Artículos - Ken Wilber
El estado último de la Conciencia
(Primera Parte)
Por Ken WilberEl Chandogya Upanishad describe a Brahman, la realidad absoluta, el estado último de la conciencia, de forma evidente y directa como "Uno sin segundo". Ese inspirado texto no describe al Absoluto como creador, controlador, gobernador o señor de alguien, de un segundo; tampoco habla de Uno como algo opuesto, por encima, por debajo o más allá de un segundo, sino exactamente como Uno sin segundo. El Absoluto, en otras palabras, es lo que no tiene nada fuera de sí, nada existe aparte de Él, nada es distinto a Él, algo que en Isaías se expresa como "Yo soy el Señor y fuera de Mí nada existe", lo cual significa que no existe nada fuera de Brahman, nada fuera del Absoluto. En palabras de un viejo maestro zen:
Los Budas y los seres sensibles no son sino la única Mente fuera de la cual nada existe. Por encima, por debajo y alrededor suyo todo existe espontáneamente. Nada existe fuera de la Mente de Buda.
Obviamente, si existiera algo fuera del Absoluto, eso supondría una limitación porque, en ese caso, en lugar de ser Uno sin segundo, el Absoluto sería ajeno a ese algo. Por eso Brahman, la Mente de Buda, la Divinidad, es descrita como aquello que todo lo incluye, penetra y abarca. Cuando los Upanishads dicen que "Todo el mundo es Brahman" y que "esto también es Brahman", cuando el Lankavatara Sutra proclama que "el mundo no es más que Mente" y que "Todo es Mente", cuando El Despertar de la Fe afirma que "todas las cosas pertenecen a la Única Mente", cuando los textos taoístas insisten en que "no existe nada fuera del Tao y no podemos desviarnos de El", están afirmando precisamente esto. Por citar los apócrifos Hechos de Pedro:
Tú eres percibido en espíritu. Tú eres como mi padre, mi madre, mi hermano, mi amigo, mi prójimo, mi sirviente. Tú eres Todo y Todo está en Ti. No hay nada que sea excepto Tú.`
O, por citar a Cristo en el Evangelio según santo Tomás:
Yo soy la Luz que se encuentra por encima de todo. Yo soy el Todo. El Todo procede de Mí y el Todo me alcanza. Astilla un pedazo de madera y ahí estoy Yo. Levanta una piedra y ahí Me encontrarás.
Ahora bien, la afirmación de que la totalidad del mundo es realmente Brahman alienta, en mentalidades muy imaginativas, la fantasía de una bondad uniforme y sin rasgos, la disolución instantánea y total de toda diversidad y multiplicidad, dejando tras de sí un amorfo Vacío celestial inmaculado, Omnisciente y Omnimisericordioso. Tal desvarío, sin embargo, sólo es posible porque consideramos que "Todo es Brahman" se trata de una proposición lógica que contiene algún tipo de información mental sobre el universo. Al hacerlo así reducimos toda multiplicidad a una confusa masa uniforme, homogénea e inmutable.
Pero "Todo es Brahman" no es una conclusión filosófica, una teoría lógica o una explicación verbal de la realidad. Los sabios de todos los tiempos y lugares han coincidido unánimemente en afirmar que el Absoluto es inefable y que está completamente más allá de las palabras, los símbolos y la lógica. Y no porque sea demasiado misterioso, sublime o complejo para las palabras sino, más bien, porque es demasiado simple, obvio y próximo como para poder ser apresado por la red de los símbolos y de los signos. No hay nada fuera de Él, por ello no hay forma de definirlo ni de clasificarlo. Como subrayaba Johannes Scotus (Erígena) "Dios no se conoce a Sí Mismo, no sabe lo que es porque Dios no es algo. En cierto modo Él es incomprensible para Sí Mismo y para cualquier intelecto". O, como lo explica Shankara, el maestro del hinduismo vedanta:
Brahman no pertenece a clase alguna ni tampoco tiene un origen común. Por consiguiente, no puede ser definido por palabras que se refieran a una categoría de cosas. Tampoco puede ser definido mediante cualidades porque no tiene cualidades, ni mediante actividades porque toda actividad es ajena a Él ya que, según las Escrituras, "está en reposo sin partes ni actividad". Tampoco puede ser definido por las relaciones porque es "uno sin segundo" y no es objeto de nada sino de Sí Mismo. Por esto no puede definirle ninguna palabra o idea ya que, como dicen las Escrituras, es Aquél "ante el cual retroceden las palabras".
Éste es precisamente el punto central de la filosofía de Wingenstein. No podemos hacer ninguna afirmación válida sobre la Realidad en su conjunto porque no existe ningún lugar fuera de ella desde donde pueda contemplarse o describirse. En otras palabras, "solamente podríamos afirmar algo sobre el mundo en su conjunto si pudiéramos salir de él, es decir, si para nosotros dejase de ser todo el mundo... [Pero] no tiene fronteras porque no existe nada fuera de Él ". 142 Y, al carecer de fronteras y de límites, al ser uno sin segundo, no puede ser definido ni clasificado. Podemos definir y clasificar un "pez", por ejemplo, porque existen otras cosas, como las rocas, los árboles y los cocodrilos, que no son peces, y basta con trazar una línea mental entre lo que es un pez y lo que no lo es para definirlo y clasificarlo. Pero no podemos definir ni clasificar "lo que es" Brahman porque, al ser uno sin segundo, no existe nada fuera de Él desde donde trazar la línea divisoria.
Por esto al Absoluto, al mundo real tal y como es, también se le denomina Vacío, puesto que todas las definiciones, proposiciones y afirmaciones que hagamos sobre la realidad, están vacías y carecen de significado. Incluso una afirmación como "la Realidad es lo llimitado" no sería del todo cierta porque "lo llimitado" excluiría "lo limitado". El Absoluto, pues, está completamente Vacío de toda elaboración conceptual, y la misma palabra "vacío", tomada como una idea lógica, carece de validez. En palabras de Nagarjuna:
No puede llamársele vacío
ni tampoco no vacío.
No puede llamársele vacío y no vacío
ni tampoco ni vacío ni no vacío.
Pero, para designarlo se le llama "Vacío"
Dado que todas las proposiciones sobre la Realidad están vacías y carecen de validez, lo mismo podríamos decir si tomáramos la afirmación "Todo es Brahman" como una proposición lógica. Si, por ejemplo, tomamos a Brahmann como un hecho concreto y categórico entre otros hechos, afirmar que "Todo es Brahman" sería un total contrasentido ya que, como nos diría cualquier lógico, predicar algo sobre todo equivale a predicarlo sobre nada. Brahman no es tanto un hecho entre otros hechos, sino el Hecho de todos los hechos. Así pues, "Todo es Brahman" no es una simple proposición lógica, sino una revelación experimental y, si bien la lógica de la afirmación es imperfecta, la experiencia no lo es. Ahora bien, aunque la traducción verbal de la experiencia de "Todo es Brahman" carezca de sentido, la experiencia en sí deja bien claro que no existe nada fuera del Absoluto. Como diría Wingenstein, aunque no pueda decirse, sí que puede mostrarse.
Ahora bien, si no existe nada fuera de Brahman eso significa que no existe nada opuesto a Él, es decir, que el Absoluto no tiene opuestos. Por esto también se le denomina lo No dual, No dos, Sin Opuestos. Por citar al tercer patriarca del zen:
Todas las formas de dualismo
son inventadas por la ignorancia de la misma mente.
Son como visiones y flores en el aire.
¿Por qué preocuparse en sostenerlas?
Cuando el dualismo desaparece
incluso la misma unidad carece de sentido.
La Mente Verdadera no está dividida.
Por ello, cuando se nos pide una identificación directa
sólo podemos decir "¡No Dos!"
Pero, como señala Seng-t'san, "No dos" no significa Uno porque el concepto de Unidad pura, al excluir la Multiplicidad, es sumamente dualista. El Uno singular se opone al Muchos plural, mientras que el No-dual los incluye a ambos. Así pues, "Uno sin segundo" no significa "Uno opuesto a Muchos" sino "Uno sin opuestos". Así, como ya hemos visto, Brahman incluye tanto lo uno como lo diverso porque el Absoluto no es una masa monista indiferenciada que excluya la diversidad.
Recalquemos pues que lo importante es que, al no existir nada fuera de lo No-dual, no hay ningún punto en el espacio ni en el tiempo donde el Absoluto no exista. Y no es que una parte del Absoluto esté presente en todas las cosas ―como afirma el panteísmo― porque eso fragmentaría el infinito asignando a cada cosa una porción diferente del pastel infinito. Por el contrario, no existe un infinito diferente en cada punto, por ese motivo todo el Absoluto está total y completamente presente en cada punto del espacio y del tiempo. El Absoluto, como dijo san Buenaventura, es "una esfera cuyo centro está en todas partes y cuya circunferencia está en ninguna" o, en palabras de Plotino, "aunque no esté en ningún lugar, no hay ningún lugar en el que no se halle".
Pero démonos cuenta de que el Absoluto sólo puede estar completamente presente en cualquier punto del espacio porque él, en sí mismo, carece de espacio. Parafraseando a Eckhart podemos decir que, así como nuestros ojos pueden ver las cosas de color rojo porque nuestros ojos no tienen color rojo, el Absoluto puede incluir todo el espacio porque, en sí mismo, carece de espacio. Precisamente por ello caben tantos ángeles en la punta de una aguja, porque ¡no ocupan espacio alguno!
El infinito no es un punto ni un espacio ―ni siquiera un Espacio Muy Grande―, ni una dimensión entre otros puntos, espacios o dimensiones. El infinito carece de punto, espacio y dimensión. No es uno entre muchos, sino uno sin segundo. La totalidad del infinito puede estar presente en todos los puntos del espacio porque, del mismo modo que el agua, al carecer de forma, puede llenar todo tipo de recipientes, el infinito, al carecer de espacio, no se enfrenta al espacio y es libre de abarcarlo. Y dado que el infinito está completamente presente en cualquier punto del espacio, la totalidad del infinito esta completamente presente AQUÍ. De hecho, ante los ojos del infinito no existe siquiera un lugar llamado ahí (puesto que, por decirlo así, como no existe un infinito diferente en cada lugar, nos desplacemos donde nos desplacemos, seguiremos encontrando el mismo aquí infinito).
Y lo mismo sucede con el tiempo. El Absoluto puede estar completamente presente en cualquier punto del tiempo sólo si es, en sí mismo, atemporal. Y lo que es atemporal es eterno porque, como subrayaba Wingenstein, la Eternidad "no es una duración temporal infinita, sino la atemporalidad". La Eternidad no es un tiempo que perdura continuamente sino un momento sin tiempo. Por consiguiente, la Eternidad, siendo atemporal, está total y completamente presente en cualquier instante, por eso la Eternidad está ya presente AHORA mismo. Ante el ojo de la Eternidad no existe ningún entonces, sea éste pasado o futuro.
El Absoluto es, pues, un punto sin dimensiones ni extensión, un momento sin fecha ni duración. Y aunque no se encuentre en ningún lugar, no hay ningún lugar donde no se halle. Esto es, precisamente, lo que significa la omnipresencia. El Absoluto está totalmente presente, al mismo tiempo, en todo lugar y en todo momento y "quien no encuentra a Dios en todas partes, no lo halla en ninguna".
Con todo lo que llevamos dicho, no es de extrañar que todas las tradiciones metafísicas hayan afirmado universalmente que el Absoluto es literalmente Inalcanzable. Para alcanzar al Absoluto es necesario moverse desde un punto en el que el Absoluto no exista hasta otro punto en el que sí exista. Sin embargo, no hay punto alguno donde el Absoluto no se halle. En otras palabras, es imposible alcanzar el Absoluto porque es imposible escapar de El. Por eso es tan importante comprender que, dado que el Absoluto ya es uno con todo en todo lu ar, no hay modo alguno de fabricar ni alcanzar la unión con El. No importa lo que hagamos o dejemos de hacer, no importa lo que intentemos o dejemos de intentar: jamás podremos alcanzarlo. En palabras de Shankara:
Brahmann no es algo que la persona deba alcanzar sino que es su mismo Yo. Y aun en el caso de que Brahmann fuera completamente diferente al Yo de la persona, tampoco sería algo que debiera alcanzarse porque, siendo omnipresente, forma parte de su naturaleza estar siempre presente en todo.
Leamos cuidadosamente lo siguiente, escrito por el gran maestro zen Huang Po:
Que no hay nada que pueda ser alcanzado no es palabrería, es la pura verdad. Siempre hemos sido uno con Buda y ninguna práctica puede pretender alcanzar esa unidad. Si, en este mismo momento, pudiéramos convencemos de su inapresabilidad y estuviéramos seguros de que nunca podremos alcanzar nada, alcanzaríamos ya la Mente de Buda. Es por ello por lo que toda búsqueda está condenada al fracaso. ¡No es fácil comprender el significado de esta enseñanza que nos recomienda dejar de buscar la Budeidad!
O, para volver de nuevo al comienzo, tengamos en cuenta las palabras de Sri Ramana Maharshi:
El Yo no puede alcanzarse. Si pudiera alcanzarse significaría que el Yo no está aquí y ahora, sino que aún debe ser alcanzado. Pero todo lo que se logra termina perdiéndose. Y lo que termina perdiéndose no es permanente. No merece la pena, pues, esforzamos en conseguir algo impermanente. Por eso digo que el Yo no puede alcanzarse. Tú eres el Yo. Tú ya eres Eso.
Así pues, el Absoluto, la Mente de Buda, el Yo real, es imposible de alcanzar. Alcanzar la unión con el Absoluto significaría lograr la unión de dos cosas cuando, en realidad, sólo existe Uno sin segundo. Así, el intento de unificar al alma con Dios no hace más que perpetuar la ilusión de separatividad. No obstante, como evidencian las citas anteriores, el Yo está siempre presente y nosotros ya lo somos.