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Artículos - Rupert Spira

Lo Conocido, el Conocedor y el Conocer

Por Rupert Spira Enero 2012
Rupert Spira

De lo Conocido al Conocedor

El pensamiento Me considera como a un yo separado, nacido en un mundo, que se mueve en el tiempo y el espacio y que está destinado a desaparecer algún día. Como tal pensamiento Me considera como un objeto, una mezcla de pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones, compartiendo sus límites y destino.

De esta manera el pensamiento pasa por alto Mi naturaleza esencial y Me considera como un cuerpo/mente ―un hombre o una mujer, alto, bajo, pobre, rico, triste, alegre, inteligente, de veinticinco años de edad, etc.― que conoce o experimenta los objetos, a otros y el mundo. Sin embargo, una simple mirada a la experiencia demuestra que yo conozco el cuerpo/mente igual que conozco el mundo. Yo soy el Conocedor de la experiencia; el cuerpo/mente es lo conocido.

Cualidades del Conocedor

Yo conozco los pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones, pero Yo mismo no estoy hecho de pensamiento, sentimiento, sensación o percepción y por lo tanto me considero vacío, silencioso, transparente. Yo estoy presente y consciente y por tanto soy conocido como Conciencia.

Como tal, el pensamiento Me compara con el espacio abierto, vacío en el que surgen todas las apariencias. Al igual que el espacio físico no soy afectado por lo que ocurre o no ocurre dentro de Mí y, por lo tanto, la paz es Mi naturaleza. La paz no es una cualidad de Mí mismo; es Mí mismo, siempre presente en todas las circunstancias.

Al igual que el espacio vacío no tengo nada que hacer con las apariencias. No me importa si la mente está en silencio o no, si el cuerpo es joven, viejo, sano o no, ni lo que está ocurriendo en el mundo. Doy la bienvenida a todas las apariencias incondicional e imparcialmente.

El pensamiento tiene gustos y aversiones, pero a Mí ni me gustan ni disgustan estos gustos y aversiones. El pensamiento se resiste y busca pero yo ni me resisto ni busco el final de la resistencia o la búsqueda. Siendo vacío, ni siquiera conozco la resistencia y soy, por lo tanto, la propia felicidad sin causa.

Al igual que el espacio vacío, no comparto las cualidades ni el destino de los objetos que aparecen dentro de Mí; Yo no me muevo ni cambio cuando ellos se mueven y cambian; Yo no aparezco ni desaparezco cuando ellos aparecen o desaparecen; Yo no he nacido y no muero. El cuerpo y la mente están siempre de viaje pero yo nunca hago el viaje con ellos. Ellos viajan a través de Mí, pero yo nunca viajo en ellos. Yo soy el Conocedor inmutable y siempre presente de todo lo que es conocido.

Del Conocedor al Conocer

Sin embargo, al pensar en Mí como el Conocedor o el espacio testigo en el que surgen todas las apariencias, el pensamiento Me imagina separado de las apariencias. En realidad, soy más parecido a una pantalla, una con e íntimamente impregnada de la imagen que aparece en ella. De hecho, la imagen no aparece en ni está impregnada de la pantalla. No hay ninguna imagen independiente presente que sea "una con" o "impregnada de" la pantalla. Sólo la pantalla está realmente presente. La pantalla es la imagen que aparece. "Imagen" es otro nombre para la pantalla.

Del mismo modo, aunque el cuerpo, la mente y el mundo parecen existir por separado, deben su realidad aparente solamente a Mí. "Cuerpo", "mente" y "mundo" son sólo los nombres y formas que el pensamiento me da a Mí cuando he sido pasado por alto.

El personaje en una película sólo es real desde el punto de vista de uno de los personajes. La imagen sólo es real, como tal, desde el punto de vista ilusorio de la imagen. Desde el punto de vista verdadero y único de la pantalla, sólo la pantalla está verdaderamente presente y es real. No hay ningún personaje real ahí; sólo hay la pantalla.

Del mismo modo, yo soy todo lo que está verdaderamente presente y es conocido en toda experiencia. Todo lo que se conoce del cuerpo, la mente y el mundo es el conocer de ellos y yo soy ese Conocer. Es sólo el pensamiento el que extrae un "conocedor" y un "conocido" de la intimidad sin fisuras del Conocer o Experimentar. Sin embargo, el cuerpo, la mente y el mundo nunca son conocidos o experimentados como tales. Así que no podemos decir que hay el conocer "de ellos", sino que sólo hay el Conocer. Yo no soy el conocer que impregna toda experiencia; yo soy el Conocer que es toda experiencia.

Del mismo modo que, relativamente hablando, no vemos los objetos, y sólo vemos las modulaciones de la luz del sol, así mismo en realidad no conocemos los objetos como tales, sino que conocemos sólo modulaciones del Conocer. Sólo el Conocer es conocido realmente y es el Conocer (el) que conoce el Conocer. Yo solo soy y me conozco a Mí mismo. Esta ausencia de distancia, otredad o separación es amor. El verdadero conocimiento y amor son idénticos.

El Yo Separado Imaginario

Es el pensamiento el que superpone un sujeto y un objeto sobre la intimidad sin fisuras de la experiencia velando así aparentemente la paz, la felicidad y el amor que se encuentran siempre presentes y disponibles en su corazón. Con este velo aparente, parezco estar perdido u olvidado y, como resultado, se crea aparentemente un yo imaginario, hecho de Mí mismo, más la creencia de que comparto las cualidades y el destino de las apariencias. Este yo interior imaginario está siempre en una misión de recuperar la experiencia de paz, felicidad y amor que parece haber perdido cuando Mi naturaleza es aparentemente velada.

Con este fin el yo interior imaginario emprende una gran aventura en el mundo exterior imaginario, en el tiempo y en el espacio, sin darse cuenta de que estas son sus propias creaciones. Al igual que el personaje de una película que viaja por el mundo en busca de la pantalla, el yo imaginario viaja por el mundo en busca de la paz en las circunstancias, la felicidad en los objetos y el amor en las relaciones, sin darse cuenta de que ya está hecho de las cosas que trata de buscar. Ya soy el amor que anhelo.

Frustrado por el fracaso inevitable de su búsqueda, el yo interior imaginario elabora todo tipo de estrategias como aquietar la mente, disciplinar el cuerpo y rehuir del mundo, con la esperanza de que como resultado seré revelado.

Con el tiempo, la actividad de buscar y resistir que es el yo separado puede, por agotamiento, frustración o inteligencia, llegar a su fin y, como consecuencia, la paz de Mi verdadera naturaleza brilla por un momento atemporal como realmente es. Esta disolución de la actividad de buscar y resistir es la revelación (quitar el velo) de Mi presencia.

De hecho, incluso eso no es cierto. Yo soy eternamente como yo soy, independientemente de lo que los pensamientos y sentimientos hagan o digan, nunca soy verdaderamente velado por la actividad de buscar y resistir. De hecho, nunca dejo de ser consciente de Mí mismo y, por lo tanto, realmente nunca soy consciente de un yo separado, y mucho menos un objeto, otro o el mundo, como tales. Por lo tanto, el yo separado es sólo un yo separado desde el punto de vista imaginario de un yo separado.

Desde Mi punto de vista, que es el único punto de vista real (y que no es realmente un punto de vista) no existe nunca ningún velo real u olvido de Mí mismo. Toda la aventura del yo separado tiene lugar en una burbuja de pensamiento y sentimiento, mientras que todo el tiempo estoy en reposo en y como Mí mismo.

Al igual que la ola que llega a la costa y, dejando de ser ola, se revela como el océano, así el pensamiento de buscar/resistir llega a su fin y, perdiendo su nombre y forma, se revela solo como Mí mismo. No se convierte en Mí mismo; siempre es sólo eso, al igual que la ola siempre es sólo océano. Sólo su nombre y forma temporal parecían ser algo distinto del océano. El combustible de todo deseo es ya la felicidad que busca.

Amor y Libertad

Al igual que la polilla que anhela la llama pero que no puede experimentarla, así todas las actividades del yo separado están diseñadas sólo para encontrar-Me, pero yo soy la única cosa que no puede conocer o tener. La única forma en que el yo separado puede conocer-Me es muriendo, al igual que la polilla sólo puede conocer la llama muriendo en ella. Esa muerte es la experiencia del amor, la disolución del yo y del otro.

Sin embargo, para la llama, sólo hay llama; para el agua sólo hay agua; para Mí mismo, sólo hay Mí mismo. El velar, olvidar, buscar y encontrar son para el yo que piensa imágenes de Mí, nunca para Mí mismo, el único y verdadero yo que es. Cualesquiera que sean las cualidades limitadas del cuerpo y la mente que el pensamiento superpone en Mí, yo permanezco eternamente libre, intacto pero íntimamente tocando todas las cosas aparentes, prestándoles Mi realidad, dándoles así aparente existencia.

El pensamiento superpone sobre Mí el testigo y lo atestiguado, y además luego reviste Mi presencia testigo con las cualidades y el destino de un cuerpo/mente, y de esta manera Me degrada a un yo separado. Pero al mismo tiempo, yo permanezco desnudo y solo, en realidad nunca soy, conozco o amo nada que no sea Mi ser (Mí mismo) eternamente libre.

Para el pensamiento hay tres posibilidades para el yo (sí mismo) ― ser lo conocido, el Conocedor o el puro Conocer; ser una persona, un testigo o la Conciencia pura; ser algo, nada o todo. Sin embargo, yo nunca verdaderamente soy o conozco nada que no sea Mí mismo.