Libros - Douglas E. Harding
Un retrato poco convencional de ti mismo
Douglas Harding terminó de escribir Un retrato poco convencional de ti mismo en 1941, por lo que este libro es una buena muestra de cómo era su pensamiento aproximadamente un año antes de descubrir que no tenía cabeza.
Desafiando la visión convencional sobre quiénes somos, el autor nos demuestra que todo está contenido dentro de nosotros, que no terminamos en el límite de la piel, sino que abarcamos el universo en su totalidad.
El mensaje esencial de este libro ―respaldado por un pensamiento profundo, valiente y honesto y escrito con pasión desde el corazón― es que no eres lo que las normas y las convenciones sociales te dicen que eres, sino que en realidad eres mucho más inmenso, más profundo, más sabio, más misterioso. Así pues, no dejes que tu vida pase de largo sin haberte detenido a admirar el increíble milagro que eres tú.
Estamos ante una obra que irradia una profunda gratitud ante el milagro y el misterio de la vida.
DOUGLAS HARDING (1909-2007) fue un filósofo y maestro espiritual muy valorado y querido, así como un prolífico escritor, que desarrolló una forma única de despertar a la Fuente, de ver Quién somos realmente. Su enfoque, tan directo y efectivo como práctico y original, va derecho al Corazón, al Núcleo Central del asunto y nos lleva directamente a nuestra Verdadera Naturaleza, a nuestra Divinidad.
Más información
Detalles del libro:
- Título: UN RETRATO POCO CONVENCIONAL DE TI MISMO
- Título Original: An Unconventional Portrait of Yourself
- Autor: Douglas E. Harding
- Traducción de: Diego Merino Sancho
- Editorial: The Shollond Trust
- Año de edición: 2020
De la Introducción
En este libro voy a dar por hecho que estás interesado en ti mismo, en lo que eres de verdad. Asumiré que no piensas que se trate de un tema aburrido, peligroso o perverso.
De entre todos los temas posibles, este, la cuestión de lo que eres tú mismo, de tu misma existencia, es sin duda el más apasionante e importante. Apasionante porque eres como un país virgen, aún sin explorar, lleno de sorpresas a cada paso, un territorio repleto de rincones prohibidos que tan solo puedes entrever y de pistas que te conducen a misterios impenetrables que se despliegan justo frente a ti. E importante porque tu vida es corta y darla por sentado equivale a rechazar tu bien más preciado, tu más valiosa posesión, sin tomarte siquiera la molestia de pararte a observarla. Cuando alguien te envía un regalo no pierdes ni un segundo e inmediatamente te lanzas a abrir el paquete para averiguar qué contiene. Tú ―tu cuerpo, tu mente y lo que sea que conforme tu ser― es mucho más fascinante, intrigante y valioso que cualquier simple objeto. Así pues, ¿cómo podría no interesarte?
¿Qué eres? Esta es la pregunta que te hace este libro. Las respuestas son sorprendentes, pero he de admitir que también resultan algo vagas e imprecisas. De hecho, una de las principales conclusiones a las que llegaremos es que no solo no sabes lo que eres, sino que jamás podrás llegar a saberlo. Por así decirlo, eres como un gigantesco signo de interrogación. Como es lógico, el sentido común no está de acuerdo con eso. Según él, por supuesto que tienes una idea bastante buena de lo que eres. No es consciente de ningún misterio especial y está bastante contento con el «tú» superficial. Pero el sentido común es inmensa e irremediablemente inadecuado para esta tarea, y en algunos aspectos su punto de vista es absolutamente erróneo. Ignora todo menos la superficie, la cual confunde y toma por la esencia, por la verdadera sustancia de la que estás hecho. Su mundo es, en gran medida, irreal. Así pues, te debes a ti mismo decidirte a hacer frente a la realidad, a los hechos tal como se presentan, por perturbadores que puedan resultar. Y aunque la verdad sobre ti mismo sea en su mayor parte desconocida e incognoscible, un signo de interrogación completamente honesto siempre será mejor que una ilusión. En cualquier caso, buscar la realidad que se esconde tras las apariencias es una ocupación absorbente que, si bien exige dedicación, también conlleva su propia recompensa.