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Extractos - Gina Lake

La Divinidad está en todas partes

Por Gina Lake
Gina Lake

Tú no eres lo que piensas

¿Quién eres tú, en verdad? ¿Eres una persona con un nombre, con un cierto pasado, cuerpo y personalidad, ciertos talentos, debilidades, sueños, miedos y creencias? Puede ser que así te definas con otros, pero eso no es quien eres realmente. La verdad de tu ser sólo puede ser descubierta a través de investigación y exploración profunda y una percepción mas sutil de toda idea que puedas tener sobre quien eres. Sólo lo puedes descubrir cuando tu mente está quieta y sin decirte quien eres. Cuando toda idea sobre ti se haya silenciado, lo que queda es lo que realmente eres: Conciencia, Quietud, Presencia, Paz, Amor, lo Divino. Tú eres lo que no se nombra y al que se le ha dado mil nombres.

Para todos aquellos que no están seguros de quiénes son, no están solos. Incluso los que ya lo han realizado a veces no tienen certeza. La realización sobre quién eres va y viene hasta cierto punto, dependiendo a lo que pongas atención. Para todos aquellos que ya saben la verdad, que existe sólo un Ser en toda la existencia, pueden olvidarse temporalmente de quiénes son y perderse en las creencias de sus pensamientos. La mente es muy convincente, y al darle tu atención, te traerá de nuevo a la experiencia de ti mismo como un ser separado del resto de la creación.

No obstante, no eres quien crees ser. El pensar te da la ilusión de que eres alguien, pero no eres alguien sino la Unidad misma, el Divino enmascarado como individuo. Esta máscara tiene el objetivo de explorar esta realidad física y de tener las experiencias únicas que estás teniendo como alguien. El Divino está gozando de todas las experiencias que está teniendo a través de toda la creación, incluso aquellas que no consideraras "placenteras". Lo que el Divino goza es de experiencias – cualquier experiencia. Te creó sólo para eso, es decir, tú te creaste, justamente para eso.

Pueda ser que no pienses que ahora estás gozando de una experiencia, pero si llegas a lo más profundo de tu ser, vas a descubrir que hay gozo hasta en la experiencia más desagradable. El gozo de estas experiencias viene por el mismo hecho de poder tenerlas y de sentirlas. El Divino está gozando de la vida y celebrando cada momento a través de la creación, sea lo que sea que se esté percibiendo. Por lo tanto, es posible que tú encuentres gozo en toda experiencia cuando te pones del lado del Divino, de tu Esencia, en vez del ser personal, o del "yo" que piensas que eres.

Este "yo" no es fácil de hacerlo feliz. Puede que esté teniendo una linda experiencia y aún así, no ser feliz. El "yo" está programado para la infelicidad porque está programado a buscar aquello que nunca le dará felicidad. Siempre persigue más y mejor y diferente de lo que existe en el presente, y eso crea una búsqueda infinita de insatisfacción en todo lo que encuentra. Este es un dilema infeliz, pero esta es la condición humana.

Es por esto que los humanos sufren, pero tú no eres humano en realidad, así que no es necesario que tú sufras de esta forma. En cuanto descubras tu naturaleza verdadera, es posible dejar de sufrir, o por lo menos, podrás sufrir muchísimo menos. La Divinidad no sufre en su experiencia de la vida, y tú tampoco tienes que hacerlo. Tú puedes sentir el júbilo de la Divinidad en tu vida en cada momento que pongas atención al momento presente (donde lo Divino, la Esencia, reside), pero tú debes desearlo y tienes que escoger hacerlo. Este es el obstáculo más grande de todos a la felicidad. Muchos perciben la Verdad que existe en cada momento pero la ignoran porque una y otra vez no existe nada para la mente egoica, que es la mente que el ego dirige, o el ser personal ilusorio ― el tú que piensas que eres. La mente egoica es la voz familiar que oyes en tu cabeza, el comentario mental y sin fin que te acompaña en todo lo que haces.

Este "yo" piensa en sí mismo constantemente. Siempre está formando pensamientos sobre sí mismo, que es cómo se sigue creando. Se describe a sí mismo y a otros, y eso te da a ti el sentido de que existes, cuando en realidad, existe tan sólo como una descripción. Esta descripción ―este "yo"― está compuesto de varias ideas que no son ni siquiera consistentes, ya que cambian de un momento a otro, de día a día. Este "yo" cree en una cosa un día y en otra cosa otro día. Le gusta una cosa un día y el opuesto al siguiente. Se ve de una manera un día y de otra el próximo. Y al mismo tiempo, parece ser tan sólido, tan real, que este "yo" está dispuesto a discutir con otros sobre lo que piensa, lo que cree, y cómo ve las cosas. ¿De dónde vienen todas estas ideas?

Están simplemente ahí. Para un minuto y mira. Las ideas que aparecen en tu mente y que definen este "yo" vienen de la nada y desaparecen en la nada, sólo para que sean reemplazadas por otras ideas. No tienen ninguna realidad ni verdad en términos de cómo te pueden definir comparadas con las ideas anteriores o las próximas. Las ideas vienen y van, al azar, y no tienen ningún sentido como lo que ocurre cuando uno cambia de estación de radio. Lo que pasa es que hay ciertas ideas que vienen y van más frecuentemente en tu estación particular de radio que en la de otra persona, pero eso no hace que sean más reales, más verdaderas, o capaces de definir quién eres.

Quién eres en verdad

Lo que eres no puede ser definido con palabras. Quien eres vive en el espacio entre las palabras, en la Quietud que siempre está presente y conocida cuando todo ruido mental ha cesado o ya no se le da atención. Quien eres no puede ser definido; sólo puede ser percibido. Sin embargo, no captamos su experiencia porque damos nuestra atención a otras cosas, particularmente ideas. Estas ideas, cuando uno se identifica con la mente, parecen ser más reales e interesantes de lo que tú eres porque la mente sólo está interesada en cosas que puede comprender, describir y categorizar.

Como hay tantas cosas e ideas para que la mente se mantenga absorta, este "yo" con el que te identificas en la mente está siempre muy ocupado poniendo atención a cosas y a pensamientos que aparecen en la mente. Cuando uno se identifica con la mente, uno pone más atención a los pensamientos que a las cosas. Este "yo" no sólo se ubica en esta existencia, sino también en todo, en el sentido de que lo que piensa afecta a cómo percibe las cosas y otros aspectos de la realidad. Por lo tanto, la mente filtra y colorea a la experiencia y da su propio sentido a la experiencia.

La Divinidad tiene la intención de que así sea. Creó a la mente justo para que haga lo que hace. Para que la Divinidad tenga una experiencia única a través de cada ser humano, era imprescindible que cada ser humano tuviera una identidad separada y se olvidara de la Unidad que es la naturaleza verdadera de todos. De este modo, tú intercambiaste el recuerdo de tu divinidad por experiencias. Tú creces y aprendes sobre el amor como resultado de tus experiencias, y ese propósito también tuvo la Divinidad. También espera que algún día despiertes a la verdad de tu divinidad y que la expreses en la vida, lo cual acarreará experiencias de diferentes formas y ayudará en la evolución.

El impulso divino interior te lleva hacia adelante en tu evolución hasta que tú expreses esa benevolencia en tus acciones y palabras. El ego, el cual no busca ni bondad ni amor pero sí el placer y evitar el dolor, también te impulsa en tus acciones y crea experiencias, muchas de las cuales te causan dolor, pero también evolución.

Eventualmente, te das cuenta de que el amor y la bondad son lo que trae felicidad eterna, y encuentras una nueva forma de vivir desde el Corazón, desde la Esencia, más que desde la mente egoica. Cuando tu identidad cambia de la mente egoica al Corazón, donde existe tu divinidad, ahí se puede decir que has despertado a tu naturaleza verdadera. Es el punto más significativo en tu evolución porque finalmente eres libre de la dominación de la mente egoica, y uno vive la vida desde otra perspectiva muy diferente.

El estar despierto

Es estar despierto no quiere decir que uno no deja de identificarse para siempre de su mente egoica; simplemente quiere decir que ya no crees en tu mente, aunque uno siga identificándose con ella. Esto parece ser contradictorio porque la identificación con la mente usualmente quiere decir que uno cree en ella. Cuando uno despierta, sin embargo, la experiencia de identificación es como si uno supiera que está asumiendo el papel de alguien que cree en su mente, mientras te conoces al mismo tiempo como ese alguien que observa todo el drama. Es así que aunque la identificación con la mente todavía ocurre después de despertar, la identificación no dura mucho tiempo, y tampoco es un problema cuando ocurre. Ya te conoces como alguien más allá del "yo" con quien te estás identificando, y pasas la mayor parte del tiempo percibiendo y sintiendo el momento presente.

Después de despertar, a la vida se la siente muy diferente, porque uno nunca pierde de vista lo que uno realmente es, incluso cuando uno se identifica con la mente egoica. Uno puede gozar del drama de la conciencia mientras se mueve dentro y fuera de su identificación. ¿Qué importa lo que uno identifica cuando ya sabe la verdad? La conciencia goza de estar desempeñando el papel en esta vida. Cuando uno despierta, es posible gozar de esta vida, este personaje en esta vida, y todo lo que ocurra porque uno ya sabe que todo es una historia que simplemente está siendo representada. Es por eso que los místicos y sabios describen al mundo como un sueño. Desde la perspectiva de alguien que está despierto, la vida parece mucho como un sueño en el que uno sabe que está soñando.

Este desapego permite que empieces a gozar de la vida en una manera que no era posible mientras tenías apego a los resultados del cuento en el que vives. Cuando uno se identifica con la mente egoica, uno tiene ideas de cómo uno quiere que resulten varias partes importantes de su vida, como son la profesión, relaciones, salud, hogar y familia. Uno se imagina que la vida debe ser de tal manera, y uno trata de que así sea. Estos son los pensamientos de la mente egoica, haciéndose pasar por el "yo" que crees ser, y los que te mantienen preocupado y muy ocupado.

Por otra parte, cuando uno despierta, ya no requiere que la vida sea de cierta manera para ser feliz, porque uno ya es feliz. Y uno sabe que lo que antes pensaba que le haría feliz, eso ya no es necesario para su felicidad. Uno es feliz porque está de parte del Ser Divino que vive y se expresa a través de ti: Esencia. Y, a diferencia de otras cosas del mundo, la Esencia es eterna, y eternamente disponible y gratificante.

Para conocer la felicidad verdadera, uno sólo tiene que escoger estar de lado de la Esencia en vez de la mente egoica. Lo que la mente egoica busca es casi siempre inaccesible, y cuando uno lo alcanza, nunca es suficiente. La mente egoica siempre quiere más, mejor o diferente de lo que ya tiene. Su prescripción para la felicidad te lleva sólo a la desdicha, insatisfacción y sufrimiento. Dado esto, el escoger la Esencia sobre el ego pareciera ser tan obvio. Pero hay un problema.

La necesidad de escoger

Si fuera fácil escoger la Esencia sobre el ego, todos estaríamos felices y libres de sufrimiento. Esta opción es difícil porque estamos programados para que nos atraigan los pensamientos y los objetos de este mundo. Sin esa programación, uno ya nacería sabiéndose divino, y uno se perdería la experiencia de sentirse como una entidad independiente, con su propia voluntad, y nos harían falta todas las experiencias, el aprendizaje y el crecimiento que va con ello. Este Misterio está designado a ocultar la verdad de tu divinidad y la existencia del solo Uno para que ese Uno pudiera tener experiencias. Es a través de haberte dado una mente que está programada de este modo para que puedas lograr esto. Es así como estás programado para escoger el ego sobre la Esencia hasta aquel tiempo en tu evolución cuando la realización de la verdad salga a relucir.

Ya que estás leyendo esto ahora, es probable que el tiempo ya se está acercando para esta realización, si es que aún no ha llegado. Cuando llega la hora de despertar, la Esencia te llama de varias formas, y empiezas a sentir a la Esencia más a menudo y por épocas cada vez más duraderas. Lo que vamos a explorar es las varias formas que utiliza la Divinidad para que la reconozcas. Algunas de estas formas son tan obvias que quizás las hayas ignorado o descartado. Otras formas requieren una diligente observación antes de que la Divinidad se revele cara a cara.

El deseo de percibir al Divino y la búsqueda de él vienen, también, de lo Divino, puesto que no existe otro. En algún momento específico en la evolución de la persona, el Divino se busca a sí mismo.

Se llama a sí mismo y se despierta a sí mismo para poder vivir y respirar más profundamente a través del cuerpo, de la mente y de la personalidad. Se alienta para llegar a su Hogar. En los próximos capítulos, vamos a ver algunas de las formas en las que la Divinidad hace esto. Pero primero, es importante darse cuenta que el Divino está en todas partes y en todo, incluyendo dentro de cada experiencia.

En todo lugar que mires

No hay ningún lugar donde no esté el Divino. Detente un minuto y realmente reconoce esta verdad, porque la mente tiene una percepción muy diferente. Si realmente la reconoces, esta verdad puede cambiar tu vida. Todo lo que ves, toda cosa y toda persona que exista, y todo lo que ocurre es una manifestación del Divino. El Divino no está simplemente detrás de lo bueno, sino también de lo malo, que es lo que ocurre cuando el "yo" que tu piensas ser, está perdido en su propio miedo y en la ilusión de ser separado. El Divino es ambas cosas: el tirano y la víctima, el amante y el que odia. Él representa todos los papeles que ha habido porque no existe nadie más. Sólo existe la ilusión de otro.

Piensa en ello ― ¡No existe nadie más! La mente tiene tan buena imaginación, pero tiene mucha dificultad en imaginarse a la Unidad, porque va en contra de su programación. Así que cuando se percibe a la Unidad, como ocurre momentáneamente muchas veces al día, no se la reconoce. A la Unidad se la ignora, pues la mente no la aprecia. Peor que eso ― a la Unidad la rechaza la mente egoica porque reconocerla significaría el fin de su existencia. El ego no existe en la Unidad; sólo puede existir por separado. Esta es la verdadera definición del ego. El ego y la Unidad están opuestos, o así parece. Sin embargo, la Unidad diseñó que la vida sea de esta manera, y es por eso que la Unidad no tiene problema con el ego, aunque el ego sí tiene problema con la Unidad.

Dondequiera que mira, el ego ve separación. Traduce todas las diferencias como una separación. El ego ve un árbol, y ya que el árbol es diferente de la imagen del ego, él se ve como separado del árbol. ¿Pero es eso cierto? ¿De dónde vino esta definición del "yo", que cualquier cosa diferente de sí mismo significa estar separado de sí mismo?

Es la definición propia del ego la que crea la idea de separación. Diferencia significa separación en la definición del ego. El ego ve líneas divisorias entre las cosas y la gente. Incluso crea límites conceptualmente a través del idioma, del tiempo y al arraigarse a ciertas creencias. Es así como la mente egoica digiere la vida. El ego ve virtualmente a todas estas diferencias como peligrosas y problemáticas. El ego está siempre en defensa constante, tratando de defenderse de todo afuera que sea diferente de sí mismo. Su mundo está lleno de miedo, ansiedad, celos, odio, ira y dolor. Esta manera de percibir y de ser separado está en la base de todo sufrimiento.

Pero la realidad no es como el ego supone que es. No existen líneas divisorias. No hay un ser separado que se opone al mundo. Sólo existe la Divinidad que crea cada momento nuevo de sí mismo. Todo es la Divinidad, expresándose a sí misma como un árbol, un perro, una persona, como pensamiento, emoción, luz y sonido. No hay límites. No existe nadie. Sólo Uno. Sólo la Divinidad creando y percibiéndose a sí misma a través de la vida.