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Extractos - Emma Vázquez

Nadie

No hay alguien que sufra, sino sólo sufrimiento

Por Emma Vázquez

Todo empieza a cobrar una nueva visión, en mi caso gracias a la meditación, auto-observación y conocimiento de la mente, cuando te das cuenta de que no hay alguien que sufra, sino que sólo hay sufrimiento.

Para ser consciente de que no hay «alguien» que sufra debes haber descubierto que no eres el personaje con el que te has identificado. El «yo» que crees ser no existe. Es tan sólo la identificación que se produce automáticamente con los pensamientos, nombres, conceptos, ideas, creencias que se adquieren desde que nacemos. Esa identidad que te separa del mundo, de la vida, del universo, de los demás es una ilusión. Es una falsa percepción.

La meditación sirve para Saberte. Para desmantelar esa mentira. Para darte cuenta de que «no hay nadie en casa». De que LO que eres no es un algo o un alguien que esté separado del resto sino un SIENDO que es la misma Vida que es TODO lo demás.

Imagínate a un actor interpretando en el teatro el papel de perro. Si se pasa actuando toda la vida y si todo y todos los que le rodean le llaman perro y ladran como ladra él al interpretar su papel, se acabará creyendo que es un perro y se olvidará de que el perro tan sólo es un personaje. No es LO QUE ES en realidad. La mente se ha identificado con el personaje que estaba interpretando. Se lo ha CREÍDO. Y lo repite porque es lo que conoce. Es lo que le es familiar. Es lo que considera Verdad. Es el camino que sus neuronas llevan recorriendo tantos años. No conoce otros. Y por inercia lo camina una y otra vez (así surgen los patrones).

Cuando te das cuenta de que no eres el personaje (no eres el perro) se empieza a producir POCO A POCO la des-identificación con quién te creías que eras. Y esto lleva tiempo porque se necesita dejar de repetir el camino y caminar por otro nuevo para que lo viejo vaya perdiendo fuerza y lo nuevo se cree. Por eso, aunque Comprendamos que no somos ese «yo» con el que nos habíamos identificado, con sus creencias, sus patrones, sus inercias, seguiremos «ladrando» durante un tiempo sin poder evitarlo.

¿Cuánto tiempo? No lo sé. Pero si sé que si «no lo usas», se va dejando atrás. Que si no lo practicas, deja de funcionar. Que esa resistencia va disminuyendo. Que cada vez estás más impregnada de LO QUE ERES. Que puedes oler su aroma, que es tu aroma. El aroma que desprendes. Si sé que cada vez hay menos sabor a nubes y más sabor a Cielo.

Así es cómo se cambian los hábitos. Con repetición y tiempo. Y la identificación con el personaje es un patrón, un hábito más a modificar. Se va produciendo un vaciamiento de «ti» y LO que eres se va mostrando, va saliendo a la Luz porque las nubes del «yo» que tapaban LO que eres se van disolviendo por sí solas.

Uno de los errores en el Camino Espiritual es creer que hay un «yo» que despierta, que se ilumina o que logra Samadhi. Es la misma falsa ilusión que la anterior. La cuestión es que no existe ningún «yo». Ni despierto ni dormido. Existe una identificación, no un «yo» que se identifique con.

«Tú» no tienes un yo. «Yo» no tengo un yo. Hay una sensación de existencia, no un «yo» que exista. Hay un pensar, un sentir, un elegir, un decidir, un llorar, un reír, un amar. No algo que lo haga.

Quizás esto sea lo que puede costar más de Comprender. Pasamos de la identidad del personaje a la identidad de la consciencia o a la identidad del alma. Es la misma falsa percepción. Acabamos teniendo la misma sensación de separación porque no llegamos a aceptar, a entender, a integrar, a VER que todo es UNO. Un UNO que lo incluye todo y que no es un algo en particular.

Lo que le pasa a la mayoría de los que van ampliando la Consciencia es que se quedan en la «ola espiritualizada», en el «espíritu del perro», en lugar de trascenderla y llegar al Mar.

No se trata de que el perro se transforme en Budha sino de que el actor se dé cuenta de que es un actor, no un personaje. De que trascienda su personaje y siga actuando sabiendo LO que es en realidad.

Estar vacío significa estar vacío del «yo separado» con el que te has identificado, pero sigues lleno de Vida porque es lo que eres. No existe un olvido del nombre ni del cuerpo ni de la mente. Sabes que sigues llamándote Emma, pero que Emma es tan sólo un nombre que se te ha dado. Igual que al trozo de tierra en el que nací se le ha llamado Barcelona. Pero, ¿qué es Emma? ¿Qué es Barcelona? Una forma de ola más que adquiere el Mar, la Vida, la Existencia, Dios.

El Advaita, la no-dualidad, no puede entenderse con la mente, con las palabras. Sólo se Comprende cuando lo Ves. Cuando te llega. Cuando tienes el «clic». Cuando se produce el estallido. Y éste no lo eliges. O lo ves o no lo ves. O lo recibes o no lo recibes. O lo captas o no lo captas.

Si TODO ES UNO, no puede haber algo, alguien, un ser o un alma particular ni individual porque TODO ES UNO. Existen formas distintas. Igual que no todas las olas son idénticas. Una ola no es más que una onda generada por el viento que se desplaza por la superficie del mar. No es algo separado del Mar. Todas las olas SON la misma agua. El agua no está separada en «olas de agua». Y el Mar es esa agua. Dios es el Mar. Dios es las olas. El Ser Humano es las olas. Dios es el Ser Humano.

Si estás muy identificado con un «yo», con un Ser, con un Alma, te será muy difícil aceptar que no eres Nada de eso. Igual de difícil que le resulta a otra persona aceptar que no es su cuerpo ni sus pensamientos ni sus emociones. Te inventarás mil y una teorías, creencias, para justificar la existencia de ese «yo álmico» que es lo que en el fondo nos da miedo que se muera. Pero seguirás estando en Separación. Seguirás creyendo que eres algo distinto a TODO lo demás. Seguirás creyendo que tienes que alcanzar la Unidad cuando Unidad es lo que YA eres, siempre has sido y siempre serás porque jamás te separaste de ti. Eso es LA GRAN ILUSIÓN. Eso es Maya. Eso es el Samsara. Eso es La Matrix Espiritual.

Sólo existe UNA vida, UN alma, UNA energía (como lo llames) que ES en millones de formas: pensamientos, emociones, cuerpos, estrellas, soles, lunas, mares, montañas, insectos, virus, volcanes, gatos, árboles, flores. Todo es ese UNO que todo y todos somos. También llamado Dios.

La Consciencia con la que se identifica mucha gente no es un «algo» separado del resto. La Espaciosidad en la que surgen los pensamientos no es «algo» separado del resto. TODO siempre es UNO. Pero la tendencia de la mente es a dualizar. Y parece que esa dualidad significa Separación, pero no lo es. Una moneda tiene dos caras, dos dualidades, dos formas, dos olas, pero es UNA moneda.

Nos creemos que por tener diferente forma significa que no son lo mismo. Y ahí está el error. Una cara no puede existir sin la otra. La parte derecha de una hoja de papel no puede existir sin la parte izquierda. Y la parte de arriba sin la de abajo. No se pueden despegar de sí. Les hemos dado esos nombres distintos para poder comunicarnos, pero la hoja de papel es UNA sola cosa.

El pie y la mano tienen formas distintas, pero SON el mismo cuerpo. Lo que sucede es que, al ponerle nombres diferentes, automáticamente la mente produce la sensación de Separación. Pero si no nos hubiesen enseñado a diferenciarlas no veríamos un pie y una mano sino sólo formas de LO MISMO.

Pues así es TODO. Una misma «cosa» que no es una cosa sino pura vida, pura existencia, SIENDO lo que es en cada instante. Moviéndose como UNA, no como varias cosas separadas, aunque nuestros ojos lo perciban así.

Cuando Comprendes que esa identidad que creías ser es una ilusión, es cuando puedes Ver que eres Todo. Al vaciarte de tus etiquetas, de tu personaje, de tus conceptos, te llenas de TODO. Te llenas en el sentido que te das cuenta de que Eres todo: la mesa, la silla, la piedra, el perro, el cantar del pájaro, el sabor, la tristeza, la noche, el día, la luz, la oscuridad, la violencia, la serenidad, la ira, la dicha, el orgasmo, el avión, la enfermedad… Toda la Creación y la no-Creación eres Tú (la Totalidad de la Vida ocurriendo).

El que experimenta, lo experimentado y el experimentar los ves como UNO. No con los ojos físicos sino con los ojos de la Comprensión. El Ser y el no-ser. La dualidad y la no-dualidad. El Cielo y la Tierra. El bien y el mal. Dios y el hombre. Lo que permanece y lo que no permanece. La sensación de Separación y la experiencia de Unidad. El sufrimiento y la Paz.

Eres el Todo y la Nada a la vez. Eres las dos caras de la moneda sucediendo simultáneamente. Y ésta es otra de las cosas con las que entramos en conflicto. ¿Cómo puedo ser todo y nada al mismo tiempo? ¿Cómo puedo tener caos y sentir paz a la vez? Y es por la misma mente dual. No podemos comprender que puedan existir dos opuestos en el mismo tiempo-espacio. Y no lo comprendemos porque los estamos Separando (la separación siempre es el punto de ilusión te refieras a lo que te refieras). Las dos polaridades es UNA inseparable.

La Vida, la Existencia, es como una quietud dinámica. Es como un silencio ruidoso. No es ni quietud ni dinamismo. Es ambas. No es silencio ni ruido. Es ambas. No es relativa ni absoluta. Es ambas. Porque ambas son UNA.

Y eso ya está aquí y ahora, pero no lo vemos.
Ya lo somos, pero no lo percibimos.

Estamos buscando al que Ve, pero «el que Ve» no puede ser visto. Y no hay un «alguien» que Vea. Hay un Ver que Ve LO QUE ES. Y el Ver y LO que es visto es lo mismo. No está Separado. Nada lo está.

Lo que desaparece con la Comprensión no es la montaña, es la IDEA de montaña. El personaje no desaparece, desaparece la idea, creencia de ser el personaje. Se produce una trascendencia de él. Te VES como un Todo que incluye las diferentes partes/formas y las trasciende. No las elimina, sino que va más allá de ellas. Es TODAS ellas igual que un anciano es también el niño y el adulto, pero trascendido.

El «yo» no es una forma. El cuerpo es una forma. El pensamiento es una forma. La emoción es una forma. Pero el «yo» es una ilusión. Es un conjunto de pensamientos con los que se ha producido una identificación. Pero no es real. No existe.

Indaga en qué es tu identidad ¿Dónde está? Búscala. Encontrarás pensamientos, etiquetas, nombres, profesiones. Pero nada de eso es un «yo».

Y la sensación de existencia que experimentas es tan sólo eso. Una sensación. Una certeza. ¿Dónde está el «yo» que siente que existe?

¿Y QUIÉN escribe, quién lee, quién elige, quién acepta, quién fluye, quién rechaza, quién se identifica, quién se ilumina, quién piensa, quién enferma, quién siente...?

NADIE. Es un suceder. La lluvia no es alguien que llueva. Sólo sucede el llover. Del mismo modo sucede el escribir, el leer, el pensar, el sentir, el reír, el llorar, el enfermar, el saltar, el limpiar, el comer, el caminar, el decidir, el amar.

No hay un «yo» que haga nada de eso. No existe ningún «yo». Es la Vida misma (o como lo llames) la que sucede en esas diferentes formas de sí misma, en diferentes formas/cuerpos/mentes que SON todos UNO.

Quizás con esta parábola de Los seis sabios ciegos y un elefante se pueda Ver mejor:
“Érase una vez seis sabios hombres que vivían en una pequeña aldea. Los seis eran ciegos. Un día alguien llevó un elefante a la aldea. Ante tamaña situación los seis hombres buscaron la manera de saber cómo era un elefante ya que no lo podían ver.
—Ya lo sé —dijo uno de ellos—. ¡Palpémoslo!
—Buena idea —dijeron los demás—. Así sabremos cómo es un elefante.

Dicho y hecho. El primero palpó una de las grandes orejas del elefante. La tocaba lentamente hacia delante y hacia atrás.
—El elefante es como un gran abanico —dijo el primer sabio.
El segundo, tanteando las patas del elefante, exclamó: «¡es como un árbol!».
—Ambos estáis equivocados —dijo el tercer sabio. Y tras examinar la cola del elefante exclamó: ¡el elefante es como una soga!
Justamente entonces, el cuarto sabio que estaba palpando los colmillos bramó: ¡el elefante es como una lanza!
—¡No!, ¡no! —gritó el quinto—. Es como un alto muro (el quinto sabio había estado palpando el costado del elefante).
El sexto sabio esperó hasta el final y, teniendo cogida con la mano la trompa del elefante, dijo: «estáis todos equivocados. El elefante es como una serpiente».
—No, no. Como una soga.
—Serpiente.
—Un muro.
—Estáis equivocados.
—Estoy en lo cierto.
—¡Que no!

Los seis hombres se ensalzaron en una interminable discusión durante horas, sin ponerse de acuerdo sobre cómo era el elefante. De haberlo hecho, habrían dibujado un elefante en su TOTALIDAD...”

Pues esto es lo que hacemos y nos creemos:
Separar la Totalidad de la Vida, de la Existencia que somos en partes y darle un nombre a cada una de ellas. Como hacemos con la tierra que la hemos separado, dividido en continentes, países, comunidades, pueblos, distritos, barrios, calles..., hasta llegar a CREERNOS que el país en el que hemos nacido es una tierra que está separada del resto y que nos pertenece sólo a nosotros. Cuando Barcelona o Catalunya o España no son más que conceptos a los que hemos cargado de ideas, de culturas, de creencias cargadas a su vez de emocionalidad y sentimentalismo a los que estamos apegados y por los que luchamos, guerreamos, matamos porque creemos que somos esa identidad también.

Y lo mismo sucede con los géneros, las razas, las religiones, las identidades políticas y las sexuales. No se trata de eliminarlas sino de trascenderlas. De darnos cuenta de que esos límites son imaginarios. Que no somos eso. Que no los necesitamos para SER.

Se trata de ser conscientes de que estamos confundiendo el mapa con el territorio y el dedo que señala con lo señalado.

Así es cómo se produce el desapego de «lo que sea». Integrando esta Comprensión.

Pero para llegar a la Sabiduría tienes que haber pasado antes por la ignorancia. La ignorancia de creer que la Vida está llena de problemas a resolver.

Fuente: Emma Vázquez. De su libro Samadhi