Artículos - Jeff Foster
Por qué lo impersonal no “existe”
El nacimiento y muerte del fundamentalismo en la no-dualidad
y en las enseñanzas Advaita
Por Jeff Foster
Govinda dijo: “Lo que tu llamas una cosa, ¿es algo real e intrínseco?, ¿no es simplemente una ilusión de Maya, meramente imagen y apariencia? Tu piedra, tu árbol, ¿son reales?”
Eso no me preocupa mucho — dijo Siddartha. Si son una ilusión, entonces yo también soy una ilusión y entonces son de la misma naturaleza que yo... Esa es la razón por la que puedo amarlas...
- Siddharta, Herman Hesse
Hace unos pocos meses hice este anuncio:
"Oficialmente ya no soy un ‘maestro Advaita' o un 'maestro de la no-dualidad' — si en realidad alguna vez lo fui. La vida no se puede poner en palabras, y por más hermosas que sean las palabras del Advaita/No-dualidad, deben ser descartadas en última instancia. Nunca podría decir que soy algún tipo de autoridad en este tipo de cosas. Continuaré hablando, cantando mi canción a aquellos que estén abiertos a escucharla, pero la necesidad de adherirme a cualquier tradición, usar 'un discurso Advaita' para evadir lo real, el contacto humano auténtico, para fingir que soy de alguna manera más o menos especial que ustedes, engañarlos diciéndoles que sé más que ustedes, interpretar el rol de 'maestro' negándome a seguirles el juego, dejar de escucharlos porque los veo como 'todavía atrapados en el sueño' o 'todavía una persona'. Este mensaje es acerca del amor, en el verdadero sentido de la palabra. De otra manera sería simple nihilismo enmascarado como libertad. El 'Policía Advaita' responde: '¿A quién le importa?' Yo digo que a mí. A mí."
En este ensayo quiero explicar por qué hice este anuncio.
El mensaje del Advaita radical
Si escuchas a ciertos maestros Advaita/no-dualidad que son reconocidos en este momento, tal vez te dé la impresión de que hay algo terriblemente malo acerca de tener una historia "personal". Tener una historia creada acerca de ti mismo, tus experiencias pasadas, tus relaciones, tus sentimientos, tus deseos, esperanzas y miedos, etc ―en otras palabras ser un ser humano que está vivo y que respira― es una clara señal de ilusión y dualidad. ¡Y necesitas despertar de este embrollo!
Si vas a un encuentro público llevado a cabo por un maestro del "Advaita radical", y ellos te invitan a que hagas preguntas y tú empiezas a hablar de algo personal ―por ejemplo, la muerte de un ser querido, una adicción que tienes, un evento doloroso que te ha sucedido en el pasado― te dirán que estás "atrapado en tu historia" o "perdido en el sueño del espacio y el tiempo" o simplemente dirán que "todavía eres una persona" y que "aún no has despertado". El hecho de que hayas "contado una historia" demuestra que todavía estás en la dualidad — todavía te identificas con el buscador, todavía estás atrapado en lo personal. Una vez que lo "entiendes", ya no contarás historias personales. Existirás en el eterno Ahora, y no sabrás nada de tu pasado.
Estos maestros, por supuesto, ya no "cuentan historias" (bueno, excepto la gigantesca historia de que todas las historias son señales de la ignorancia...). Quieren decir que ellos existen en un tipo de estado místico que está más allá de lo personal o que han entrado en un tipo de espacio donde lo personal ya no tiene significado, relevancia o interés. No tienen un pasado o un futuro, no tienen "relaciones personales" (¿Quién está allí para tener una relación?) y ciertamente nunca sufren (porque todo sufrimiento es una ilusión ¿cierto?) Entonces terminas sintiéndote inferior a estas personas (o no-personas, o nadies, o ausencias o lo que sea que se llamen a sí mismos hoy en día) y terriblemente culpable y narcisista por todavía tener interés en tu historia personal. ¡La liberación o iluminación obviamente no te ha sucedido todavía! Así que esperas y esperas que la liberación suceda. Y aunque estos maestros dicen que no hay nada que puedas hacer para alcanzar la liberación y nadie que pueda hacer algo al respecto, sigues yendo a sus reuniones y leyendo sus libros, con la fútil esperanza de que algún día suceda. Aunque no hay un "tú" al que le pueda suceder. Y no hay "algún día"...
¡Qué dolor de cabeza! Y para estos maestros tu "dolor de cabeza" es otra señal de que todavía no lo "entiendes". Su enseñanza es 100% verdadera e inflexible y brutalmente honesta — tu confusión es tu problema, una señal de tu ignorancia. La carga de la culpa recae sobre ti.
Aunque estos maestros hablan de libertad, de la maravilla de la existencia y de la completitud de todas las cosas, cuando rechazan o niegan lo personal están enviando un claro mensaje al buscador: sigue buscando, pues algún día, lo personal desaparecerá. El buscador queda enganchado en la promesa de un futuro estado o experiencia "impersonal", aunque por supuesto, el maestro niega tener cualquier tipo de propósito, ni le promete nada al buscador. En la jerarquía del Advaita radical, lo impersonal es mejor, más real, o al menos, menos ilusorio que lo personal — aunque por supuesto, también se afirma que todas las jerarquías son ilusiones. El Advaita radical es una forma sutil de búsqueda, no hay duda de eso.
Naturalmente, lo que estos maestros no pueden ver es que su posición "impersonal" (en realidad anti-personal), es de hecho una preferencia muy personal. Ellos afirman que su enseñanza es "impersonal" y sin propósito (porque no se dirige a ti como a una persona separada), cuando por supuesto, su preferencia de evitar o desechar tu historia personal es una preferencia muy personal y viene con el propósito de que te des cuenta de que todavía no estás liberado. Al promover lo impersonal, y hacer de lo impersonal la verdad absoluta, en realidad crean una división entre lo impersonal y lo personal, lo absoluto y lo relativo, que ellos claman haber trascendido. Y aunque ellos no permiten historias personales en las reuniones, fuera de las reuniones estos maestros cuentan historias, chismes, discuten y defienden posturas como cualquier otro. ¿Por qué hay una división entre lo que pasa en las reuniones y lo que pasa fuera de ellas? ¿Por qué las reuniones tienen que ser una actuación? ¿Es seguro que la liberación genera libertad de la necesidad de actuar de esta manera?
Ahora, por favor, no me malinterpreten. No estoy diciendo que estos maestros son malos o que están equivocados, o que intencionalmente se proponen despistar a las personas. ¡Nada por el estilo! Lo que digo es que yo ya no resueno con esta manera de expresar la verdad, eso es todo. Yo mismo solía realizar reuniones de "Advaita radical", y con frecuencia desechaba las historias personales de la misma manera que he descrito anteriormente, así que totalmente entiendo de donde viene esta manera de expresarse. Solía amar este enfoque radical e inflexible... hasta que vi la verdad de sus suposiciones principales y sus propósitos ocultos. Me tomó un largo tiempo ―y mucha indagación y humildad― darme cuenta que, de hecho, lo impersonal y lo personal son uno, y que esta postura "antipersonal" es simplemente una preferencia personal de ciertos maestros espirituales. No existe tal cosa como un mensaje "impersonal" — sólo hay personas que actúan de manera "impersonal" con otras personas. Hay personalidades impersonales — pero no mensajes impersonales. Lo que muchos de estos maestros llaman "verdad impersonal" es en realidad su propia postura antipersonal disfrazada de hecho objetivo.
Lo impersonal es lo personal
Sea lo que sea lo impersonal, en realidad se manifiesta como lo personal, de manera que la verdadera libertad no puede obtenerse a través de la negación o el rechazo de la historia personal — está allí, en el centro de esa historia, en el centro del desorden de la existencia humana. Allí es donde la gracia brilla.
Piensa en Jesús en la cruz. Justo en el centro del sufrimiento personal más terrible — justo en el centro de huesos rotos, piel desollada, músculos desgarrados, lo Divino brilló, impersonal y libre. Jesús era absolutamente humano, y en esa humanidad, absolutamente divino. No encontró la libertad escapándose de la cruz, a través del rechazo de lo personal. No — la libertad, Dios, la totalidad, estaba allí mismo en el centro de la cruz, donde la vida y "mi vida" se cruzan y se destruyen entre sí. La libertad era, y es, la vida misma.
Nosotros, todos nosotros, vivimos en el centro de esa intersección — donde lo vertical (aquello que está más allá del tiempo y el espacio) se encuentra con lo horizontal (espacio y tiempo), donde lo verdaderamente impersonal (el espacio abierto en el cual toda esta historia aparece) se encuentra con lo personal (la historia del "yo"). Y entonces, se llega al punto donde ya ni siquiera puedes usar las palabras "personal" e "impersonal" — porque para empezar no tienes manera de separarlos. ¿Dónde comienza uno y dónde termina el otro? Quizás no hay línea divisoria — quizás en el centro de la cruz, sólo hay Uno. Quizás lo que verdaderamente soy es inseparable de la vida misma. Quizás siempre fui aquello que más he anhelado. Sólo quizás.
En mi "historia" (si, hay una historia que aparece aquí — ¿Quién puede negar eso?) Pasé años apartando lo personal, intentando deshacerme de mi historia personal, intentando morar en lo Absoluto, deshacerme de mi "alguien" para convertirme en "nadie". Jeff era el enemigo y tenía que deshacerme de él. El ser personal era el diablo, y sólo con la destrucción del diablo encontraría a Dios. El ego era la mentira que tenía que ser destruida. O por lo menos, eso es lo que creía en aquel momento. Había leído muchos libros sobre espiritualidad, y había llegado a muchas conclusiones acerca de la realidad — sin darme cuenta que mis conclusiones eran en realidad creencias personales. Los seres humanos son criaturas asombrosas. Pensamos que hemos encontrado la verdad objetiva, cuando en realidad sólo llegamos a permanecer en una creencia subjetiva, y nos hemos olvidado de eso.
Por un tiempo, lo "impersonal" se parecía a la libertad para mí, porque lo personal se había convertido en invivible. Mi historia personal (existencia relativa) se había vuelto un infierno ―odiaba mi vida, sufría una terrible fobia social, me sentía un fracaso total, no le veía ningún sentido a existir― entonces tenía sentido en ese momento escapar hacia el cielo de lo impersonal que prometían las enseñanzas Advaita. "No hay yo, no hay tú, no hay mundo, no hay otros, el sufrimiento no existe, no hay ninguna responsabilidad en ningún nivel" — ¡Guau, qué consuelo para el buscador exhausto! Un billete de ida hacia la libertad de todos los problemas terrenales — ¡Aleluya! Ninguna responsabilidad, ningún pasado, ninguna elección — ¡qué alivio! Podía hacer lo que quería, decir lo que quería, incluso podía herir a las personas intencionalmente y no importaba porque todo era Unidad y de todas maneras no tenía elección. O eso pensaba.
Pensaba que era libre, y mientras tanto el buscador se alimentaba a sí mismo, se llenaba con estos nuevos conceptos Advaita. Pensaba que no era nadie, y mientras tanto, mi historia personal se daba un banquete con la mismísima idea personal de que yo estaba "más allá" o "por encima" de lo personal. Pensaba que estaba libre de todas las divisiones y a la vez la "no-dualidad y la "dualidad" estaban en guerra, lo "personal" y lo "impersonal" habían entablado combate. Había rechazado todos los caminos y prácticas espirituales — todas eran dualistas y arraigadas en la ignorancia. Estaba en guerra con cualquier maestro que pareciera ofrecer un camino personal. Veía a estos maestros como "dualistas" porque parecía que, al hablarle a una persona y ofrecerle esperanzas de cualquier tipo, en realidad estaban alimentando la búsqueda y manteniendo a las personas atrapadas en su historia. Las enseñanzas impersonales ―las enseñanzas que no hablaban a una persona y que no ofrecían al buscador no-existente ninguna esperanza o consuelo― eran la única verdad; ese parecía el siguiente paso lógico. Y disfrutaba advirtiendo a las personas acerca de los maestros dualistas que mantenían a las personas atrapadas en su ignorancia — aunque por supuesto, cuando me desafiaban acerca de esto ("Jeff ¿no es hipócrita llamar a otros maestros "dualistas" cuando no hay otros y la dualidad es una ilusión?"), me retractaba y decía que no había nadie aquí con ninguna opinión acerca de nada y que todo era perfecto tal cual era. Oh sí, me volví muy hábil con las palabras. Tienes que serlo, cuando estás defendiendo una postura y tratando de hacer parecer que no tienes ninguna postura que defender. Así es como se crean los gurús. Llamo a esto "la Trampa Advaita" ―y en ese momento no pensaba que estaba atrapado― pensaba que era libre. Frecuentemente cuando piensas que eres libre estás más atrapado que nunca.
Entonces, estaba viviendo en mi castillo impersonal, creyendo que era libre de lo personal, pero secretamente estaba en guerra con lo personal, le tenía miedo a lo personal, me aterraba — atacamos a lo que más tememos. ¿Interacción humana real, honesta y autentica? Aterrador. ¿Abrirme a la vida, admitir que estaba equivocado acerca de ciertas cosas, desprenderme de mis más queridas identidades y creencias? Espantoso. ¿El riesgo de exponerme ante otros y ser rechazado? No, mejor pretender que no hay otros con los que interactuar. La experiencia personal es para los soñadores ignorantes. Lo impersonal es mucho más real.
Afirmaba estar libre de lo personal, pero secretamente, detrás de escena, todavía estaba sufriendo mucho — todavía había relaciones que no sentía claras, lugares en los que sabía que no estaba siendo honesto, lugares donde me estaba alejando de la vida, donde la búsqueda todavía seguía sucediendo. Todavía me sentía desconectado de los demás, bloqueado, insatisfecho de muchas maneras — pero ya que creía que estaba liberado o que yo "no era nadie", no podía admitirme esto a mí mismo y mucho menos a otras personas. Las enseñanzas Advaita radicales eran un gran consuelo — era un consuelo saber que "después de la liberación, el sufrimiento puede surgir pero no le pertenece a nadie". ¡Genial! El sufrimiento estaba bien — no tenía que hacer nada al respecto y de todas maneras no había nada que pudiera hacer porque no había nadie que lo haga. "Todavía soy desdichado ―la desdicha todavía aparece― pero nadie es desdichado" El mensaje del Advaita radical proporcionaba un gran alivio.
Pero ya sea que nadie sufría o que alguien sufría aún había sufrimiento — ¡Y el sufrimiento es búsqueda! Todavía estaba buscando, todavía estaba en guerra con la vida, pero afirmaba estar libre de toda búsqueda, para promover mi identidad de "ex-buscador". ¡Era tan agotador mantener esta fachada de iluminación!
Pero toda fachada, toda defensa, todo castillo debe derrumbarse al final. Ninguna filosofía o sistema de creencias, sin importar cuán refinados sean, radical o "inflexible", puede protegerte de la vida misma. La vida es la autoridad y todos los sistemas de creencias se derrumban ante la vida finalmente. Mi castillo de Advaita radical había sido construido sobre cimientos muy inestables...
"No soy nadie, nada existe". Oh sí, hay una hermosa verdad en eso. Pero al mismo tiempo, no es verdad, en absoluto — no hasta que está en equilibrio con su opuesto, dentro del sueño. Ningún concepto podría describir a la vida, porque la vida es anterior a los conceptos (inclusos a éstos). Los conceptos siempre son dualistas — el mundo de los conceptos es el mundo del dos. "Ser" y "no-ser" siempre aparecen y desaparecen juntos. "Alguien" y "nadie" siempre surgen y desaparecen al mismo tiempo. En el sueño todo está en perfecto equilibrio por su propio reflejo — no puedes tener uno sin el otro. "Nada existe" está perfectamente equilibrado por "algo existe", y así sucesivamente.
La vida misma, sin embargo, está más allá de todos estos opuestos. Está más allá del "ser" y del "no-ser", de la "persona" y la "no-persona", del "camino" y del "no-camino", del "tiempo" y de la "ausencia del tiempo". La vida como es, está completamente más allá de la comprensión, de la misma manera que la ola nunca entenderá al océano, porque ya ES el océano...
La ola y el océano
Imagina una ola en un océano. La ola se dice a sí misma. "Estoy separada del océano". Cree y se experimenta a sí misma separadamente del océano. Cree que nació como una entidad separada, y que algún día morirá. Tiene una historia sobre un pasado y un futuro, puede hablar de sus experiencias pasadas, sus éxitos y fracasos, sus logros, sus esperanzas, arrepentimientos y miedos. Y en un millón de maneras diferentes se pasa su vida buscando ―buscando amor, buscando aprobación, buscando iluminación espiritual― y lo que realmente está buscando, por supuesto, es el océano. Y aun así, la ola ya es una perfecta expresión del océano — lo fue desde el principio. El océano en realidad se expresa a sí mismo en la forma de las todas las olas aparentemente distintas. Uno, expresándose como muchos — aunque en realidad, los "muchos" no están separados del "uno".
La cuestión es, la ola sólo aparenta existir, sólo parece existir — en realidad, no hay una ola separada. La ola literalmente ex-siste (sobresale) del océano — pero en realidad, no hay una ola separada que sobresalga. Y así, parece que tenemos una paradoja — una ola parece existir (sobresalir), y de hecho no existe (porque, ¿cómo puede algo sobresalir del océano cuando el océano es todo lo que hay? ¿Cómo puede el océano sobresalir de sí mismo?). Tenemos la paradoja de lo impersonal apareciendo como lo personal. La ola es al mismo tiempo personal e impersonal. Existe y no existe. Parece estar separada (la historia) y a la vez no está separada del océano, de la vida.
Ahora bien, el mundo de la ola es el mundo de la dualidad. Desde la "perspectiva" de la ola, parece que hay divisiones: entre lo impersonal y lo personal, entre lo absoluto y lo relativo, entre la vacuidad y la forma, entre la dualidad y la no-dualidad. Pero desde la "perspectiva" del océano estas divisiones no existen — nada existe. Sólo una ola dividiría lo personal de lo impersonal, el ser del no-ser, a alguien de nadie. El océano no puede dividir de esta manera — porque es todo lo que hay, y no tiene ninguna manera de dividirse a sí mismo de sí mismo. El agua no se puede dividir a sí misma del agua.
Sólo la ola habla. El océano permanece en silencio — no tiene nada que decir. No "existe", porque no "sobresale" — no se puede separar a sí mismo de sí mismo de ninguna manera.
Entonces se vuelve claro que:
- Sólo (la apariencia de) una persona dividiría lo personal de lo impersonal, y luego afirmaría que su expresión o enseñanza es una o la otra.
- Sólo una persona afirmaría no ser una persona, porque para empezar sólo una persona vería esa división (persona / no-persona). De la misma manera, sólo un yo afirmaría que no tiene yo, sólo un ego afirmaría estar libre de ego...
- Sólo una enseñanza arraigada en la dualidad rechazaría otras enseñanzas y las llamaría dualistas. Sólo un maestro en guerra con su propia ignorancia etiquetaría a otros maestros como ignorantes. El mundo es un perfecto espejo de ti mismo.
- Si una enseñanza fuese realmente impersonal, no existiría, y las reuniones y retiros no serían posibles. El océano no habla. Para poder llamarse a sí misma impersonal, una enseñanza primero debe estar enraizada en lo personal, y luego negarla. Ingenioso.
En fin, ¡todo esto es maravilloso! Significa que nadie tiene las respuestas. Significa que cuando se trata del océano, ninguna de las olas puede ser la autoridad. Significa que ninguna de las olas del océano puede trascender el océano — porque sólo son expresiones del océano. Una ola que afirma haber trascendido o haber ido más allá del océano, es todavía sólo una ola, realizando ciertas afirmaciones. Incluso el maestro Advaita más radical es una ola. Nadie ha "alcanzado" lo impersonal, o "ha ido más allá" de lo personal porque la ola no puede ir más allá de sí misma. Todas las olas son iguales en esencia — son agua.
En otras palabras, lo impersonal no puede ser impersonal hasta que incluya y acepte radicalmente lo personal. ¡Esto parece una completa contradicción en los términos, pero con frecuencia uno tiene que hablar con paradojas cuando se habla de algo que no puede ponerse en palabras! Lo impersonal es lo personal ―no-dualidad es dualidad― entonces está completo. No encontrarás lo impersonal en ningún otro lado excepto justo en el corazón de lo personal — una paradoja total, y aun así tan simple como respirar.
Creo que lo que tiende a suceder es esto:
- La ola ve que ella es el océano.
- La ola usa esta percepción para negar en primer lugar que hubo una ola — o que alguna vez la hubo.
Sí, es algo engañoso. ¡Por eso tienes que tener mucho cuidado cuando hablas de la no-dualidad! Como sabes, el buscador quiere ser alimentado. Una vez que el buscador se aferra a un concepto ―"no hay yo, no hay mundo, no hay sufrimiento", etc.― entonces si no se ve con absoluta claridad lo que esas palabras están señalando, el buscador realmente utilizará esas palabras para profundizar en la búsqueda y la identificación. Así que, por ejemplo, si no hay libre albedrío, y si no hay elección, y si no hay otros, y si no hay nadie sufriendo, entonces "puedo hacer lo que quiera. Puedo salir y matar a alguien y no importa, porque sólo hay Unidad — no importa porque no hay elección". Aquí es cuando la no-dualidad se convierte en otro sistema de creencias, en otra religión, en otra forma de separación.
El fin del fundamentalismo
Entonces la manera en la que hablo acerca de la no-dualidad ha cambiado con los años — ha evolucionado para incorporar este enfoque fundamental de no separación entre lo que llamamos "personal" e "impersonal". Solía hablar mucho más de lo absoluto, de la perspectiva "oceánica" ―ningún yo, ningún tú, ningún mundo― y aún lo hago a veces, pero sólo en ciertas ocasiones y en ciertos contextos, cuando parece apropiado. Desde la perspectiva del océano, no hay tiempo y espacio, nada que hacer y ningún lugar adonde ir porque el océano está más allá de todas esas divisiones. Al mismo tiempo, sin embargo, la última verdad se expresa a sí misma como tiempo y espacio, como la aparición de las olas, como la aparición de alguien en un mundo. No hay ningún yo y ningún tú, pero hay una apariencia de un yo y de un tú — y aquí es donde vivimos y nos encontramos, en la apariencia. No existes y a la vez sí, por eso puedo amarte. No estoy aquí como una entidad separada y sin embargo estoy aquí, e innegablemente también lo estás tú. Lo que yo soy (como el océano) está más allá de la historia, y sin embargo, innegablemente la historia aparece (la ola) ―y como ola, no tengo necesidad de negar la historia o fingir que no existe― ¿cómo puede una historia negar una historia? Entonces danzo y juego como la ola, conociéndome a mí mismo como el océano todo el tiempo, sin contradicciones. Esto sólo parece ser una paradoja para la mente que busca...
Y así, lo que se ve en estos días es esto: la no-dualidad no es un reflejo de la dualidad, sino una celebración de ella — una total celebración como tal, que uno ni siquiera puede usar las palabras "no-dualidad" y "dualidad" como separadas una de otra. Nadie y alguien son en realidad uno — nunca fueron dos. Si "no hay nadie" es la crucifixión, entonces "parece que hay alguien" es la resurrección. La crucifixión necesita de la resurrección para completarse a sí misma. Y entonces, el Advaita radical es sólo parcialmente cierto — hasta que se completa con su reflejo. Y luego todo termina.
Cuando conduzco mi auto demasiado rápido por la autopista, un policía me dice que me detenga y me pregunta mi nombre, yo digo "Jeff Foster". No digo "No soy nadie" o "Jeff Foster no existe". Y aunque en última instancia todo esto tal vez sea verdad, aun así, cuando lo digo, no es cierto — es simplemente otro concepto. Nadie vive "en la verdad final". No podemos vivir en lo final. Vivimos aquí, en este mundo de espacio y tiempo y de cosas aparentes, entonces me encuentro con el policía y digo "Jeff Foster" — y eso es amor. (¡Sí, amor, incluso con un oficial de policía!) Aún el maestro no-dualista más fundamentalista responde con su nombre cuando es detenido por un policía. ¿Quién puede negar el nombre y la forma? ¿Quién puede negar la historia? ¿Quién va a negar lo personal? ¿Quién acaso quisiera tal cosa?
La libertad de ser personal
En estos días, al ya no estar identificado con ser un maestro Advaita (y en absoluto con ser un "maestro de Advaita radical"), en mis reuniones y retiros las siguientes reglas y normas ya no se aplican:
- No hablarás de tu historia personal.
- No usarás las palabras "yo" o "mí" o "mí mismo".
- Si hablas de tu historia personal se reirán de ti, o tu experiencia será descartada o invalidada, o serás castigado. O te dirán que todavía estás "atrapado en el sueño" o que "ignoras tu verdadera naturaleza" , o que "la liberación obviamente no te ha sucedido"...
Sí, todo el mundo es libre, realmente libre, gracias a Dios, de usar cualquier palabra que quiera usar, para hablar de sus experiencias humanas de la manera que sientan correcta, honesta y verdadera para ellos, a contar su historia. Las historias están permitidas — todas las experiencias humanas están permitidas. Y por supuesto, las reuniones y los retiros no tratan de consentir esas historias o "repararlas", pero tampoco tratan de negar o rechazar esas historias.
En las reuniones arrojamos luz sobre la historia — iluminamos al buscador. No alimentamos al buscador con nuevos conceptos como "no hay yo" (aunque esas palabras puedan ser usadas en ciertas ocasiones como indicadores), ¡y no negamos la aparición del buscador o pretendemos que no existe tal cosa como el sufrimiento humano! Lo que atraviesa por el medio del consentir las historias y negarlas es un ver en el presente — un ver que no puedes hacer, un ver que ya eres. Las reuniones tratan del redescubrimiento de ese ver — el cual es el fin de la búsqueda.
La verdadera libertad no trata de escapar de lo personal hacia lo impersonal — se encuentra justo en el corazón de incluso la más íntima experiencia humana. Y qué alivio es ser nuevamente un ser humano, que vive, que respira, permitir que la vida se exprese a través de esta forma humana y de este nombre, a través de esta hermosa experiencia humana personal y saber que no es otra cosa que lo impersonal danzando, jugando, celebrándose a sí mismo en cada momento. Agradezco a los maestros del Advaita radical por cantar su canción, y respetuosamente rompo lazos con su tradición de una vez por todas — pues todas las tradiciones son limitadas, y la canción de la vida no puede ser contenida. El fundamentalismo no puede perdurar; al final el amor destruirá todo.
Así que, cuéntame tu historia y deja que lo impersonal brille.