estado estudiando tales experiencias durante una década. En este artículo comentaré parte de esa investigación, explicando las características y consecuencias de estas experiencias. Lo que es más importante, explicaré por qué son tan importantes y por qué la psicología debe prestarles más atención.
Raíces positivas
Uno de los roles de la psicología es examinar diferentes facetas de la experiencia subjetiva e investigar sus posibles causas y efectos. Cuando Abraham Maslow formuló sus conceptos de “experiencias cumbre” y “auto-realización” en la década de 1950, creía que la psicología había estado «subestimando la naturaleza humana» al centrarse demasiado en sus aspectos negativos e ignorar los positivos. A principios de la década de 1990, cuando psicólogos estadounidenses como Martin Seligman y Mihalyi Csikszentmihalyi iniciaron el campo de la psicología positiva, se quejaron de la misma manera: que había un desequilibrio en la psicología. La disciplina, argumentaron, necesitaba centrarse más en lo que hace que valga la pena vivir la vida y lo que puede hacer que los seres humanos prosperen, en lugar de solo investigar y curar enfermedades mentales.
Desde entonces, la psicología positiva ha estado en todas partes. Pero desde mi punto de vista, mientras que los psicólogos positivos han estudiado experiencias con similitudes superficiales con las experiencias de despertar, nadie ha captado del todo lo que hace que el despertar sea tan especial.
Según mi investigación, las tres características más comunes de las experiencias de despertar son:
- Estados afectivos positivos (incluyendo una sensación de júbilo o serenidad, falta de miedo y ansiedad);
- percepción intensificada; y
- un sentido de conexión (que puede ser hacia otros seres humanos, la naturaleza o todo el universo en general).
Otras características significativas incluyen:
- Un sentido de amor y compasión;
- percepción del tiempo alterada (que a menudo incluye una sensación de estar intensamente presente);
- una sensación de un conocimiento más profundo (como si la persona se estuviera dando cuenta de realidades que normalmente son poco conocidas); y
- una sensación de quietud interior (como si el parloteo asociativo normal de la mente se hubiera ralentizado o se hubiera aquietado).
Hay una fuerte sensación de que una persona ha trascendido un estado limitado y que la conciencia se ha vuelto más auténtica de lo normal.
Estas experiencias a veces se asocian con la espiritualidad o la religión, donde normalmente se describen como “experiencias místicas”. Sin embargo, creo que esto es engañoso y puede haber llevado al descuido de las experiencias de despertar por parte de la psicología dominante.
Prefiero interpretar las experiencias en un contexto secular. Esto se debe en parte a razones personales: no soy religioso (de hecho, me considero ateo). Pero lo que es más significativo, mi investigación ha encontrado que las experiencias de despertar rara vez tienen que ver con la religión. Por ejemplo, en un estudio de 161 informes de experiencias de despertar publicado en el Journal of Transpersonal Psychology, encontré que solo el 22 por ciento ocurrió en un contexto espiritual ― es decir, como resultado de prácticas espirituales como la meditación, la lectura de literatura espiritual y la oración o ayuno (Taylor, 2012a). La gran mayoría de las experiencias ocurrieron inesperadamente en una amplia variedad de escenarios cotidianos, a personas que no sabían nada de espiritualidad o religión.
Éxtasis secular y otros conceptos
Algunos conceptos psicológicos bien establecidos incorporan características de experiencias de despertar. Por ejemplo, ciertamente existen claras similitudes con el concepto de experiencias cumbre de Maslow. Sin embargo, la “experiencia cumbre” es un concepto muy amplio que abarca una gran cantidad de otros tipos de experiencia. Maslow se refirió a las experiencias cumbre generalmente como «momentos de máxima felicidad y satisfacción» y dio ejemplos como «estar enamorado... escuchando música o de repente “ser impactado” por un libro o una pintura, o en algún momento creativo» (Maslow, 1962, p.67).
El concepto de “flujo” de Mihalyi Csikszentmihalyi (1992) también tiene algunas similitudes superficiales con las experiencias de despertar. Ambos son estados de intenso bienestar y conexión, en los que uno pierde el sentido de ser un yo separado. Sin embargo, también hay diferencias significativas. Por ejemplo, a diferencia del flujo, las experiencias de despertar no suelen estar relacionadas con estados de absorción; en ellos, la atención suele ser muy abierta y de amplio alcance en lugar de centrarse intensamente en una actividad o tarea en particular.
El concepto de “asombro” también está relacionado con las experiencias de despertar. Tal como lo estudiaron psicólogos como Dacher Keltner y Jonathan Haidt, el asombro se refiere a una experiencia de «profundo asombro apreciativo» ante la «inmensidad, belleza y complejidad de un fenómeno que adquiere un significado universal, por ejemplo a través del arte, la naturaleza, la excelencia humana» (Haidt, 2002, p. 864). Sin embargo, aunque las experiencias de despertar a veces pueden presentar asombro, en realidad son un fenómeno mucho más amplio con una gama mucho más amplia de características. El asombro también puede incluir potencialmente características de confusión, miedo y pavor, que están ausentes en las experiencias de despertar.
En otras palabras, el flujo y el asombro no son equivalentes a las experiencias de despertar ― simplemente comparten un pequeño número de las mismas características. Podría compararlo con experiencias psicológicas negativas, como episodios de depresión o ataques de pánico, que comparten algunas de las mismas características, pero son esencialmente diferentes.
En mi opinión, por lo tanto, la psicología apenas ha tocado los elementos de las experiencias de despertar y ha descuidado su estudio como una categoría en sí mismas. De hecho, uno de los estudios más significativos sobre las experiencias de despertar provino de fuera de la psicología. En 1961 ―casualmente, más o menos al mismo tiempo que Maslow formulaba su concepto de experiencia cumbre― la autora y locutora inglesa Marghanita Laski investigó el concepto de “éxtasis” en un contexto no religioso. Mostró que tales experiencias podrían surgir fácilmente de actividades seculares como disfrutar de escenas naturales u obras de arte. En 2014, Rory McBride discutió el trabajo de Laski en las páginas de The Psychologist, destacando características como “intensas sensaciones de alegría”, “sentimientos de unidad y unicidad” y “un sentido de profundidad y liberación de la realidad mundana”. Es fácil ver por estas características que el concepto de “éxtasis secular” es muy cercano al de una “experiencia de despertar”. Al igual que yo, McBride expresó su preocupación de que estas experiencias se hayan investigado tan poco dentro de la psicología.
Los desencadenantes
Mi propia investigación ha incluido dos estudios generales de informes de experiencias de despertar (Taylor, 2012a, Taylor & Egeto-Szabo, 2017) y un estudio de experiencias de transformación relacionadas con el trastorno psicológico (Taylor, 2011, 2012b). Esta investigación ha encontrado tres contextos que constantemente aparecen como los principales desencadenantes de las experiencias de despertar, así como una serie de otros menos significativos.
El desencadenante más común puede parecer inicialmente desconcertante: alrededor de un tercio de las experiencias de despertar ocurren en situaciones de estrés, depresión y pérdida. Por ejemplo, un hombre describió cómo pasó por un largo período de turbación interna debido a la confusión sobre su sexualidad, lo que llevó a la ruptura de su matrimonio. Pero en medio de esta turbación, tuvo una experiencia de despertar en la que «Todo simplemente dejó de ser. Perdí todo sentido del tiempo. Me perdí a mí mismo. Tuve la sensación de ser totalmente uno con la naturaleza, con una gran sensación de paz. Yo era parte de la escena. Ya no había un “yo”. Estaba sentado allí viendo la puesta de sol sobre el desierto, consciente de la enormidad de la vida, del poder de la naturaleza» (Taylor, 2012a, p. 86). Una mujer describió cómo estaba devastada por el final de una relación de siete años, "enfrentando un sufrimiento que no imaginaba que pudiera existir". Sin embargo, en medio de este sufrimiento, ella «comenzó a experimentar una claridad y una conexión con todo lo que existía… Yo estaba en un estado de felicidad y aceptación tan pura, que ya no tenía miedo de nada. De esa profundidad surgió tal compasión y conexión con todo lo que me rodeaba» (Taylor & Egeto-Szabo, 2017, p.61).
El segundo desencadenante principal de las experiencias de despertar identificadas por mi investigación es el contacto con la naturaleza. Alrededor de una cuarta parte de las experiencias tienen lugar en entornos naturales, aparentemente inducidos por la belleza y la quietud de la naturaleza. Las personas informaron de experiencias de despertar que ocurrieron mientras caminaban por el campo, nadaban en lagos o contemplaban hermosas flores o puestas de sol. Por ejemplo, una mujer informó de una experiencia de despertar que ocurrió cuando estaba nadando en un lago, cuando «me sentí completamente sola, pero parte de todo. Me sentí en paz... Todos mis problemas desaparecieron y me sentí en armonía con la naturaleza. Solo duró unos minutos, pero recuerdo una sensación de calma y quietud y ahora me tranquiliza» (Taylor, 2012a, p. 77). Estos son los tipos de experiencias que a menudo describieron poetas románticos como William Wordsworth y Percy Shelley.
El tercer desencadenante más importante de las experiencias de despertar según mi investigación ―con una frecuencia similar al contacto con la naturaleza― es la práctica espiritual. Esto significa principalmente meditación, pero también incluye oraciones y prácticas psicofísicas como el yoga o el tai chi. El efecto relajante y tranquilizador de la mente de estas prácticas parece facilitar las experiencias de despertar. Es importante señalar que, incluso aquí, puede no haber una conexión con la religión. Con la excepción de las experiencias de despertar asociadas con la oración, aquellos que informaron de estas experiencias no seguían un camino religioso convencional. Pertenecían a la categoría de “espirituales, no religiosos”, y seguían ciertas prácticas por su efecto benéfico, más que por una convicción religiosa.
Después de estos tres factores desencadenantes, hay varios menos significativos, que incluyen ver o escuchar una representación artística, leer (particularmente literatura espiritual), participar en una representación creativa (como bailar o tocar música), el amor y el sexo. Fueron pocos los informes sobre experiencias de despertar sexual, pero, por supuesto, es posible que los participantes se mostraran reacios a divulgar tales experiencias íntimas.
Las consecuencias o efectos posteriores
A pesar de que las experiencias de despertar generalmente solo duran de unos momentos a unas pocas horas, con frecuencia tienen un efecto que cambia la vida. Muchas personas describieron una experiencia de despertar como el momento más significativo de sus vidas, informando de un cambio importante en su perspectiva de la vida y en sus valores.
En nuestro estudio de 2017 de 90 experiencias de despertar, el efecto posterior más significativo fue una mayor sensación de confianza, seguridad y optimismo. Por ejemplo, una persona informó que aunque «toda esa experiencia fue breve, dejó un poco de conocimiento y esperanza. Mientras todavía estaba y estoy en un viaje de auto-reflexión, me dejó saber que tu verdad interior siempre está ahí para ti» (Taylor & Egeto-Szabo, 2017, p.56). Otra persona informó que «saber que está ahí (o aquí, debería decir) es una gran liberación» (p. 55).
Una persona tuvo una poderosa experiencia de despertar mientras sufría de una depresión intensa durante la cual «sintió el amor y la paz más intensos y supo que todo estaba bien» (Taylor, 2011, p.4) La experiencia duró solo unos minutos, pero después descubrió que la sensación de pavor había desaparecido de su estómago y se sintió capaz de hacer frente nuevamente, lo que la llevó a una nueva fase positiva en su vida. Como ella lo describió, «miré a mi alrededor y pensé en todas las cosas buenas de mi vida y del futuro. Me sentí más positiva y resiliente».
Dichos cambios de actitud a veces llevaron a cambios significativos en el estilo de vida, como nuevos intereses, nuevas relaciones y una nueva carrera. Hablando de la experiencia cumbre, Abraham Maslow escribió: «Mi sensación es que si nunca volviera a suceder, el poder de la experiencia afectaría permanentemente la actitud hacia la vida» (Maslow, 1964/1994, p. 75). Esto ciertamente se aplica también a las experiencias de despertar.
Sin embargo, en un pequeño número de casos, hubo consecuencias negativas. Después de la euforia de su experiencia de despertar, algunas personas volvieron de golpe a la realidad. Encontraban la vida cotidiana aburrida y se sentían frustrados por estar nuevamente inmersos en sus rutinas y responsabilidades normales. Como dijo una persona: «Me siento abrumado por el ajetreo y el bullicio de la vida cotidiana» (Taylor & Egeto-Szabo, 2017, p.56).
Las causas
Puede ser tentador explicar las experiencias de despertar en términos de un funcionamiento neurológico inusual. Quizás estén relacionadas con niveles inusuales de actividad (o falta de actividad) en ciertas partes del cerebro. Por ejemplo, neurocientíficos como Michael Persinger y V.S. Ramachandran han sugerido que las experiencias espirituales son el resultado de la estimulación de los lóbulos temporales. Persinger (1983) ha afirmado incluso inducir experiencias místicas con un “casco” ―conocido popularmente como el “casco de Dios”― que estimula los lóbulos temporales con campos magnéticos. Otra teoría, presentada por Newberg y d'Aquili (2000), es que las experiencias místicas de unidad surgen cuando la parte de nuestro cerebro responsable de nuestra conciencia de los límites (la corteza parietal posterior superior) está menos activa de lo normal. (Para ser justos, Newberg y d'Aquili en realidad no dicen que ese estado cause realmente experiencias espirituales, solo que se correlacionan con ellas, aunque otros han interpretado su teoría de esta manera).
Sin embargo, estas teorías son muy especulativas, como mínimo. En su artículo de 2012 para The Psychologist, Craig Aaen-Stockdale proporcionó una descripción general de la investigación que relaciona las experiencias espirituales o religiosas con la actividad cerebral y encontró numerosas fallas, particularmente la falta de grupos de control y la replicación exitosa. Como concluyó, «los escépticos son, en mi opinión, demasiado rápidos en afirmar que Dios está "todo en el cerebro" (generalmente en el lóbulo temporal) cuando, de hecho, la base de evidencia es inquietantemente débil» (2012, p. 523) Mientras un pequeño número de pacientes del lóbulo temporal pueden tener experiencias de tipo espiritual, es más probable que experimenten sentimientos de ansiedad y desorientación. De hecho, algunos estudios han sugerido que los pacientes del lóbulo temporal en realidad tienen menos probabilidades de tener experiencias religiosas o espirituales que otros. Al mismo tiempo, la afirmación de Newberg y D'Aquili de que la conciencia espacial está asociada con la corteza parietal posterior es cuestionada por otros neurocientíficos, quienes generalmente asocian esto con el lóbulo temporal (Karnath et al., 2001).
En un sentido más general, tales explicaciones neurológicas adolecen de una suposición simplista de que la actividad cerebral produce directamente la experiencia consciente. Esta suposición puede parecer lógica, pero no existe una explicación viable de cómo la materia gris del cerebro podría dar lugar a la riqueza y variedad de la experiencia consciente. En el campo de los estudios de la conciencia, esto se conoce como el “problema difícil” (Chalmers, 1996). Según el filósofo Colin McGinn (1993), asumir que la experiencia consciente es producida por la actividad cerebral es como decir que “los números surgen de las galletas o la ética del ruibarbo” (p. 60).
Esto no significa que no haya correlaciones neurológicas con las experiencias de despertar. Bien pueden existir, pero no más que como correlaciones. Al mismo tiempo, es difícil ver cómo podrían descubrirse las correlaciones, ya que las experiencias de despertar casi siempre ocurren de forma no intencionada, por lo que hay pocas posibilidades de producirlas en los laboratorios de imágenes cerebrales.
En mi opinión, probablemente no haya necesidad de recurrir a explicaciones neurológicas simplistas de las experiencias de despertar, ya que pueden explicarse en gran medida en términos psicológicos. Un número importante de experiencias de despertar están relacionadas con estados de relajación y quietud mental. Este es ciertamente el caso de la meditación, y también del contacto con la naturaleza, viendo espectáculos artísticos y participando en actividades creativas.
Considere lo que sucede cuando una persona se sienta a meditar, por ejemplo. Deliberadamente se aparta de la actividad y los estímulos externos, y luego intenta aquietar su parloteo mental enfocando su atención en un objeto específico, como un mantra, su respiración o la llama de una vela. Como resultado, la energía mental ya no se gasta en el mismo grado que lo normal y comienza a intensificarse dentro de ellos. Esto puede explicar la mayor conciencia que presentan las experiencias de despertar. El psicólogo estadounidense Arthur Deikman ―quien fue quizás la primera persona en estudiar los efectos psicológicos de la meditación― se refirió a un proceso de “des-automatización de la percepción”. Los procesos de percepción que normalmente funcionan para ahorrar energía atencional (mediante la automatización de la percepción de fenómenos familiares) ya no funcionan debido al aumento de la energía mental. Como resultado, nuestro entorno se vuelve más real y vívido.
Un proceso similar puede ocurrir cuando una persona se encuentra en un entorno natural. El paisaje natural puede tener un efecto similar a la meditación, al proporcionar un enfoque para la mente de una persona y un retiro de estar ocupado y bombardeado con estímulos. Esto puede conducir a una acumulación similar de energía mental y también a la misma des-automatización de la percepción. El factor más importante parece ser el aquietamiento de la charla mental asociativa, que normalmente gasta una gran cantidad de energía mental.
Pero, ¿cómo podemos explicar las experiencias de despertar vinculadas al trastorno psicológico? Es difícil interpretarlas en términos de relajación y quietud mental, ya que suelen presentarse en estados de agitación y angustia mental. Pero aquí un factor puede ser que la sensación de conmoción y pérdida a menudo asociada con la perturbación psicológica puede traer una deconstrucción de estructuras y procesos psicológicos normales. En la mayoría de los estados de perturbación o desasosiego, esto solo puede causar más angustia ―con la posibilidad de un colapso― pero ocasionalmente esto puede tener un efecto positivo, provocando una des-automatización de la percepción y una trascendencia de los modos familiares de cognición. (Por cierto, hay un paralelo aquí con el concepto de crecimiento postraumático, que también destaca cómo los efectos posteriores positivos ―como un mayor sentido de aprecio, propósito y significado― siguen a una amplia gama de eventos traumáticos).
Una segunda ola de la psicología positiva
Las mías son solo especulaciones, por supuesto. Espero que otros psicólogos investiguen las experiencias de despertar y desarrollen sus propias teorías. Una experiencia que es tan común y tiene tanto significado para las personas no debe descuidarse, especialmente ahora que la experiencia no tiene por qué asociarse con la religión, ni siquiera con la espiritualidad. Las experiencias de despertar podrían investigarse de manera similar a las experiencias de flujo ― como un estado psicológico óptimo que surge de ciertas condiciones psicológicas inusuales, generadas por ciertas actividades y situaciones.
Si bien mi propio campo de la psicología transpersonal puede adaptarse fácilmente al estudio de las experiencias de despertar, en la psicología positiva durante mucho tiempo se ha hecho más hincapié en la investigación cuantitativa que en la cualitativa, en un intento por establecer las credenciales científicas del campo. Por la misma razón, los psicólogos positivos han tendido a evitar cualquier experiencia que pueda verse como “espiritual” o “trascendente”. Las experiencias de despertar son difíciles de estudiar cuantitativamente; más bien, se prestan a la investigación cualitativa fenomenológica. Como resultado, la psicología positiva no ha abrazado el estudio de tales experiencias. Sin embargo, psicólogos como Itai Ivtzan y Tim Lewis han iniciado una psicología positiva de segunda ola que enfatiza la importancia de la investigación cualitativa y está abierta a aspectos espirituales o transpersonales. Quizás el estudio de las experiencias de despertar podría formar parte de esta segunda ola de la psicología positiva. Esto contribuiría de alguna manera a llenar un vacío significativo en el estudio de los estados psicológicos.
Sobre el Autor
«Me fascinan las experiencias de despertar desde que comencé a tenerlas cuando era adolescente. De hecho, mi principal objetivo al convertirme en psicólogo era estudiarlas, descubrir si eran muy comunes y por qué ocurrían. Son importantes porque sugieren que nuestra conciencia normal del mundo y nuestra comprensión normal de la vida no son fiables ni completas. Sugieren que estamos, hasta cierto punto, dormidos. Nos ofrecen un atisbo de un potencial más amplio y una vida más plena».
El Dr. Steve Taylor es profesor titular de psicología en la Universidad de Leeds Beckett (Reino Unido) y miembro del comité de la Sección de Psicología Transpersonal de la British Psychological Society. Es autor de varios libros de gran éxito de ventas, incluidos La Caída, El Salto y Ciencia Espiritual. / Más info
Referencias
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