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Artículos - Ananda Wood

La Enseñanza de Sri Atmananda Krishna Menon

Prakriya 5 - Todos los objetos apuntan a la Consciencia

Por Ananda Wood Publicado en Advaita Vision

En el prakriya testigo, un sadhaka se acerca al aspecto "sat" o "existencia" del yo (self). El cuerpo, los sentidos y la mente son vistos como apariencias cambiantes, iluminadas por un testigo inmutable que permanece siempre presente, que permanece no afectado en el centro más íntimo de la experiencia. Ese es el verdadero yo, bajo sus apariencias intermitentes y cambiantes de la personalidad. Dando un paso atrás, como el testigo, todos los objetos vistos son llevados de nuevo a su consciencia sin mezcla. Allí, se disuelven completamente, junto con su atestiguamiento, en la no-dualidad.

En lugar de este paso atrás, hay un prakriya adicional que va hacia adelante, en confrontación con los objetos aparentes. Este prakriya adicional investiga cómo alguien puede saber qué son los objetos realmente. Se procede a través del aspecto "cit" o "consciencia" del yo, para determinar lo que es "sat" o "existencia" en el mundo.

En primer lugar, como en el prakriya testigo, todas las experiencias burdas de los objetos externos se reducen a las experiencias más sutiles de nuestras mentes pensantes. Creemos que los objetos del mundo están fuera de la consciencia, pero esto es sólo imaginación en nuestras mentes. En realidad, nadie puede experimentar ningún objeto fuera de la consciencia.

En la experiencia de cualquier persona, la consciencia siempre está ahí, junto con cada objeto que aparece. Cada objeto se experimenta como una percepción o un pensamiento o un sentimiento, en presencia de la consciencia. Todos los objetos muestran esa presencia consciente, además de cualquiera otra cosa que puedan mostrar.

Pero entonces, ¿qué otra cosa muestra un objeto, cuando aparece? Cuando se percibe un objeto, se muestra la percepción. Cuando se piensa en él, lo que se muestra es pensamiento. Cuando se siente, lo que se muestra es sentimiento. Nuestras mentes imaginan que sus percepciones, pensamientos y sentimientos de alguna manera salen fuera de la consciencia, a un mundo externo. Pero esto nunca sucede en realidad.

Ninguna percepción, pensamiento o sentimiento puede realmente dejar la consciencia y salir fuera. Cuando cualquier apariencia sale de la consciencia, la apariencia desaparece inmediatamente. Cada percepción, pensamiento y sentimiento siempre permanecen en la consciencia hasta que desaparecen. Nunca se muestra nada fuera, como realidad experimentada.

Así que lo que se muestra es siempre la consciencia, y sólo eso. Nada más se muestra nunca, en la experiencia de nadie. La consciencia no tiene exterior. Aunque nos imaginamos que las cosas de fuera pueden entrar en ella y por tanto hacer que sea diferente de lo que era antes, esto en realidad no es cierto. La consciencia no es influenciada o cambiada, de ninguna manera eso crea una diferencia real en ella.

Cuando algo aparece, es como si algo se hubiera añadido a la consciencia, a fin de crear una diferencia. Pero una vez más, esta diferencia es una imaginación falsa de la mente. En realidad, la diferencia es irreal. Lo que aparece no es más que la consciencia; y por tanto nada, en realidad, ha sido añadido a ella.

Cuando una apariencia desaparece, parece que algo ha sido quitado de la consciencia, y esto también parece crear una diferencia. Pero, de nuevo, la diferencia es irreal. Ya que la apariencia en realidad no añade nada, su desaparición no puede entonces realmente quitarle nada.

En resumen, cualquier objeto que pueda aparecer, lo que muestra es sólo consciencia, ya que es su única realidad. Y esa realidad es siempre la misma, siempre sin cambios ― como lo muestran todos los objetos que cualquier persona percibe o piensa o siente. Esa consciencia está siempre presente, a través de la experiencia, como la realidad completa de todos los objetos físicos y mentales que aparecen en el universo entero.

Nuestras mentes y cuerpos crean un espectáculo cambiante de objetos parciales que parecen ser percibidos, pensados o sentidos. Sin embargo, durante todo este espectáculo ficticio de cosas parciales, la consciencia conoce toda la existencia como sí misma. En esa existencia completa, todos los objetos están contenidos.

Sri Atmananda tenía una manera especial de señalar cómo esa existencia es malinterpretada. Habitualmente, pensamos en la existencia como algo que pertenece a los objetos. Por ejemplo, después de haber visto una silla y tocarla y sentarse en ella, una persona puede decir: "Existe esta silla".

Al principio, no parece haber nada malo en tal declaración. Pero tiene un problema. Pone primero la silla, y por tanto se habla de la existencia como algo que la silla posee. Dice, en efecto: "La silla tiene existencia". ¿Qué es entonces esta existencia que pertenece a la silla? Es algo que sólo aparece en alguna parte del espacio y el tiempo. En otros lugares, fuera de esta ubicación en particular, desaparece la existencia de la silla.

Así resulta que la existencia de la silla no es más que una apariencia parcial de una existencia mayor y más verdadera que es más completa. Cuando pensamos que una silla tiene existencia, no estamos diciendo toda la verdad. Para decirlo con más veracidad, sería más exacto decir: "La existencia tiene la silla".

Para que la existencia sea completamente cierta, todos los objetos que aparecen (físicos o mentales) deben pertenecer a ella. Todos ellos deben ser sus apariencias. Esa es la existencia en sí misma, conocida realmente como idéntica a la consciencia, a la que todos los objetos apuntan.

¿Cómo se relaciona este prakriya con los enfoques tradicionales? Sri Atmananda da un ejemplo en una de sus conversaciones grabadas (la charla llamada "Sahaja", en el libro Atmananda Tattwa Samhita). Aquí, Sri Atmananda relata un incidente que ocurrió hacia el final de su período de sadhana, que incluía un entrenamiento yóguico en algunos samadhis tradicionales. En particular, había llegado a practicar un samadhi orientado al jnyana ― obtenido por pensar repetitivamente, cada vez más intensamente, que no era ni el cuerpo ni los sentidos ni la mente, sino sólo la consciencia pura.

Un día, mientras estaba procediendo así hacia el samadhi, apareció una perturbación causada por un carro tirado por caballos, que pasaba por la carretera. Cuando el ruido irritante entró, le hizo pensar que debía trasladarse a otro lugar, para alejarse de las distracciones. Pero entonces, de repente se le ocurrió que incluso la irritación era un medio, un medio de señalar a esa misma consciencia en la que deseaba establecerse.

Como Sri Atmananda continua diciendo, una vez que te das cuenta de que cada objeto apunta a la consciencia, entonces nada puede ser una perturbación que te distraiga de la verdad. Todos los obstáculos aparentes se transforman así en ayudas que te ayudan a darte cuenta de lo que es verdad. En consecuencia, esta prakriya conduce al "Sahaja" o el estado "natural", del establecimiento de la verdad.