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Libros - John Main

Una palabra hecha silencio
Guía para la práctica cristiana de la meditación

Una palabra hecha silencio

La idea de que los cristianos están llamados a orar no es nueva. Sin embargo, muchos de ellos sienten cada vez más dificultad en encontrar un modo de oración profunda que les conduzca a la experiencia de la comunión con Dios, lejos de distracciones superficiales y subjetivismos.

En una época en que, tal vez por desconocimiento, muchas personas buscan en Oriente formas importadas de oración, cobra renovada vigencia el camino trazado por Jesús, la Iglesia apostólica y los Padres del desierto, y seguido por innumerables creyentes a lo largo de la historia.

La meditación cristiana se revela así como un método sencillo y una disciplina adecuada para los hombres y mujeres de hoy.

John Main
John Main

(Londres 1926-Montreal 1982) trabajó como diplomático en Malasia. Allí un monje hindú le enseñó a meditar recitando sencillamente un mantra. De regreso a Europa, ingresó en la Orden benedictina y retomó la práctica de la meditación a la luz de la tradición cristiana. Fundó en Montreal una comunidad benedictina integrada por monjes y laicos. De ella nació la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana, familia espiritual que promueve la práctica de la oración diaria.

Más información

Detalles del libro:
  • Título: UNA PALABRA HECHA SILENCIO
  • Subtítulo: Guía para la práctica cristiana de la meditación
  • Título Original: Word into Silence
  • Autor: John Main
  • Traducción de: Francisco Javier Molina de la Torre
  • Editorial: Sígueme
  • Año de edición: Octubre 2015
  • Nº de páginas: 128
  • Encuadernación: Rústica con solapas
  • Formato: 12 x 19
  • ISBN: 978-8430119141

Cómo meditar

Siéntate.
Colócate con la espalda erguida.
Cierra suavemente los ojos.
Siéntate relajado, pero alerta.
En silencio, comienza a repetir en tu interior una única palabra. Recomendamos la oración Maranatha («Ven, Señor»).
Recítala como cuatro sílabas de idéntica longitud.
Escúchala mientras la pronuncias suave pero incesantemente.
Procura no pensar ni imaginar nada, ya sea espiritual o de otra naturaleza.
Si acuden a ti pensamientos o imágenes, recuerda que son distracciones en el momento de la meditación, de modo que vuelve simplemente a pronunciar la palabra.
Medita cada mañana y cada tarde entre veinte y treinta minutos.

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