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Articulos Advaita - Swami Krishnananda

Espiritualidad y Vida

Por Swami Krishnananda
Un mensaje emitido con motivo del 54 cumpleaños de Swamiji en abril de 1976.
Swami Krishnananda

La filosofía y la cultura de la India es la de "Ananda" o Felicidad. "De la Felicidad-Absoluta hemos venido; en la Falicidad-Absoluta estamos arraigados; y a la Felicidad-Absoluta estamos destinados", dice el Taittiriya Upanishad. No es un mensaje de dolor, agonía y angustia. El pesimismo es desconocido para la cultura de la India. Es una cultura de exuberante positividad de acercamiento, una aproximación a Dios en definitiva, que es la más grande de las positividades. La vida se considera como un movimiento de la alegría a la alegría, y esto es lo que llamamos el proceso evolutivo del alma.

Es un movimiento de una verdad menor a una verdad superior, que es una mejor manera de decir las cosas que repetir la tradición trillada de que nos movemos del error a la verdad. En el glorioso reino de Dios, que está dentro de cada uno, no puede haber ningún error final. El error es sólo una distorsión de los valores. No tiene existencia definitiva y no puede tener un valor absoluto. El error absoluto es impensable, y no puede ser. La falsedad absoluta no existe. Todo es como una representación relativa de la perfección de Dios, y así en todas partes, incluso en los llamados movimientos erróneos de las fuerzas materiales, psicológicas y sociales, hay un elemento de Dios presente, impulsando todos estos procesos hacia la perfección.

Para nuestra cultura, que es la cultura de Dios, la cultura de la perfección, todos los deberes de la vida se convierten en una manifestación de la felicidad. El glorioso evangelio de los Vedas, los Upanishads y el Bhagavad Gita, que pueden considerarse como el trípode del mensaje de la India a la humanidad, nos proporciona la exhortación esperanzadora de que nunca podemos estar indefensos en cualquier momento de nuestra vida. Nuestra cultura es el florecimiento de la luna llena, el verdadero "Purnima" de la esperanza después de la esperanza; la aspiración después de la aspiración. Podemos recordar en nuestra mente, una vez más, el mensaje de los santos y sabios de todos los tiempos y lugares, que han sondeado en las profundidades de la Gran Realidad del universo, de que existimos en Dios, vivimos en Dios, respiramos en Dios, nos movemos en Dios y realizamos las funciones de nuestra vida en el Reino de Dios.

El gran mensaje de Cristo de que "el Reino de los Cielos está dentro de vosotros" debe ser una enseñanza milagrosa y revolucionaria para todos aquellos que piensan en términos de lo temporal y que siempre evalúan las cosas desde el punto de vista histórico. Un reino no puede estar dentro de nadie. ¿Se imaginan un reino que esté situado dentro de alguien? Y, sin embargo, una gran encarnación dijo esta verdad a la humanidad: "¡El Reino de los Cielos está dentro de vosotros!" O bien es una contradicción en los términos o es un hecho supra-mundano, que el entendimiento humano no puede penetrar. Lo que es externo es también interno, es también un mensaje del Chhandogya Upanishad (Sección VIII), el cual se hace eco de la declaración de Cristo de que el Reino de los Cielos está dentro de nosotros. El cosmos entero está vibrando dentro de cada célula de nuestras personalidades. Todo lo que está en todas partes está también dentro de nosotros y es inseparable de nosotros. Esta fue también la base de la doctrina de la perfección suprema de Dios que nos ha dejado el Acharya Sankara, teniendo como base a los Vedas, los Upanishads, el Bhagavad Gita y los Brahmasutras. Todo lo que necesitamos está en nosotros. Todo lo que necesitamos para nuestra existencia, cada movimiento en la evolución hacia la perfección, está implantado en nuestro ser. Cuando nacimos hemos traído con nosotros todo lo que necesitamos y llevamos todas estas necesidades con nosotros dondequiera que nos movemos en este mundo. No podemos estar separados de estas necesidades o necesidades permanentes; son inseparables de nuestra existencia vital.

Este es el espíritu de la verdadera espiritualidad. Tenemos por un lado la letra de las enseñanzas de la vida espiritual, y por otro el espíritu de estas enseñanzas. La letra de la enseñanza es lo que generalmente practican las masas en el mundo, pero el espíritu se pierde. La letra es fácil de entender, pero el espíritu es difícil de seguir. ¿Cuál es la letra de la enseñanza de la vida espiritual? ¿Qué dice la letra de la religión? Dice: hay que amar a Dios, hay que creer en la existencia de Dios, debes decir la verdad, debes ser honesto en tu trato con tus hermanos, y debes vivir una vida de pureza, bondad y veracidad. Pero la letra de la enseñanza ha sido tan (mal)interpretada, a causa de la constitución misma de la mente humana, que la vida del espíritu, o la vida de Dios, o la vida de la aspiración espiritual, ha sido encubierta, sin que uno sepa qué está pasando, separado de las actividades diarias de la vida, de modo que somos una cosa en la calle o la tienda y otra cosa en el templo o la iglesia. Por lo tanto, tenemos dos ideales ante nosotros, el ideal para la plaza del mercado y el ideal para la iglesia o el templo. Este es el credo tradicional y organizado de lo que podemos llamar las iglesias de la religión.

La religión hoy en día parece estar agitándose desde sus mismos cimientos, ya que el edificio de la religión popular está construido sobre un base arenosa y no tiene un apoyo sustancial en el fondo. El llamado hombre religioso en realidad no cree en Dios. La mente religiosa se ha aprovechado de su aparente creencia en Dios o concepto de Dios como un instrumento para la realización personal de sus deseos y ambiciones. Para la mayoría de nosotros, Dios es un instrumento, no el objetivo o meta de la vida. Nuestra petición a Dios no es porque Él es todo-en-todo, sino porque es una herramienta para el cumplimiento de nuestros motivos ocultos. Tenemos deseos y deseos, en todos los niveles de nuestra personalidad. Estamos hechos de deseos: "Kamamayoyam Purushah". No poseemos o tenemos deseos: Estamos hechos de deseos. Cada fibra de nuestro ser está constituida solo de deseo. Por lo tanto, esta personalidad deseosa inventa una herramienta en forma de concepto de un Dios en el paraíso, en Brahmaloka, Vaikuntha o Kailasa, para su propia satisfacción. La existencia de Dios es parodiada; se convierte en una blasfemia de la noción misma de Dios. Se nos dice, una y otra vez, que Dios es la meta de la vida y no un medio para la satisfacción de las necesidades del individuo.

Ahora tenemos que aprender las lecciones principales de la vida misma. Todavía estamos necesitados del proceso educativo inicial, que tiene que corregir la forma de pensar de nuestra mente. Hay algo malo con nosotros en la propia raíz. Pensamos en términos del cuerpo, la personalidad y sus relaciones externas. Estas relaciones sutilmente interfieren con todas las actividades de nuestra vida, incluyendo la "actividad" de la "práctica de la religión". Es muy desafortunado que la "religión" se haya convertido en una especie de "actividad", una especie de "trabajo" entre las muchas otras funciones en la vida. La consciencia religiosa no es un trabajo, no es una función, no es una acción que procede de nuestro ser individual, porque la personalidad del individuo es un efecto; es de la naturaleza de un proceso de devenir, que tiende hacia algo más que lo trasciende. Y, por lo tanto, cualquier actividad que procede de este proceso de la existencia individual no puede ser identificado con la consciencia religiosa, que es el emblema del Ser de Dios.

Dios es el Ser. Nosotros Lo llamamos el Ser Supremo. La mente humana no puede concebir el significado del verdadero ser. Tenemos una idea muy equivocada de incluso lo que es el "ser". Cuando decimos que algo existe, algo es, asociamos "ser" como un tipo de adjetivo con el objeto que se supone que existe. Existe la silla. Cuando decimos que una silla existe, la silla es el sujeto y su existencia el predicado. Hemos concebido la existencia como un predicado de la silla que es el sujeto. Pero la existencia no puede ser un predicado de nada. Siempre es el sujeto. Se presupone por la noción de cada cosa individual en el mundo. La existencia precede incluso a la noción de la silla; no puede ser un predicado de ella. Por otro lado, cuando comprendemos la situación de forma metafísica, filosófica o espiritual, la condición de silla del llamado objeto se conoce como el predicado de la existencia que le precede. Y debido a un giro peculiar de carácter en el pensamiento humano, concebimos a Dios también como un predicado de nuestra vida temporal.

¡Dios es un apéndice de todas nuestras necesidades y deseos! Así que Dios no parece estar ayudándonos, al menos abiertamente. Hemos abusado de nuestra relación con Dios. ¡Lo hemos concebido como una especie de atributo a nuestra individualidad! ¡Un estado muy lamentable de las cosas! Dios no puede ser un atributo. Él es el Sustantivo Supremo. Él es la Realidad. El Ser Supremo que es Dios, es la presuposición de incluso nuestro pensamiento, de "ser". Por eso decimos que Dios no puede ser pensado por medio de la mente. Y si tal impensable presuposición incluso de toda comprensión humana es la naturaleza de la existencia de Dios, ¿cuál debería ser el carácter de la religión, que es el camino a Dios? Debe estar caracterizado por todos los atributos que el "ser" puede tener, aunque en menor y diferente grado. Estas características sublimes de la religión verdadera son la inclusividad, ―no rechazo,― y la capacidad de transmutar cada fase inferior en la superior, a través de la comprensión y la apreciación.

Por lo tanto, la práctica de la religión es la práctica de la consciencia de Dios en un grado u otro. Es inundar nuestra personalidad con algo super-mundano, super-personal y super-individualista. Cuando nos convertimos en buscadores religiosos, somos tocados por lo no-temporal no sólo en nuestra vida personal, sino también en nuestra existencia social. Ser un buscador de Dios no es fácil. No puedes simplemente recibir la iniciación en un Mantra de un Guru y pensar que eres a la vez un adepto religioso. Cuando recibes la iniciación eres guiado hacia una nueva manera de vivir y de ser. Tu vida es transformada y tiene que haber una transmutación completa de valores. A menos que esa condición esencial sea cumplida por el discípulo, la iniciación no revelará la luz necesaria.

La ley de la evolución de la materia a la vida, de la vida a la mente y de la mente al intelecto, ya sea en su forma individual y social, es inicialmente una ley que permite una diversidad de ser en una variedad aparentemente multitudinaria, que se eleva gradualmente hacia arriba en intensidades cada vez menores de diversidad y objetividad de carácter, hasta que sólo hay una consciencia universalizada confrontando un objeto universal como la vasta creación. Pero esta consciencia tiene que convertirse en su objeto: una unidad del conocer con el ser, la unidad del sí mismo (self) con toda la existencia es la meta de los procesos evolutivos. La consciencia cósmica se da cuenta de que el cosmos es ella misma.

Este es el mensaje de Bharatavarsha, el mensaje de la cultura de la India, el mensaje de la verdadera espiritualidad, y el mensaje de Gurudev Swami Sivanandaji Maharaj, el mensaje de todos los místicos, santos y sabios del mundo. ¡Que Dios os bendiga a todos! ¡Que la Paz sea con todo el mundo!