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Artículos - Carl McColman

Algunas reflexiones sobre el no-dualismo
y la mentalidad única

Por Carl McColman 19 de octubre de 2017
Este y Oeste

Un lector en Facebook me preguntó recientemente:

¿En qué difiere el no-dualismo oriental del occidental?

Así que aquí está mi respuesta...

Es una gran pregunta y no estoy seguro de que alguien pueda realmente responderla. No solo existen profundas diferencias culturales, filosóficas y teológicas entre las tradiciones de sabiduría orientales y occidentales, sino también diferencias sutiles pero reales en las formas en que se enseña y practica la meditación. Finalmente, incluso si alguien trata de dominar los enfoques de contemplación "orientales" y "occidentales", la personalidad, los valores y la visión del mundo de la persona siempre serán moldeados fundamentalmente por la cultura en la que nació o creció. Conozco personas que han sido budistas durante treinta años, pero fueron criados como católicos estadounidenses y se dan cuenta de que nunca superarán por completo su condicionamiento social y cultural como católicos para introducirse plenamente en el corazón y la mente de los tibetanos o japoneses o cualquier cultura a la que pertenecen sus maestros de dharma. Y las mismas limitaciones también funcionan en la otra dirección.

Habiendo dicho todo eso, personalmente creo que la conciencia pura no-dual, al menos en teoría, nos lleva a un lugar más allá del lenguaje, más allá de la sintaxis, más allá del condicionamiento social y cultural: un lugar de pura presencia, sin restricciones de las limitaciones de la mente lógica/cognitiva. Pero, ¿alguien, incluso un maestro iluminado, alcanza ese nivel de pureza? Probablemente no. Pero si alguien pudiera alcanzar ese nivel de pura no-dualidad, entonces sospecho que sería lo mismo para un oriental que para un occidental. Pero incluso nunca podríamos hablar de eso, porque tan pronto como intentamos ponerlo en palabras o conceptos, volvemos a los filtros y limitaciones de nuestro contexto cultural particular. Entonces, en un nivel muy profundo, sigue siendo un misterio.

El lector continuó:

Sí, también, si tuviéramos que explicar la no-dualidad, ya no sería no-dualidad. Es lo mismo que tratar de explicar a Dios. Si creemos que conocemos a Dios, entonces, de hecho, no lo conocemos. Le pregunté a alguien sobre la no-dualidad oriental, pero no pudo responder. Estaba decepcionado, pero tenía razón en su falta de respuesta. Es algo que puede sentir dentro de sí mismo, porque le ha sido revelado y es sabio no explicarlo. Además, gracias por tu respuesta. Me ayudó a entender.

Más tarde, este lector hizo una pregunta más...

¿Cómo crees que el no-dualismo está relacionado con la mentalidad única [single-mindedness: centrarse en un solo objetivo]?

Creo que para mí, las dos palabras apuntan a dos dimensiones diferentes de la práctica espiritual consciente. La mentalidad única tiene que ver con la atención, con el enfoque, con lo que Jesús se refiere como "el ojo único" o el ojo claro o sano (ver Mateo 6:22). La mentalidad única tiene que ver con el observador, mientras que la no-dualidad abarca todo lo que se está observando. La no-dualidad es justo lo que es, libre de nuestra tendencia como seres humanos a hacer de nuestro discernimiento y juicio normales algo más concreto de lo que realmente es.

A veces alguien me pregunta, "¿la no-dualidad significa que rechazas la distinción entre el bien y el mal?" La respuesta: ¡en absoluto! El bien sigue siendo bueno, y el mal sigue siendo malo. Lo que la no-dualidad reconoce es que todo es (sucede) por la gracia y la misericordia de Dios. En el Sermón de la Montaña, Jesús habla acerca de cómo Dios envía lluvia sobre el bien y el mal por igual, y permite que el sol brille sobre los justos y los malvados (ver Mateo 5: 43-48). Cuando describe esto, Jesús instruye al oyente a "ser perfecto" como Dios es perfecto (Mt. 5:48).

Esa "perfección" es la talidad de la no-dualidad. La no-dualidad es simplemente "aprender a ver como ven los místicos", lo que básicamente significa tratar de ver como Dios ve. Cuando aceptamos esa no-dualidad fundamental, el bien y el mal no se desvanecen, sino que también pierden su poder de afectar nuestro arraigo en Dios. Celebramos lo bueno, contrarrestamos lo malo, servimos a los que sufren, nos regocijamos con los que prosperan, y todo surge del único amor, el único amor de Dios. Eso es no-dualidad. Y la mentalidad única es simplemente aprender a prestar atención para que podamos ver exactamente qué es lo que Dios quiere mostrarnos.