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Artículos - Javier Melloni

Las religiones ante el nuevo paradigma

(Primera Parte)
Por Javier Melloni

Transcripción de la conferencia celebrada el 14 de marzo de 2010
en el XVIII Foro Religioso Popular de Vitoria-Gasteiz:
“Dar paso a los nuevos paradigmas”.

Es una suerte compartir con vosotras y vosotros esta indagación necesaria porque como contemporáneos del tiempo en que nos toca vivir, desde el lugar en que cada uno se encuentra, necesitamos conspirar conjuntamente y es lo que estamos haciendo estos días de inspiración conjunta.

Dice Einstein: “Ningún problema debe ser resuelto en el mismo nivel de conciencia que lo ha creado”. Esto es lo que tiene que ver con el nuevo paradigma, que es la percepción de que se ha dado una saturación en el modelo con el que hemos permanecido siglos. Se ha dado un impasse que es la oportunidad de cambiar de nivel de conciencia. Repito: “Ningún problema puede ser resuelto en el mismo nivel de conciencia que lo ha creado”. Invitación, pues, a abrirse a un nuevo nivel de conciencia que implica dejar el anterior y eso no nos es fácil porque exige abandonar cosas con las que hemos crecido, nos hemos ido configurando, hemos descansado y hemos pasado momentos de crisis. Para que realmente haya un cambio de nivel radical hay que soltar, desprenderse, quedarse en el vacío. No hay subida hasta la cima del monte sin pasar por la noche. Luego esa noche se descubre más amable que la alborada pero ha de ser noche, para que no sea bajada de ojos y volverlos a abrir, la noche es noche donde los entornos que parecían claros y evidentes dejen de serlo.

A lo largo del día de ayer se dijo de diferentes maneras que el nuevo paradigma tiene que ver con dos cosas: con la relacionalidad de lo real y con una perspectiva no-dual o a-dual. Una formulación que se presenta en negativo sin caer en el monismo ni en el dualismo que es difícil de atrapar o que se nos va de las manos. La manera de aproximarse no es del orden del decir sino del ser.

1.- La realidad es interrelación

¿Que es eso de la interrelacionalidad o de la no dualidad? Es dejar de fragmentar la realidad entre lo visible y lo invisible, entre lo divino y lo que llamamos humano y lo que llamamos cósmico, entre el creador y lo creado, entre el pasado, el presente y el futuro. Ser capaz de descubrir que en una semilla está todo el árbol comprendido y al mismo tiempo la semilla no es el árbol. ¿Qué sería el árbol sin la semilla y la semilla si no llegara a ser árbol? Todo eso se da a la vez aunque nosotros tengamos que separarlo porque lo propio del ser humano es que no somos capaces de demasiada realidad. Con un poco de exceso de realidad ya quedamos como colapsados. Necesitamos la lenta obertura a esa profundidad de lo real que se nos va dando a través de palabras, conceptos, cambios de paradigma en un momento de la conciencia.

2.- La inseparabilidad entre el conocedor y lo conocido, entre el creyente y lo creído

Se nos dice desde el nuevo paradigma que el ser humano está en el tránsito entre el microcosmos y el macrocosmos y esto apenas lo llegamos a percibir y a comprender. Hacia abajo perdemos pie porque no sabemos qué es la realidad de los átomos y sub-átomos que nos constituyen y por arriba también perdemos pie en un espacio infinito del que no somos más que algo pequeñísimo en la inmensidad de lo real. Y al mismo tiempo que somos eso, sin saber qué somos, somos capaces de pensarlo, de serlo. Cada uno de nosotros cuando pensamos en el universo, el universo está en el momento en que lo estamos pensando. Somos una parte minimísima y al mismo tiempo, en el acto de estarlo pensando, estamos representando al universo entero. Misterio. Absoluto, pleno y continuo misterio que sólo se puede percibir desde una actitud silente que es a lo que tratan de conducir las religiones.

Porque ¿qué son las religiones? Reediciones o relecturas del infinito prodigio del existir que se nos regala con el primer suspiro del nacer y se nos retira con el último suspiro del vivir. En ese tránsito de nuestra existencia las religiones ofrecen caminos, propuestas de sentido que tienen diferentes y complejas configuraciones.

3.- Pasar de competir a co-inspirar

¿Qué nos dicen las religiones? Que lo que necesitamos para existir está ahí y lo que está ahí lo necesitamos para existir. (..suena un móvil..) Que necesitamos el móvil porque gracias a él estamos muchos aquí y eso forma parte de la realidad con la que convivimos, donde tenemos unos medios adversos y hemos construido otros amables para vivir con paz y serenidad los retos que nos hemos propuesto.

Las religiones nos dicen que aquello que es necesario ya está aquí y que lo que está aquí nos es necesario. ¿Y qué es lo que ya está aquí que nos es necesario? En palabras de Raimon Panikkar, la realidad es constitutivamente cósmica, en la materia, en el tiempo y en el espacio; humana ―que es la conciencia que nos hace estar aquí presentes, que ponemos a nuestro estar― y esa profundidad que se nos escapa y que antecede a todo lo que se nos da, que llamamos lo divino, más allá de lo perceptible y a lo que no se puede llegar sino a través de lo perceptible. Que significa brillar a través de lo divino. Es lo que palpita a través de lo visible pero que está más allá de lo que vemos. Ese más allá de lo que vemos es lo que las religiones teístas llaman Dios. Ese desde donde lo vemos, ese don que no vemos es el cosmos. Nuestro cuerpo, nuestro espacio-tiempo nos permite ver y comprender todo y nos hace humanos, y eso se da a la vez continuamente en nosotros más allá de nuestra capacidad de percibirlo.

¿Qué hacen las religiones? Desplegarlo. Nos explican que eso estaba antes de que nosotros llegáramos y estará después de que nosotros marchemos y que son ofertas de sentido, de caminos que se nos ofrecen para que podamos transitarlos y podamos abrirnos a la profundidad de lo real.

¿Cuál es el nuevo paradigma ante las religiones? Cada una de estas propuestas de sentido unas a otras o bien se ignoraban o competían o unas a otras se devoraban. Hoy tenemos los recursos suficientes para que no nos podamos ignorar. La televisión o internet no nos permiten ignorarnos. Tenemos la fuerza para exterminarnos los unos a los otros y eso es lo que pasó el 11 de septiembre hace años en Estados Unidos. Caímos en la cuenta de que la metrópolis era vulnerable. Las guerras no sólo ocurren fuera, sino que también pueden ocurrir dentro. O las religiones están al servicio de ese nuevo paradigma que es la pluralidad o van a ser las que más van a poder testificar el exterminio de unos contra otros.

4.- La complementariedad entre las religiones

¿Cuál es la llamada a las religiones del nuevo paradigma? Que percibamos, que nos demos cuenta de que nos necesitamos las unas a las otras para ir desplegando la anchura, profundidad y altura de lo real. Cada dimensión religiosa no contradice a la otra, sino que es una plenitud que se ofrece a otras plenitudes. Lo propio de nuestro tiempo y más para los siguientes va a ser la libertad de escoger la copa en la que queramos beber esa plenitud. Eso requiere una madurez en el discernimiento, en la formación, un conocimiento de las diferentes propuestas de sentido que nos hacen sin que ni nos confundamos ni nos escandalicemos, ni juzguemos, sino que profundamente nos respetemos y nos impulsemos a que ese soplo de plenitud que cada religión ofrezca nos enriquezca y seamos más humanos, más abiertos, más receptivos, más pequeños, más capaces de comprender esa estructura humana que somos entre el macrocosmos y el microcosmos.

Hoy por hoy podemos decir que existen tres grandes configuraciones religiosas que han coexistido desde antiguo pero que podemos ser más concretos en sus especificidades. En esta confluencia de caminos, de cosmovisiones hay diferencias. Igual que se habla de la biodiversidad, la diversidad de la biología, la importancia de la fauna, la flora, la riqueza de la ecología, debemos de mantener la diversidad de lo sagrado, es decir que, habiendo muchas maneras de modular el misterio del ser, no perdamos las antiguas formas de nombrar el misterio. Existen tres grandes configuraciones de religiones y es en el conocimiento de ellas donde se producirá la fecundidad de la síntesis del nuevo paradigma.

4.1. Las religiones cósmicas. Primera constelación religiosa: Las aborígenes, religiones que nos permitimos despreciar durante siglos cuando llegamos con la altivez de nuestra verdad a ahogar verdades ajenas a otras tierras, porque no teníamos la apertura de compartir nuestras verdades con las de los otros. Se diría que la tierra que pisaban aquellos era sagrada y lo propio de la religión aborigen es la sacralidad de la tierra no como idea sino como una actitud que dispone de modo reverencial. Lo propio de las religiones aborígenes no es divinizar la materia, no es idolatrizar las plantas o las cascadas sino percibir el fondo sagrado que tienen y que cuando participamos de ellas no tenemos derecho a violentarlas. Lo propio de las religiones aborígenes es la reciprocidad de la relación con la naturaleza. No se puede pedir más de lo que uno no dé. Todo lo que se pide se devuelve con la propia vida. Porque la vida cuando se da se está ofreciendo, se está sacrificando. Para mantener ese equilibrio uno se lo ofrece a esa naturaleza.

Hemos construido esta civilización y nos damos cuenta de que como no escuchemos la sabiduría ancestral desde nuestros antepasados vamos a dejar un planeta desolador y un gran destrozo en dos o tres generaciones. Estamos descubriendo que necesitamos recuperar una sabiduría que la necesitamos para vivir como humanos.

4.2. Las llamadas religiones teístas. Lo propio es concebir este horizonte que sostiene lo real como un inmenso y primordial “tú” que nos dice “yo”. O como un primordial “yo” que cuando se dirige a los otros nos dice “tú”. Esa es la experiencia de Israel, con Abraham o Jacob, “Yo Soy el que Soy” y, siendo “el que Soy”, en esa relación “Yo-tú” se estructura toda la experiencia religiosa. Nos es inconcebible otro modo de concebir a Dios que no sea desde la relacionalidad “Yo-tú”. Eso es profundísimo e inagotable. Místicos como Santa Teresa han llegado al centro de la morada, a la profundidad de lo que habían de llegar. Eso nos constituye a nosotros, desde nuestra fe. Nuestros salmos, nuestras oraciones están construidas sobre esta fuerza de la relacionalidad y de ahí se desprende la dimensión ética, porque hay respeto a la persona, a sus derechos, es decir, todo lo que se desprende del personalismo judeocristiano. Como dijo muy bien Mayor Zaragoza, más importante que aquel 11 de septiembre del 2002 fue el año 1947 cuando la ONU proclamó en nombre de toda la humanidad que todo ser humano sobre la tierra tiene unos derechos inviolables, irreemplazables, que hay que respetar.

Esa estructura personalista de nuestra relación con Dios es muy rica aunque tiene el peligro de ser demasiado antropomágica o antropocéntrica descuidando otros elementos que van más allá del “Yo-tú”, que es la relación con la tierra, que no está tan considerada en las religiones judía y cristiana.

4.3. La llamada oceánica ¿Por qué decimos oceánica? Porque lo propio de esa experiencia religiosa no es la relacionalidad “Yo-tú” (sino percibir la realidad como un todo en el cual emerge y se sumerge el yo. Si se sumerge el “yo” también el “tú”. Hay un solo ideal, con la imagen de la ola que se descubre océano. La ola no reduce el océano, pero ¿qué será la ola sin océano? Desaparece el “Tú” de Dios y el “yo” humano y queda el flujo de formas y existencias de relaciones que llevan a la conversión, a la sabiduría, a un modo no dual que se rompe cuando digo “yo” o digo “mío”, porque me desgajo y comienza la agonía y cada vez que me entrego y entrego lo mío en esa totalidad fluyo desde lo que soy en ese todo.

Eso lo podemos saber, no estoy diciendo nada que no sepamos. Es propio del nuevo paradigma no yuxtaponer estos tres modelos: el aborigen, el personalista y el oceánico sino comprender que son tres oberturas simultáneas al misterio de vivir y que las religiones, en la medida en que sean capaces de articular estos tres movimientos, podrán ofrecer a la humanidad los instrumentos para dar el paso civilizatorio en el que nos encontramos. Y en la medida en que nos ignoremos o apartemos llegaremos mutilados a donde hayamos de llegar.

4.4. El modelo secularista, es el marco de la no religión, el propio de occidente, en el marco de la secularización. ¿Hacia dónde apunta este marco? A postular o reafirmar una ultimidad en las cosas. Las personas en cuanto a la dimensión ética, y por tanto al compromiso de unos por otros en esta vida, es hacer un mundo mejor a través de la técnica y de la ciencia, que tratan de indagar cómo puede ser el medio en el que vivimos.

Lo propio de este cuarto modelo secularista es que puede que cada vez sea menos agresivo, no necesita afirmarse tanto como antes en contra del Cristianismo que a la religión de alguna manera le sometía. Convive con nosotros pero eso no bastaría para el nuevo paradigma en el que nos movemos. Se trataría de comprender qué verdad también dice a la realidad que no excluye nuestra propia verdad y que convive con ella y que juntos tenemos que hacer este camino.

Uno de los autores que en estos momentos se sitúa en un “ateísmo fiel”, dice él de sí mismo, es un autor francés André Compte-Sponville en un libro que se titula “El alma del ateísmo”, serenamente muestra una nueva generación de pensadores franceses a-teos, (el guion es importante) que se abstiene de la hipótesis de Dios (a-teo, no Dios), sosteniendo la no necesidad del postulado de Dios, se reconoce un ateo fiel ―dice él― a los valores del cristianismo. No tiene nada en contra, al contrario, de lo que el cristianismo ha aportado a la civilización cristiana, simplemente que la hipótesis de Dios no le es necesaria para ser humano y describe una experiencia mística que tuvo a los 25 años siendo profesor en un instituto de Filosofía en un pueblecito al norte de Francia, saliendo un día con sus colegas del instituto a pasear por el bosque, entre nieblas en un lugar cercano a Bélgica, dice así:

“Después de cenar salí a pasear con algunos amigos por un bosque al que amábamos. Estaba oscuro, caminábamos, poco a poco las risas se apagaron, las palabras escaseaban, quedaba la amistad, la confianza, la presencia compartida, la dulzura de esa noche y de todo. No pensaba en nada, miraba, escuchaba. Rodeado por la oscuridad del sotobosque, la asombrosa luminosidad del cielo, el silencio ruidoso de las ramas, algunos crujidos, ruidos de animales, el ruido más sordo de nuestros pasos. Todo eso hacia que el silencio fuera más audible. De pronto, ¿qué?, nada, es decir todo, ningún discurso, ningún sentido, ninguna interrogación, sólo una sorpresa, una evidencia, sólo una felicidad que parecía infinita, una paz que parecía eterna. El cielo estrellado sobre mi cabeza, inmenso, insondable, luminoso y ninguna otra cosa en mí que este cielo del que yo formaba parte, como una alegría sin objeto, sin otro objeto que todo, sin otro sujeto que ella misma, ninguna otra cosa en mí en la noche oscura, que la presencia deslumbrante de todo.

Ya no había palabras, ni carencia, ni espera, sólo puro presente de la presencia. Apenas puedo decir que paseara, sólo estaba el paseo, el bosque, las estrellas, nuestro grupo de amigos, únicamente la presentación silenciosa de todo”.

Este momento, que es una experiencia de no dualidad, está en todos porque tenemos momentos de esos, pero quizá no sabemos identificarlos y enseguida los interpretamos. Ahí es donde entra el nuevo paradigma, la consciencia de que las religiones son interpretaciones de esa experiencia y propiciaciones para alcanzar esa experiencia. Cuando caemos en la cuenta de esto, entonces se abre mucho más el espectro y la posibilidad de comprender que aunque yo vaya por el camino de mi interpretación, otros pueden ir por el de su interpretación a ese mismo lugar que está más allá de todas las interpretaciones que podamos hacer. Cuando eso se comprende las religiones sin dejar de ser lo que son, se liberan de su absolutismo. El complejo de las religiones, como de todo acto cognitivo, es que está tan vinculado lo que vivimos con el modo que tenemos de comprender lo que vivimos que separar eso requiere un gran ejercicio de desprendimiento. Ese desprendimiento es justamente, como decía al principio, la exigencia a la que nos aboca el nuevo paradigma. Podremos acercarnos a esa comprensión si sabemos tomar distancia. En ese tomar distancia hay que soltar y en el soltar está la confianza y ahí es donde todos tenemos resistencias y también nuestras evidencias de que tiene que ir por ahí.

Fuente: Música Católica (trovador.ning.com), 8 de mayo de 2010