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Extractos - Emma Vázquez

Stones

“Nada acaba hasta que acaba”

Por Emma Vázquez

La Vida es un cúmulo de reacciones en cadena. Estamos constantemente reaccionando a nuestros pensamientos, creencias, condicionamientos. Y no somos conscientes de ello. No nos damos cuenta porque vamos de un lado para otro, sin parar. Sin pararnos a estar con nosotros. A escucharnos. A sentirnos. A conocernos. A descubrirnos.

Todos los miedos que tenemos provienen de lo mismo. De ese hábito que ha adquirido la mente de perderse en sus pensamientos volviéndonos totalmente inconscientes de lo que sucede en la realidad.

El miedo a la soledad no es más que miedo a sentir las emociones que sentimos cuando estamos a solas. Un estar a solas, en silencio, donde el hábito está más presente porque no nos estamos distrayendo con otra cosa. Porque no estamos prestando atención ni concentrándonos en otra cosa. Por eso, y de manera inconsciente también, nos llenamos la agenda de «lo que sea». O buscamos cualquier distracción para evitar ese estar a solas con nuestro hábito. De ahí el éxito de las apps de citas, del enganche a las redes sociales, de elegir a cualquier pareja (seamos felices o no con ella), o amante o amistad, de pasarnos el día trabajando, de comer compulsivamente y/o de anestesiarnos con cualquier tipo de droga (alcohol incluido).

Buscamos huir de ese hábito que es el que nos causa las emociones que no queremos sentir: miedo, inseguridad, ansiedad, tristeza, abandono, rechazo, frustración, impotencia, rabia, ira, vacío, soledad.

Ésa es la raíz del sufrimiento. Del por qué de nuestras penas. De las depresiones. De los suicidios. De la violencia. De los ataques de ansiedad. Del exceso de estrés. De las guerras.

Se trata de aprender a estar con uno mismo, con nuestros pensamientos, con nuestras emociones, para darnos cuenta de que no son más que nubes en el Cielo. De que no son reales. De que nada tienen que ver con la verdad, con la realidad y con nosotros.

Y eso lo hace la meditación. El objetivo no es dejar de sentir, sino volver una y otra vez a la Presencia, a la serenidad, cuando nos demos cuenta de que nos hemos perdido en nuestro parloteo mental. Es un «hacer» constante donde el nuevo hábito, las nuevas conexiones se van fijando con el paso del tiempo. Lo que significa que sufrirás menos porque no te involucrarás tanto ni tantas veces en los pensamientos que te hacen sufrir. Y cuando lo hagas, sabrás qué hacer para dejar de estar mal.

Así que cuando se te encoja el corazón, cuando te enfades, cuando sientas cualquier emoción de las que hemos mencionado que no son nuestro estado natural (paz, alegría, serenidad, amor, compasión), recuerda que es porque te has involucrado en algún pensamiento. Y no pasa nada. Es así como funcionan todas las mentes. No te culpes por ello porque no es algo que puedas elegir. Ni tú ni nadie. Sucede automáticamente y sin pedirnos permiso. Pero cuando te hayas dado cuenta de ello, puedes «volver a casa» y salir del parloteo mental que te está haciendo sufrir. Y volver a la calma, de nuevo.

No es necesario hacer nada más ni saber nada más ni indagar en los pensamientos, creencias, ideas, pasados, historias que te han llevado a sentirte mal. Sólo vuelve a la Presencia. Pruébalo y experimenta por ti mismo el cambio de un estado emocional a otro. Conviértete en tu propio Maestro. En tu pócima mágica. En tu milagro. En tu salvación. En tu ángel de la guarda.

Es una práctica para toda la vida porque el hábito quizás sea para toda la vida también. Yo aún no he certificado que pueda desaparecer permanentemente. Voy y vengo del estado de inconsciencia al de consciencia, como casi todo el mundo. Así que no tengas prisa por llegar a ningún lugar. Igual que no tienes prisa por respirar.

E igual que no te esfuerzas en respirar o cuando estás mirando una película, no lo hagas tampoco al realizar ese «cambio de enfoque». Sólo hazlo cuando seas consciente y sigue caminando...

Todo está bien como sucede en cada instante. Estás aprendiendo a regresar a ti, a tu Hogar, a tu estado natural. TODOS lo estamos haciendo. Cada uno a su manera, como CREE, como le han enseñado que debe hacerlo.

Algunos ya hemos descubierto que el «tener» cosas, poder, tierras, el ganar premios, el acumular riqueza, seguidores, conocimiento, fama, el encontrar una pareja «ideal» o un trabajo «ideal», e incluso el gozar de buena salud, no son la causa de la felicidad (asumiendo que tenemos las necesidades básicas cubiertas ya). No son la Raíz para dejar de sufrir. Para vivir en lugar de sobrevivir. Para eliminar las penas, los miedos, las ansiedades, los vacíos, las soledades y las tristezas. Y por eso hacemos otro tipo de viaje: el Viaje hacia la Paz Interior.

De la misma manera que la mente se ha habituado a una cosa (da igual el qué), también puede deshabituarse de ella. A medida que vas practicando, que vas meditando, los pensamientos estresantes, que te hacen sufrir, pasarán como a un segundo plano mental. No los sentirás (por las emociones que tiene asociadas) tanto. De una manera tan presente y tan intensa. Será como si estuvieran a una cierta distancia y esto hará que no reacciones automáticamente a ellos porque podrás «verlos venir», tendrás la opción de pararte y de reflexionar sobre cómo quieres actuar.

Es un ejercicio, un entrenamiento, en el que, en lugar de crecer el músculo, crece la CONSCIENCIA. La Consciencia de ser consciente de que estás siendo consciente de «lo que sea». Donde el HACER meditación se transformará en SER meditación. Donde la Sabiduría saldrá a la Luz.

Mientras caminas tu camino hacia ti, no te olvides de DISFRUTAR de lo que la Vida te trae. De lo que YA tienes. De lo que YA eres.

Tú eres el caminante, tú eres el camino y tú eres el caminar.

Tú eres el meditador, tú eres la meditación y tú eres el meditar.

Y recuerda:

Nada acaba hasta que acaba.

Fuente: Emma Vázquez. De su libro Meditación