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Advaita
Por RáphaelRáphael: El Advaita es una vía bastante especial, diríamos un sendero contracorriente; mediante la comprensión de lo que no es realidad, se llega a la aceptación de lo que es Absoluto. Con el rechazo de la dualidad sujeto-objeto, base del proceso del pensamiento, se llega a trascender el pensamiento, la mente misma y toda la trama especulativa, incluyendo la metafísica. Esta vía nos conduce a la verdadera plenitud, a la Felicidad-Beatitud sin objeto, al sat-chit-ananda (Existencia pura, Inteligencia-Conciencia pura, Beatitud-Felicidad pura).
El mundo de los nombres y de las formas es una producción de la Mente cósmica y la avidya emerge cuando consideramos este mundo como separado del soñador cósmico, como una Realidad en sí, un absoluto. Con la espada del discernimiento, el discípulo jñani separa el fenómeno del noúmeno, el producto del productor, el devenir del Ser.
Es un proceso hacia atrás porque es necesario retirarse gradualmente al Centro del Ser, sin esfuerzo, sin oponer resistencia alguna, sin forzar la psique o promover una actividad volitiva, sino simplemente con la observación, el discernimiento intuitivo y la meditación sin objeto.
Cada deseo humano tiende hacia la felicidad, pero este "impulso de búsqueda" de lo que produce Plenitud es dirigido equivocadamente hacia fuera, hacia lo que la percepción sensorial define como mutación; ésta es la causa del conflicto y del consecuente sufrimiento. Lo que es mutable nunca puede producir algo estable, duradero, constante.
El deseo no es sino el reflejo de una felicidad olvidada, de un paraíso perdido. Cuando seamos capaces de dirigir nuestras energías hacia el Centro Inmutable del Ser, podremos recobrar lo que hemos perdido.
Cuando reconozcamos que la mente extrovertida no produce otra cosa que separatismo y conflicto, la reconduciremos al estado de quietud o de silencio lleno de Vida.
Interlocutor: Este modo filosófico de considerar el Universo, ¿acaso se relaciona con el idealismo absoluto de muchos filósofos occidentales?
R: Detrás del pensamiento está la mente, detrás de ésta está el que piensa, detrás del pensador está Brahman Incausado e Indeterminado, sustrato de la Totalidad. Como puede ver, no se trata de un idealismo absoluto, puesto que la Realidad última no coincide con el estado de pensamiento o de la mente misma.
I: Pero lo manifiesto se hace subjetivo.
R: El sujeto-obejto no es sino una modificación mental y una preordenada conceptualización, originadas ambas por una división del ser. Cuando usted sueña, tiene una condición subjetiva, sin embargo, en el sueño mismo percibe objetos que aparentemente están fuera del cuadro mental subjetivo hasta el punto de que el sujeto resulta influenciado por ellos. Sin embargo, lo subjetivo y lo objetivo del sueño no son sino productos del pensamiento: son la mente misma.
Tenga presente que donde existe un objeto, también debe existir un sujeto. Esta dualidad nace de modo simultáneo.
I: ¿El mundo inteligible existe en función de mi particular percepción o ideación subjetiva?
R: No propiamente: esta concepción es del solipsismo (idealismo subjetivo). Nosotros podemos anular nuestra ideación particular, pero no la de Brahma o de Ishvara. Nuestro sueño, para entendernos mejor, se realiza en una ideación-sueño más grande. Así, para nosotros, el mundo que nos rodea será real, diríamos objetivo, mientras no entremos en la conciencia de Brahma. Lo que antes acaecía a nivel de la ideación individual, a partir de ese momento sucede a nivel cósmico. Como puede ver, el mundo empírico es real e irreal al mismo tiempo, subjetivo y objetivo; depende de la posición de conciencia en la que queramos situarnos y del particular nivel existencial.
Cuando hayamos logrado captar todo esto, habremos situado en su justo lugar la problemática de la "percepción" como posibilidad de conocer, así como la problemática, aún más significativa, que considera el objeto externo como independiente del sujeto perceptor.
I: ¿Pero dónde se sitúa el Despierto en este cuadro de vida cambiante?
R: Depende de la altura a la que hayamos llegado. Los dualistas se detienen en la Unión con Brahma, esto es, con el Dios manifiesto, el Jiva cósmico. El Advaita Vedanta, con la Realización del Uno-sin-segundo, supera todas las posibles dualidades hasta trascender la Unidad misma, causa de toda manifestación.
I: Empiezo a comprender que el Vedanta no es una teoría de la Ilusión como se me había dicho.
R: Hay mucha incomprensión sobre este punto. El darshana Vedanta es una metafísica realizadora (una metafísica simplemente especulativa permanece siempre en el ámbito de la filosofía teorética y dialéctica) y constituye ―sobre todo la advaita― la realización más elevada que se conozca. Diríamos que es única por su visión. Por otro lado, los orientales dan a la palabra ilusión un significado diferente del nuestro y es necesario tenerlo en cuenta.
El mismo sueño nocturno, como hemos visto, no puede ser considerado una ilusión propiamente. Nuestras diversas impresiones, reacciones, deliberaciones, no son ilusorias. Por otra parte, cuando un suceso o dato logra modificar nuestra preexistente condición de conciencia, no puede llamarse ilusión. Una ilusión propiamente dicha no produce nada. Aquella serpiente de la cual hemos hablado y que modifica nuestra conciencia, para subsistir, debe obviamente tener un punto de partida o una base real. No puede nacer de la nada y su base es precisamente la cuerda. La ilusión-error está en el cambio de un objeto por otro: ésta es, en el fondo, la condición de la maya. Esto hace posible que una cosa aparezca distinta de lo que es. La maya tiene dos aspectos: uno proyectivo (imagen de la serpiente) y el otro velante (porque aquella imagen a su vez esconde el objeto real, la cuerda). Entonces, la maya no es ilusión en la acepción que el Occidente da a esta palabra.
I: ¿Tal vez es por esto que se tiene muy en cuenta la discriminación intuitiva?
R: Hemos dicho en otro momento que el hombre se fundamenta, no en la realidad en sí (cuerda), sino en la imagen de aquella realidad (serpiente) que su mente proyecta. De allí nace la necesidad de modificar continuamente su interpretación del mundo. Podemos verificarlo en los conceptos de Dios y de materia. Tales conceptos, con el tiempo, han sufrido diversas interpretaciones o modificaciones conceptuales.
I: ¿Tiene la maya un trasfondo de realidad?
R: Si fuera real no podríamos eliminarla. Le doy un ejemplo: cuando, en vez de la serpiente, reconocemos la cuerda como Realidad última, ¿dónde ha ido a parar la maya? Trate de comprender este misterio con la intuición.
Quisiera recalcar que estamos hablando de hechos, sucesos, eventos, que están delante de nosotros; podríamos dejar la terminología y la misma visión vedanta, pero el problema no estaría solucionado. Aquellas percepciones e interpretaciones equivocadas de datos se encuentran en nosotros, constituyen un hecho y tenemos que obrar en consecuencia. No estamos exponiendo dogmas, esquemas filosóficos cerrados o convicciones que se deben aceptar o rechazar en bloque. Tampoco, en fin, es cuestión de hacer propaganda de un sistema o de otro: estamos examinando una experiencia humana, una modalidad de pensamiento, un comportamiento psicológico que lamentablemente produce errores y conflictos.