Extractos - Swami Vivekananda
El espíritu y la influencia del Vedanta
Por Swami VivekanandaEl Vedanta proclama que el hombre es divino, que todo lo que vemos alrededor nuestro es el resultado de esa divina conciencia. Todo lo que es fuerte, bueno y poderoso en la naturaleza es debido a esa divinidad, y, aunque, en muchos está en estado potencial, no hay en realidad diferencia alguna entre hombre y hombre en esencia, siendo todos igualmente divinos. Allí hay, como si fuera, un infinito océano detrás, y tú y yo somos las variadas olas, emergiendo de ese océano. Y cada uno de nosotros está tratando, lo mejor que puede, de manifestar esa divinidad exteriormente. Así, potencialmente, cada uno de nosotros tiene ese infinito océano de Existencia, Conocimiento y Dicha como derecho de nacimiento, nuestra real naturaleza, y las diferencias entre nosotros son causadas por el menor o mayor poder de manifestar esa divinidad. Por ello, el Vedanta sostiene que cada hombre debe ser tratado no por lo que manifiesta, sino por lo que es. Cada ser humano es divino; entonces cada maestro debe colaborar, no condenando al hombre, sino ayudándole a invocar su inherente divinidad...
A cada hombre se le enseña: Eres uno con este Ser Universal, y, como tal, cada alma que existe es tu alma y cada cuerpo que existe es tu cuerpo. Al herir a otros te hieres a ti mismo. Amando a otros, amas a tu ser. Tan pronto como una corriente de odio es lanzada hacia fuera, a quien quiera que ésta hiera, también te hiere a ti. Y si es amor lo que emanas, éste regresará a ti. Por que Yo soy el universo. Este universo es mi cuerpo. Soy el Infinito, es sólo que aún no me he dado cuenta. Pero estoy luchando para volverme consciente de ésta Infinitud, y cuando llegue a la plena conciencia del Infinito, la perfección será lograda...
Cuando el hombre ha alcanzado lo máximo, cuando ya no ve diferencias entre un hombre y una mujer, entre sectas, credos, color o nacimiento, ninguna de esas distinciones, sino que va más allá y encuentra esa divinidad que es el hombre real detrás de cada ser humano, sólo entonces él alcanza la hermandad universal, y sólo ese hombre es un vedantista.
El vedantista sostiene que un hombre no nace, ni muere, ni va a los cielos, y que la reencarnación es un mito en relación con el alma. Se da el ejemplo de un libro cuyas páginas son pasadas. Es la historia del libro la que va pasando, no el lector. El alma es omnipresente, entonces, ¿a dónde iría o de dónde vendría? Esos nacimientos y muertes son cambios de la naturaleza que nosotros confundimos con cambios en nosotros mismos.
La reencarnación es la evolución de la naturaleza y la manifestación de Dios dentro nuestro.
El Vedanta dice que cada vida es construida en el pasado y que cuando podemos mirar hacia atrás, a todo nuestro pasado, nos liberarnos. El deseo de liberación tomará la forma de una disposición religiosa desde la infancia. Unos pocos años podrán, de alguna manera, aclararle a uno la verdad. Después de dejar esta vida, y cuando todavía está esperando por la próxima, el hombre aun está en lo fenomenal.
Describiríamos el alma de esta manera: La espada no puede cortarla ni la lanza traspasarla. El fuego no puede quemarla ni el agua mojarla. Indestructible e omnipresente es el alma… No llores por ella...
El Vedanta enseña que el nirvana puede ser logrado aquí y ahora, que no debemos esperar a la muerte para alcanzarlo. El nirvana es la realización del Ser. Y luego de haberlo conocido, aunque sea por un instante, nunca más puede uno quedar ilusionado con el espejismo de la personalidad. Teniendo ojos, deberemos ver lo aparente, pero todo el tiempo sabremos qué es. Habremos descubierto su naturaleza real. Es la pantalla que esconde al perenne Ser. La pantalla se abre y vemos al Ser detrás de ella. Todos los cambios suceden en la pantalla. En un santo, esa pantalla es delgada y la realidad casi se trasluce. En un pecador la pantalla es gruesa, y nosotros perdemos la noción de que Atman está allí también, como lo está detrás de la pantalla del santo. Cuando la pantalla es quitada, nos damos cuenta que en realidad esta nunca existió, que fuimos Atman y nada más. Hasta la pantalla queda olvidada.
Las dos fases de esta distinción en la vida son: primero, que el hombre que conoce a su Ser real no será afectado por cosa alguna. Segundo, que sólo ese hombre puede hacer bien al mundo. Que solamente ese hombre habrá visto el motivo real para hacer bien a otros, porque sólo existe uno. No puede ser llamado egoísta, porque esa sería una diferenciación. Esto es lo único sin egoísmo. Es la percepción de lo universal, no de lo individual. Cada situación de amor y simpatía es una afirmación de lo universal. "No yo, sino tú". "Ayuda a otro por que tú estás en el otro y él está en ti", es la manera filosófica de expresarlo.
El verdadero vedantista dará su vida por un compañero sin pesar, porque él sabe que no muere. Mientras quede al menos un insecto viviendo en el mundo, el estará viviendo. Mientras una boca coma, él comerá. Entonces, él va haciendo el bien a otros y no le importan las ideas modernas de preocuparse por el cuerpo. Cuando un hombre alcanza este punto de abnegación, va más allá de las luchas morales, más allá de todo. El ve a la misma divinidad manifestándose en todo: en el predicador más erudito, en la vaca, en el perro, en los lugares más miserables. Sólo él es feliz. Y, el hombre que ha alcanzado esta ecuanimidad ha conquistado en vida a la existencia toda. Dios es puro, entonces, se dice que tal hombre vive en Dios. Jesús dijo: "Antes de que Abraham fuera, yo era". Eso significa que Jesús y otros como él, son espíritus libres. Y Jesús de Nazaret, tomó una forma humana no bajo la compulsión de sus acciones pasadas, sino para hacer bien a la humanidad. No es que cuando un hombre se libera vaya a detenerse y transformarse en una cosa inerte. Sino que se volverá más activo que cualquier otro ser, porque todos los otros actúan sólo por obligación, él sólo en libertad.