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Artículos - Darryl Bailey

Funcionamiento sin forma

Funcionamiento sin forma

Por Darryl Bailey Versión PDF

Lo que presento aquí es sólo para tu consideración. No tienes que estar de acuerdo con ello.

Para todos nosotros, la existencia es sólo la sensación de que este momento está ocurriendo, ahora mismo. No tenemos ninguna otra experiencia de la vida, sólo la sensación de que este momento está ocurriendo.

No tienes que crear la sensación de que algo está ocurriendo ahora; ya se siente como si este momento estuviera ocurriendo.

Si nos sentamos en silencio, lejos de cualquier otra actividad, y no hacemos ningún esfuerzo por hacer nada, la sensación de que este momento está sucediendo se hará obvia, y también se hará obvio que todo lo que está sucediendo se está moviendo, desplazando y cambiando.

No tienes que observar este momento ni cultivar ninguna conciencia especial. Ya sientes que este momento está sucediendo, así que simplemente siéntate, o acuéstate, y descansa; sin hacer ningún esfuerzo, y deja que este acontecer presente lo que sea que presente.

Mientras estés sentado o tumbado en silencio, todo en este momento sucederá por sí mismo. Este acontecer que solemos llamar ver, oír, tocar, saborear, oler y pensar, ocurrirá automáticamente, haciéndose evidente.

Lo que llamamos “respiración” va y viene; el “corazón” late; lo que llamamos “sonidos” surgen y se desvanecen. Hay pulsaciones, vibraciones, ondas de energía, hormigueos, fluctuaciones de calor y frío, opresión, soltura, pesadez y ligereza. Hay una pequeña punzada aquí, una pequeña punzada allá; un pequeño dolor aquí, un pequeño dolor allá; un pequeño cambio aquí, un pequeño cambio allá; y el dolor se desvanece o aumenta.

Los pensamientos surgen y pasan; los estados de ánimo surgen y pasan. Hay sensaciones de inquietud y de calma. En un momento, la respiración se hace evidente, luego el sonido, luego la vibración, luego el calor, luego la visión, luego la pesadez, y así sucesivamente.

Los impulsos de moverse van y vienen; algunos se convierten en acciones, otros no, y, finalmente, habrá un impulso irresistible de levantarse y hacer otra cosa.

Sólo hay dos cosas importantes que reconocer en todo esto. En primer lugar, todo sucede por sí mismo, sin que nosotros lo “hagamos”. Y en segundo lugar, es un acontecimiento en movimiento, cambiante, que no tiene una forma concreta. Todo está cambiando. Es un funcionamiento sin forma, que funciona por sí mismo.

Todo lo que sientes que eres tú es simplemente un movimiento misterioso que se presenta a sí mismo. No hay ningún “tú” que esté haciendo que esto ocurra.

Cuando tenemos la necesidad de dejar de estar sentados en silencio y nos volvemos activos en nuestro día a día, tratando con varias personas, cosas y situaciones, podemos considerar si todo eso también está cambiando.

La vista, el oído, el tacto, el gusto, el olfato y el pensamiento cambian constantemente. Nuestras actividades también cambian, porque eso es ser activo. Los diversos impulsos de hacer esto o aquello simplemente surgen, y las diversas situaciones que provocan van y vienen.

Todas las personas con las que nos encontramos están cambiando en sus pensamientos, palabras y acciones. Los cuerpos se están moviendo aquí y allá, cambiando sus actividades, movidos por los impulsos que surgen y pasan en su proceso.

Los cuerpos también envejecen a cada momento, algunos mueren y se desvanecen. Ojos, oídos, cuerpos, lenguas, narices y cerebros, envejecen a cada momento y finalmente dejarán de existir.

Hay objetos grandes que no parecen estar cambiando, como las casas y las montañas, pero si los consideramos de cerca, descubrimos que no tenemos la sensación de que permanezcan iguales de un momento a otro.

Sentimos que las casas y las montañas envejecen. Una casa acabará derrumbándose si se abandona, se pudrirá y se convertirá en polvo. Las cadenas montañosas espectaculares, como las Montañas Rocosas, acabarán desgastándose para convertirse en colinas onduladas o terrenos llanos.

No tenemos la sensación de que las casas y las montañas permanezcan igual durante cientos o miles de años y luego envejezcan y se desvanezcan de la noche a la mañana. Tenemos la sensación de que están cambiando de forma sutil, ahora mismo.

Una montaña, o una casa, está cambiando en millones de pequeñas formas, en cada momento. No es la misma montaña ni la misma casa de un momento a otro. El Himalaya está cambiando de forma y creciendo aproximadamente una pulgada cada año. Es un movimiento que ocurre por sí mismo. Se mueve, se desplaza y cambia muy lentamente, pero se mueve en cada momento.

Los astrónomos nos dicen que el universo se expande, las galaxias giran en espiral y los planetas rotan. Es interesante que la palabra universo signifique literalmente giro indiviso (movimiento indiviso).

En ciertas partes del universo se forman nuevos planetas, estrellas y galaxias, mientras que otras envejecen y algunas desaparecen. Todo esto ocurre sin que nadie lo haga.

El planeta Tierra está cambiando, de un momento a otro; el clima cambia, las estaciones cambian, la superficie física se altera; a veces se mueve y se desmorona; el planeta envejece y, en algún momento, dejará de existir.

Nadie hace que esto ocurra. Todo se mueve, se desplaza y cambia por sí mismo. Algunos aspectos cambian lentamente y otros rápidamente, pero todo está cambiando.

Los físicos nos dicen que todo está formado por partículas diminutas a las que llaman átomos y moléculas. También nos dicen que los átomos y las moléculas no son realmente objetos; son como pequeñas nubes que se mueven, se desplazan y cambian todo el tiempo.

Los científicos no encuentran objetos estables, sólo movimiento. A medida que profundizan, intentando descubrir qué es fundamentalmente la existencia, todo lo que encuentran son ondas de movimiento; no encuentran “objetos”. A este movimiento lo denominan energía.

Einstein lo expresó muy claramente, en sus sencillas afirmaciones.

«Los antiguos sabían algo que nosotros parecemos haber olvidado.
No existe la materia.
Lo que hemos llamado materia es energía... La materia es espíritu.
Los conceptos físicos son creaciones de la mente humana [pensamiento].
Todo es energía y eso es todo.
Esto no es filosofía. Esto es física.
Nuestra separación es una ilusión óptica.
Todo es energía.
No creo en el libre albedrío.
Todos bailamos al son de una misteriosa melodía.
No entiendo a qué se refiere la gente cuando habla de la libertad de la voluntad humana. Tengo la sensación, por ejemplo, de que quiero encender mi pipa y lo hago; pero ¿cómo puedo relacionar esto con la idea de libertad?... Como dijo Schopenhauer: “Un hombre puede hacer lo que quiere, pero no puede querer lo que quiere”. [Puede hacer lo que quiere, pero no puede crear lo que quiere].
Si observamos las fuerzas que nos impulsan a actuar, veremos que todos bailamos al son de una misteriosa melodía, y que el flautista... sea cual sea el nombre que le demos... Fuerza Creadora o Dios — escapa a todo conocimiento intelectual [a toda descripción].
Sólo tengo un propósito: cumplir mi propósito.
Este propósito es ... inducido por factores desconocidos.
Detrás de todo lo que se puede experimentar hay algo que nuestras mentes no pueden captar.
No llegué a mi comprensión ... a través de mi mente racional.
Dejo de pensar, nado en silencio, y la verdad viene a mí.
No me atribuyo nada.»

En pocas palabras, Einstein decía que todo, incluido su propio proceso, es un movimiento misterioso, que se mueve por sí mismo, y él llamaba energía a ese movimiento.

Pero, como él mismo afirmó, su punto de vista era científico, no filosófico, por lo que debemos reconocer que ciertos filósofos van mucho más allá que los científicos en su reconocimiento; en última instancia, se mantienen alejados de cualquier descripción, o etiqueta, y declaran que lo que “es” no tiene una forma real que describir ni un nombre verdadero.

Grandes filósofos, como Ashtavakra, Heráclito, Buda, Lao Tzu, Chuang Tzu, Jesús de Nazaret, Spinoza, Nietzsche, Schopenhauer, y una miríada de otros, a lo largo de los tiempos, han estado y siguen estando de acuerdo en que sólo existe un funcionamiento sin forma, que funciona por sí mismo.

Está más allá de cualquier descripción verdadera, por lo que se refieren a él como un acontecer, un gran espíritu, un océano sin forma, un fluir misterioso. Algunos dicen que es sólo sin forma.

Algunos enumeran una larga lista de lo que no es este acontecimiento sin forma. Su lista de “noes” es una lista de todas las “cosas” que normalmente describimos y dicen que la existencia no es realmente ninguna de esas cosas, porque sólo es movimiento; no tiene forma real que describir. Parece tener forma, pero, si se examina de cerca, sólo es movimiento, flujo o acción, sin forma.

Palabras como movimiento, flujo y acción no intentan describir nada; simplemente apuntan a este acontecer sin forma.

El Sutra del Corazón, del budismo, afirma que cualquier forma identificable es un movimiento vacío de forma, por lo que las descripciones de la forma no pueden ser la verdad.

No puede ser el ver, el oír, el tocar, el saborear, el oler y el pensar. No puede ser las vistas, los sonidos, los tactos, los sabores, los olores y los pensamientos. No puede ser los ojos, los oídos, las narices, las lenguas, los cuerpos y los cerebros. No puede ser un yo o un mundo. No puede ser un cuerpo ni una mente. Es un acontecer misterioso, sin forma, vacío de forma.

En otros lugares se afirma que tampoco es un cuerpo ni una mente, que ni siquiera esas descripciones pueden aplicarse a lo que es.

El Buda lo expuso de la forma más sucinta, cuando dijo que ninguna descripción de ningún tipo puede aplicarse realmente a lo que “es”.

En sus enseñanzas registradas, que se encuentran en el Canon Pali y en los Agamas chinos, afirmó que hay un acontecer básico que no es un sólido ni un líquido; no es aire, espacio, consciencia, percepción o no percepción; no es un mundo presente u otro mundo; no es una luna ni un sol; no es un ir ni un venir; no es un proceso de muerte y reaparición. No tiene sustancia fundamental [ni forma], ni evolución [no hay forma que evolucionar], ni subestructura oculta.

Afirmó que darse cuenta de esto pone fin a toda confusión y sufrimiento. Acaba con la creencia en las ideas de cuerpo y consciencia. Acaba con la creencia en ideas de un yo que existe ahora o en el futuro. Acaba con la creencia en cualquier descripción. Dijo que es como liberarse de las deudas, la enfermedad, la prisión y la esclavitud, y entonces uno vive como lo inconmensurable, el flujo naturalmente tranquilo de lo no formado.

En el Ashtavakra Gita, uno de los textos principales del Vedanta Advaita, da una lista mucho más larga de lo que no es este acontecer. Comienza afirmando que el conocedor, el conocer y lo conocido no existen, que nosotros somos la realidad en la que sólo parecen existir.

El Ashtavakra continúa afirmando que lo que realmente “es” es como un océano que se mueve y cambia, y las apariencias de las diferentes formas son simplemente olas que fluyen en este océano de movimiento.

Enfatiza que no importa si varias formas parecen moverse aquí y allá, porque, si se examina de cerca, este gran movimiento no tiene forma real.

Declara explícitamente que la única cura para estas falsas apariencias de forma es simplemente darse cuenta de que son falsas apariencias.

Si nos damos cuenta de ello, lo que queda es el acontecer sin forma de este momento, que no puede describirse ni comprenderse.

Incluso nuestro proceso de pensamiento es un movimiento inexplicable, que se mueve por sí mismo. Nos enseñaron a llamarlo pensamiento, pero no hay forma de decir lo que realmente es.

El Ashtavakra Gita continúa afirmando que comprender este océano de movimiento nos libera de las ideas de “yo” y “mío” y de la idea de que las acciones son causadas por un “yo”.

Afirma que quien comprende esto se da cuenta de que no está haciendo que ocurra nada, por lo que vive con cualquier acontecimiento que se le presente.

Continúa diciendo que, para quien se da cuenta de que las descripciones son falsas, no hay un dormir cuando se duerme, ni un soñar cuando se sueña, ni un despertar cuando se despierta. Estas descripciones no son verdaderas.

Tampoco hay pensamientos cuando se piensa, ni comprensión cuando se comprende, ni acciones responsables cuando se es responsable.

No hay yo o no-yo, no hay pasado, presente o futuro, no hay espacio. No hay vida, ni muerte, ni mundos, ni cosas, ni elementos, ni cuerpo, ni facultades mentales, ni mente, ni consciencia, ni dualidad ni no-dualidad. La lista es mucho más larga, pero no es necesario mencionarla toda aquí.

En un momento dado, el Ashtavakra exclama: «¿Cómo es posible describir lo que está sucediendo?».

Centrarse intensamente en el hecho de que todo es sólo movimiento inexplicable, puede resultar un poco angustioso. Puede dar la impresión de que todo es caótico y sombrío, pero esto no es cierto.

Si observamos la forma en que se expresa la existencia, veremos que todo se mueve hacia algún tipo de orden creativo que es milagroso en su constante transformación.

Las plantas, los animales y las personas simplemente crecen hasta alcanzar su pleno potencial. Cada flor aparente florece a su manera única y cada persona aparente florece a su manera única.

Hay un impulso inherente en el universo para que todas las cosas aparentes alcancen su pleno y único potencial. Aunque no sea posible saber de antemano cuál será ese pleno potencial.

Podemos ver que un gorrión joven no crece hasta convertirse en un arrendajo azul y que una margarita joven no se convierte en una caléndula. En cualquier momento, todo se desarrolla a su manera.

Simplemente nos convertimos en lo que somos y hacemos lo que hacemos, en cada momento, porque no estamos haciendo nosotros que suceda. Somos un movimiento milagroso, moviéndonos hacia un orden misteriosamente creativo.

Entonces... ¿qué significa todo esto para nuestra existencia cotidiana?

Es muy sencillo. Nunca podremos decir realmente qué es la vida o qué somos nosotros. Es un funcionamiento sin forma, con un impulso de ser exactamente lo que es, en cada momento.

No hay ningún “yo” que esté haciendo que nada de esto suceda.

En cualquier momento, simplemente sé el acontecer inexplicable que eres y haz lo que sientas que necesitas hacer. No estás creando nada de esto; simplemente se presenta en cada momento.

Si tu dirección no está clara, siéntate en algún lugar tranquilo y simplemente descansa. Surgirán tus preocupaciones inmediatas y, con el tiempo, se presentará un impulso irresistible de hacer algo en particular.

Como los pájaros en sus rutas migratorias, todos nos movemos en la dirección que nos sentimos impulsados a seguir. Y, al igual que los pájaros, cada uno de nosotros volará en su propia dirección.

Muchos leerán estas afirmaciones y pensarán que apuntan a la vida tal y como es en realidad. Se entusiasmarán con estas ideas y querrán pasar horas, días, semanas y meses leyendo, pensando y hablando sobre ellas.

Pero, irónicamente, cuanto más se centra uno en ideas y explicaciones, en leer, pensar y hablar, menos claro queda que todo es un movimiento inexplicable, que se mueve por sí mismo.

Sólo se vuelve claro cuando nos sentamos, o nos acostamos, sin hacer ningún esfuerzo por hacer nada, y simplemente sentimos este inexplicable acontecer, aconteciendo.

Ya oigo a algunos gritar: «Pero tenemos que pensar. No nos digas que dejemos de pensar!». Lo cual, por supuesto, no es lo que estoy diciendo. Ya he señalado que nuestro pensamiento es un movimiento inexplicable que se mueve por sí mismo. Y descubrirás ese hecho, si simplemente descansas y sientes que sucede por sí mismo.

Simplemente sintiendo el inexplicable acontecer de este momento que ocurre, sintiendo el acontecer que somos, aconteciendo por sí mismo, tal vez podamos dejar de centrarnos en la confusión, la angustia y la maraña de nuestros pensamientos e historias, y el simple milagro y maravilla de un funcionamiento sin forma pueda ser realizado y disfrutado.

Sólo existe la sensación de que este momento está ocurriendo, convirtiéndose milagrosamente en lo que se convierte en cada momento. Sólo este gran espíritu... moviéndose, cambiando y danzando.