Artículos - Ellen Emmet
El Cuerpo Sagrado
Restituir Nuestra Experiencia a Su Verdadera Fuente
y Sustancia de Conciencia
Por Ellen Emmet Octubre de 2016
Ella baja por una colina. El aire caliente acaricia su piel, y el golpeteo de sus pies sobre la tierra trae un contrapunto intoxicante a la expansión de su corazón. Su cuerpo se deshace como hilos de luz en el espacio circundante, y en un momento fuera del tiempo, se rinde a su abierto abrazo. El líquido mundo danzante unge su cuerpo vibrante con su sustancia amorosa ...
Todos recordamos momentos benditos en los que nuestra verdadera naturaleza de Conciencia pura, indivisa y universal se hace eco en los niveles emocional, táctil y sensual de la experiencia. Nuestro cuerpo entonces se siente como transparente, sin fronteras, impregnado con una cualidad sutil de sensibilidad vibrante. Se siente menos personal, como compartido íntimamente con todo lo que nos encontramos.
Para la mayoría de nosotros, sin embargo, el cuerpo ha sido profundamente condicionado durante mucho tiempo por la creencia de que "yo" se refiere a una persona individual y limitada, ubicada dentro de un cuerpo, separada de los demás y del mundo. Así, el sentimiento del cuerpo se arraiga en un conjunto de hábitos psicosomáticos repetitivos, creando sentimientos de solidez, densidad, inercia emocional y contracción diseñados para validar y perpetuar la imagen proyectada del "yo" que parece vivir en su centro, con su pasado y futuro a ambos lados. El dinamismo heredado de ese cuerpo está gobernado por impulsos complejos y restrictivos para protegerse, defenderse o afirmarse.
De esta manera, el cuerpo-mente parece convertirse en la envoltura o caja en la que el "yo" parece vivir y la materia de la que el "yo" parece estar hecho, mientras que el "yo" real de la Conciencia indivisa parece haberse reducido a un estado de confinamiento, limitación y fragmentación.
Cuando despertamos a nuestra verdadera naturaleza de la Conciencia en presencia de un maestro o de una enseñanza, sometemos nuestra mente racional pensante a la pura luz de la inteligencia que es su fuente y sustancia.
Con la Conciencia abierta e ilimitada como nuestra referencia invisible, escuchamos y comprendemos que la conciencia ordinaria que está percibiendo lo que se percibe en este mismo momento, el "yo", no está contenido dentro de un cuerpo o situado en el tiempo y el espacio. Escuchamos y comprendemos que el "yo" es la Conciencia Abierta en la cual toda la experiencia surge, se despliega y se disuelve, incluyendo los pensamientos, sensaciones, sentimientos y percepciones (mente, cuerpo y mundo). Escuchamos y comprendemos que esta Conciencia no es una experiencia percibida, sino aquello que percibe toda experiencia y no es un objeto, sin embargo se encuentra en el corazón de toda experiencia como su única e invisible sustancia.
Mi identidad no encaja en ningún nombre o forma. Tampoco estoy cautivo/a entre el nacimiento y la muerte.
No soy la sangre que corre por mis venas o el aliento cálido que fluye por mi nariz o la boca que respira. Yo no soy el recuerdo de mí mismo/a o las esperanzas que saltan como piedras en el futuro. El pasado y el futuro se ondulan a través de mí como el viento del tiempo, mientras que el espacio es el eco de mi infinito. Yo no soy esto, no soy esto, no soy esto, sin embargo soy el amante de todas las cosas, y me encuentro en el corazón de todo lo que tiene nombre y forma.
Sin embargo, es importante profundizar aún más en nuestra exploración para incluir el nivel de los sentimientos, la sensación, táctilidad y percepción. Adoptando nuestra posición como el campo de Conciencia abierta en el que toda experiencia surge, escuchamos nuestra experiencia del cuerpo directamente, como si fuera por primera vez, libre de etiquetas, sin mediación del pasado ni del futuro. Tomamos nuestro tiempo, descendiendo por debajo del umbral de la experiencia racional, permitiendo que el pensamiento se relaje en el fondo mientras se abre al flujo de la sensación táctil y la vibración sutil que es nuestra actual experiencia corporal. Estamos invitados a ver y sentir que el cuerpo fluye a través de mí, la Conciencia, como lo hace toda experiencia.
Cuando la acogida del cuerpo es abierta, desinhibida y global es como si el cuerpo como un animal asustado sintiera una invitación incondicional a salir al espacio abierto.
En este amistoso campo de amor, el cuerpo está desnudo y naturalmente empieza a liberar lo que había estado sosteniendo en y como sí mismo: la energía cristalizada de la separación que vive como capas de contracción y tensión en los sistemas celular, muscular esquelético y nervioso del cuerpo.
A medida que el cuerpo se desenreda de esta manera, la carga del "yo" que vive incrustada en sus capas retorna a la apertura de la Conciencia.
Poco a poco el cuerpo queda libre para abrirse, relajarse y reunirse con la apertura que lo rodea. Es como si cada sentimiento y sensación como una ofrenda, se devolviera al altar invisible de la Conciencia, contando de camino su verdadera historia. Con el tiempo esto permite un realineamiento suave y natural con la comprensión de que la naturaleza esencial del cuerpo es esta misma apertura.
Cuando hago de mi cuerpo un millar de pinceles sumergidos en oro
Todo toma la forma de ti
Y se entierra en mi corazón para hacerlo más grande y más suave
Para que el mundo pueda desbordarse infinitamente y en todas partes
Retornando los días ordinarios a la vida infinita
Una y otra vez en esta exploración, para la cual podemos utilizar la meditación guiada, las posturas, las visualizaciones, el movimiento y la respiración, somos llevados a ver y sentir que en verdad no podemos decir que una sensación aparece en "mi" cuerpo, al igual que un sonido no aparece en el mundo ahí fuera y un pensamiento no se encuentra dentro de una cabeza. Vemos más bien que la sensación, el pensamiento y el sonido aparecen todos en mí, una Conciencia abierta no localizada sin ninguna existencia individual separada de un cuerpo-mente o mundo.
Una y otra vez nos damos cuenta de que al igual que los sonidos y los pensamientos, los sentimientos y sensaciones del cuerpo son sutiles por naturaleza. No son sólidos o tangibles, no pueden ser retenidos o medidos. Más bien son como ondas vibrantes que aparecen en la superficie de mí mismo/a, íntimamente uno conmigo, hechos de mi propia sustancia invisible. Sentimos y sabemos que el cuerpo es la apertura que "yo" soy.
A diferencia de la mayoría de los planteamientos convencionales sobre el cuerpo que se enseñan en el mundo, éste no es un empeño pragmático que vaya dirigido hacia el cuerpo físico o energético para aumentar su bienestar, fuerza o flexibilidad, o incluso alentar costosos estados de consciencia.
Más bien, es una práctica sagrada y devocional que devuelve el cuerpo a su fuente de Conciencia Abierta: lo que solo y siempre somos.
Cada vez que se hace la ofrenda, el cuerpo se restituye como es verdaderamente, ilimitado, transparente, cómodamente relajado y amoroso. Se realiza como el mismo aliento del universo.