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Colaboraciones - Emma Vázquez

Atravesando tu propio desierto

Por Emma Vázquez 9 de febrero de 2020
Amor

En el desierto no hay ruido porque la arena lo absorbe. Se lo come. De ahí que el Silencio se haga tan Presente y, con él, la claridad de tus pensamientos. Porque cuanto menos ruido externo hay, más interno escuchas. Por eso, a la mayoría no les gusta estar con ellos mismos. Por eso, la mayoría siempre está rodeada de gente.

Amo el desierto. He estado en dos ocasiones y es espectacular. Me toca cada entraña, cada seso, cada poro, cada latido. Es profundamente intenso. Te lleva a otro "lugar" sin salir de donde estás. Y es muy fácil perderse en él porque el viento hace que las dunas cambien de forma y puedes desorientarte. Pero es tan mágico. Tan Hogar…

En él puedes Verte con total desnudez. Todas tus ideas, tus creencias, tus trampas, tus engaños… se te muestran con una contundencia y una claridad increíble. Tu Sombra te coge de la mano y atraviesa contigo ese Desierto donde tú te conviertes en tu propio espejo.

Es tan inmenso como su Cielo. Repleto de millones de estrellas que te iluminan por la noche. Recuerdo una de Luna Llena preciosa. Dormí fuera, sobre un colchón. No podía perdérmela. Acostada, me dedicaba a admirar lo infinito y misterioso que es el Universo. Como la Vida misma. Como nosotros mismos.

Estamos tan solos como acompañados. Experimentamos ambas sensaciones. Por una parte, la soledad de sentir cada una de las emociones de nos invaden. Y, por otra, la conexión que al sentirlas podemos establecer con los otros, ya que todos sentimos de igual manera. Nadie se libra de la tristeza, de la impotencia, de la frustración, del miedo, de la inseguridad, del vacío ni de la soledad. Cuando yo estoy sintiendo melancolía, hay millones de personas que en algún otro lugar la están sintiendo también. Y sólo tengo que cerrar los ojos para sentir que no soy la única y que, en ese momento de absoluta soledad, no estoy sola, aunque lo esté.

Nuestros cuerpos, nuestras creencias, nuestras ideas, nuestras etiquetas nos separan, pero la Realidad es que TODOS somos la misma "cosa". La misma Energía. La misma Vida. Nuestros ojos no pueden verlo, pero nuestra Consciencia lo sabe. Y el Silencio, también.

Por muchas olas que (con)tenga el Mar, jamás estarán separadas de él porque SON él, aunque hayan creído ser otra identidad. Aunque se manifiesten con otra forma, da igual. Siempre fueron, son y serán UNIDAD. Igual que nosotros. Igual que TODO.

Cuando atraviesas tu propio Desierto, te das cuenta de la cantidad de atención que ponemos a nuestras diferencias. De la cantidad de energía que gastamos en quejarnos, en criticar, en ‘lo negativo’, en dramatizar. Que nada tiene que ver con experimentar momentos dolorosos y sufrientes. También forman parte de ese Todo. Un TODO que los incluye, no excluye. Un TODO que tiene espacio para todo lo que suceda en él. Un TODO incondicional que abraza, que comprende, que Ama.

Tanto la Luz como la Oscuridad SON esa Unidad. Ese Absoluto que queremos relativizar dividiéndolo en miles de partes, sin ser conscientes del dolor interno que eso supone.

No es cuestión de rechazar ni de eliminar ni de evitar ni de ocultar ni de maquillar ni de esconder. Lo que es, ES y no puede dejar de Ser mientras está siendo. Y cuando ES, cuando sientes lo que sientes o piensas lo que piensas o te sucede lo que te sucede, lo más "sano" que puedes realizar es AMAR(te). Ésa es la técnica para no darle cuerda al sufrimiento. Sufrimiento que, por otra parte, también ES parte… de esa no-dualidad. De esa Vida Absoluta y Eterna. Sufrimiento que muchos condenan, provocando así más de aquello por lo que luchan que haya menos.

¿Y qué supone AMAR? Pues aceptar, asumir, comprender, empatizar, abrazar, incluir, sostener, respetar. Supone ser Compasión, ser Amabilidad, ser Ternura. Sobre todo, cuando no lo estás siendo.

No tiene nada que ver con esforzarse. O con expulsar al exilio a lo que hemos etiquetado como oscuridad. Tiene que ver con RENDIRSE ante lo que ES. Ante lo que estás siendo en ese Instante. Ya sea rabia, ira, envidia, asco, pena, alegría o miedo.

Cuando ya estás sintiendo esas emociones, rechazarlas te hace sufrir. Porque quien las está sintiendo eres tú. Tu corazón. Y ese Corazón vulnerable necesita mucho cariño, mucho amor, no mucha condena ni mucho castigo.

Y después, puedes reflexionar sobre qué hay detrás de todas esas emociones. Qué creencias las amparan. Y hacerlas conscientes, simplemente. Pero lo PRIMERO, lo IMPORTANTE, es ese trato de amor hacia uno mismo. El resto, es muy secundario.

La Travesía del Desierto te da la oportunidad de enseñarte a Amar de esta manera. Porque estás sola con tu "mierda" para que sólo tú te OCUPES de ella. Para que sueltes todas tus metas, tus perfecciones, tus objetivos y te Veas tal y como eres. Y, así, desnuda, puedas apreciar y Comprender la Belleza que hay en ti. Que ES en ti. Que ERES. Y te Ames como sólo tú puedes amarte, aunque tu mente te acribille con mil y un "deberías". Con mil y un pensamientos sobre lo que "tendrías que" ser o no ser. Ésa es la cuestión…

Y de esta manera salir de casa ya "besada". Ya querida. Ya amada. Por ti. Para que quien venga no tenga esa responsabilidad tan enorme que no le corresponde. Para que en lugar de "depender de", COMPARTAS CON. Para que seas capaz de decir NO a quien te reste y SÍ a quien te sume. Para que SEPAS que contigo soy feliz, pero sin ti también. Para que no te arrastres por nadie ni dejes tu dignidad abandonada en el suelo. Para que no "recojas" lo que jamás debería entregarse ni darse. Para que te mires al espejo y te sonrías, aunque no seas como los demás esperan.

Creemos que tenemos que cambiar para ser mejores, cuando lo único que tenemos que hacer es SER. Para lo cual no hay que hacer ni dejar de hacer nada porque ya estamos Siendo lo que Somos en cada momento. En cada Instante. En cada Ahora.

Es el personaje, el "yo", el que te dice qué y cómo tienes que ser. Un "alguien", un "quien" con una verdad muy relativa.

Y una mentira muy Absoluta.