Artículos - Rupert Spira
El amor es el tejido de la experiencia
Por Rupert Spira 12 de mayo de 2009La Presencia, Tú, Yo, es el testigo y la sustancia de cada experiencia. Y como no hay nada más que experiencia, la Presencia es todo.
Como testigo es el conocer. Como sustancia es el ser.
Pero conocer y ser no son dos aspectos distintos de la Presencia. Son perfectamente uno.
La Presencia conoce una cosa siendo esa cosa. Y la Presencia es una cosa conociendo esa cosa.
Es lo que yo soy.
Esta identidad de conocer y ser es nuestra experiencia más íntima y directa. En realidad, es todo lo que siempre se ha experimentado.
Se conoce como amor.
Esta Presencia es y está presente. Si no lo fuera, y no estuviera presente, no sería Presencia.
¿Alguna vez nosotros, es decir, esta Presencia, ha experimentado la ausencia de Presencia?
¿Qué es lo que estaría presente para conocer esta ausencia?
Nosotros, es decir, la Presencia, no puede conocer su propia ausencia, ya que tendría que estar presente en ese conocer, como ese conocer.
Nunca hay una experiencia de la ausencia de Presencia.
¿En qué o dónde podría la Presencia desaparecer? ¿En lo que es no-existente?
¿Cómo podría lo que es desaparecer o convertirse en lo que no es?
¿Y de qué o de dónde aparecería la Presencia en primer lugar?
Si la Presencia no estaba presente, ¿qué es lo que era y estaba presente?
¿La no-existencia? Pero la no-existencia no puede ser y estar presente.
Porque la no-existencia es no-existente. Sólo la Presencia es.
Y si la Presencia es siempre-presente y todo es esa Presencia, ¿puede algo desaparecer?
Nada (ninguna cosa) nunca deja de ser porque ninguna cosa ha venido nunca a la existencia.
La sustancia o ser de cada objeto aparente es solo Presencia, y la Presencia siempre es.
Sólo hay una sustancia, sustancial, inmutable, no-misteriosa, siempre conocida, siempre experimentada, nunca no siendo.
Es esta única sustancia la que toma la forma de todas las apariencias sin tener nunca que ser o convertirse en otra cosa que no sea ella misma.
Todo lo que se conoce es el conocer de la Presencia conociéndose a sí misma.
Todo lo que es, es la Presencia conociéndose a sí misma, siendo sí misma y amándose a sí misma.
La Presencia no puede dejar de conocerse a sí misma o ser ella misma.
Incluso en la profunda ignorancia, la Presencia está conociéndose y siendo ella misma. Es decir, se está amando a sí misma.
Por lo tanto, no hay ignorancia real.
No hay olvido. No hay recuerdo. No hay pérdida o hallazgo.
La Presencia no está nunca velada a sí misma. Y por lo tanto no hay ninguna verdadera revelación de la Realidad.
No hay auto-realización (realización del Sí mismo), porque todo lo que es real en cualquier experiencia ya es el sí mismo.
No hay iluminación, porque la Presencia es ya y eternamente la luz que se ilumina a sí misma. Es eso en lo que, a través de lo que y como lo que todas las cosas aparentes que se conocen, son conocidas.
No hay despertar, porque la Presencia siempre está ya despierta en sí misma.
¿Cómo puede conocerse si no se conoce?
Viendo claramente que siempre se conoce.
Lo que no se conoce no es cognoscible. Y lo que se conoce siempre es conocido.
Así que cualquier movimiento o progreso es siempre desde el conocer al conocer, lo cual no es ningún movimiento o progreso en absoluto.
Aquí mismo estas palabras y todo lo que se está experimentando en este momento, es conocido, pero no hay ninguna otra sustancia en esta experiencia aparte de su conocer. Es decir, su ser, su sustancia, es su conocer de sí misma.
No hay conocedor de esta experiencia ni nada que sea conocido. Solo hay el conocer de ella, que es al mismo tiempo idéntico al ser de ella.
Y esta identidad de conocer y ser se conoce como amor.
El amor es el tejido de esta y toda experiencia.
Si no está claro, lo que aquí está escrito parecerá ser complejo, teórico y abstracto.
Sin embargo, si es evidente, es evidente, y lo que aquí está escrito será visto como una forma simple de describir la realidad de la experiencia, aunque dentro de los confines limitados del lenguaje.