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Extractos - Rupert Spira

"Yo" Soy Todo

Por Rupert Spira
Rupert Spira

Con el fin de llevar la atención a la presencia y a la primacía de esta Consciencia que atestigua, podemos dividir la totalidad sin fisuras de nuestra experiencia en un sujeto que percibe, la Consciencia, y un objeto percibido, el cuerpo, la mente y el mundo.

Como hemos visto, esto nos permite explorar la experiencia de la Consciencia y ver si es válida la afirmación que dice que está limitada a un cuerpo-mente individual y personal.

También nos permite explorar la naturaleza del objeto. ¿De qué está hecho realmente un objeto?

¿Cuál es la relación entre la mente, el cuerpo y el mundo que aparecen dentro de la Consciencia, y la Consciencia misma?

Por ejemplo, elige algún sonido que esté presente en este momento. ¿Acaso experimentamos algún límite entre ese sonido y la Consciencia que lo percibe? ¿Existe alguna frontera entre ellos?

La percepción de un sonido, la sensación que llamamos mi mano, y el pensamiento actual, todo aparece flotando libremente en el mismo espacio de la Consciencia. ¿No es esta nuestra experiencia real?

¿Es cierto que nuestros pensamientos están en el interior de esta Consciencia y los sonidos están en el exterior?

¿Cuál es nuestra experiencia real con respecto al límite que hay entre lo que está "dentro" de mí mismo y lo que está "fuera" de mí mismo? ¡No existe ninguna experiencia de dicho límite!

Si creemos que experimentamos ese límite, ¿no es ese límite en sí una percepción, un objeto que está flotando libremente en la Consciencia, junto con cualquier otra cosa que se esté experimentando en el momento?

¿Este límite aparente separa realmente el pensamiento "dentro" de mí mismo del sonido de ahí "fuera"?

¿Es cierto que la sensación que llamamos nuestra mano, por ejemplo, está más cerca de nosotros ―es decir, más cerca de esta Consciencia que atestigua― que el sonido que estamos escuchando en la distancia?

"En la distancia" es un concepto. El sonido aparece aquí, en mí, en la Consciencia, exactamente en el mismo lugar que la sensación a la que llamamos nuestra mano.

¿Acaso no aparecen ambos a la misma distancia de la Consciencia, que no es ninguna distancia en absoluto?

¿No son ambos igualmente uno con la Consciencia, con el "Yo", con eso que los experimenta?

Yo, la Consciencia, estoy aquí. Yo siempre estoy aquí.

Este aquí no es un lugar. Es absoluta intimidad, absoluta inmediatez, absoluta identidad.

¿Por qué creemos que la sensación que llamamos nuestra mano está más cerca de nosotros que el sonido "en la distancia"? ¿Es esa nuestra experiencia real?

Si comparamos a la Consciencia con el espacio de esta habitación, y a la mente, el cuerpo y el mundo con los objetos que aparecen dentro de ella, ¿sería cierto decir que la silla en la que estamos sentados, por ejemplo, está más cerca del espacio en esta habitación que la mesa? ¿Acaso el piso está más cerca del espacio que el techo? ¡Eso es absurdo!

Y sin embargo, cuando decimos que nuestra mano está más cerca de nosotros, de la Consciencia, que "el sonido en la distancia," o que un pensamiento está más cerca de nosotros que nuestra mano, es igualmente absurdo. Esa no es nuestra experiencia. Nuestra experiencia es que cada uno aparece a la misma distancia cero de la Consciencia.

Y si ahora observamos con mucho cuidado la sustancia del objeto que está apareciendo dentro de la Consciencia, nos encontramos con que no puede ser diferenciada de ésta, de ninguna manera. No hay ninguna parte de la experiencia de un objeto que no esté completamente saturada e impregnada por la Consciencia misma.

 

La Consciencia no es simplemente el testigo, sino también la sustancia de cada objeto que aparece en ella.

Cada objeto está hecho de Consciencia. Es una expresión de la Consciencia.

En primer lugar, entendemos que los objetos aparecen a la Consciencia.

Después, entendemos que los objetos aparecen en la Consciencia.

Después, entendemos que los objetos aparecen como Consciencia.

De este modo, la Consciencia reabsorbe el cuerpo, la mente y el mundo en sí misma.

Incluso esa formulación no es del todo correcta, porque sugiere que un objeto, de alguna manera, ha venido de fuera y ha aparecido dentro de la Consciencia, que la Consciencia se ha apropiado de ese objeto.

Sin embargo, la Consciencia está allí en primer lugar, antes de la aparición de cualquier objeto. La primer experiencia que tuvimos como recién nacidos fue experimentada por esta misma Consciencia que está presente ahora, viendo estas palabras.

Por supuesto, no tiene ningún sentido decir "antes," porque cuando no hay objetos, no hay tiempo, sin embargo tenemos que aceptar esta limitación del lenguaje.

No es que la Consciencia se haya apropiado de ese objeto, sino que la Consciencia toma la forma del aparente objeto, a través de las facultades de sentir y percibir, y sin embargo al mismo tiempo, siempre permanece como sí misma.

Inicialmente, la Consciencia se identifica a sí misma con el objeto, y al hacerlo, parece olvidarse de sí misma. Después, toma la forma del objeto sin olvidarse de sí misma.

Cuando la Consciencia parece olvidarse de sí misma, el "objeto" es experimentado como un objeto con su propia aparente existencia separada. Cuando la Consciencia toma la forma del objeto sin olvidarse de sí misma, el "objeto" es experimentado como una expresión de la Presencia misma.

De hecho, la Consciencia toma la forma de cada experiencia que tenemos. En esta condición nosotros, la Consciencia, nos conocemos a nosotros mismos como siendo todo.

La nada transparente, luminosa, vacía, auto-consciente de la Consciencia toma la forma de la totalidad de nuestra experiencia. Se conoce a sí misma como todo.

La Consciencia es siempre sólo ella misma y sin embargo, al identificarse exclusivamente con un objeto, el cuerpo-mente, parece convertirse en algo. Parece convertirse en un objeto.

Al des-identificarse del objeto, se realiza a sí misma como el sujeto. Se realiza a sí misma como nada, como vacía. Es decir, se da cuenta que no es un objeto, que no es una "cosa."

Al reconsiderar el objeto desde la posición del sujeto se da cuenta de que el sujeto, ―es decir, ella misma― es la que da forma al objeto. Se realiza a sí misma como todo.

Esta condición podría ser llamada Amor. Es el estado natural en el que la nada del testigo es liberada de toda objetividad o limitación y se realiza a sí misma como la sustancia misma de todo. La Consciencia se conoce a sí misma como todo.

Se da cuenta que todo está incluido dentro de sí misma y que es una expresión de sí misma.

Va más allá de sujeto y objeto. Sujeto y objeto colapsan en eso que está detrás, más allá y dentro de ambos. A esto podíamos llamarle Ser.

La Consciencia se convierte en algo, después en nada, después en todo, y sin embargo, siempre permanece como sí misma.

La Consciencia es conocida como lo percibido, después como lo que percibe, después como el percibir, y sin embargo, a lo largo de este proceso, la Consciencia permanece siempre sólo como sí misma.

La Consciencia nunca va a ninguna parte. La Consciencia nunca se convierte en nada.

Sólo hay Consciencia, sólo hay Ser, que al mismo tiempo crea, atestigua, expresa y se experimenta a sí misma en cada experiencia que tenemos.