Artículos - Dr. Javad Nurbakhsh
El significado del principio de la Unidad del Ser
desde la perspectiva del amor y del intelecto
Dr. Javad Nurbakhsh Revista Sufí / Original PDFExisten dos formas totalmente diferentes de acercarse al principio de la Unidad del Ser (wahdat-e woŷud), una es un acercamiento intelectual y la otra un acercamiento basado en el amor. Aún cuando esta conferencia es fundamentalmente una aproximación intelectual a los diferentes aspectos del sufismo, debo decir que para mí el sufismo siempre fue y es principalmente una escuela práctica de realización.
El sufismo es esencialmente la escuela de la Unidad del Ser, la cual puede ser resumida en este principio: «No hay sino un único Ser, y todo cuanto existe son Sus manifestaciones y Sus reflejos».
Sólo existe un Ser y no hay nada más que Él.
Hatef Esfahani
Él es Uno y no hay otro Dios más que Él.
La primera cuestión que debemos formular con respecto al principio de la Unidad del Ser es si el intelecto del ser humano es capaz de percibir este principio y de comprehender su realidad. En otras palabras, ¿es posible una concepción intelectual de la Unidad del Ser?
La aproximación del hombre moderno para percibir y comprehender el mundo y todo lo relacionado con él es científica, y sus únicos medios son su intelecto y sus sentidos.
El intelecto del ser humano sólo puede comprehender un mundo basado en sus percepciones sensoriales. El mundo se vuelve inteligible al hombre cuando sus percepciones sensoriales son categorizadas y diferenciadas por sus facultades intelectuales.
Para lograr esta comprehensión, el hombre de hoy anota continuamente las propiedades opuestas o similares de los diferentes grupos de elementos y los clasifica según las categorías resultantes. Por ejemplo, diferencia el agua del fuego mediante la identificación de sus propiedades opuestas, o bien clasifica en una misma categoría cosas aparentemente diferentes como el mar, el río y la gota de lluvia identificando el elemento común en todas ellas: el agua. Este sistema de categorización y diferenciación se utiliza también para comprender conceptos más abstractos, como la belleza, la justicia, la democracia, la verdad, etc. Por ejemplo, el ser humano distingue los conceptos de justicia y belleza mediante la distinción de las cualidades de las cosas que considera bellas y mediante lo que considera justo.
Esta es la única vía que conoce el intelecto para comprender algo y así es como el hombre moderno hace el mundo comprensible. Este método es analítico y especulativo, muy diferente de la vía iluminativa y holística de los sufíes.
El principio de la Unidad del Ser implica que todo cuanto perciben los sentidos del hombre o comprende su intelecto, sean cosas con un ser externo o sean conceptos inteligibles, en realidad es la manifestación de un único Ser. Sin embargo, ¿cómo puede el intelecto llegar a concebir tal principio?, ¿cómo se puede pensar que ustedes y yo, que ésta habitación con todo lo que se encuentra en ella y, en definitiva, todo cuanto uno puede percibir o imaginar, es la manifestación de un único Ser?
El intelecto del ser humano es incapaz de percibir esta Unidad en el mundo. ¿Por qué? Porque, tal como he mencionado antes, el intelecto del hombre percibe las cosas como uno sólo cuando sus cualidades perceptibles son comunes. Por ejemplo, el intelecto puede testificar la unicidad del agua en sus diferentes formas ―río, mar, gota de lluvia, etc.― mediante su análisis y discernir la sustancia química, H2O, común a todas ellas.
Sin embargo, cuando nos encontramos con el principio de la Unidad del Ser, el intelecto no es capaz de percibir esta Unidad, ya que no hay ningún elemento o propiedad perceptible que sea único y común a todas las cosas existentes en el universo por el cual el intelecto pueda descubrir este principio. Es por ello que creo que una aproximación puramente intelectual al principio de la Unidad del Ser, no sólo no nos lleva a comprenderlo, sino que puede llevar a la persona al camino del escepticismo y, finalmente, al rechazo del mismo.
Aun cuando una mirada analítica e intelectual sobre los textos de los sufíes relativos al sufismo puede tener un valor histórico y antropológico, ni puede ni debe ser la aproximación última de la persona a esta escuela. Para entender el sufismo en su totalidad, uno debe entrar en la Senda sufí y «ser» un sufí. Con el simple hecho de centrarse en lo que los sufíes han dicho, o los escolásticos han escrito sobre el sufismo, jamás ha llegado nadie a comprehender el principio de la Unidad del Ser ni se «ha hecho» sufí. Cuando Shah Nematollah dice:
La ola, el océano y la espuma,
los tres son uno y lo mismo.
No hay sino un único Ser,
desde lo ínfimo hasta lo inmenso.
no está describiendo un descubrimiento intelectual sobre el principio de la Unidad del Ser, sino que expresa, en términos alegóricos y bajo el molde de la poesía, los descubrimientos de su corazón. Obviamente, a lo que los sufíes hacen referencia con el término corazón no es a los sentimientos del ser humano, los cuales están habitualmente controlados por sus pasiones y su intelecto material, sino que aluden a una facultad espiritual de percepción, que es una gracia de Dios y que representa el único medio con el que uno puede percibir la Unidad del Ser.
A continuación, vamos a ocuparnos de los aspectos prácticos y no teóricos del sufismo. En primer lugar, debo decir que sin la gracia y la atención de Dios, nadie emprende esta Senda. Sólo cuando Dios hace emerger en Su criatura Su amor y el estado de la búsqueda, éste se transforma en un buscador y, con la ayuda del maestro de la Senda, puede recorrer el camino y experimentar finalmente la Unidad del Ser en sí mismo.
El recorrido de la Senda puede ser fácil o difícil. Ha habido muchas personas que han empleado toda su vida en el primer paso, y también ha habido quienes han completado este recorrido en una sola noche. El paso que puede resultar fácil para unos y difícil para otros, es el anonadamiento del ego (nafs) y la desaparición de la dualidad del «tú» y «yo» de la persona, en el que el «yo dominante» del viajero se transforma en el «yo serenado». Aquellos que ―bendecidos con la gracia de Dios― han dado este paso, son los únicos que han logrado, de una forma verdadera y mediante una visión directa, la comprensión del principio de la Unidad del Ser. El sufí es aquel que da este paso, con los pies del amor y bajo la dirección de un maestro que ha recorrido la Senda, y trasciende la dualidad de «tú» y «yo» para unirse a Dios.
El hombre de hoy está más que nunca atado a su ego y lo sigue ciegamente. Se esfuerza continuamente en convertirse en alguien o en algo diferente, en dominar y usar en su beneficio todo cuanto ve, sin cuestionarse e intentar comprender la naturaleza de las fuerzas que le llevan desesperadamente a satisfacer a su nafs.
Para terminar, debo decir que el sufismo es una Senda que se debe recorrer y experimentar. Aun cuando leer la memoria del viaje de los grandes sufíes que han recorrido esta Senda puede ser beneficioso, esto no es suficiente y no puede llevar a uno a alcanzar la meta última.