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Artículos - Tony Parsons

Tú eres la presencia en la que esto se manifiesta

Por Tony Parsons Berlín, enero 2002
Tony Parsons

Lo único que hay es la fuente manifestándose...

Un proyector de cine emite luz, una luz constante. Y la película, que es la vida ―la película de Tony Parsons o la de quien sea― va pasando por el proyector. Al hacerlo va mostrando la historia y los personajes que contiene, pero al final se acaba y desaparece, y ya no hay película, ya no hay historia, solo queda la luz del proyector.

Tú eres la luz, la luz eterna. La luz es la nada de la que todo emerge. Y una de las cosas que emergen es ese personaje que está ahí sentado. Eres la presencia, el absoluto, la nada, la luz que permite que ese individuo esté ahí.

¿La luz sabe lo que está sucediendo?
Sí, la luz es el conocimiento.

¿Es la que crea la historia?
No hay creación ni historia, solo hay la apariencia, la manifestación. Verás, es difícil de comprender porque en un sentido la historia emana de la luz, pero la luz es atemporal, totalmente impersonal y estática. Así que no hay nada en la luz que construya la historia. La historia simplemente se manifiesta. Pero no es algo que se pueda comprender... Es el misterio divino.

Y lo que es más difícil aún de comprender es que no hay ningún propósito ni objetivo, solo hay esto. Nunca hubo un principio y nunca habrá un final. Nunca hubo un momento en el que, digamos, la fuente descansó y dejó de conocerse a sí misma y entonces quiso volver a conocerse y creó esto. Eso nunca sucedió, nunca sucede nada. Lo único que hay es el eterno esto.

Aparentemente hay una historia ―aquí está Tony Parsons y ahí está el mundo― pero solo es una imagen. La mente lo descompone todo en una serie de imágenes a las que llama historia. Pero, en realidad, siempre es solo una imagen. Es luz... Es unidad.

Esto está más allá de la comprensión. Es un misterio, la mente nunca podrá interpretarlo. Solo puedo confirmar (y ya lo confirmareis también vosotros mismos cuando haya desaparecido el buscador) que la luz se conoce a sí misma. Hay un conocimiento. Sabe que es el todo y la nada.

No hay una cosa que esté descansando y que de pronto cree otra cosa. En la eterna manifestación están el descanso, la quietud y el movimiento, la plenitud y el vacío, todo. Y hasta que eso sea visto siempre existirá una sutil separación, «Yo contemplo la manifestación de la consciencia».

Las palabras no consiguen expresarlo. Se usan muchas palabras para denominar la fuente, luz, presencia, absoluto, la nada que lo es todo, el vacío, la consciencia, la unidad, el amado... yo la llamo el amado a menudo. Todas esas palabras son sinónimos de la unidad.

A veces digo que sois la fuente pero, hablando con precisión, no es cierto. Solo existe la fuente. Ahí no hay nadie que sea la fuente, solo hay la fuente, solo hay presencia. Solo hay consciencia (es otra palabra que se puede utilizar para la fuente)... Esto son solo palabras. No pueden expresar lo que sois. Es imposible.

De la fuente emana el amor incondicional. La naturaleza de la fuente es la quietud; todas las cosas que hay en este mundo, en la manifestación, tienen la naturaleza del amor incondicional, de la quietud y de la impersonalidad.

Una vez más, esto son solo palabras, no hay manera de que puedan expresar lo-que-es. Así que tendréis que disculparme por las palabras. Por otro lado, también tendría que utilizar la palabra «aparente» delante de todas las cosas de las que hablo, el aparente tú, la aparente pared, etc. Todo es solo aparente. Solo es una metáfora, una parábola, una sugestión, un reflejo de otra posibilidad.

El despertar aporta una percepción completamente diferente. No eres tú quien tiene la percepción, la tiene nadie. El despertar es la percepción de que no hay nadie. Y cuando no hay nadie, todo eso que hemos estado comentando es visto por nadie, incluidos los personajes de Bill o Mary; simplemente aparecen en la manifestación.

 

Aquí, en realidad, estamos hablando de algo muy sencillo. Es lo-que-es en esta habitación en este momento. Eso es lo que eres. Es lo único que hay. Tú eres la presencia en la que esto se manifiesta. Y hay algo que lo está observando, algo que sabe que estás ahí sentado, algo que sabe que ese cuerpo-mente está ahí sentado.

Si cierras los ojos puede sentir que en tu interior hay una energía que podrías expresar con las palabras «yo existo». No lo nombres, no pienses «Ah, es una energía que corre por mi interior». Simplemente hay una energía «yo existo». Cambia el nombre por «presencia» y es lo que tú eres, quietud, la energía de la presencia... Es completamente impersonal y estático, y contempla lo que se manifiesta. Es absolutamente natural e inmediato, ha caminado a tu lado durante toda tu vida y te ha visto haciendo esto y aquello, buscando esto y buscando aquello... Y el centro de esa mirada es la presencia, lo-que-es.