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Artículos - Joan Tollifson

Conciencia Presencia

Conciencia, Consciencia, Presencia, Aquí-Ahora, Atención

Por Joan Tollifson

¿Se refieren todas estas palabras a lo mismo?

En primer lugar, es importante señalar que todas estas son solo palabras. En realidad, no existe tal «cosa» como la conciencia (awareness) o la consciencia (consciousness) o la presencia (presence) o el aquí-ahora (here-now) o la atención (attention). Los referentes son inencontrables como objetos aprehensibles y, sin embargo, estas palabras apuntan a realidades indudables. Las palabras conciencia, consciencia, presencia y aquí-ahora se utilizan a menudo como sinónimos o de forma intercambiable, pero no siempre. A veces estas palabras se utilizan para distinguir y señalar diferentes aspectos de esta realidad viva indivisible y sin fisuras que no tiene fronteras ni límites reales.

Estos términos son utilizados de distintas maneras por distintos maestros, e incluso por la misma persona en distintos momentos, y esto puede dar lugar a mucha confusión. Puede que estemos hablando de lo mismo con palabras distintas, o que veamos las cosas de manera diferente. Siempre es útil aclarar cómo se utilizan los términos si no es evidente. Y animo a todos a que escuchemos abiertamente y tratemos de entender cómo utiliza las palabras un orador o un escritor en un contexto determinado, en lugar de aferrarnos dogmáticamente a una única definición o a una única forma de expresar ideas profundas. De lo contrario, nos volvemos cerrados y rígidos e incapaces de escuchar a nadie que exprese las mismas ideas esenciales de forma diferente. Lo que sigue es lo que para mí significan estas palabras, pero que a veces las he utilizado de otras formas, a veces indistintamente, y puede que mañana las utilice de otra manera. Así que no tomes lo que sigue como definiciones inmutables, sino más bien como posibilidades. Lo que importa no son las palabras o el mapa concreto que utilice cualquier escritor u orador, sino despertar a la propia realidad viva, que ninguna palabra puede captar.

Yo diría que las palabras conciencia, consciencia, presencia y aquí-ahora apuntan todas de alguna manera al factor común en cada experiencia diferente. La primera experiencia (raíz) es lo que a menudo se denomina el YO SOY, la innegable certeza de ser o estar aquí y ahora. No necesitamos mirarnos en un espejo, ni leerlo en un libro, ni que nadie nos lo diga―sabemos sin la menor duda que nosotros (como presencia consciente) estamos aquí y que algo está apareciendo aquí. Nunca experimentamos nada fuera de la consciencia―o podríamos decir, fuera del Aquí-Ahora, este espacio consciente abierto, intemporal e ilocalizable en el que todo aparece y desaparece. Y en el sueño profundo, incluso la primera sensación de estar presente desaparece, junto con todo lo perceptible y concebible. Lo que queda se suele llamar conciencia primordial, pero también podría llamarse Consciencia, dependiendo de cómo se utilice esa palabra. Lo que somos en esencia (el fundamento primordial sin fundamento) no se puede objetivar―no se puede ver.

La consciencia (consciousness), como yo suelo usar la palabra, es lo que yo llamo la película de la vida de vigilia o la experiencia presente. Incluye el sentir, el percibir, el pensar, el conceptualizar, el recordar e el imaginar. Sus creaciones no son diferentes de los sueños que se producen durante el dormir. Es el colapso aparente, la división y solidificación de la unicidad indivisible y la energía siempre cambiante en una multiplicidad aparente, la creación de formas aparentemente sustanciales a partir de lo que en realidad es la nada informe. La consciencia es el mundo de la dualidad y la separación aparente, incluyendo básicamente el pensamiento-sensación del sujeto y el objeto, el yo y el no-yo. La consciencia es también la apariencia del tiempo y el espacio en lo que es en realidad el Aquí-Ahora atemporal, sin dimensiones, sin lugar, siempre presente y totalmente inmediato. Sin la apariencia de tiempo y espacio, y sin la apariencia de dualidad, no habría experiencia coherente ni capacidad para funcionar. La consciencia traza límites en torno a las «cosas» y reifica o congela lo que en realidad es un flujo continuo en entidades aparentemente sustanciales, separadas y persistentes: sillas, mesas, naciones, planetas, átomos, moléculas, personas, emociones, acontecimientos históricos, situaciones vitales, presidentes, etcétera. Cuenta historias sobre causas y efectos, éxitos y fracasos, ganancias y pérdidas.

Y sin embargo, cuanto más investigamos la dualidad aparente, más descubrimos que en realidad no existe. En nuestra experiencia directa, todo aparece aquí mismo a una distancia cero, incluso el sentido funcional de la distancia, del mismo modo que todo sólo ocurre ahora, incluso el aparente desarrollo del tiempo. Desde el punto de vista de la experiencia, en la sensación visual no hay división entre el ver, el veedor y lo visto. La división es conceptual. Desde el punto de vista de la experiencia, el pío-pío-pío del pájaro está aquí mismo, totalmente inmediato, sin brecha, sin separación. Las diez mil cosas parecen estar separadas y ser independientes unas de otras, pero sólo si no nos fijamos demasiado. En realidad, nada puede extraerse del todo, y nada aparece jamás fuera de la consciencia.

La conciencia (awareness) es anterior a la consciencia (consciousness). Mientras que la consciencia aparentemente divide la unicidad en una aparente multiplicidad y dualidad, la conciencia es no-dual. Es unicidad, totalidad sin límites, sin costuras. La conciencia no tiene principio, ni fin, ni interior, ni exterior, ni opuesto. Es el Aquí-Ahora siempre presente―intemporal, inmediato, infinito y eterno. Es la inteligencia misma, lo que es consciente del pensar, aquello que ve los pensamientos como pensamientos, lo que reconoce lo falso como falso, lo que es consciente de ser consciente. Es lo que permanece en el sueño profundo, anterior al YO SOY, anterior a cualquier experiencia.

La conciencia no está separada de la película de la vida de vigilia, pero no está enredada en la película ni atrapada en el drama. La consciencia, por otro lado, se deja hipnotizar fácilmente por sus propias creaciones, se ve absorbida por sus propios dramas imaginarios, se identificada con los personajes que ha creado, se pierde en las historias que está tejiendo. La conciencia es la que contempla el juego de la consciencia sin dejarse atrapar por él. La conciencia ve los pensamientos como pensamientos, ve el drama y lo reconoce como un espectáculo pasajero. La conciencia es la luz detrás de la atención que ilumina y disuelve todos los problemas imaginarios y las falsas identidades. En ese sentido, a veces podríamos hablar de «no ser conscientes» de algo, o de ser «más o menos conscientes». Lo que realmente queremos decir es estar más o menos atento a algo. Porque la luz en sí nunca está realmente ausente, sólo aparentemente velada, igual que las nubes pueden bloquear aparentemente la luz del sol.

La conciencia es aquello que es consciente de que la consciencia está desapareciendo a medida que nos someten a anestesia o cuando nos dormimos. Es aquello en lo que nos disolvemos. La conciencia es como la pantalla de cine o el espejo en el que todas las películas y reflejos van y vienen. La conciencia podría describirse como el amor incondicional que permite que todo sea como es.

Así lo expresa Nisargadatta Maharaj: «La conciencia es primordial; es el estado original, sin principio, sin fin, sin causa, sin soporte, sin partes, sin cambio. La consciencia es por contacto, un reflejo sobre una superficie, un estado de dualidad. No puede haber consciencia sin conciencia, pero puede haber conciencia sin consciencia, como en el sueño profundo. La conciencia es absoluta, la consciencia es relativa a su contenido; la consciencia es siempre (consciente) de algo».

Utilizo la palabra «presencia» de dos maneras―a veces la uso para referirme a «estar aquí ahora», estar totalmente presente y despierto a la actualidad sensorial, energética y experiencial de este momento, en lugar de estar perdido en pensamientos o fantasías. En este sentido, podríamos hablar de estar en presencia o tener una sensación de presencia. Otras veces, utilizo la misma palabra para referirme a la existencia o presencia de todo, incluidos los pensamientos y las fantasías―la ES-idad (IS-ness) o asidad (thusness) de la experiencia presente, sea cual sea la forma que adopte. En ese sentido, todo es esta presencia.

Por Aquí-Ahora me refiero a este instante insondable que es intemporal e ilocalizable, la inmediatez o actualidad de la que nunca podemos salir y en la que tiene lugar toda experiencia. El Ahora es la única eternidad real. Y por muy lejos que viajemos, siempre estamos Aquí, en esta inamovible presencia consciente.

La atención es la capacidad de enfocar la luz de la conciencia en objetos concretos (imágenes, sonidos, sensaciones, ideas, recuerdos, partes del cuerpo, etc.). Podemos prestar atención a nuestra respiración, a la sensación de presencia, al hormigueo en los pies, a las nubes en el cielo, al canto de los pájaros, al ruido del tráfico o al dolor de muelas. La atención se desplaza de un lugar a otro sin abandonar nunca el aquí-ahora. La atención puede estar estrechamente enfocada o ser muy abierta y global.

A menudo se habla del despertar como un cambio en la atención y la identidad de la persona a la presencia, del encapsulamiento y la separación a la ilimitación. Pero la atención siempre está en movimiento y, como una lente de zoom, puede acercarse o alejarse, hacia lo personal o lo impersonal, lo limitado o lo ilimitado. Nadie controla este acercamiento o alejamiento. Y así, más profundamente, estar despierto es la ausencia de necesidad de la lente en un lugar concreto, o tratar de estar siempre alejado, identificado como conciencia y no como persona. La conciencia lo contempla y lo permite todo. Lo es todo. Nada queda excluido. La no-dualidad incluye (y trasciende) la dualidad, pero no está en contra de la dualidad .

Y recuerda ―y esto es fundamental― que no existe tal «cosa» como conciencia o consciencia o presencia o atención o Aquí-Ahora. Son palabras, etiquetas, abstracciones conceptuales que utilizamos para señalar ciertos aspectos de la realidad viviente (en realidad indivisa, sin fisuras). Lo que esas palabras señalan no es un concepto, pero una vez que empezamos a hablar acerca de esta realidad viva y a utilizar palabras, es importante no confundir los indicadores (las palabras o los mapas) con el territorio y los diferentes aspectos del territorio que nos ayudan a percibir. No existe una frontera real entre la consciencia y la conciencia, o entre el yo y el no-yo, o entre el interior y el exterior. No existen tales «cosas».

Cada uno ve una película completamente única en la vida de vigilia. En la película, la presencia consciente se confunde con un objeto que aparece en la película. Creemos que somos un personaje de una historia. Perdemos de vista la conciencia que contempla todo el espectáculo y el ser indiviso que ve, escucha y no tiene fronteras ni límites. Nos identificamos como un fragmento en un mundo aparentemente fragmentado. Pensamos que «el mundo» es realmente una realidad objetiva, independiente del observador, que está «ahí fuera» en algún lugar, fuera de la consciencia, y creemos que hemos nacido en él y que un día moriremos.

Pero el yo aparentemente separado, si se investiga de cerca, no es más que pensamientos, sensaciones, recuerdos, imágenes mentales e historias siempre cambiantes que aparecen en la consciencia. En realidad, no puede ser encontrado como algún tipo de entidad sustancial o persistente.

Si intentas aferrarte a un pensamiento, ¡no puedes! Es un estallido de energía que desaparece en un instante. Puedes tener un recuerdo de él, pero el pensamiento original se ha desvanecido. En realidad, «el cuerpo» es siempre cambiante, un flujo continuo, inseparable del llamado «entorno» que lo rodea. No se puede encontrar ningún lugar o momento en el tiempo donde este cuerpo comenzó o donde termina. Se puede pensar que empezó en la concepción o en el nacimiento, pero ¿dónde empezaron el espermatozoide y el óvulo? En la naturaleza, todo se recicla―los cuerpos muertos se convierten en abono para la tierra y en alimento para otras formas de vida, y todo está hecho de todo lo que no es. El cuerpo no podría existir sin el aire, la luz del sol, el agua, los padres, los abuelos, la comida y todo lo que hace posible la comida―en resumen, sin todo el universo siendo como es, el cuerpo no estaría aquí.

¿Estás limitado al cuerpo , encapsulado dentro de él mirando hacia fuera? Hemos aprendido a creer que esto es cierto, y lo creemos tan firmemente que en realidad parece nuestra experiencia. Confundimos el mapa con el territorio sin darnos cuenta. Pero si observas tu experiencia directa real, ¿no es igualmente cierto que el cuerpo está apareciendo en ti, conciencia sin límites? Muchas enseñanzas espirituales se basan en la idea de que somos exclusivamente conciencia ilimitada y no el cuerpo, al igual que los materialistas científicos tienden a basarse en la idea opuesta de que sólo somos el cuerpo y que la consciencia es una actividad cerebral. En realidad, no sabemos exactamente qué papel desempeña el cerebro en todo esto, ni tampoco qué es el cerebro. Si nos adentramos en el llamado «cerebro», éste también se disuelve en una danza subatómica indeterminada que es, en su mayor parte, espacio vacío. Tanto las ideas científicas como las metafísicas se superponen a la vida misma mediante el pensamiento. Quizá no necesitemos situarnos a ambos lados de estas divisiones conceptuales. Quizá podamos vivir en el vacío del no saber.

Si te fijas bien, no encontrarás una frontera real entre el interior y el exterior de ti, o entre el yo y el no-yo, o entre la conciencia y el contenido de la conciencia. Puede haber una profunda sensación de ser sin límites, de conciencia impersonal, del Aquí-Ahora siempre presente, pero un cierto grado de identidad como una persona en particular seguirá apareciendo intermitentemente según sea necesario. Puede que desaparezca por completo en muchos momentos ordinarios en los que no se necesite funcionalmente y no se piense en «mí», pero a menos que haya una lesión cerebral, nunca estará totalmente ausente todo el tiempo. No podemos negar el cuerpo y la persona, pero al mismo tiempo no podemos negar la conciencia espaciosa, abierta e ilimitada.

La liberación es ver a través de los problemas imaginarios (los problemas de la tierra plana, basados en una falsa comprensión de cómo es la realidad) y desprenderse de ellos. La liberación es relajar la mente que se aferra, soltar las creencias, abrirse a la falta de fundamento y, sobre todo, ser simplemente lo que siempre eres y no puedes dejar de ser: Aquí-Ahora, presencia abierta, libre, consciente, siendo y contemplando la experiencia presente, exactamente como es. Si estás buscando este despertar, estás creyendo el pensamiento de que «esto no es», y que «tú» existes aparte de esta unicidad indivisa y de alguna manera necesitas «conseguirlo», y que «eso» es alguna cosa o alguna experiencia particular distinta de la experiencia presente, que ya se ha desvanecido tan rápidamente como llegó. La realidad no es ninguna cosa ni de ninguna manera en particular. Lo incluye todo. Está aquí mismo, apareciendo como el sabor del té, el sonido del tráfico, el conocimiento de estar presente y consciente, ¡sólo esto!

No te dejes confundir ni desconcertar por palabras e ideas. Simplemente sé lo que no puedes no ser, lo que está aquí antes de todas las explicaciones y formulaciones, y lo que permanece incluso en el sueño profundo y cuando todo el universo es destruido. Y si estás buscando eso, ¡relájate! ¡Tú eres eso! Pasamos por alto la total simplicidad de esto tratando de entrar en algún estado especial de presencia, o tratando de tener alguna llamativa experiencia de iluminación, o tratando de deshacernos del yo, o tratando de identificarnos como conciencia ilimitada y no como un cuerpo o una persona. Pero todo eso surge de la sensación de ser un yo separado y deficiente que necesita que ocurra algo mejor o diferente. Sólo tienes que estar Aquí-Ahora ―escuchar el tráfico, oler el café, respirar, pensar, sentir, despertar― simple, simple, simple. Y no necesitamos llamarlo nada. Todas las palabras pueden desaparecer. Sirven a su propósito, y luego, déjalas ir.

(Este artículo es una ampliación o actualización del ya publicado en 2016: Consciencia, Conciencia y Atención