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Artículos - U.G. Krishnamurti

U.G. Krishnamurti -- el filósofo sin filosofía

Por Anthony Nahas 22 Marzo 2006
U.G. Krishnamurti

Usted sabe que hay algo diferente en U.G. Krishnamurti cuando lee la nota de descargo en la primera página de su libro, La Mente es un Mito:

Mi enseñanza, si tal es la palabra que usted quiere usar, no tiene copyright. Vd. es libre de reproducir, distribuir, interpretar, malinterpretar, distorsionar, manipular, hacer lo que Vd. quiera, incluso decir que es su autor, sin mi consentimiento o el permiso de nadie.

Esta introducción apabullante puede provocar una sonrisa perpleja, pero difícilmente prepara al lector para lo que sigue. Leer a U.G. es introducir a un "terrorista espiritual": derriba todas nuestras creencias aceptadas ―Dios, mente, alma, iluminación, religión, humanidad, corazón, amor, relaciones― y nos da una imagen totalmente diferente de lo que somos . El resultado es una granada en el cerebro.

La gente que se encuentra con este pequeño hombre extraño son indeleblemente marcados por una impresión extraña y duradera que cada uno encuentra difícil de definir. Las personas informan de que después de unos minutos hablando con él o bien son afectadas profundamente o son superadas por la curiosidad. Él no ofrece esperanza, amor, paz o la salvación espiritual. Por el contrario, sus palabras más bien te desinflan. Desalienta a la gente a que venga a verle y muy a menudo cortésmente se niega a recibirlos. Sin embargo, él es el pensador que más se habla en la India, y su biografía, recientemente publicada por Penguin en la India, ha encabezado la lista de los best-sellers de los últimos nueve meses.

U.G. repite interminablemente: "No tengo ningún mensaje para la humanidad". Sin embargo, irónicamente, miles de personas de todo el mundo piensan de otra manera y acuden en tropel a oír el discurso de marca única de U.G.. Pero eso no es fácil porque U.G. no organiza encuentros, ni da conferencias, ni ofrece cursos, ni promueve ningún método, no es un vendedor ambulante de mantras, no tiene una organización, ni despacho, ni secretaria, ni número de teléfono, ni fax y no tiene un domicilio fijo. Al igual que su creciente leyenda, U.G. está en todas partes y en ninguna. Se queda con unos amigos o en pequeños apartamentos alquilados y trata de mantenerse un paso por delante de las multitudes que intentan descubrir su paradero, tan pronto como la palabra se propaga de que "U.G. está en la ciudad" ―sea San Francisco, Nueva York, Londres, Bombay, Bangalore, Sydney, Auckland, o Pekín. U.G. no tiene pertenencias que no sean las que pueden caber en una maleta pequeña. Se viste de forma sencilla y parece bastante normal. Nunca se queda en un lugar por más de dos meses. Él es como el set del guru de Howard Hughes: enigmático, brillante, carismático, solitario y tímido ante la publicidad.

Nunca un "filósofo" ha llegado a ser tan famoso al mismo tiempo que niega enfáticamente que ni siquiera tiene una filosofía. Sin embargo, ¿qué hace que un hombre que huye de la publicidad tan ávidamente se hable tanto de él? ¿Cómo puede alguien que nunca da una conferencia pública conseguir tantos seguidores? ¿Cómo puede un "gurú" sin organización llamar la atención de los medios de comunicación? U.G. es el maestro más polémico de la India y extremadamente difícil de catalogar. Ha sido llamado "el anti-guru", "el no-gurú", el "veedor sin soluciones", "el sabio rabioso", "el pensador que rehuye el pensamiento" y "el anti-Krishnamurti", refiriéndose a su tocayo, J. Krishnamurti, el más conocido contemporáneo de U.G. con quien no comparte ningún vínculo familiar.

Si alguna comparación tiene sentido, U.G. se podría comparar a una moderna mezcla entre Sócrates y Diógenes. Sin embargo, difiere del primero en que socava la piedra angular del método socrático: el discurso. U.G. no sale fuera para convencer, convertir, conquistar o influir a nadie; y se diferencia del último en que no hay nada en su forma o porte que sea provocativo o extravagante. Sin embargo, es similar a Sócrates en que tiene una lógica implacable y apabullante, y es similar a Diógenes en que no muestra ningún respeto por el dinero, el poder, la posición o el prestigio. En un sentido muy real, U.G. es un testimonio único de esa elusiva sabiduría que ha sido el sello distintivo de cada gran místico que haya vivido jamás.

Y al igual que un espejo, es también un testigo fascinante de nuestra época.

- Anthony Nahas