Artículos - J. Krishnamurti
La vida es lo que está sucediendo ahora
Por J. KrishnamurtiEl arte más grande es el arte de vivir, más grande que todas las cosas que los seres humanos han creado con la mano o con la mente, más grande que todas las Escrituras con sus respectivos dioses, y tan sólo a través de este arte de vivir puede establecerse una nueva cultura, pero ese arte de vivir únicamente puede surgir cuando hay libertad total.
Esa libertad no es un ideal, no es algo que suceda ocasionalmente; en la libertad, el primer paso es el último, lo que cuenta es ese primer paso no el último, lo que haga ahora es mucho más importante que cualquier cosa que haga en alguna fecha futura. La vida es lo que está sucediendo en este instante, no en algún momento imaginario ni en algo que el pensamiento ha concebido, por eso el primer paso que dé ahora es lo importante, porque si el primer paso está dado en la buena dirección se abre ante uno la totalidad de la vida. La buena dirección no es en pos de un ideal o hacia un fin predeterminado, esa buena dirección es inseparable de lo que está sucediendo en ese instante; no se trata de una filosofía con una serie de teorías, es exactamente lo que la palabra "filosofía" significa, el amor a la verdad, el amor a la vida, no algo que uno aprende en la universidad, sino que aprendemos el arte de vivir en nuestra vida cotidiana.
Como la vida es tan compleja, siempre resulta difícil y confuso elegir un solo aspecto y decir que es el más importante, porque el mismo elegir, el diferenciar categorías, conduce a más confusión: si uno dice que algo es lo más importante, entonces relega a un segundo plano todas las demás facetas de la vida. O tomamos todo el movimiento de la vida como uno solo, lo cual resulta muy difícil para la mayoría de las personas, o bien tomamos un aspecto fundamental en el cual estén incluidos todos los demás. Vamos a investigarlo despacio y con cuidado.
Estamos explorando juntos una faceta de la vida, y si la comprendemos, podremos abarcar todo el campo de la vida. Para investigar debemos estar libres de nuestros prejuicios, de nuestras experiencias personales y conclusiones predeterminadas, como los buenos científicos debemos poseer una mente que no esté ensombrecida por conocimientos previamente acumulados, debemos abordarlo como si fuera la primera vez y sin reaccionar ante lo que estamos observando, lo cual es absolutamente necesario, de lo contrario, la investigación estará coloreada con nuestros temores, esperanzas y placeres; la misma urgencia y la intensidad de investigar liberan a la mente de esa coloración.
Una de las cosas más importantes es el arte de vivir, por tanto, ¿existe una forma de vivir la vida diaria que sea por completo diferente de lo que normalmente es ahora? ¿Existe una forma de vivir sin control, sin ningún conflicto, conformidad o disciplina? Tan sólo puedo descubrirlo cuando toda la mente afronta lo que está sucediendo exactamente ahora, eso quiere decir que sólo puedo descubrir qué significa vivir sin conflicto si observo lo que está sucediendo "ahora".
Esta observación no es una cuestión intelectual o emocional, sino la percepción intensa, aguda y clara, en la cual no hay dualidad, no hay resistencia ni contradicción en relación con lo que está sucediendo. La dualidad tan sólo surge cuando nos evadimos de "lo que es", y esa evasión crea el opuesto, por tanto, aparece el conflicto, pero lo único que existe es la realidad y nada más.
Las asociaciones y las reacciones como consecuencia de lo que sucede son el condicionamiento de la mente, y este condicionamiento impide observar lo que ahora está sucediendo porque el tiempo no está implicado en ese suceso de ahora. El tiempo es la evolución de nuestro condicionamiento, es la herencia de la humanidad, una carga que no tiene principio, pero cuando observamos lo que está sucediendo de forma apasionada, eso que observamos se disuelve en la nada; si observamos el enojo en el momento en que surge, nos mostrará toda la estructura, toda la naturaleza de la violencia, y esa percepción instantánea elimina por completo la violencia.
Detrás del enojo hay mucho trasfondo, no es un simple suceso aislado, tiene muchas asociaciones, y estas asociaciones con sus emociones impiden observar directamente. El contenido del enojo es el mismo enojo, el enojo es su contenido, no son dos cosas separadas, el contenido es el condicionamiento, y cuando existe una observación apasionada de lo que en realidad está sucediendo, o sea, de las actividades del condicionamiento, la naturaleza y la estructura del condicionamiento se disuelven.
De hecho es muy simple, tan simple que uno pierde su simplicidad y, en consecuencia, su sutileza. Estamos diciendo que cualquier cosa que suceda mientras estemos paseando, hablando, meditando o lo que sea, debemos observarla y, aunque la mente divaga, el mismo observar termina con el parloteo, de manera que no hay distracción en ningún momento.
En ese arte de vivir los recuerdos no tienen cabida, la relación es el arte de vivir, y si hay recuerdos en la relación eso no es relación. La relación es entre seres humanos y no entre el contenido de sus recuerdos, porque los recuerdos son los que dividen y, por consiguiente, hay disputas, conflicto entre "usted" y "yo", por eso el pensamiento, que en sí mismo es recuerdos, no tiene ningún lugar en la relación, este es el arte de vivir.
El arte de vivir sólo es posible cuando el pensamiento no contamina el amor.