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Artículos - Franklin Merrell-Wolff

Los tres fundamentos de la filosofía
de Franklin Merrell-Wolff

Por Thomas J. McFarlane
Franklin Merrell-Wolff

Basándose en sus Realizaciones fundamentales, Wolff desarrolló una filosofía trascendental que condensó en tres proposiciones fundamentales. Wolff hace hincapié en que estas proposiciones, al igual que su filosofía en conjunto, son símbolos conceptuales de una Realidad inefable. Por otra parte, Wolff reconoce que las Realizaciones en que se basa su filosofía no son necesariamente definitivas, y tienen la autoridad sólo de Wolff y cualquiera que haya tenido Realizaciones similares. Sin embargo, la filosofía tiene valor para otros que aspiran a tal Realización. Los tres fundamentos de su filosofía son los siguientes.

1. La Consciencia es original, existente por sí misma, y constitutiva de todas las cosas.

El término "Consciencia" de Wolff aquí no significa consciencia como opuesto a inconsciencia. Tampoco Wolff usa la palabra "Consciencia" aquí como una consciencia que implique alguna particular estructura o modo de experiencia, como la estructura de la intencionalidad, o el modo de nuestra experiencia típica basada en la distinción entre sujeto y objeto. Más bien, el significado del término "Consciencia" aquí es ESO que es la base primordial y la naturaleza esencial de todos los modos y formas de experiencia, tanto subjetivas como objetivas. En palabras de Wolff,

El Uno, la Realidad no derivada, es ESO que he simbolizado por "Consciencia-sin-objeto". Esta es la Consciencia Raíz, per se, debe distinguirse de la consciencia como contenido o como estado, por una parte, y de la consciencia como un atributo de un Yo o Atman, en cualquier sentido. Es la Consciencia de la que nada puede declararse en el sentido privativo excepto como Ser abstracto. Todo depende de Ella, mientras Ella permanece existente por sí misma.

Por lo tanto, la Consciencia es primaria, es decir, es lo primero, antes de todo. No antes o primero en el sentido de tiempo o secuencia temporal, sino antes en el sentido de no ser secundaria o derivada de cualquier otra cosa. Por lo tanto, la Consciencia es auto-existente, es decir, que no depende de ninguna otra cosa para su existencia y es totalmente autosuficiente y completa. En particular, la Consciencia no depende, y no se derivada de la materia, la energía, o cualquier otra sustancia. Por el contrario, toda experiencia y todos los objetos se derivan de la Consciencia. Por lo tanto, la Consciencia es constitutiva de todas las cosas, es decir, todas las cosas, en su naturaleza última, no son nada más que esta misma Consciencia Primordial.

2. El Sujeto de Consciencia trasciende al objeto de Consciencia.

Para comprender esta proposición filosófica, tenemos que aclarar en primer lugar el uso que Wolff da a los términos sujeto y objeto. Nuestra experiencia está normalmente condicionada o estructurada por la distinción entre un sujeto de consciencia y objetos de consciencia. El sujeto de consciencia es lo que es consciente de los objetos o apariencias en la consciencia. Los objetos de consciencia son estados diferentes o apariencias en la consciencia, que van desde lo más concreto a lo más sutil. Un objeto concreto en la consciencia podría ser una percepción visual de una silla o una sensación de dolor en el pie. Objetos más sutiles son apariencias en la consciencia como un pensamiento o un recuerdo, la intuición de algo, o un estado de consciencia como una experiencia del mundo que está impregnada de un sutil sentido de felicidad. Es importante tener en cuenta que el término "objeto" como es usado aquí por Wolff incluye nuestros pensamientos, sentimientos y otras experiencias internas. Tales fenómenos internos son todavía objetos en la consciencia tanto como lo son los fenómenos externos.

A diferencia de los objetos en la consciencia, el sujeto de consciencia es el principio o aspecto de la consciencia por el cual existe conciencia de los objetos. Porque un objeto no se puede decir razonablemente que está en la consciencia si no es un objeto de conciencia, la existencia de cualquier objeto en la consciencia implica necesariamente un sujeto de consciencia [es decir, un sujeto que sea consciente del objeto]. En la base de nuestra experiencia relativa, por lo tanto, hay una distinción entre sujeto y objeto. El segundo fundamento de la filosofía declara que el sujeto trasciende el objeto, es decir, que el principio o aspecto subjetivo de la consciencia es más fundamental para la consciencia que las apariencias objetivas en la consciencia. Esta proposición filosófica deriva de la comprensión de que, por una parte, las apariencias objetivas de la consciencia se desvanecen en el estado nirvánico trascendente de la consciencia, mientras que, por otra parte, el principio subjetivo de la consciencia, es decir, la capacidad de conciencia, es común tanto de los niveles relativos como de los niveles trascendentes de la consciencia. El principio subjetivo es por lo tanto trascendental, mientras que el principio objetivo no lo es.

3. Hay tres, no dos, órganos de conocimiento: percepción, concepción, e introcepción.

El tercer fundamento de la filosofía de Wolff es una afirmación de una tercera forma de conocimiento, o de un tercer órgano de conocimiento. La filosofía secular en occidente admite sólo dos modos de conocimiento: percepción y concepción. La percepción incluye todo el conocimiento sensorial que se deriva de ver, oír, sentir, oler y probar. La concepción incluye todo el conocimiento que obtenemos del pensamiento, la memoria, la imaginación, y similares. Si admitimos sólo estas dos formas de conocimiento, entonces nuestro conocimiento de la realidad está siempre limitado a nuestras especulaciones hipotéticas y conceptuales sobre lo que la realidad podría ser "detrás" de nuestras apariencias perceptivas. Si nos limitamos a la concepción y la percepción solamente, cualquier conocimiento definitivo y categórico de la realidad y la verdad no es posible, y no hay forma racional de entender la posibilidad de la realización mística o consciencia trascendental. El tercer fundamento, sin embargo, afirma la existencia de una tercera forma de conocimiento, que Wolff llama "introcepción". La capacidad introceptiva está normalmente latente o parcialmente latente, pero se puede activar parcial o totalmente, mediante el esfuerzo intencional, espontáneamente, o ambos. Cuando se activa, la introcepción proporciona conocimiento inmediato y categórico que trasciende la distinción sujeto-objeto, es decir, no es un conocimiento relacional de algo por algo más, sino un conocimiento a través de la identidad en el que sólo hay conocimiento mismo que incluye y trasciende tanto al conocedor como a lo conocido. El tercer fundamento, en resumen, afirma que, además de la capacidad de percepción y de concepción, también hay una capacidad de conocimiento trascendental.