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Extractos - Eva Ledesma

Todos deseamos ser felices

Por Eva Ledesma
Eva Ledesma

Todos los seres humanos tienen un objetivo común y ese es el de ser felices. Cualquier cosa que hemos emprendido en esta vida ha ido encaminada a conseguirlo. Desde muy pequeños nos inculcan una serie de creencias para que nos convirtamos en unos adultos integrados en la sociedad, responsables, trabajadores, con éxito, un buen trabajo, etc, de cara a sentirnos más felices en un hipotético futuro. También existe la creencia muy fuertemente arraigada a través de libros, películas, etc, y es la idea del amor romántico como vía de acceso a una vida llena de plenitud y gozo. También, la idea de que los hijos llegan con un pan bajo el brazo. O la idea de que el dinero nos ofrecerá la felicidad. O la idea del éxito, creyendo que ser reconocidos y admirados por los demás nos permitirá sentirnos más valiosos y realizados. Así que nos podemos pasar la vida entera inmersos en multitud de actividades, con el fin de encontrar ese reconocimiento externo tan ansiado. En algunos casos, se invierte mucho esfuerzo en mejorar nuestra imagen física, con operaciones estéticas y horas de gimnasio. Pareciera como si ser mirados con admiración por los otros fuese a darnos algo que no tenemos, como si ser valorados, deseados, o queridos por los demás, fuese la única manera de querernos a nosotros mismos. En fin, que vivimos en una perpetua ansiedad, buscando todo aquello que creemos nos hará sentir mejor.

Así, el sufrimiento aparece cuando nuestras expectativas no se ajustan a la realidad porque ocurre algo inesperado o las cosas no son como nos gustarían. Nos echan del trabajo, no ganamos el dinero suficiente, nos abandona la pareja, no somos muy populares socialmente, nos hacemos mayores y envejecemos, nuestra salud empeora, etc, entonces, aparece un estado de frustración, tristeza, ansiedad o impotencia que nos hace sufrir. Y entonces, si algo de eso externo a lo que hemos investido el poder de hacernos más felices falla, comenzamos la búsqueda de algo que sustituya aquello perdido. Si nos deja la pareja, buscamos otra. Si estamos enfermos y el cuerpo nos para, no podemos hacerlo y enseguida queremos buscar una actividad que nos entretenga para evitar caer en un estado depresivo y de falta de sentido. Y así nos pasaremos la vida, como en una montaña rusa, más contentos cuando consigamos aquello que supuestamente nos hace felices, y más infelices cuando cambien los acontecimientos y estos no se desarrollen según lo esperado.

Y esta dinámica de buscar fuera los objetos que supuestamente nos aportarán el bienestar, está tan integrada en nuestro psiquismo, está tan aceptada por el conjunto de la sociedad, que en realidad, son pocos los que salen de esa rueda de placer-dolor en la que se convierten nuestras vidas. Todo está programado y funciona con una precisión asombrosa para que estemos completamente hipnotizados con la realidad externa. La sociedad capitalista nos hechiza con el placer que nos ofrece el consumo fácil y con la multitud de entretenimientos cada vez más fascinantes y absorbentes. Así pocos espacios de Silencio nos quedan para que podamos contactar con nuestra esencia. Y además, también se nos ofrecen muchos profesionales que nos ayudarán a cumplir aquellas metas que nos planteemos, o en caso de que no tengamos ninguna, nos ayudarán a que las encontremos. No se puede concebir una vida que no sea muy activa y no tenga un propósito interesante, y si puede ser lucrativo, mejor.

Pero de siempre, han habido seres humanos que nos han señalado que esa felicidad, esa Paz o esa plenitud que buscamos no está fuera, porque nuestra verdadera naturaleza ya es esa Paz y Felicidad. Han habido y hay muchos maestros, que con su ejemplo, nos muestran que todo lo que buscamos está aquí, accesible, y que reposando en ese centro inmutable, podemos descansar y gozar de una vida plena. Hay una paz, una alegría, una felicidad que no necesitan de ningún objeto externo para ser experimentadas. Es una alegría sin objeto, como dice Jean Klein. No hay ninguna causa para ellas. Si esa es nuestra naturaleza , no hemos de hacer méritos , ni esfuerzos para lograrlo, porque es nuestro estado natural. ¿No es fascinante y hermoso que la vida pueda tener un sentido por sí misma, y que podamos vivir en paz, sin esforzarnos tanto en buscar siempre algo de fuera para encontrarla? Si es así, ¿no merece la pena que despertemos de este sueño para encontrarnos con nosotros mismos?

El problema es que existe cierto temor a desprendernos de nuestras historias, de nuestros entretenimientos, e incluso de nuestro sufrimiento, porque : ¿quién soy yo si no tengo ni propósito, ni entretenimientos, o ni siquiera mi sufrimiento?; ¿no caeremos entonces en la falta de sentido y vacío más absolutos?; pero, ¿no es acaso esta pregunta la que es realmente importante en nuestra vida? ; ¿quién soy yo?

¿Podrías desprenderte de todo lo que has aprendido o conocido y aventurarte a comprender quién eres? Quizá no es nada de lo que imaginas y por el camino vas a perderlo todo, a cambio de ganarte a ti mismo y descubrir la Paz que eres. Me temo que no hay otro camino que te ayude a trascender el sufrimiento, así que tu eliges: volver a mirar hacia fuera, dirigiendo la energía para aliviarte con lo que te ofrece el mundo o tornar la mirada 180 grados, para reconocer tu verdadera naturaleza.

Lo que es

¿Qué es la felicidad? ¿Cómo me imagino una vida sin sufrimiento? ¿Cómo me gustaría que fuera mi vida? ¿Qué me falta para se feliz?

Podríamos hacernos todas estas preguntas y ver qué respuestas surgen a todas ellas. Quizá imagino que sería feliz si viviera en el campo, o mi marido fuera más atento conmigo, o mi hijo fuera más responsable, o tuviera una cuenta bancaria más saneada, o pudiera realizar ese viaje tan deseado, tomarme unas vacaciones, etc.

Pero la realidad siempre se impone a nuestros deseos y expectativas. Quizá en algunos momentos puntuales de nuestra vida se cumplen nuestros anhelos, pero siempre suele ocurrir alguna circunstancia externa que rompe nuestra aparente armonía, como la enfermedad de un familiar, un incendio o un accidente, por ejemplo.

Pues la vida es esto, sin más. Los escenarios cambian y luego no tendrás enfrente estas palabras. Será la comida que vas a preparar, por ejemplo. O vendrá tu hijo a casa y podrás observar como comienzas a enfadarte porque dejó tirada su mochila en medio del pasillo.

Pero esta realidad cotidiana nos parece aburrida y en ocasiones demasiado patética. Esperamos de la vida mucho más. Quizá la idea de vivir la sencillez de "Lo que Es" parece poco atractiva. Seguramente preferiríamos vivir una vida más interesante, llena de experiencias que den un sentido a esa vida que percibimos algo gris y decepcionante la mayor parte del tiempo. Y sufrimos porque la realidad no se parece para nada a las expectativas que teníamos sobre la vida ideal que habíamos imaginado. Es tan ordinaria.

Pero... ¿y si pudieras abrirte a la idea de que una vida feliz no es lo que habías imaginado? A lo mejor ya has escuchado esta idea de vivir el presente o estar en el ahora. Pues este libro habla de esto también, de que la felicidad no se encuentra en nada de fuera, sino que está disponible en este mismo instante. Todo lo demás son ideas de una hipotética felicidad futura. Lo que se está presentando aquí y ahora es lo único real. Y solo me gustaría que en este momento te abras a la idea de que en este instante de tu existencia se encuentra esa plenitud y paz anheladas, de que te abras a la posibilidad de que se puede dar en ti una apertura que abrace todo lo que la Vida trae y llegues al convencimiento profundo de que Todo es adecuado y perfecto, cada situación, cada persona que se presenta en tu vida. Aunque no puedas experimentarlo en este momento, solo guarda estas palabras en tu corazón y confía.

El estado natural

Un día, de repente, caí en la cuenta de que hacía mucho tiempo que no me dolía la espalda. Me acordaba entonces de los momentos en que los dolores me hacían sufrir y en mi mente solo tenía la ilusión de acabar de una vez por todas con aquel tormento. Ese día había llegado y yo no era consciente de que ya no me dolía la espalda. Entonces, pensaba que el Estado de Despertar, era algo parecido a la Salud. Es nuestro estado natural y tan ordinario, que puede pasar completamente inadvertido.

Imagina que naciéramos llenos de dolores físicos, y solo conociéramos ese estado de dolor constante. Todos gimiendo y sufriendo por ese dolor sin saber como apaciguarlo. Entonces, empezamos a descubrir que hay algunas personas que cuentan que han encontrado la manera de liberarse de ese sufrimiento. Fantaseamos con el día que llegue ese momento y nos lo imaginamos como algo portentoso, espectacular, lleno de gozo y de dicha. En el proceso, los dolores van menguando poco a poco y llega un día que no nos duele nada, pero eso es todo, nada más. Tan natural que no reparamos en ello.

Pues el Estado de Despertar se me antoja algo parecido. Nacemos con ese dolor existencial, que en momentos puntuales de la vida se hace muy agudo. Entonces nos volvemos buscadores espirituales, buscadores de la Paz que mitigue el dolor. Topamos entonces con libros y con historias espirituales de maestros "realizados". Oímos hablar del éxtasis divino, de la Iluminación, de la suprema felicidad, de estados celestiales, de estados de Unión y fusión con el Universo y nos volvemos entonces buscadores de una experiencia grandiosa y espectacular. Por el camino pueden llegar algunas, pero sirven de poco consuelo. Vinieron y se fueron. Un día comprendes que lo que buscabas era como la Salud. Siempre estaba ahí, contigo, era tu estado natural, pero de tan natural, había pasado desapercibido.

No podemos decir que la Salud sea una experiencia, o un estado. Simplemente es la ausencia de enfermedad. Así pues el estado de despertar solo se puede definir por contraste. Es la ausencia de experiencia, ausencia de ego. Como dice S. Ranjit Maharaj, es el estado sin estado, el Yo sin yo. Lo nombramos estado porque hay que conceptualizarlo de alguna manera, para entendernos, pero en realidad no tiene atributos. Es Salud. Es Paz. Es Armonía. Y entonces me doy cuenta de que la Paz no es un estado tampoco, la Paz no tiene atributos. La Paz es la ausencia de experiencia. No es lo contrario a la agitación o a la guerra. Está más allá de los opuestos, por eso no la conoce la mente.