Ruta de Sección: Inicio > Artículos >Extractos > Artículo

Extractos - Jorge Viñes Roig

La aventura de la conciencia

La aventura de la conciencia

Introducción por Jorge Viñes Roig

No estoy iluminado, no soy un maestro. Solo soy un caminante que ha tenido la Gracia de vislumbrar lo eterno y, como resultado de ello, he recibido tres comprensiones que han marcado la diferencia y han llenado mi existencia de dicha y de sentido.

A pesar de que todavía estoy mayormente dormido, estas comprensiones me permiten saber que lo estoy y que existe el despertar, y ya no estoy extraviado.

He escrito este libro desde el impulso de compartir la dicha y el sentido que proporcionan tales hallazgos.

La primera comprensión es que hay varios estados de consciencia o niveles de despertar, cada uno de ellos más amplio que el precedente. Ahora sé que el estado habitual de vigilia, en el que habitamos normalmente los humanos, es tan solo uno más de los estados de consciencia posibles y, además, uno de los más limitados, si no el que más.

Cuando apareció ante mí esta amplitud de la Conciencia, mi vida se ensanchó inmensamente. Pude comprobar que hay estados superiores de consciencia que caracterizan lo que se denomina despertar o iluminación, y que cada uno de ellos contempla la realidad desde una comprensión sucesivamente más plena hasta alcanzar el último estado, que es el estado supremo, el cual contempla la Realidad Absoluta y caracteriza la Iluminación Absoluta.

La segunda comprensión es que no hay forma de que el personaje que uno encarna pueda forzar o lograr a voluntad el salto a un estado de consciencia superior. El salto sucede por sí mismo y en el momento oportuno.

La situación es análoga a cuando uno está durmiendo y se despierta en su cama. Este despertar no lo vive el personaje del sueño, sino el soñador que lo sueña. El personaje onírico ni siquiera sabe que anida en un sueño y que existe un estado distinto al del sueño que está siendo soñado, de modo que no puede hacer que suceda el despertar. Sin embargo, el despertar sucede. Ello es así gracias a una intervención que proviene desde fuera del estado de sueño, como, por ejemplo, el despertador que uno ha preparado antes de dormir o la programación que el durmiente se ha autoimpuesto antes de pasar al sueño.

Del mismo modo, el salto de un estado de consciencia a otro superior no lo puede hacer el propio personaje del estado de consciencia previo, sino que sucede a través de algo que proviene de un estado superior y que se activa en el momento justo.

Ese momento de despertar ya está programado desde el mismo instante del nacimiento del individuo.

La tercera comprensión es que todo es perfecto tal cual es.

En los estados de consciencia superiores se ve con absoluta claridad y evidencia que todo está sostenido por una inteligencia y un ordenamiento que llena todo de sentido.

Así, nada sucede por casualidad. Nada está fuera de orden. Nunca jamás hay error. Todo está siempre y permanentemente lleno de sentido, y es para bien.

Todo sucede en su momento justo y es siempre perfecto tal cual es, como, por ejemplo, el salto de un estado de consciencia a otro de un nivel superior. De hecho, veremos que es posible anticipar y prever los momentos en los que es más probable que se produzcan tales despertares.

En definitiva, la aventura de la Conciencia es la justa y adecuada para cada cual, en cada momento, con las adversidades oportunas y los desafíos idóneos para que el Ser despliegue todos sus potenciales y alcance las más elevadas cotas de dicha y plenitud.

Así es la aventura de la Conciencia.

 
La aventura de la conciencia

Este libro se divide en cinco partes.

En la primera, relato cómo aparecieron ante mí la variedad de los estados de consciencia.

En la segunda, expongo el mapa de los estados de consciencia tal como he llegado a vivirlos y a comprenderlos a lo largo de mis vivencias.

En la tercera, explico cómo llegué a verificar la imposibilidad de que yo pudiera lograr esos estados a voluntad y cómo, a pesar de todo, suceden por sí mismos en su momento justo.

En la cuarta parte aporto la evidencia de que todo sucede de acuerdo a un plan sabio y perfecto, de suerte que todo tiene sentido y todo es para bien.

En la quinta, incluyo algunas reflexiones finales.

Esta narración se dirige a la mente; a mi propia mente, para empezar, pero también a la mente de todos y de todo cuanto existe, con el fin de que alumbre y perdure el recuerdo y la comprensión mental del Ser, la Conciencia y el Amor que todo lo abraza. Ellos constituyen lo más elevado que la mente es capaz de acercarse a concebir el Absoluto.

Si hablo de «tú», no te sientas personalmente aludido. No es a ti a quien hablo, sino a esta mente que nos está soñando. Es a ti, mente, a quien me dirijo. Escucha, comprende, asimila y aquiétate.

La comprensión aquieta la mente y sus dudas, y en el aquietamiento se abre la puerta al despertar.

Mientras tanto, la aventura de la Conciencia perdura. ¡Disfrútala plenamente! Es el mayor espectáculo del universo y ha sido creado especialmente para ti.

¡Buen viaje!

Algunas aclaraciones terminológicas

Para describir lo inefable, es inevitable emplear un lenguaje que es imperfecto. Con el fin de facilitar la lectura de estas páginas, aclararé en este breve glosario, aunque sea imperfectamente, el sentido con el que empleo algunos términos fundamentales.

CONCIENCIA. Definimos como Conciencia (con mayúscula inicial y sin «s») la cualidad de darse cuenta o de conocer, propia del Absoluto.

Nada existe si no hay Conciencia. Todo cuanto existe está sostenido en, y por, la Conciencia. Así, no hay nada que no sea Conciencia o en lo que no haya Conciencia, pues Todo es Conciencia. Los hindúes la denominan Chit.

A la conciencia individual que anida en todo individuo la denominamos «conciencia», en minúscula y sin «s». De este modo, todo ser posee una conciencia que, a pesar de ser individual y limitada, es no-diferente de la Conciencia Absoluta de la cual emerge.

El asiento de la conciencia individual se encuentra en la coronilla, en el chakra denominado Sahasrara. Esa es la razón de que se represente a un iluminado con un halo en esa zona, como ocurre con los retratos de los santos o las imágenes de los budas.

ATENCIÓN. Definimos como atención al aspecto dinámico de la Conciencia. Gracias a este aspecto, la Conciencia es susceptible de enfocar y concentrar su luminosidad en un ámbito delimitado del Absoluto. De esta manera, la Totalidad queda momentánea y aparentemente escindida en dos ámbitos, uno de los cuales resulta luminoso y es lo que denominamos «consciente», mientras que el otro queda sumido en la sombra y es a lo que de manera estricta llamamos «inconsciente». La suma de lo consciente y de lo inconsciente es, en todo momento, igual a la Totalidad de la Conciencia.

CONSCIENTE. Definimos como consciente (en minúscula y con «s») a aquel ámbito limitado del Absoluto del cual es consciente un perceptor limitado en un momento dado.

INCONSCIENTE. Definimos como inconsciente a todo lo demás. De esta manera, la suma de lo consciente más lo inconsciente de cualquier perceptor nos da la totalidad de lo existente.

El perceptor final o Absoluto no tiene inconsciente alguno, ya que no tiene ninguna limitación perceptiva.

MENTE. Definimos como mente al reflejo de la Conciencia. Los hindúes la denominan Antakarana, que significa «órgano interno».

Cuando la mente está aquietada es como la superficie cristalina de un estanque, la cual permite ver límpidamente el fondo con total nitidez. De forma análoga al estanque, la mente aquietada permite ver con absoluta transparencia la Realidad tal como es. (1)

Sin embargo, cuando la mente se agita, se riza como lo hace la superficie de un lago movida por los vientos. Entonces aparecen la infinidad de reflejos y los innumerables mundos. A este aspecto ilusorio de la mente los hindúes lo denominan maya, la ilusión.

MENTE PENSANTE. La mente o antakarana posee cuatro cualidades, según los hindúes:

  • Memoria o materia mental (chitta en sánscrito).
  • Razonamiento (manas).
  • Identificación o «egoencia» (ahamkara).
  • Inteligencia (budhi), que es, directamente, el reflejo de la Conciencia, y es lo que dota a la mente de capacidad de conocer. El aspecto budhi de la mente es lo que caracteriza a la conciencia individual.

Cuando en el texto hablamos de mente pensante nos estamos refiriendo específicamente al aspecto manas del antakarana, es decir, a la cualidad razonadora y pensante de la mente.

SER. Definimos como Ser la cualidad de existir del Absoluto. En este sentido, todo es Ser y no hay nada que no sea Ser. En este texto empleamos los términos Existencia y Vida como equivalentes a Ser. Los hindúes lo llaman Sat.

El Ser es la Existencia. Es el hacedor que hace todo en todo momento.

En última instancia, Ser y Conciencia son no diferentes, es decir, Ser es Conciencia y Conciencia es Ser.

ESO. Denominamos Eso, con mayúscula inicial, a eso innombrable, indescriptible e incalificable que es el Absoluto. Es también un término comúnmente utilizado para referirse a Dios, pero aquí preferimos no emplearlo en ese sentido, dado que suele conllevar infinidad de prejuicios y se presta a innumerables malentendidos.

Estas definiciones son imperfectas, pero ayudarán a seguir mejor las explicaciones del texto. (2)

Notas:
  1. Este aspecto aquietado de la mente se corresponde con la concepción budista de la naturaleza de la mente, según la cual la mente es «vacío»; es la concepción que más se aproxima al concepto de Conciencia que hemos definido arriba.
  2. Para mayor precisión en los términos, se recomienda acudir al texto de Sesha Vedanta Advaita, Gaia Ediciones, Madrid, 2024.