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Artículos - Ellen Emmet

El cuerpo de la felicidad

Por Ellen Emmet Awakening Clarity Now
Ellen Emmet

"Entonces, tanto si esta profunda exploración experiencial del cuerpo se lleva a cabo antes del llamado despertar como después del llamado despertar no hay diferencia. La sadhanna tiene que realizarse en algún momento, si queremos que nuestra comprensión sea plenamente realizada en el nivel del cuerpo y el mundo, no sólo en el nivel de la mente."

– Rupert Spira

Todos conocemos el Cuerpo de la felicidad

Todos los que vienen a Awakening Clarity comparten un gran amor e interés en nuestra verdadera naturaleza. Nuestro corazón y nuestra mente resuenan profundamente con la comprensión de que lo que somos es conciencia ilimitada, abierta, universal, infinita, divina y omnipresente.

Por otra parte, todos sabemos o recordamos momentos de felicidad y de paz, en los que nuestro cuerpo es transparente, alegre y muy sensible, armonizando con la sustancia invisible de la paz y la felicidad misma.

En esos momentos la creencia conceptual en la separación está ausente, junto con la experiencia sensorial de un cuerpo físico, sólido, limitado y localizado. El cuerpo resuena y vibra de forma natural y sin esfuerzo con su fuente. Se experimenta en consonancia con su estado natural de fluidez y expansión ingrávida y transparente. Su música es pura apertura, amplitud y amor.

El Cuerpo condicionado

Sin embargo, para muchos de nosotros la mayor parte del tiempo esta comprensión no se establece en el nivel de los sentimientos y sensaciones.

Nuestra experiencia sensorial de nuestro Ser ha sido distorsionada por décadas de "yo" "tú" "mío" "tuyo" proyectados interminablemente en nuestro cuerpo-mente por los padres, maestros, compañeros y la cultura en una subconsciente y colectiva conspiración de ignorancia auto-perpetuada.

Por lo tanto, nuestro cuerpo está condicionado a reflejar la creencia de que lo que somos es una conciencia individual limitada, separada del todo. Se convierte en el anclaje físico y expresión de esta ilusión arraigada de que "yo" soy un cuerpo físico aparte de todos los otros cuerpos y el mundo.

Hasta donde podemos recordar se nos ha enseñado a interpretar las sensaciones tales como el hambre, el dolor o el placer, los sentimientos como la tristeza, el miedo o la alegría y los pensamientos sean los que fueren, como que ocurren "dentro de mí", una forma física individual: Por lo tanto: yo/mi cuerpo estoy hambriento, cansado ​​o relajado; yo/mi cuerpo estoy enojado, triste, asustado o feliz; yo/mi cuerpo estoy pensando, de pie, sentado, dormido, despierto; yo/mi cuerpo he nacido y moriré.

Los sentimientos y sensaciones internas del cuerpo se experimentan como íntimas, vivas e incuestionablemente personales, mientras que otras percepciones como las táctiles, visuales y auditivas se refieren a objetos que pertenecen a un mundo aparentemente separado y fuera de mí. Algunos de estos objetos como yo/mi cuerpo son humanos o animales con su propia conciencia separada, otros objetos como las plantas son seres vivos orgánicos, y otros aún como las sillas, mesas, el espacio alrededor e incluso la tierra bajo nuestros pies se piensan y sienten como materia inerte muerta.

Yo/mi cuerpo se convierte en un conjunto repetitivo de hábitos psicosomáticos diseñados para perpetuar la imagen proyectada que parece operar en su centro. Su dinamismo se rige por el impulso restrictivo de protegerse y defenderse a sí mismo. Con el paso del tiempo y la ayuda de la memoria, yo/mi cuerpo reclama su historia personal, sus preferencias, sus atracciones, sus aversiones y su identidad personal en general.

Y así, el verdadero "yo" que es pura Conciencia Abierta e Indivisa aparece como confinado, limitado y fragmentado. Mientras tanto, el funcionamiento armónico y natural del cuerpo parece estar comprometido por una antinatural, complicada y al final misión imposible.

Explorando el cuerpo así como la mente

Ambas actividades de investigar la mente y el cuerpo son sagradas y naturales. No provienen de una persona. Provienen de la Presencia y son un hermoso gesto de la Presencia hacia Sí misma.

Durante los Satsangs, en los encuentros no-duales o al leer libros sobre no-dualidad, exploramos nuestra infundada creencia conceptual de ser una consciencia separada. Con el silencio como referencia, entregamos el instrumento racional de nuestra mente a la luz pura de la inteligencia que es su fuente y sustancia. Este nivel de exploración incluye conversación, preguntas y respuestas y razonamiento superior. Es profundamente experiencial a nivel del pensamiento y reverbera en todo nuestro ser.

Durante las sesiones de yoga no-dual, investigamos la sensación infundada de la separación a nivel del cuerpo. Con la apertura como fundamento, utilizamos las sensaciones, exploraciones táctiles, visualizaciones, posturas, movimientos y la respiración y entregamos la sensibilidad de nuestro cuerpo a esta pura apertura. Permitimos que la sentida creencia en la separación que vive como energía cristalizada en el sistema celular, muscular, esquelético, linfático y nervioso del cuerpo sea experimentada directamente.

Con el tiempo, esto permite un realineamiento suave y natural con la sentida comprensión de que la verdadera naturaleza y sustancia del cuerpo es la apertura misma.

Este segundo nivel de investigación se pasa por alto sobre todo en la enseñanza no-dual contemporánea. Porque en una cultura que favorece el pensamiento analítico y conceptualizador somos más fácilmente condicionados a examinar nuestra experiencia usando nuestra mente en lugar de un enfoque sensorial, menos racional, directamente táctil. Sin embargo, el cuerpo-mente sólo puede ser completamente re-orquestado por esta comprensión cuando se ha permitido que todas las inadvertidas capas de identificación salgan totalmente a la superficie y sean vistas a la luz de la Conciencia.

¿Cómo participo en esta exploración ?

"Me abro a la Presencia. Corazón, cuerpo y mente se vuelven hacia este espacio abierto luminoso ilimitado.

Esta Presencia es pura acogida. Es como el vasto cielo azul, que permite que cada nube que aparece, se desarrolle y se disuelva dentro de sí mismo. Esta Presencia es lo que más anhelo hasta que reconozco que es mi verdadera naturaleza, lo que siempre y únicamente soy."

Para empezar, llegamos a arrodillarnos ante el altar de la Presencia. Llegamos tan abiertos como sea posible permitiendo que el amor y el anhelo por la verdad preparen nuestras mentes, nuestros cuerpos y nuestros corazones. Y nos abrimos a la posibilidad de que lo que somos, aquí y ahora, es esta misma Presencia ilimitada, abierta, universal y divina.

A diferencia de la mayoría de las prácticas de yoga tradicionales que se enseñan en el mundo, estas sesiones no-duales del cuerpo no son exploraciones pragmáticas de los estados del cuerpo, estados de energía o vibración. No tienen la intención de apuntar hacia algo o alcanzar una meta. No pretendemos salir de una sesión sintiéndonos más expandidos, relajados, alineados o flexibles. Estas sesiones son sagradas y no nos conducen hacia ninguna cosa (no-thing), sino simplemente a la verdad vacía y transparente de lo que siempre y únicamente somos.

"Saboreo mi cuerpo directamente como si nunca lo hubiera conocido antes, totalmente fresco y nuevo. Estoy abierto e inocente como un bebé en la cuna, completamente despierto y sensible.

Una corriente de aire fresco a través de mi nariz, mi vientre se mueve hacia arriba y hacia abajo, mi peso se fusiona con el suelo, hormigueo en las palmas de las manos, presión detrás de mis ojos... Mi cuerpo es un río de sensaciones que fluye en pura sensibilidad y apertura."

Después de habernos establecido en la Presencia, comenzamos a escuchar nuestra experiencia del cuerpo directamente, sin la habitual mediación de un concepto, memoria o imagen. Nos tomamos nuestro tiempo, descendiendo por debajo del umbral de la experiencia racional, permitiendo que el pensamiento se relaje en el fondo y se abra a la afluencia de la sensación táctil que es nuestra experiencia corporal real. Se nos invita a ver y sentir realmente que el cuerpo es un mosaico de sensaciones que fluyen a través de mí mismo, este espacio de Presencia abierto, ilimitado, sensible, al igual que todo lo demás.

"El cuerpo fluye a través de mí, me refleja, se parece a mí, me canta, está hecho de mí. Las sensaciones y yo mismo son inseparables. La sustancia invisible de mi cuerpo es yo mismo."

A medida que continuamos nuestra investigación, vemos que en realidad no podemos decir que una sensación aparece en mi cuerpo, al igual que un sonido no aparece en el mundo y un pensamiento no aparece en mi cabeza. Más bien vemos que la sensación, el sonido y el pensamiento todos aparecen en mí mismo, sin ninguna existencia separada o individual de un cuerpo, un mundo o una mente.

Nos damos cuenta de que al igual que los sonidos que percibimos y los pensamientos que pensamos, las sensaciones corporales son sutiles en naturaleza. No son sólidas o tangibles y no pueden asirse y medirse. Son como ondas que aparecen en mí mismo y hechas de mi propia sustancia invisible. Y así llegamos a saber que la sustancia misma de una sensación es la apertura que yo soy.

"Siento las áreas donde la cabeza, la espalda, los brazos, la pelvis, las piernas y la tierra se reúnen y me abro a la sensación táctil. Estoy invitado/a a entregar paciente y persistentemente el peso de mi cuerpo a la tierra. ¿Puedo sentir que la tierra está viva y acogedora debajo de mí? ¿Puedo realmente experimentar que es seguro y natural dejarse ir, y que en última instancia, la tierra y el cuerpo están hechos de mí mismo?

Ahora siento la superficie de todo el cuerpo, la piel, el aire, la ropa, e invito a esa sensación a expandirse en el espacio alrededor y ser tan ligera como una nube flotando en la apertura. Este espacio abierto está vivo, es intrínsecamente acogedor y acuna mi cuerpo en su sostén transparente..."

Cuando simultáneamente creamos y mantenemos la sensación de peso corporal subconscientemente elaboramos exitosamente la sensación de que estamos hechos de materia sólida, separada de la tierra y el espacio.

En un principio, mientras intentamos liberar el peso de la gravedad, o ampliar la sensación global del cuerpo en el espacio circundante, nos encontramos con sensaciones desagradables que parecen oponerse a este conocimiento de nosotros mismos como pura apertura. Experimentamos la sensación de ser sólidos, pesados y compactos o la sensación de estar limitados y separados de la tierra o del espacio de alrededor. Con esta cualidad desagradable, el proceso de dejarse ir parece forzado. Pero si perseveramos con suavidad y coraje, pronto comprendemos que el verdadero esfuerzo desde el principio fue la energía subconsciente que era necesaria para crear y mantener esta sensación de peso y limitación.

Con el tiempo, nuestra sensación de ser un objeto sólido, tangible y bien definido se desvanece. El cuerpo pierde su definido contorno, su pesadez y sus cualidades mecánicas repetitivas. Se recupera su intimidad natural con la tierra y el espacio. La energía es de nuevo liberada para echar raíces, filtrarse, aumentar y expandirse, para fundirse y reunirse, para disolverse y surgir de nuevo, de acuerdo con las leyes naturales del universo.

Sí, veo que el cuerpo no tiene fronteras ni centro que pueda tocar. Sí, es verdad que no puedo encontrar en qué lugar la sensación llamada mi cuerpo se convierte en la sensación llamada la tierra. Y sí, todo el espacio está vivo, es abierto, acogedor y permea todas las sensaciones. El cuerpo se expande en él de forma natural. ¡Mi cuerpo/espacio, mi tierra/cuerpo!

Pero todavía existen estas persistentes sensaciones y sentimientos que parecen ubicarme aquí en esta jaula, en este cuerpo...

Durante las sesiones encontramos sensaciones familiares e íntimas de estar ubicados en el interior de una parte del cuerpo como un pensador, un sensor, un movedor o un hacedor. Nos enfrentamos a estados emocionales que expresan la víctima, el agresor o cualquier otra cosa con la que nos hayamos identificado, junto con todos los hábitos condicionados de caída, necesidad, defensa, inflación, orgullo y agresión.

Por otra parte, cuando permitimos que las capas más profundas salgan a la superficie, nos encontramos con crudos sentimientos de carencia, inseguridad y miedo que se alojan en el interior de los tejidos y cadenas somáticas del cuerpo.

Si me siento crónicamente inseguro por ejemplo, esto provoca cierto mecanismo físico tal como una postura protectora o una actitud de sumisión. Una activa sensación de ansiedad puede encontrar sus raíces en un profundo temor de desaparición y está a menudo anclada en los hábitos de una respiración poco profunda, rigidez de la columna vertebral o en hombros muy agarrotados.

Puedo experimentar una sensación recurrente de carencia en el interior, que viene con hábitos de aferramiento, agitación, aburrimiento todos los cuales cuando se exploran más profundamente se revelan como sensaciones que parecen ubicarme en el interior del cuerpo.

Para la mayoría de nosotros estos hábitos se han vuelto subconscientes, crónicos y también tan habituales que ya no se sienten, o tan íntimos que se dan por sentado como propios.

Durante estas sesiones, nos familiarizamos con todos estos sentimientos y sensaciones que impiden el flujo natural de la energía. Nosotros no los rechazamos, sino que les damos la bienvenida a medida que surgen y se les permite desarrollarse y ser experimentados directamente.

No tenemos nada programado que hacer con ellos sino permanecer abiertos, amorosos, atentos aunque indiferentes a la historia incorporada en su interior. De una manera muy suave, nos damos cuenta de que esta apertura y acogida es y siempre ha sido nuestra propia naturaleza. Ningún esfuerzo es necesario. Permanecemos como esta apertura.

En esta abierta contemplación viene una cooperación espontánea en el nivel del cuerpo, como si cada sensación voluntariamente se ofreciera de nuevo a la Presencia. De forma natural y sin esfuerzo, la yo-idad que impregna la sensación se disuelve de nuevo en el universal, transparente, no-localizado y omnipresente Yo.

"El movimiento aparece en la apertura... un rastro apenas visible en el espacio consciente vacío. No hay movedor, ni origen ni destino, sólo este gesto transparente impregnado de quietud...

La respiración aparece en esta apertura... pero ya no hay un respirador. Sólo oleada tras oleada de suave y constante respiración, nacida en la Presencia, hecha de Presencia y muriendo en la Presencia."

Exploramos los movimientos, posturas, visualizaciones y la respiración. Estas son buenas oportunidades para realinear los modos de sensación/percepción/movimiento con nuestra identidad infinita y transparente recién descubierta.

Evocamos movimientos sin un movedor, y exploramos las cualidades innatas de fluidez, ligereza, porosidad y amorosidad.

Visualizamos un cuerpo expandido hecho de espacio transparente que se extiende de forma natural por todo el espacio sin límites y lo contemplamos a medida que crece en todas las direcciones, llenando poco a poco la habitación, el jardín exterior y el universo entero.

Invitamos gestos sin origen o destino, una respiración que no requiere esfuerzo o aferramiento.

Y todo el tiempo nos enfrentamos con valentía a las contracciones, las resistencias; y los viejos hábitos de sentirnos como un movedor limitado, una Conciencia localizada, o un respirador contraído salen a la superficie y son vistos. Con el tiempo estos hábitos residuales pierden su impulso y lo desagradable disminuye.

El cuerpo se expande hasta el tamaño del universo y contiene todas las cosas tangibles e intangibles en su corazón. Nada es externo a él. Todos tenemos este cuerpo de alegría, este cuerpo despierto, este cuerpo de acogida universal. Todos estamos completos, sin partes que nos falten. Solamente explora tu reino y toma posesión de él conscientemente. No vivas más en esa miserable choza de un cuerpo limitado.

Francis Lucille

Cuando exploramos nuestro cuerpo profundamente de esta manera, volvemos a descubrir que su propia esencia es pura apertura, infinitud y alegría. Permitimos que fluyan libremente las energías. Descubrimos que nuestro verdadero cuerpo es el cuerpo de la alegría, totalmente completo, expandido, confortable, abierto y amoroso... el aliento mismo del ser. El cuerpo se ha hecho sagrado... nos damos cuenta que no tiene que ser una jaula o prisión física... comenzamos a vivir conscientemente allí...