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Artículos - Steve Taylor

Osho guru

El síndrome de abdicación y el estado de consciencia abdicado

Por qué somos vulnerables a los líderes autoritarios,
los gurús corruptos y las sectas

Por Steve Taylor28 de octubre de 2020

Una razón por la que recuerdo mi infancia temprana con afecto es porque tenía la sensación de que mis padres estaban en control completo del mundo. Sentía que podían protegerme, proveer para mí y responsabilizarse por mi vida. Si había algún problema, no tenía duda de que lo resolverían. Si no entendía algo, sabía que me darían la respuesta. No tenía que preocuparme por nada. Podía ir a la escuela, jugar, divertirme y ellos se encargaban del resto.

Recuerdo sentir decepción cuando, siendo un poco mayor de 11 o 12 años tal vez, empecé a darme cuenta de que mis padres no eran tan omnipotentes ni omniscientes como yo pensaba. Un día, le pregunté a mi papá sobre una tarea y me sorprendió que no pudiera ayudarme. Empecé a darme cuenta de que mi papá era realmente una persona muy ansiosa que constantemente se preocupaba de las cosas más pequeñas. Pero, en ese punto, estaba empezando a sentirme independiente, así que no necesitaba tanto su protección.

Para muchas personas, esta fase de la infancia temprana representa un ideal al que añoran volver (aunque sea solo en el subconsciente). Qué maravilloso sería adorar a figuras paternales poderosas que toman responsabilidad por nuestras vidas, nos protegen del mundo y responden todas nuestras preguntas.

Líderes de culto y gurús corruptos

La necesidad de regresar a este estado ideal es una de las razones por las que algunas personas se sienten atraídas por gurús y líderes de culto carismáticos. Aunque muchas personas buscan a los gurús por un impulso genuino de desarrollo espiritual, otras se sienten motivadas por un impulso menos saludable. No están buscando verdadera iluminación, sino un retorno al estado infantil de devoción incondicional y completa carencia de responsabilidad. Quieren abdicar la responsabilidad por sus propias vidas y dársela al gurú o líder del culto. No tienen que preocuparse por nada porque el gurú les guiará en la dirección correcta. No tienen que pensar por su cuenta porque el gurú sabe todas las respuestas. No necesitan batallar en sus vidas, solo tienen que disfrutar del amor y protección del gurú, como lo hicieron con sus padres cuando eran solo unos niños. A este impulso le llamo el «síndrome de abdicación».

Debido a esto, es fácil para los gurús y líderes explotar su posición. Algunos gurús son personas sabias y altruistas que sienten el impulso de compartir sus hallazgos espirituales. Pero, desafortunadamente, hay incontables historias de gurús comportándose de maneras inmorales y abusando de la lealtad y confianza de sus seguidores. Incluso algunos gurús que empiezan con buenas intenciones terminan perdiendo su orientación moral y comportándose de maneras lamentables.

Parte del problema es que una vez que las personas abdican sus vidas en favor de un gurú o líder de culto, les parece imposible creer cualquier cosa negativa al respecto. Cuando un gurú actúa de manera inmoral, sus seguidores explican el comportamiento como algún tipo de «juego divino» o prueba. Están seguros de que hay alguna razón racional y espiritual para sus acciones. Este es exactamente el mismo síndrome que cuando los niños pequeños encuentran imposible creer cualquier cosa negativa sobre sus padres. Los discípulos se niegan a aceptar que el gurú es imperfecto porque no quieren renunciar a la sensación de protección y seguridad que el gurú les da. No quieren enfrentarse a tener que asumir la responsabilidad de sus propias vidas.

Líderes autoritarios y cultos políticos

Hay otra área en donde ocurre el síndrome de abdicación de una manera más generalizada y peligrosa: la política. Debido al instinto de adorar a figuras paternales poderosas, o el impulso subconsciente de regresar a un estado de irresponsabilidad infantil, las personas tienden a dejarse seducir por líderes carismáticos autoritarios. Un líder podría actuar como un gurú horriblemente corrupto y mostrarse como incompetente e ignorante, pero una vez que las personas se han encariñado con él, (esto líderes suelen ser hombres) no están dispuestos a renunciar a su lealtad.

Esto explica por qué muchos de los dictadores más mortales para el mundo han disfrutado de un apoyo masivo. Antes de la Segunda Guerra Mundial, Adolf Hitler era idolatrado por la mayoría de los alemanes quienes lo veían como una figura infalible que representaba el destino de todo el país. A pesar de su evidente brutalidad, figuras como Stalin, Mussolini y Mao eran adorados de manera similar.

Por supuesto, el mito de estas figuras como líderes infalibles era fuertemente promovido por la propaganda. Todos los líderes autoritarios (y sus cohortes) están instintivamente conscientes del síndrome de abdicación. Las nociones de un «gran líder» juegan con el instinto de las personas de regresar al estado infantil de irresponsabilidad. El líder se vuelve un padre omnisciente y omnipotente que asume la responsabilidad por nuestras vidas.

En el caso de los gurús corruptos, existe un acuerdo tácito de que un individuo narcisista (el gurú) necesita ser adorado y sus discípulos necesitan a alguien a quien adorar. De manera similar, un líder político, un narcisista o un psicópata, disfrutará de su poder y adoración, y un gran grupo de la población disfrutará de la sensación de estar protegido por una poderosa figura paterna.

En la política, el síndrome de abdicación tiene probabilidades particulares de ocurrir en momentos de dificultades e incertidumbre. De la misma manera que cuando los niños se sienten inseguros se aferran más a sus padres, las personas son más vulnerables al atractivo paternal de los dictadores en momentos de inseguridad. Del mismo modo, las personas se sienten más atraídas por los gurús y las sectas durante los momentos de agitación y trauma en sus vidas.

El atractivo de Donald Trump

Es tentador aplicarle el «síndrome de abdicación» a muchos de los líderes políticos que están adquiriendo el poder en América y en el mundo. Observemos el caso de Donald Trump. El síndrome podría ayudar a explicar su atractivo para una gran porción del electorado estadounidense. Aquellos que describen a los seguidores de Trump como un «culto a la personalidad» están en lo correcto en el sentido en el que se comporta como un gurú narcisista que añora la adoración de sus discípulos. Y a la vez, brinda a sus discípulos una ilusión de responsabilidad y control. A pesar de su personalidad aparentemente narcisista, los seguidores de Trump creen que se ocupa de sus intereses y que los ama a ellos y a su país. Al igual que un gurú corrupto, no importa lo incompetente que sea o lo inmorales que sean sus actos; nada afectará su devoción. Sus seguidores explicarán o negarán su incompetencia y corrupción con el fin de preservar su imagen como una figura paternal infalible.

Donald Trump

Trump probablemente estaba en lo cierto cuando dijo, «podría dispararle a alguien en mitad de la Quinta Avenida y no perdería ningún votante». Sin duda, sus seguidores encontrarían una manera de justificar el acto, de la misma manera en la que los discípulos de un gurú podrían intentar explicar que tenga docenas de casas y coches sumamente caros, sus explosiones violentas o su promiscuidad sexual. Esto ayuda a explicar por qué la popularidad de Trump ha permanecido estable durante toda su presidencia. Particularmente ahora que se encuentran en medio de incertidumbre y dificultades económicas, muchos estadounidenses se niegan a dejar ir su figura autoritaria y la ilusión de cuidado y control parental.

El síndrome de abdicación nunca tiene un buen desenlace. En algunos casos, la corrupción del gurú o líder llega a tal extremo que obliga a que las autoridades externas intervengan. A veces, los seguidores finalmente entran en razón y protestan contra su maltrato. O en el peor de los casos, los impulsos narcisistas o psicópatas del líder o gurú se elevan hasta un crescendo final de violencia y destrucción; como fue evidente en Estados Unidos cuando ocurrió el asalto al Capitolio. Deberíamos estar agradecidos de que, al menos en los Estados Unidos, existan sistemas y procesos democráticos para limitar los efectos desastrosos del síndrome de abdicación y los tiranos que lo explotan.

El estado de consciencia abdicado

9 de mayo de 2023

Hace un par de años, escribí un artículo llamado «El síndrome de abdicación», en el que traté de explicar el poder de algunos líderes de cultos, gurús corruptos y líderes políticos sobre sus seguidores. Los seguidores abdican de la responsabilidad de sus propias vidas, renuncian a su propia voluntad y ofrecen devoción incondicional a los líderes. Obedecen sus órdenes sin pensar, casi como si hubieran sido hipnotizados. No importa lo mal que se comporten los líderes, sus seguidores siempre encuentran alguna justificación para preservar una imagen de infalibilidad.

Sostengo que este «síndrome de abdicación» surge del deseo inconsciente de algunas personas de regresar a un estado de la primera infancia, cuando sus padres eran figuras infalibles y omnipotentes que controlaban sus vidas y los protegían del mundo. Están tratando de reavivar ese estado infantil de devoción incondicional e irresponsabilidad.

No hay necesidad de que piensen por sí mismos porque el líder conoce todas las respuestas. No hay necesidad de que se preocupen por nada porque el gurú les proporcionará todo lo que necesitan. Ya no se sienten inseguros, incompletos o confundidos. Simplemente disfrutan del amor y la protección del gurú, como solían hacer con sus padres.

Un estado de consciencia abdicado

En mi nuevo libro, DesConectados (1), exploro el síndrome de abdicación con más detalle. Sugiero que el síndrome es tan poderoso que da lugar a un estado de consciencia alterado específico, o como podríamos llamarlo, un estado de consciencia abdicado.

Una vez fui a una charla de un conocido maestro espiritual. Al llegar temprano, deambulé por el lugar, examinando los libros y otros productos. Conversé con uno de los seguidores del maestro, quien me desconcertó un poco con su mirada vacía y su admiración infantil por su gurú. «¡Él es el elegido!» me dijo con los ojos muy abiertos de entusiasmo. «Es todo lo que he estado buscando. Todo ha ido tan bien en mi vida desde que lo sigo».

Recordé que había visto esa mirada vacía antes. Unos años antes, un conocido nos invitó a mí y a mi novia a asistir a un taller de su grupo espiritual. Enseguida me di cuenta de que no era para mí.

Me desanimó la reverencia masiva que mostraban a su maestro (que en realidad no estaba presente). Cada vez que mencionaban su nombre, una sonrisa gigante cruzaba sus rostros, como adolescentes enamorados. También me desconcertó la mala calidad de las enseñanzas, que en su mayoría eran una palabrería psicológica incoherente, llena de clichés y tópicos.

Pero lo que más me perturbó fue la mirada extraña y ausente de la mayoría de los miembros del grupo. Compartían la misma mirada vacía.

Cualquiera que tenga un amigo o un familiar que se haya unido a una secta reconocerá esta mirada de trance. Como señaló un antiguo seguidor de la Iglesia de la Unificación de los miembros del grupo, «Todos tenían ojos vidriosos, como dos huevos fritos, tan abiertos que las pupilas parecían sobresalir de sus rostros». (2)

De hecho, esta mirada de «ojos vidriosos» ha sido indagada por investigadores. El sociólogo Benjamin Zablocki describió esta «mirada vidriosa y retraída», junto con una sonrisa espeluznante y congelada, como un signo clásico de lavado de cerebro o «sumisión cognitiva extrema» (3). Otro sociólogo, Marc Galanter, creía que la «mirada vidriosa» tiene un efecto aislante, estableciendo los límites del grupo y alejando a los extraños. (4)

Sin embargo, desde mi punto de vista, la mirada vidriosa es una señal segura del síndrome de abdicación. Es la mirada de las personas que han renunciado a la responsabilidad de sus vidas y han vuelto a un estado de devoción infantil a una figura paterna.

Este estado de consciencia abdicado es similar a la hipnosis. Después de todo, la característica esencial de la hipnosis es que una persona renuncia a su voluntad y permite que el hipnotizador se haga cargo de las «funciones ejecutivas» de la mente, que administran nuestro comportamiento y controlan nuestras decisiones y emociones.

Un acuerdo

Soy un poco reacio a usar los términos «lavado de cerebro» o «lavar el cerebro» en este contexto porque implicaría que los miembros de la secta son víctimas inocentes de líderes malévolos. Esto es demasiado simplista.

Los líderes de cultos, los gurús corruptos y los líderes políticos autoritarios pueden ser personalidades «hiperdesconectadas» que anhelan el poder y la admiración. Al igual que con la hipnosis, cuando un sujeto permite que el hipnotizador se haga cargo de su voluntad, el síndrome de abdicación es (al menos inicialmente) un acuerdo entre el seguidor y el líder hiperdesconectado. El seguidor tiene una necesidad psicológica de adorar a alguien, y el líder tiene una necesidad psicológica de ser adorado. Es un acuerdo entre una persona que quiere asumir el papel de hijo y una persona que quiere asumir el papel de padre.

El síndrome de abdicación nunca tiene un buen desenlace. Como todas las relaciones tóxicas, la relación entre líderes autoritarios y sus seguidores sumisos está condenada al fracaso desde el principio. Después de todo, la relación se basa en la patología, en ambos lados: la hiperdesconexión de los líderes y la inseguridad e inmadurez psicológica de sus seguidores.

También es una relación muy inestable, debido al abismo gigante entre el líder y sus seguidores sumisos. Toda patocracia, en forma de culto o gobierno, conduce inevitablemente al conflicto, el caos y la autodestrucción.

Steve Taylor, Ph.D. es profesor titular de psicología en la Universidad Leeds Beckett, Reino Unido.
Es autor de varios libros de gran éxito de ventas, incluidos la caída y ciencia espiritual. / Más info

Referencias:
  1. Taylor, S. (2023). DisConnected: The Roots of Human Cruelty and How Connection Can Heal the World. Iff Books. https://www.stevenmtaylor.com/books/disconnected/. Versión en español: DesConectados.
  2. Clark, C. S. (1993). Cults in America. CQ Researcher, 3, 385-408. Available at http://library.cqpress.com/cqresearcher/cqresrre1993050701
  3. Zablocki, B. (1998). Exit cost analysis: A new approach to the scientific study of brainwashing. Nova Religio, 1(1), 216-249.
  4. Galanter, M. (1999). Cults: Faith, healing and coercion. Oxford University Press.