Artículos - Ananda Wood
Ciencia y Realidad
Por Ananda WoodP.: ¿Qué es el todo? Cuando consideramos una mesa, por ejemplo, nos encontramos con que es imposible pensar en la mesa sin la concepción que contiene las partes de la mesa.
R.: Sí, este problema de la gallina y el huevo es inherente a la construcción del pensamiento. Para poder tratar con esta parcialidad inherente, la mente está obligada a analizar y sintetizar. Cada pensamiento de la mente tiene que ser analizado para poder compensar los detalles que ha dejado afuera. Y también tienen que ser sintetizados con otros pensamientos que la mente no ha incluido. En cualquiera de los casos, hay una regresión infinita sin ninguna conclusión posible, micro y macro-cósmicamente. Ninguna descripción que la mente pueda concebir puede ser lo suficientemente precisa en sus detalles más finos, ni lo suficientemente amplia en su expansión total, para dar una verdadera explicación de la realidad descrita.
Entonces, cuando la mente concibe la mesa, ¿cómo podemos saber qué es lo que está siendo descrito? ¿Qué realidad nos muestra las tantas porciones de percepción que la mente recibe acerca de la mesa y las tantas descripciones que se construyen de esas porciones?
Cada porción de percepción nos dice algo acerca de la mesa, así como cada descripción construida. Cada una es una parte de la realidad de la mesa. Cada una muestra y esconde parcialmente lo que la mesa realmente es. Ya sea si vemos la pata de la mesa, la parte superior, algunos granos de la madera vistos a través de un microscopio, o si la mesa es percibida desde un lado u otro, desde arriba o abajo o en relación a las sillas y a la habitación en la que se encuentra; o si la mesa es concebida y descrita sensorialmente, mecánicamente, matemáticamente, intuitivamente o juiciosamente. La mesa en sí misma es conocida a través de estas percepciones y descripciones.
¿Qué es la mesa en sí misma? Es exactamente la realidad que se conoce realmente, a través de las diferentes apariencias que son producidas al percibirla y describirla de diferentes maneras. A eso se refiere la palabra "real". Lo que es real es lo que se conoce en común, a través de diferentes percepciones de nuestros sentidos y de diferentes concepciones y percepciones de nuestras mentes. Lo que es real se mantiene igual, mientras que las diferentes apariencias de ello son formadas por los instrumentos cambiantes del cuerpo, de los sentidos, y de la mente.
Queda claro de este análisis, que la realidad no puede ser conocida a través de ninguna suma total o análisis de partes físicas o mentales. Cada parte es una apariencia formada por el cuerpo o por la mente, y cualquier suma total o análisis no hace más que crear otra apariencia. La única manera de conocer lo real es a través de un cuestionamiento reflexivo, que debe retirarse de las apariencias cambiantes hacia lo que cada una muestra. Tiene que haber un cuestionamiento que deje el cambio atrás, para así encontrar una realidad inalterable.
La palabra "real" contiene entonces una cuestión esencial. La palabra inherentemente implica una indagación reflexiva: de las diferentes y cambiantes apariencias del cuerpo y de la mente, a lo que muestran en común y permanece inalterable.
Por lo tanto, encuentro muy confuso que la filosofía de la universidad moderna use la palabra "realismo" para describir una postura que atribuye realidad a los objetos materiales. ¿Por qué no llamar tal postura "materialista"? Eso es lo que es, lisa y llanamente. Llamarla realista es seguir la corriente a la habitual suposición de que los objetos materiales son reales, según lo perciben nuestros sentidos e instrumentos materiales. Y esto evita la cuestión de lo que la palabra "real" verdaderamente representa.
Esta curiosa evasión de la cuestión es incluso más extraña por el hecho de que la física moderna ha avanzado enormemente por un cuestionamiento bastante profundo, acerca de esta misma cuestión, realizado por Albert Einstein. Él resaltó que nuestras observaciones y mediciones materiales del espacio, el tiempo, la velocidad, la energía y la masa son inherentemente relativas al observador. Son inherentemente diferentes para distintos observadores, y por tanto son sólo apariencias relativas de algo más profundamente real que la física debe investigar.
Las teorías de la relatividad de Einstein surgieron de preguntarse qué es invariable, y por lo tanto real, debajo de nuestras variables mediciones y observaciones de cosas aparentemente materiales. Tenía mucho de realista, pero nada de materialista. Hablaba de la "desmaterialización de la física", que sus teorías llevaron adelante hasta un nivel extraordinario. En la teoría general de la relatividad, tanto la materia como la fuerza son tratadas como supuestas apariencias de un continuo espacio-tiempo invariable, en el cual los eventos se relacionan sobre la base de una geometría de cuatro dimensiones.
El material anterior acerca de la mecánica de la materia y la fuerza es así reemplazado por una geometría del espacio-tiempo que interconecta los eventos observados. La geometría es complicada por una curvatura de cuatro dimensiones que produce las apariencias de la materia y la fuerza. Diferentes observadores viajan de manera diferente en el espacio y el tiempo, ven el mismo continuo que es común a todos ellos. Lo que parecían ser objetos materiales que interactúan con fuerzas son apariencias relativas que difieren de observador a observador. Las diferencias y los cambios de apariencia material son sólo el resultado de puntos de vista cambiantes y distintos. Cada apariencia muestra el mismo continuo invariable, que permanece igual, debajo de las diferencias de nuestras observaciones materiales. Hasta este punto, resulta que un continuo puramente geométrico es más real que nuestra percepción material de él.
Pero hay dos problemas con la teoría general de la relatividad. Uno es una cuestión de la ciencia física: que esta teoría sólo es exitosa para explicar la fuerza de la gravedad. La gravedad es una fuerza macroscópica cuyos efectos predominan en escalas de gran tamaño. Entonces, al explicar esta fuerza, la relatividad general es usada para nuestra descripción a gran escala del universo. Pero hay otras fuerzas (como el electromagnetismo) que predominan en escalas de menor tamaño. Éstas son actualmente explicadas por la teoría cuántica, que provee a los físicos modernos de una descripción de las moléculas, los átomos y las partículas subatómicas.
Y la teoría cuántica es una rara mezcla de lo material y lo inmaterial. Específicamente, intenta usar instrumentos materiales (con especificaciones materiales burdas) para medir cuantos y campos cuánticos, que son mucho más sutilmente descritos por un análisis geométrico más sutil del campo condicionado en el espacio y el tiempo. A partir de este desajuste, de usar burdos instrumentos de medición para medir lo que es mucho más sutil, se generan muchas paradojas y confusiones. Y los físicos modernos aún no son capaces de conciliar la visión macroscópica de la relatividad general con las visiones microscópicas de la física cuántica.
Hay un problema fundamental aquí. La teoría de la relatividad de Einstein tiene un enfoque esencialmente realista, que apunta a la continuidad y certeza. La teoría cuántica tiene un enfoque esencialmente pragmático, basado en principios de discontinuidad e incertidumbre que son concebidos para comprometer siempre lo que pueda ser conocido. De muchas maneras, la discusión entre Einstein y los físicos cuánticos (como Niels Bohr) es algo similar a la discusión entre el Advaita Vedanta y las escuelas budistas de pensamiento. La posición de Einstein, como el Advaita, es una negativa a detenerse ante nada que no sea un realismo total. Los físicos cuánticos, como muchas escuelas budistas, son partidarios del abandono de esa negativa.
El segundo problema con la teoría de la relatividad de Einstein es filosófico. El continuo espacio-tiempo (como el antiguo concepto "akasha" o "éter") todavía tiene un vestigio material en él. Es concebido como dividido en localidades o vecindarios, que son partes o porciones del continuo. Así que, todavía es una forma de materia, aunque es más sutil. El concepto tal vez puede hacerse más sofisticado al concebir una correspondencia inherente entre todo el macrocosmo y cada microcosmo individual; o en otras palabras, entre el continuo entero y cada uno de sus vecindarios. Algunos físicos, como David Bohm, y algunos teóricos del caos, ya han comenzado a pensar en estos términos. A través de esta correspondencia, la realidad de cada objeto particular (como una mesa) se mostraría igual a la realidad del mundo entero.
Pero, al final, todas las teorías del mundo son materiales. Esto, por supuesto, incluiría la teoría Maya de Sri Shankara. Siempre que un mundo es descrito o explicado, la descripción o explicación es una construcción hecha de elementos diferenciados. Cualquier construcción como ésta introduce un tipo de materia que está dividida en pedazos y porciones, no importa lo sutiles que sean.
De esta manera, volvemos a la necesidad de un cuestionamiento regresivo, con el que la mente se debilita y duda tanto de sus propias construcciones que se sale de ellas, para disolverse en una realidad no construida. Pero, ¿puede tal verdad ser encontrada alguna vez?, ¿no es la verdad más que un atributo de afirmaciones construidas?, ¿puede la verdad tener una realidad completamente independiente de la mente construida y constructiva? Tales preguntas deben quedar abiertas a la indagación, mientras quede algún vestigio de pensamiento concebido.