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Artículos - Miguel Martí

Blay, un puente hacia la Realización

Por Miguel Martí

La figura de Antonio Blay no pasa desapercibida para los estudiantes de diversas disciplinas de crecimiento interior gracias al hecho de haber propuesto un enfoque nuevo de la realización a partir de la psicología y la razón.

Antonio Blay

Antonio Blay Foncuberta ha sido uno de los esoteristas más destacados en nuestro país (España), autor de más de 20 libros sobre los temas de Yoga, Zen, Transformación Interna, Auto-realización y Transcendencia, fue además un gran conocedor de la India, y se especializó en el estudio de las técnicas orientales y occidentales para desenvolver los estados de consciencia del hombre. Considerado por muchos como un maestro del Camino Interior, el planteamiento psicológico que caracterizó a Blay partía generalmente del concepto de que en el ser humano existe una demanda de plenitud que se traduce en una búsqueda. Aunque esta búsqueda puede adoptar muchas formas distintas, está siempre dirigida hacia la consecución del bienestar total.

A pesar de que para muchas personas el proceso de búsqueda puede ser visto como una imposibilidad o una utopía, Blay destacó el hecho de que existe una serie de evidencias que apuntan hacia la certeza de que todo se dirige hacia esa plenitud, pues en todo el mundo y en todos los tiempos ha existido esta aspiración del ser humano. Esto, en parte, hace pensar que se trata de un objetivo realizable, ya que está en el corazón de todos y que todos lo intuimos como algo consustancial a nuestra naturaleza.

Por otra parte, existe una serie de grandes tradiciones de tipo religioso, filosófico y hermético que inciden en el mismo sentido y de ellas surgen los conceptos de salvación, liberación, iluminación, transmutación y realización. Además, contamos con el testimonio de numerosas figuras que, en todos los tiempos y en todas las culturas han demostrado que es posible alcanzar este estado de plenitud y dicha. No se trata sólo de un tipo de plenitud contemplativa alejada de los aspectos prácticos de la vida, sino el resultado de una acción creativa y transformadora, que se encuentra inmersa en el mismo mundo en que vivimos.

En el estudio dirigido a la realización de este objetivo, Blay ofrecía un trabajo completo, analítico, dialéctico y práctico, que se estructuraba en cuatro etapas que sucintamente, pueden delinearse en cuatro etapas:

1. En la primera etapa se planteaba la necesidad de la vivencia básica del hombre como Centro, o el logro de la unidad individual.

2. La segunda etapa se refería a la integración de los contenidos internos, el logro de la unión de lo que es dual dentro de sí.

3. La tercera tenía un sentido de expansión horizontal del ser en su contexto social y universal, de descubrimiento del poder del todo en relación con la parte.

4. Y finalmente, el cuarto grado o etapa se refería a la experiencia del hombre ante lo Absoluto, ante el poder Supremo.

Lenguaje asequible

Ondas
Aforismos de Blay

En ocasiones, sus intervenciones en estos diálogos adoptaban una forma breve, sintética, y frecuentemente se convertían en sentencias o aforismos. Como ejemplo, citaremos sólo algunos (de diferente significación) de los que surgían improvisadamente como respuestas a preguntas concretas.

- Es necesario aprender a vivir lo que Soy, porque lo Soy, y no por ningún otro motivo.

- El Vacío no existe. El Vacío no es más que el nombre que se da a lo que no se percibe.

- ¿Dónde estás? Uno debe estar donde se siente y se vive a sí mismo, no donde se "piensa" a sí mismo.

- La verdadera "atención" debe irse centralizando. Y cuanto más se centraliza menos se particulariza.

- Sea lo que sea lo que miras, el que mira es siempre el mismo.

- Debemos hacer un intento por "metabolizar" lo espiritual.

- La vida es Gozo, no tengas el "problema" de no tener problemas ... y así, ad libitum, con una fluidez admirable.

Blay, para desarrollar esta enseñanza, utilizaba un lenguaje relativamente sencillo a partir de unos conceptos psicológicos muy precisos.

Su particular terminología sobre el Yo-idea, el Yo-experiencia, el Fondo, el Centro, los Niveles Superiores o la Presencia, que ha llegado a convertirse en clásica, ha resultado ser muy eficaz para la observación y conocimiento de uno mismo.

A partir de este análisis generaba, desde lo más inmediato y personal, un proceso de desenvolvimiento del propio potencial que conduce a experimentar los aspectos espirituales o trascendentes en nuestra vida.

Además de su formación psicológica, Blay tenía un profundo conocimiento de la anatomía oculta del ser humano, así como de las tradiciones cristiana, hindú, budista, sufí, taoísta y de las enseñanzas de distintas escuelas o maestros, como Bailey, Steiner, Ouspenski, Durckheim, Khrisnamurti, Ramana Maharshi, Nisargadatta y muchos otros.

Esto le permitió enfocar cualquier problema personal desde el ángulo preciso en que se había desarrollado o desde el que lo formulaba su interlocutor. Así, sus respuestas a las preguntas que se le planteban en los grupos de trabajo o estudio, siempre resultaban adecuadísimas a la necesidad del ocasional consultante o del grupo en general.

En los diálogos, sus explicaciones eran totalmente convincentes, siempre daba en el blanco de la solución a la cuestión expuesta; los asistentes sólo podían decir (o pensar) : ¡claro, es así, exactamente! Todo se hacía evidente en la palabra de Blay: el mundo, el ser humano, la evolución, las dificultades, las tensiones, las luchas, los "egos" (individuales y colectivos).

Nunca hubiera podido decirse que en su expresión utilizase un lenguaje irracional o sectario; al contrario: sus exposiciones se desarrollaban razonadamente, dentro de una lógica y de una imparcialidad impecables.

Prolífico escritor

Además de lo expuesto hasta ahora, Blay fue un prolífico escritor y comunicador de sus experiencias y realizaciones. Su obra escrita surgió, en gran parte, precisamente de los cursos que impartió y de su actividad como conferenciante y abarca desde el estudio de todos los aspectos técnicos del trabajo interior hasta los distintos métodos de yoga. Algunos de los títulos de esta etapa son Hatha Yoga, Tantra Yoga, Los Yoga, El trabajo interior.

Otras de sus obras empiezan a partir de un planteamiento psicológico de los problemas del ser humano para elevarse más tarde hasta los aspectos que traslucen el rango superior, el espiritual. Éste es el caso de Personalidad y niveles superiores de conciencia, Creatividad y plenitud de vida, Tensión, miedo y liberación interior, o como en la erudita La personalidad creadora.

En sus últimas obras Blay incide especialmente en los aspectos metafísicos de la vida, como en Caminos de auto-realización, La realidad, o en SER, curso de psicología de la Auto-realización.

Pero además del gran nivel de su enseñanza y de su obra, estaba él: Antonio Blay, una personalidad singular que no pretendió jamás ser llamado "Maestro", pero con una entrega completa al servicio del despertar de los demás a la realidad de la vida Superior.

Puente
La Realización desde la psicología

La gran importancia que la figura de Blay tuvo para sus seguidores radica en que fue un verdadero pionero en nuestra sociedad, que abordó con sus estudiantes (hace ya unos treinta años) múltiples modos de trabajo, que actualmente proliferan en diferentes grupos de distintas filiaciones.

También supo establecer un "puente" perfecto entre las enseñanzas espirituales más elevadas y la base psicológica con la que nos desempeñamos en la vida cotidiana. Muchos fueron los estudiosos y seguidores de grandes maestros como Krishnamurti, Rarnana Maharsi, Nisargadatta, por ejemplo, que manifestaron echar en falta un eslabón que les permitiera compatibilizar con su vida práctica las enseñanzas que habían recibido, pues se encontraban con un vacío, una "brecha", entre lo trascendente y lo terreno. En Blay encontraron este eslabón, este puente, pues cualquiera que fuese la formación a las aspiraciones de su ocasional consultante, siempre encontró la orientación justa para éste en su camino evolutivo propio, el que podía llevarle de la "persona" al "espíritu", en su misma vida. También encuentran esta ayuda sus nuevos seguidores a través de su obra escrita.

En su trato nunca dio lugar a la relación de poder que frecuentemente ocurre entre maestro y estudiante. Tampoco favoreció nunca dependencias de ninguna clase, y sí la autonomía de todos.

Blay, tras haber realizado un trabajo sobre sí mismo de unificar sus campos de Consciencia, Energía y Sentimientos, logró demostrar sutilmente que era un alma que respiraba espíritu constantemente.

En este sentido, logró hacer partícipes a los demás de esta dimensión inmaterial e introducirles en el desarrollo consciente de su identidad central, aquello que no es mortal en el hombre. El inspiró en el estudiante buscador su realización mediante un proceso de silenciosa y suave impactación.

Los que tuvimos la oportunidad de conocer y tratar a Blay, fuimos capaces de comprender sólo una parte de lo que él vivía, la parte que nuestra capacidad de recepción nos permitió asimilar. Por eso resulta difícil definirle completamente.

En este mundo hipermecanizado en que vivimos, agitado, ruidoso y repleto de información, Blay resultaba una figura balsámica, íntimamente reconfortante. Algunas veces, reunidos con él, muchos percibimos algo así como si se formase una "esfera sensible de conciencia", suave, invisible pero casi táctil, que flotaba sobre el grupo y abarcaba el campo de conciencia de los asistentes, llenándoles de paz y de gozo. Algo sorprendente, experimentable, pero difícil de explicar con palabras.

Por mi parte, desde mi limitada percepción tengo la convicción imborrable de que él había llegado a vivir desde la profundidad "pura" de lo que entendernos como Energía, Amor e Inteligencia, y eso lo difundía amigablemente a su entorno.

Considero que Blay llegó a ser una expresión realizada, aquí entre nosotros, de Sat-Chit-Ananda o del Ser, la Consciencia y la Felicidad.

Miguel Martí es músico, escritor, articulista y un conocedor profundo y directo de la obra de Antonio Blay.
Fuente: Revista Escuelas de Misterios, Nº 15, 1995.