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Extractos - Ramana Maharshi

La esencia del auto-conocimiento

UPADESH SAAR de Bhagavan Ramana Maharshi

(Primera parte)
Comentarios de Swami Tejomayananda
Ramana Maharshi

Karma Yoga: el sendero de la acción

1. Por el mandato (conforme a las leyes) del Creador (del mundo; el Señor), se obtienen los frutos (de la acción). Entonces, ¿cómo es la acción lo supremo (la realidad suprema)? (No lo es, pues) la acción es inerte.

2. En el vasto océano de las acciones, el resultado impermanente ocasiona la caída (del hombre), y constituye una barrera para el progreso.

¿Puede el hombre renunciar a la acción al darse cuenta de la naturaleza impermanente de los resultados, que ocasionan sufrimiento y obstruyen el progreso? Esto no es posible, pues el hombre no puede vivir ni un segundo siquiera sin la acción. En verdad se trata de una situación muy singular. El hombre no puede dejar de actuar ni puede obtener felicidad perdurable de los resultados de las acciones, y éstas parecen traer consigo más y más cadenas para el hombre. Si esto es así, ¿qué debe hacer? La respuesta se da en el siguiente verso.

3. Las acciones que se realizan con una actitud de dedicación al Señor, sin apego al resultado, purifican la mente y son un medio para obtener la liberación.

Por naturaleza, las acciones no son esclavizantes; por tanto, no es la realización de acciones lo que tememos. El temor, el gozo o el sufrimiento surgen de los resultados de las acciones. Así pues, no necesitamos abandonar las acciones, como tampoco podemos dejar de actuar. La acción es la insignia misma de la vida. Sólo un cuerpo muerto no actúa. Puesto que las acciones no necesitan ni pueden eliminarse, ¿podemos entonces renunciar a los resultados? Esto tampoco es posible, pues los resultados son inevitables. ¿Como podemos escapar entonces de la atadura que significan? En respuesta a esta pregunta Ramana Maharshi dice que las acciones que se llevan a cabo sin deseo por los resultados nos liberan de la esclavitud. Esta parece, empero, una filosofía irreal e imposible de seguir, pues el hombre no puede realizar acción alguna sin un deseo.

Aquí es necesario comprender el significado de la palabra "deseo". Así, al investigar comprendemos que el resultado o el deseo del resultado no es la verdadera causa del sufrimiento. La aflicción nos invade porque siempre queremos obtener sólo un resultado particular y específico. Al presentar un examen, nuestro deseo es aprobarlo. Este es un anhelo común que mueve a la acción. Sin embargo, si un estudiante insiste en obtener la calificación máxima y consigue una menor, se sentirá desdichado aunque haya aprobado. En cambio, si otro estudiante que no espera aprobar aprueba, se regocijará. Esto nos muestra que la causa del sufrimiento no es el resultado del examen o el deseo de aprobar, sino la insistencia (duragmha) en un resultado particular y específico. A esta insistencia se le denomina apego, el cual es la principal causa de la esclavitud.

Debemos tener en mente que sólo la ejecución adecuada de la acción es lo que está en nuestras manos. Los resultados se obtienen de acuerdo con diversas leyes creadas por Dios. De ahí que la insistencia en que siempre se deben obtener sólo los resultados deseados sea fútil. Solo un candidato puede ganar las elecciones; no todos pueden conseguir el resultado deseado. Por ello, debemos actuar y hacerlo lo mejor posible, pero liberándonos de las trabas que constituyen las falsas expectativas y la insistencia. La frase "efectuado sin deseo" indica esto. La renuncia a la errónea insistencia es la lección que de aquí se desprende. Experimentamos apego por el resultado porque nos sentimos hacedores de acciones, independientes, auto-suficientes. Esta noción se denomina ahamkara o ego. El hacedor se convierte en el disfrutador y, de ese modo, el individuo naturalmente se ata a los resultados. El primer verso demostraba que esta noción de hacedor es falsa. Para renunciar a esta idea de hacedor es necesaria la actitud de dedicación de las acciones al Señor.

Ahora bien, ¿cómo podemos ofrecer las acciones al Señor? La respuesta es la siguiente: el Señor es el que controla los tres poderes: el conocimiento, el deseo y la acción (jñana, iccha y kriya shaktis ).

El individuo no puede tener derecho o poder alguno independientemente del Total. La parte no puede existir separada del todo. Por lo tanto, sólo del Señor obtenemos la capacidad de desear, conocer y actuar. Si antes de actuar tomamos en cuenta esto, separados de él, ¿cómo podemos ser hacedores? Sólo él actúa a través de nosotros. El renunciamiento a este falso ego se conoce como la actitud de entrega al Señor. En el mismo sentido, puesto que todos los resultados son acordes con las leyes del Señor, ellos son el regalo (prasad) que el Señor nos obsequia. Los dulces que ofrecemos al Señor en el templo, después de ofrendados se reciben como prasad, regalo del Señor. Con la misma actitud debemos recibir todos los resultados de las acciones. No insistamos en un prasad particular, ni regateemos la cantidad. Cualquier cosa que se reciba debe compartirse con los demás de buena gana, y sólo entonces ha de aceptarse. La actitud que debemos asumir al aceptarla debe ser alegre. Tal actitud nos libera de nuestros gustos y aversiones y purifica la mente. Una mente pura, en este sentido, es capaz de obtener el auto-conocimiento. Por consiguiente, una mente pura resulta valiosa ayuda para lograr la liberación.

De este modo vemos que la acción realizada con ego y deseo egocéntrico esclaviza el hombre. Cuando las acciones se realizan con el entendimiento de que el Señor es el gobernante de todas ellas (karma dhyaksa) y el que otorga todos los frutos (karma-phaladata) la mente se purifica, pues los vasanas (inclinaciones) se agotan y dicha mente se convierte en un apoyo para liberar al hombre. Esta actitud de entrega al Señor en la ejecución de las acciones (ishwarapanabudhi) y de alegre aceptación de los frutos obtenidos (prasad-budhi) se denomina karma yoga.

Bhakti yoga: la senda de la devoción

4. Las acciones realizadas en el cuerpo (puja), el habla (japa) y la mente (contemplación), son consecutivamente superiores una respecto a otra. (Japa es superior a puja y la contemplación es superior a japa)

5. Servir al mundo con la actitud de servir al Señor es la [verdadera] adoración al Señor, que es quien gobierna las ocho formas.

6. Pronunciar y cantar [las glorias del Señor] es bueno. Pero es superior el japa en voz alta. (Es mejor aun el japa en voz baja). Y superior al japa en voz baja es el japa hecho mentalmente. El japa mental es el mejor (es más sutil)

7. La contemplación ininterrumpida [del Señor], que es semejante a un río de ghi* [y como] el flujo de un arroyo, es superior a la contemplación interrumpida.

8. La contemplación sin dualidad, en la que "Él es yo", se considera muy sagrada y superior a la contemplación dual (la del individuo y el Señor).

Después de haber probado que la contemplación continua y sin esfuerzos es superior a la contemplación a ratos y entrecortada, Bhagavan Ramana Maharshi hace más revelaciones acerca del tema de la contemplación.

Para que exista contemplación tiene que haber un "contemplador" y un "objeto de contemplación". Al flujo de pensamiento continuo dirigido hacia el objeto se le llama contemplación. El "objeto de contemplación" puede ser con atributos (saguna) o sin ellos (nirguna). El sujeto que medita y el objeto en el cual se medita son diferentes cuando se medita en un objeto con atributos. Por ejemplo, el devoto medita en Sri Rama o Sri Krishna, concibiéndose distinto del Señor. En este verso se afirma que la meditación en lo sin atributos, cuya naturaleza es la de conciencia pura, es superior a la meditación en la forma y las cualidades del Señor. En la primera, el que medita se sabe él mismo ser aquello en lo que se medita, es decir, no conserva un sentimiento de diferencia entre él y la Realidad sin atributos.

Puede surgir aquí una pregunta: ¿cómo puede el individuo limitado, con un conocimiento y poder finitos, ser el Señor omnisciente y todopoderoso? Examinaremos y resolveremos esta duda por medio de un ejemplo.

Innumerables olas se elevan en el océano. Algunas son pequeñas y otras inmensas. Se afirma que la ola es pequeña o inmensa, ¿desde el punto de vista del agua o de la forma? Seguramente se refiere a la forma, pues en el agua no existe nada pequeño o inmenso. Respecto al agua no hay diferencia alguna entre una ola y el océano. El agua es la misma en todas partes. De hecho, desde el punto de vista del agua, no existen ola ni océano, sino sólo agua (no dual). Si la ola medita en el océano, establecería siempre la diferencia. Es limitada en forma y fuerza, mientras que el océano es omnímodo en cuanto a éstas. Pero si la ola medita en su naturaleza (agua) no dual, dándose cuenta de que "El (el océano) soy yo (la ola)", sin duda alguna esa contemplación no dual resulta superior a la que postula la dualidad, porque aquella contemplación libera a la ola de todas sus limitaciones.

Apliquemos ahora la misma lógica al principio que discutimos. Cuando el individuo (jiva) medita en el Señor con atributos, se contempla a sí mismo, identificándose con su bagaje de cuerpo, mente e intelecto e identificando al Señor como el creador de tales atributos y de todo el universo. La diferencia entre el Creador y lo creado siempre se mantiene porque el Señor omnisciente y todopoderoso y el condicionamiento finito del individuo nunca pueden ser idénticos. Desde el punto de vista de los condicionamientos de nombre y forma, existe una diferencia, pero con referencia a la naturaleza esencial del Señor y el individuo, ambos son conciencia absoluta, la cual es única, de ahí que la contemplación de "Él (el Señor infinito) soy yo", es definitivamente superior a la que establece una dualidad. Este es el principio fundamental del Vedanta.

Para mantener el pensamiento no diferenciado "Él soy yo" se requiere, dice Bhagavan, de constantes y pacientes esfuerzos.

9. Mediante el fortalecimiento del pensamiento ["Él soy yo"] se consigue una firme permanencia en el Principio de Existencia, libre de cualquier modificación del pensamiento. Ésta es la devoción suprema.

10. Se ha aseverado que la meta del yoga de la acción, de la devoción, del asthanga yoga y del yoga del conocimiento es la permanencia de la mente en el corazón (nuestra naturaleza propia)

11. Mediante el control de los pranas y aires vitales es posible absorber la mente. Éste es un medio para contener a la mente semejante a la red que se usa para atrapar a un pájaro.

12. La mente y los aires vitales están, respectivamente, dotados de conciencia y de poder de activación. Éstas son las dos ramas del poder básico único (del Señor).

13. La absorción de la mente (manolaya) y la destrucción de la misma (manonash) ocurren con la destrucción de ambos (pranas y mente, respectivamente). La mente absorta retorna, mas no así la mente aniquilada.

14. La mente que consigue absorberse mediante el control de los pranas, queda destruida por medio de la contemplación del uno (la Realidad).

Primeramente, a través del método del pranayama u observación de la respiración, la mente alcanza una quietud relativa. Cuando esta mente quieta contempla la Realidad única, destruye su propia ignorancia. En este caso la Verdad única no alude a la contemplación de uno de los innumerables objetos del mundo. A través de nuestra propia experiencia directa, sabemos que meditar sobre los objetos conduce finalmente al sufrimiento y produce agitación mental. La razón estriba en que nuestra mente comienza a pensar en las cualidades del objeto y crea gustos y aversiones, deseos y rechazo hacia el mismo. Así mismo, el pensamiento acerca de cualquier objeto solo es posible si se mantiene la dualidad del pensador y lo pensado. Un pensar de este tipo podría resultar en un estado de absorción de la mente, pero no en la destrucción de la misma.

La contemplación de lo "uno" quiere decir meditación en aquello que no se vuelve dos, que es uno sin segundo, de aquello que es el común denominador de toda dualidad aparente y lo único en virtud de lo cual todos los objetos pueden existir. Ahora bien, los objetos externos a nuestro cuerpo son muchos, no uno, por ejemplo: libro, mesa, silla, etc.; asimismo, nuestro cuerpo también cambia de manera constante y nuestra mente posee un sinnúmero de pensamientos y las ideas que el intelecto alberga son muchas. No obstante, el conocedor de todos estos múltiples objetos, cuerpos, emociones y pensamientos es el iluminador común, Yo, el Ser. Este principio de conocimiento permanece inmutable, no cambia para convertirse en algo más, ni deja de existir cuando los pensamientos cambian o desaparecen. Sin el Yo, la conciencia pura, no existe pensamiento alguno. Para esta contemplación se necesita una mente relativamente quieta. Más tarde, el pensamiento contemplativo "yo soy Conciencia pura" destruye la ignorancia debido a la cual el buscador se ha considerado a sí mismo un ser limitado, con aflicciones.

Mediante la práctica paciente y continua de la contemplación de esta verdad no dual, el hombre consigue permanecer en el Yo. Tal es la meta de toda búsqueda espiritual. ¿Qué le queda después por hacer al yogui?

15. ¿Existe algún deber para aquel elevado yogui cuya mente ha sido aniquilada? Ninguno, pues ha conseguido morar en el Yo.

En el siguiente verso se expone el método de la contemplación y se resume el tema del ashtanga yoga.

16. La mente retirada de los objetos se ve a sí misma como Conciencia, y tal es la visión de la Realidad (Realización del Ser).

Como ya se explicó en otro verso, los objetos del mundo, que incluyen el cuerpo, la mente y el intelecto, son múltiples y conocidos, pero el conocedor, el Yo testigo, es la Conciencia Única. La auto-realización requiere que lo veamos así. En la mente surgen infinidad de pensamientos: "éste es un libro", "éste es un reloj", etc. Lo anterior se puede expresar de otra forma diciendo: "veo este libro", "observo el reloj y sé la hora", etc. Los objetos de dichos pensamientos están en permanente cambio, pero el "veedor" o "conocedor" no cambia. Por lo general, nuestra mente es extrovertida; cuando vemos un objeto y surge un pensamiento en ella, comenzamos a cavilar acerca del objeto y nuestra mente juguetea con pensamientos vinculados con él. Nunca pensamos en volver la atención hacia el observador del objeto o hacia nosotros mismos. En la contemplación, lo que se intenta es cambiar la atención de nuestra mente del objeto y volverla hacia la Conciencia que ilumina el objeto mediante el pensamiento "soy la Conciencia testigo". Cuando se sostiene un flujo continuo del mismo pensamiento, experimentamos que la mente, retirada de los objetos percibidos, se funde en la naturaleza pura de la Conciencia. Dado que ésta es la Realidad, la experiencia se denomina visión de la Realidad. El significado de la palabra "experiencia" y "visión" no se ha de entender de manera literal. Aquí no existe dualidad de experimentador-experimentado, sujeto que ve y objeto observado. La permanencia de la mente en su propia naturaleza de Conciencia, tal es la visión de la Realidad.

* Mantequilla semilíquida clarificada.