Extractos - Jean Klein
La última barrera para la realización
Por Jean KleinHe oído decir a menudo que sin la ayuda del yoga, la realización metafísica puede ser muy difícil. ¿Qué piensa al respecto?
En primer lugar el yoga es una armonización del cuerpo, para evitar que sea un impedimento en la investigación espiritual. También es un conjunto de técnicas que tienden a la eliminación de toda actividad mental. Es un método de esfuerzo voluntario y purificación sistemática, lo que lleva a un estado de quietud mental (Samadhi).
El Samadhi puede ser experimentado como dicha o vacuidad. En el caso de la dicha, permanece en el mundo de la dualidad. En el caso de la vacuidad, es la última etapa de la dualidad, pero no se libera de ella. La vacuidad del Samadhi tiene lugar cuando el objeto ha alcanzado su máxima simplificación. Se podría decir que es un objeto puro, sin ningún tipo de cualificación alguna, un objeto que es un objeto y nada más. Es por esto que es una barrera, la última barrera, para la realización. Tarde o temprano, el Samadhi experimentado como vacuidad, revelará su dualidad y aparecerá el anhelo de la unidad.
Este encuentro con la vacuidad es algo absolutamente nuevo y puede ser fácilmente confundido con la realización. Entonces se produce una tendencia a establecerse en esta vacuidad que uno ha aprendido a producir. Es reconfortante para apaciguar el ego y para saborear esta vacuidad. Pero no hay que confundir el sabor de una mente silenciosa con la experiencia de la que estoy hablando. Este sabor es todavía un objeto, tiene que ser abandonado, tiene que darse el último paso, porque el Yogui que no ha despertado a la Experiencia, se encuentra en una situación que, desde cierto punto de vista, puede considerarse peor que la del hombre común. Efectivamente, cuando regresa del estado de Samadhi para encontrar esos objetos usuales que habían sido eliminados temporalmente por una técnica voluntaria, corre el riesgo de volver a descubrirlos con una mayor virulencia.
El Samadhi que se experimenta como alegría es, de hecho, un estado en el que se entra y del que se sale. Tarde o temprano su insuficiencia se hace sentir. El hombre que sale de esta dicha, vuelve a caer en el mundo de los objetos. Él no tiene ningún recuerdo preciso de su experiencia que, puesto que pertenece a una realidad supra-mental, no puede dejar ningún rastro mental (memoria), pero sin embargo, permanece en un estado de shock, de exaltación, de anhelo, que es una fuente de confusión. Tal es el resultado del sendero del Yoga.
En la vía directa nosotros, mediante la discriminación, llegamos a la convicción de que la realidad última está más allá de cualquier marco físico o mental. Como actividad suplementaria, hacemos uso del Yoga para aflojar ciertos nudos o deshacernos de ciertos trastornos. Pero nunca perdemos de vista el trasfondo no-dual.
La liberación no se alcanza mediante la sumisión a ciertas reglas más o menos estrictas, sino por el conocimiento que aniquila el tiempo, el espacio, la causa-y-efecto. Un retorno a la ignorancia ahora está excluido.