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Extractos - J. Krishnamurti

Rendirse a lo que es

Por J. Krishnamurti

Pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre someterse a la voluntad de Dios y lo que usted dice acerca de la aceptación de "lo que es"?

J. Krishnamurti

Krishnamurti: Sin duda hay una gran diferencia, ¿verdad?. Someterse a la voluntad de Dios significa que ya conocéis su voluntad. No os sometéis a algo que no conocéis. Si conocierais la voluntad de Dios, no podríais rendiros a ella, porque dejaríais de existir; no hay sometimiento a una voluntad superior. Si os sometéis a una voluntad superior, entonces esa voluntad es la proyección de vosotros mismos, pues la verdad no puede ser conocida a través del conocimiento, surge tan sólo cuando lo conocido deja de ser. Lo conocido es una creación de la mente, porque el pensamiento es el resultado de lo conocido, del pasado, y el pensamiento sólo puede crear lo que conoce; por lo tanto, lo conocido no es lo eterno. Por eso cuando os sometéis a la voluntad de Dios, os sometéis a vuestras propias proyecciones; podrá brindar satisfacción y consuelo, pero no es la verdad.

El comprender lo que es exige un proceso diferente, tal vez la palabra "proceso" no sea exacta, pero lo que quiero decir es que comprender lo que es resulta mucho más difícil, requiere más inteligencia, más percepción, que aceptar simplemente una idea y entregarse a ella. Comprender lo que es no exige esfuerzo; el esfuerzo es una distracción. Para comprender algo, para comprender lo que es, no podéis estar distraídos, ¿verdad? Si yo deseo comprender lo que vosotros decís, no puedo escuchar música, o el ruido de la gente de afuera; debo dedicaros toda mi atención. Así que es extraordinariamente difícil y arduo percibir lo que es, porque nuestro propio pensar se ha convertido en una distracción. No queremos comprenderlo. Miramos lo que es a través de las lentes del prejuicio, de la condena o de la identificación; así resulta muy arduo quitarse esas lentes y mirar lo que es. Lo que es, sin duda es un hecho, es la verdad; todo lo demás es una evasión, no la verdad. Para comprender lo que es debe cesar el conflicto de la dualidad, porque aceptar convertirse uno en algo diferente de lo que es, es negarse a comprender lo que es. Si deseo comprender la arrogancia, no debo caer en lo opuesto, no debo distraerme con el esfuerzo de llegar a ser algo diferente, ni siquiera con el esfuerzo de procurar comprender lo que es. Si soy arrogante, ¿qué ocurre? Si no le doy nombre a la arrogancia, ésta cesa; lo cual significa que la respuesta está en el problema mismo, y no fuera de él.

No se trata de aceptar lo que es; lo que es no necesita ser aceptado. No aceptáis que sois morenos o blancos, puesto que eso es un hecho; sólo cuando tratáis de llegar a ser otra cosa, tenéis que aceptar. Cuando reconocéis un hecho, éste deja de tener importancia; pero una mente educada para pensar en el pasado o en el futuro, educada para escapar en múltiples direcciones, una mente así es incapaz de comprender lo que es. Sin esta comprensión no podréis encontrar lo que es verdad; sin esta comprensión la vida carece de sentido y es una constante batalla en la que el dolor y el sufrimiento son incesantes. La verdad sólo puede comprenderse comprendiendo lo que es, sin condenación ni identificación. La mente sólo puede comprender aquello en lo que está atrapada, pero no puede hacerlo si siempre está condenando o identificándose. La comprensión, la percepción de lo que es, revela extraordinarias profundidades en las que yace la verdad, el júbilo y la felicidad.