Artículos - Jean Klein
¿Hay relación en la Unidad?
De un Diálogo con Jean KleinSer humano es estar relacionado. Como seres humanos, vivimos en relación con los elementos, el sol, la luna, las piedras de la tierra y todos los seres vivos. Pero, ¿qué significa “estar relacionado”, “vivir en relación con”? Cuando utilizamos esta palabra, queremos decir por lo general un vínculo de alguna clase entre entidades individuales, objeto con objeto o sujeto con objeto. La palabra relación presupone aquí un estar separado, un unir unas fracciones con otras. Esta visión fraccional del estar relacionado es puramente conceptual. Es un producto de la mente y no tiene nada que ver con la percepción pura, con la realidad, con lo que es de verdad.
Cuando vivimos libres de toda idea y proyección, entramos en contacto real con lo que nos rodea. Hablando desde el punto de vista práctico, por consiguiente, antes de que podamos relacionarnos con nuestro entorno debemos saber relacionarnos con lo que está más cerca de nosotros, el cuerpo, los sentidos y la mente. El único impedimento para la percepción clara de nuestro estado natural es la vigorosa idea de ser un individuo separado, de vivir en un mundo con otros seres separados. Tenemos una imagen de nosotros mismos. Esta imagen sólo se puede mantener en relación con otras cosas y, de este modo, hace objetos de cuanto nos rodea, amigos, hijos, cónyuge, inteligencia, cuenta bancaria, etc., y entra en lo que ella llama una relación personal con estas proyecciones. La fantasiosa idea de un yo es una contracción, una limitación del ser real en su totalidad. Cuando esta noción muere, encontramos nuestra expansión, quietud y globalidad naturales sin periferia ni centro, sin exterior ni interior. Sin la noción de individuo, ya no hay sensación alguna de estar separado y nos sentimos en unidad con todas las cosas. Sentimos cuanto nos rodea como acontecimientos en irrestringida totalidad. Cuando nuestra pareja o hijos se van de casa o nuestra cuenta bancaria se desploma, es un suceso que tiene lugar en nosotros. La conciencia permanece constante.
Todo fenómeno, toda existencia es una expresión dentro de la globalidad y las variedades de expresión sólo tienen significado y relación a la luz del todo. Relacionarse es relacionarse con el todo. Puesto que no hay ningún encuentro de fracciones, en el todo no hay ningún otro. Hablando con propiedad, por tanto, en la perfecta relación no hay relación ni dualidad alguna; únicamente hay globalidad. Toda percepción apunta directamente a nuestro ser esencial, a la quietud, al no-estado natural que es común a toda existencia. Así pues, en la expresión humana, estar relacionado es estar en comunión con el todo. En esta comunión, la así llamada presencia del otro se siente como un dar espontáneo y nuestra propia presencia es un espontáneo recibir. Ya no hay una sensación de falta ni, por consiguiente, una necesidad de pedir, porque sencillamente el recibir nos trae a nuestra apertura. Cuando vivimos en apertura el primer impulso es ofrecer. El estar en apertura y el movimiento espontáneo de ofrecer es amor. Amor es meditación. Es una nueva dimensión del vivir.
P. De modo que el individuo no existe como una entidad aislada. Pero, ¿no existe la personalidad como una parte única del todo?
R. La persona, en realidad, no es más que persona, máscara, pero la palabra ha llegado a convertirse en sinónimo de la idea del individuo, entidad separada y continua. La personalidad no es la constante que nosotros imaginamos. En realidad, no es más que una reorquestación temporal de todos nuestros sentidos, imaginación e inteligencia, de acuerdo con cada situación. No hay repetición alguna en la vida y cada reorquestación es única y original como el diseño de un caleidoscopio. El error está en identificarse con la personalidad, en conceptualizarla en la memoria y después tomarnos a nosotros mismos por esta colección de imágenes cristalizadas en lugar de dejar que nuestras emociones, percepciones y pensamientos surjan y mueran en nosotros. Estamos en el teatro, viendo nuestra propia obra en escena. El actor está siempre “detrás” de su persona. Parece hallarse completamente perdido en sufrimiento, en ser un héroe, un amante, un pícaro, pero todas estas apariciones tienen lugar en la presencia global. Esta presencia no es una actitud desligada, una posición contempladora. No es una sensación de estar separado, de estar “fuera”. Es la presencia de la totalidad, amor, de donde todo nace. Cuando ninguna situación pide actividad, permanecemos en un vacío de actividad, en esta presencia.
P. ¿Podría hablar más sobre la humildad en las relaciones humanas?
R. La humildad no es algo que uno pueda llevar como un atuendo. ¡No tiene nada que ver con cabezas agachadas y miradas esquivas! Es el resultado de la reabsorción de la individualidad en el ser, en la quietud. Resulta del fin de toda agitación. En estar atento y alerta, hay humildad. Es receptividad, apertura a todo cuanto la vida trae. Allí donde no hay memoria psicológica ni acumulación de conocimiento, hay inocencia. Inocencia es humildad.
En situaciones íntimas o problemáticas, cada uno debe hablar con humildad de cómo se siente. Es simplemente una declaración de hechos, sin justificación ni interpretación alguna. No debemos buscar una conclusión. Si dejamos a la situación completamente libre de evaluación, juicio y apremio por llegar a una conclusión, aparecen muchas cosas que no pertenecen a nuestra memoria.
La humildad surge cuando no hay referencia alguna a un “yo”. Este vacío es el factor curativo en cualquier situación. Heidegger dice: “Permanece abierto a la apertura.” Permanece abierto a la no-conclusión. En esta apertura, la situación ofrece su propia solución, y abiertos la recibimos. A menudo, cuando la solución aparece, la mente entra y disputa con ella, la pone en duda.
P. ¿Qué es lo mejor que puedo hacer para aportar paz al mundo?
R. ¿De modo que estás buscando paz?, ¿Te gustaría ver tu entorno en paz?, ¿Estás tú en paz? Porque, antes de dar paz a tu entorno, debes estar en paz contigo mismo. En primer lugar, afronta tu falta de paz. Observa cómo estás constantemente en guerra contigo mismo, cómo eres violento y agresivo contigo mismo. En tanto que haya un ego, habrá guerra. En tanto que tú pienses que eres una entidad independiente, habrá guerra, y será inútil intentar poner fin al conflicto a nivel social. Si no estás en armonía contigo mismo, sigues siendo un cómplice para la sociedad.
Esta cuestión de la guerra y la paz es muy importante. Cuando llegas a la experiencia vital del ser global, entonces hay verdadera libertad y seguridad absoluta. En tanto no hayas integrado esta libertad, no podrás ayudar a traer libertad social o política. La libertad no puede nunca venir a través de un sistema.
P. Pero es necesario que nosotros influyamos en las instituciones. ¿Cómo podemos hacerlo?
R. No intentes influir. En el momento en que respiras, el mundo entero se ve afectado por tu inhalación y tu exhalación. Así, cuando tú vives en paz, irradias paz. Si alguien te pide ayuda, ayuda por supuesto, pero no te conviertas en un bienhechor profesional.
P. ¿No tiene uno una responsabilidad personal de cambiar las cosas que siente que están mal?
R. Cuando tú estás libre de la idea de ser alguien, el problema de la responsabilidad no juega ningún papel. Cuando ya no estás limitado por la personalidad, hay inteligencia, y actuar es adecuado de momento a momento.
Si tienes cualquier idea de ser alguien, un amigo, ayudador, persona política, profesor, madre, padre, etc., verás la situación solamente coloreada por esta imagen. Es una visión fraccionaria y, por ser sólo parcial, crea conflicto y reacción. Dado que la acción no ha aparecido y desaparecido en totalidad, habrá residuo. Antes de actuar, debe uno entender la situación. Para comprenderla plenamente, debes afrontar los hechos libre de ideas. Debe pertenecer a tu totalidad; de otro modo, estás atado a la rueda de la reacción donde sólo hay relación de concepto a concepto.
Cuando te conviertes en un bienhechor profesional, ya no eres espontáneo. Nunca puedes crear armonía. Es hermoso no ser en realidad nada, sin calificación alguna. Todo cuanto aparece, aparece en ti y tú actúas de acuerdo con la aparición empleando tu capital, bien sea intelectual, corporal, material, etc. Entonces, toda acción es equilibrada.
P. Dices que no hay que convertirse en un bienhechor profesional pero, ¿qué sucede si ése es mi trabajo? También, yo sé que tú viajas por todo el mundo haciendo el bien. ¡No podemos quedarnos sentados y dejar que la gente sufra! Nadie que se esté muriendo de hambre puede estar interesado en autoexplorarse. Hay que cuidar primero de la supervivencia biológica. Y esto requiere profesionales.
R. Yo no digo que debas ignorar al mundo, sino que primero tienes que saber afrontar los hechos apropiadamente, es decir, libre del limitado punto de vista individual. Nuestro entorno se aparece en nosotros de acuerdo con la postura que tomamos. Desde el punto de vista del cuerpo y los sentidos, el mundo aparece como percepción sensorial. Desde el punto de vista mental, el mundo aparece como mente. Desde la consciencia, el mundo es sólo consciencia. Cuando salgas de aquí, no intentes cambiar nada. Sé simplemente consciente de que tus ideas y tus acciones arrancan de la mente. En el momento que mires a tu alrededor desde tu consciencia, verás las cosas de un modo distinto y, al ver las cosas de un modo distinto, tu entendimiento y tus acciones serán también diferentes. No podrás nunca cambiar el mundo desde el punto de vista personal. Sólo puedes cambiar la sociedad desde lo impersonal, desde la consciencia. A menudo surge la pregunta: “¿Cómo puedo cambiar la sociedad? No estoy de acuerdo con tantas cosas…” Date cuenta de que no puede haber transformación a menos que la acción proceda de un punto de vista completamente distinto al de antes. En el reino personal, no dejas de ser un cómplice de la sociedad. La acción creativa únicamente puede venir cuando miras a tu alrededor desde el punto de vista de la consciencia. Entonces estás verdaderamente relacionado con la sociedad, con la situación, con el mundo. De otro modo, continúas relacionado tan sólo contigo mismo, con tus reacciones y tus resistencias. Has de ver que la sociedad comienza contigo.
Tú eres tu propio entorno más cercano, de modo que éste empieza contigo mismo. Cuando aprendas a mirar a tu más próximo entorno, automáticamente sabrás mirar al entorno más amplio. En este modo de mirar hay entendimiento, y el entendimiento trae consigo la actuación correcta. En el momento en que alcances el entendimiento vivo, no necesitarás preguntarme a mí ni a ningún otro qué has de hacer.
P. ¿No hay trabajo por hacer acaso para mejorar la comunicación y el dialogo entre los distintos países?
R. ¿Qué es la comunicación? ¿Ha disminuido la guerra a medida que la así llamada comunicación ha crecido? Aprende primero a comunicarte contigo mismo y con tu entorno más inmediato. Limpia tu propia habitación y prepárala para recibir a los invitados. Cuando hay orden y armonía en una sociedad, esto afecta al mundo entero. El convertirse en un bienhechor profesional es un escape de afrontar el propio campo de uno. No es más que un camuflaje. Pero desde luego, si llega la oportunidad de ayudar, nunca la rechaces.
P. Pero, sin duda, necesitamos objetivos en la vida, ¿no?
R. Donde hay un ego hay una finalidad. Y, cuando no hay sentido de “yo”, no hay finalidad. La vida no tiene finalidad. Sólo hay belleza en vivir en lo eterno. Si crees que eres el “yo” individual, estás aislado de lo que te rodea, y este aislamiento trae consigo sentimientos de inseguridad, miedo y ansiedad. Entonces buscas objetivos. Te preocupas y anticipas. La vida no necesita de una razón de ser. Esa es su belleza.
P. ¿Hay algún accidente en la vida?
R. No hay accidente alguno, porque todo lo que ocurre pertenece al todo. Desde el punto de vista personal, puede parecer accidental o casual, pero en el ojo divino de la infinidad sólo hay simultaneidad.
P. En la totalidad, no podemos hablar de destino o determinismo, ¿verdad?
R. No hay pasado, presente ni futuro. El futuro es un pasado proyectado y el presente es ya pasado en el momento en que piensas en él. Todo sucede en tu presencia, que es intemporal. El fatalismo es una actitud pasiva en la que uno se entrega a la situación, se identifica con ella. Pero tú no eres la situación, la película, sino la luz que ilumina y da vida a ésta. Lo que tú llamas un accidente, destino, etc., está en la película pero tú, la luz, no estás en ella.
P. ¿Que quieres decir con “en la película”? ¿No es esto determinismo de alguna manera?
R. El determinismo es lineal, pero no hay una creación concreta de la historia del mundo. El mundo se crea a cada momento a partir de todas las posibilidades. Todas las posibilidades están en ti… ¿por qué identificarse con una expresión concreta? Toda relatividad tiene significado tan sólo en tu totalidad.
Cuando sólo hay simultaneidad, entonces, todo sucede a cada momento. Pasado, presente y futuro se unen en la presencia. Sólo desde la consciencia, desde la globalidad, se puede ver la película en su totalidad. De otro modo, permaneces atado a las fracciones, a las distintas imágenes, y te metes en cada escena. El contenido de tu vida es más de lo que tú conoces. Cuando hay claridad y discernimiento, tu atención y tu energía ya no son vividas ni se dispersan en imágenes.
P. ¿Cual es el cimiento de una vida verdaderamente religiosa?
R. No está en cambiar tu estilo de vida o adoptar una nueva fórmula o filosofía, sino en descubrir los límites esenciales del pensar y el devenir. Cuando la mente se agota, llega a su calma inherente. En esta tranquilidad, la realidad se refleja y se experimenta con un pre-senti miento. El pre-sentimiento debe abrirse a la realidad viva, a lo que se ha pre-sentido. Podríamos llamar a esto una involución a la fuente del pre-sentimiento. La realización del pre-sentimiento no puede ser una idea basada en lo que otros han dicho; debes, más bien, ser arrebatado por la realidad, totalmente absorbido por ella en la experiencia directa. Este no sólo es el cimiento de una vida religiosa, sino el cimiento para una sociedad completamente nueva, una humanidad en la belleza y en el amor.