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Extractos - Lama Tsultrim Allione

Dakini
Machig II by Images of Enlightenment / Dakini As Art / dakiniasart.org

Despertando al Sagrado Femenino

Por Lama Tsultrim Allione 8 de mayo de 2023

En el Budismo Vajrayana, las dakinis se consideran una energía femenina desenfrenada e iluminada. Lama Tsultrim Allione nos cuenta cómo descubrió su propio poder dakini.

Cuando tenía once años, fui a casa corriendo el último día de colegio, y me quité el vestido literalmente arrancándomelo desprendiendo los botones, y sintiéndome culpable y libre al mismo tiempo. Me puse unos viejos pantalones cortos vaqueros, una camiseta blanca y unas deportivas azules, y corrí con mi hermana al bosque que hay detrás de nuestra casa colonial gris de New Hampshire. Fuimos a jugar en el arroyo que burbujeaba cayendo por la empinada colina sobre las rocas musgosas, a través de los árboles perennes y caducifolios, el agua teñida de un intenso marrón rojizo por los pigmentos de las hojas de los árboles de arce. Jugábamos a pescar con las manos rémoras blancas de medio metro de largo y luego las devolvíamos al agua porque no queríamos matarlas.

A veces nadábamos desnudas por la noche con amigos en el lago cercano alimentado por manantiales, rodeado de pinos, abedules, abetos y arces. Me encantaba la sensación del agua acariciando mi piel como si fuera terciopelo, con la luna reflejándose en el espejo del lago. Mi hermana, mi amiga Joanie y yo montábamos a pelo en nuestros ponis y los empujábamos al lago hasta que subían y bajaban con el agua corriendo sobre nuestros muslos y por el lomo de los caballos; nadaban con nosotras mientras nos reíamos, agarradas a sus lomos.

Cuando estallaban violentas tormentas de verano, en lugar de quedarme en la vieja caseta de madera, corría y bailaba fuera bajo la lluvia y lo truenos, asustando a mi madre. Me gustaba comer con las manos, y roer el hueso de la chuleta de cerdo y engullir grandes vasos de leche, con prisa para volver a salir. Me encantaba roer los huesos. Mi madre sacudía la cabeza, diciendo con desesperación’, “!Oh! cariño, por favor, por favor, come con el tenedor, cielo santo, estoy criando a una salvaje!”.

Salvaje, pensé, ¡suena genial! Me imaginaba a mujeres con el pelo largo suelto detrás de ellas, corriendo con sus caballos por amplias llanuras. Vi amaneceres rayados en mañanas frescas sin colegio, despertares al aire libre, y fogatas nocturnas con carne chamuscada y muchos huesos para roer. Esa vida salvaje formaba parte de mí; no me podía imaginar vivir una vida que no me lo permitiera.

Fue durante aquel tiempo cuando me enteré de la existencia de las dakinis, empecé a hacer una práctica de meditación del maestro tibetano Sapchu Rinpoche que implicaba a Vajrayogini y a las cuatro dakinis del séquito, representando las cuatro direcciones del mandala.

Ya que solo había oído hablar de las dakinis algunas veces de forma superficial, pregunté a Sapchu Rinpoche “¿Qué es una dakini?”

Respondió, “Hay muchas clases de dakinis, tanto mundanas como de sabiduría. Las dakinis de la sabiduría están al mismo nivel que los budas; las dakinis mundanas pueden tener aspectos iluminados, pero también mundanos. A veces las dakinis actúan como mensajeras, a veces como guías, a veces como protectoras. En la práctica dakini desarrollamos una manera de acceder a la energía única y poderosa de las dakinis de la sabiduría”.

Pregunté: “¿Qué clase de mensajera es la dakini?”

Sappchu Rinpoche hizo una pausa y respondió, “La dakini es una mensajera del vacío y también aparece en sueños para guiar al meditador, y en la vida real puede aparecer como una mujer con ciertas cualidades de sabiduría. La dakini es una fuerza de la verdad: allí donde nos aferramos, ella corta con ello; todo lo que pensamos que podemos ocultar, ella lo revela”.

En cuanto comencé a practicar el mandala dakini, empecé a sentir un poder dentro de mí que nunca me había permitido sentir. La idea de una energía femenina sagrada e iluminada que también era desnuda, danzaba y era feroz, era algo que nunca había experimentado, y me conmovió profundamente. No podría expresar con palabras el efecto que tuvo en mí, pero fue algo nuevo y significativo.

Las feroces dakinis danzantes encarnan y activan la energía poderosa y transformadora de lo femenino. Si lo piensas, en realidad no tenemos ese tipo de imagen de iluminación espiritual en nuestro mundo. Tenemos una figura como la Virgen María que es pacífica y no amenazadora, pero no tenemos muchos reflejos de la divinidad femenina que sean activos, danzantes, feroces, libres y salvajes.

Al activar el poder de la dakini que llevamos dentro, dispondremos de un recurso interior que nunca debe subestimarse. Lo que realmente hacemos es tomar una parte de la psique que ha sido relegada al inconsciente ―la feroz y poderosa feminidad que se ha reprimido― y estamos llevando esa energía hacia adelante y explorando el potencial de esa energía para la iluminación.

Las dakinis tienden a empujarnos a través de los bloqueos. Aparecen en momentos difíciles, cruciales, en los que podemos estar bloqueados en nuestras vidas; quizás no sepamos qué hacer a continuación y estemos en transición. Puede que haya surgido un obstáculo y no sepamos cómo sortearlo o atravesarlo―entonces las dakinis nos guiarán. Si de algún modo estamos atascados, las dakinis aparecerán y abrirán el camino, nos empujarán a través de él; a veces la energía tiene que ser contundente, y es entonces cuando aparece la iracunda manifestación de una dakini.

A menudo, los sueños de las dakinis llegan al amanecer, o aparecen en los cementerios al atardecer o al amanecer―los cementerios son símbolos muy importantes del espacio liminal entre los mundos, la hora crepuscular, que es de hecho la razón por la que el lenguaje de las dakinis es un lenguaje simbólico llamado el lenguaje crepuscular. Como escribí en mi libro Mujeres de Sabiduría: «El crepúsculo es el tiempo que transcurre entre la vigilia y el sueño, lo consciente y lo inconsciente. Es el momento en que se produce el cambio, por lo que podría haber una brecha, una grieta en el muro de la siempre protectora estructura del ego por la que podría tener lugar una comunicación significativa desde algo mas allá. Al amanecer todavía estamos más allá de las fuerzas limitadoras de la mente consciente, aunque el pesado velo del sueño profundo se ha levantado. A menudo encontramos a la dakini en estos puntos de transición, cuando estamos abiertos al lenguaje “crepuscular”».

Otro aspecto importante de la energía femenina de las dakinis es cómo traspasan las nociones de lo puro y lo impuro, lo limpio y lo no limpio, lo que se debe hacer o no se debe hacer. Rompen el caparazón de esas estructuras convencionales para abrazar la vida en la que toda experiencia se considera sagrada.

Si nos fijamos en las primeras historias del budismo tántrico, hay todo tipo de ejemplos de situaciones en las que a las personas se les presenta algo que perciben como impuro, y entonces aparece una dakini y corta a través de eso y dice: “Si estás viendo esto como puro o impuro, claramente no lo estás comprendiendo”.

Existe una historia del monje Abhayakaragupta, un consumado erudito hindú. Aún no se había convertido en budista cuando una mujer de casta inferior aparece en su puerta, pidiéndole tener relaciones sexuales. Horrorizado, le dice que no puede tocarla, y mucho menos tener relaciones sexuales, o será profanado. La ahuyenta, temeroso de que alguien le vea hablando con ella y le critiquen por tener contacto con una mujer de casta inferior. Antes de marcharse, ella le dice que vaya a cierto lugar para recibir la iniciación budista tántrica, pero él no hace caso de su sugerencia.

Después de convertirse en monje budista, una joven se le acerca y le ofrece carne cruda. Esta oferta le disgusta y la rechaza. Algún tiempo después, cuando ya se encuentra en su aprendizaje tántrico, tiene un tercer encuentro. La ayudante femenina de su gurú, que suele llevarle agua, acude a su habitación y se ofrece a hacer un festín tántrico con él. Cuando él la rechaza, ella se lo ordena, dándole otra oportunidad. Pero él no se da cuenta de quién es ella realmente y se niega de nuevo.

Entonces, le reprende y le dice que, como no ha reconocido a Vajrayogini tres veces, ha perdido la oportunidad de alcanzar la iluminación durante esta vida. La dakini de la sabiduría Vajrayogini le envió sus emanaciones tres veces, pero, atrapado en las ideas de lo puro y lo impuro, no logró reconocerla. Las pruebas desafiaron sus ideas preconcebidas y sus prejuicios para reconocer a la dakini, pero fracasó. Adoraba a la divinidad femenina en sus meditaciones, pero no reconocía ni honraba sus manifestaciones humanas.

Aquí se puede ver cómo, aunque esto ocurrió hace muchos, muchos años en la India, no es tan diferente en nuestras vidas ahora. Siempre nos encontramos con situaciones en las que las cosas nos gustan o nos desagradan. Los alimentos nos gustan o nos desagradan. Los lugares nos gustan o nos desagradan. Nos gusta o nos desagrada la gente. Pensamos que algo es puro o impuro; que algo es sucio o limpio. Estas creencias de dualidad son todas las cosas que las dakinis rompen, incluso esas reglas de oro del celibato y el vegetarianismo que practican los monjes. Las dakinis se abren y abrazan a todos los fenómenos, reconociéndolos como “un solo sabor”, como iguales.

Practicando el budismo más profundamente, me di cuenta que las dakinis son las energías femeninas no domesticadas ―espirituales y eróticas, extáticas y sabias, juguetonas y profundas, feroces y pacíficas― están más allá del alcance de la mente conceptual. Hay un lugar para que todo nuestro ser femenino, en todas sus formas, esté presente.

Adaptado de “Wisdom Rising: A Journey into the Mandala of the Empowered Feminine”, por Lama Tsultrim Allione.
Tsultrim Allione
Acerca de Lama Tsultrim Allione

Lama Tsultrim Allione es la fundadora del centro de retiros Tara Mandala en Pagosa Springs, Colorado, y autora de Mujeres de Sabiduría y Alimentando a tus Demonios. En 1970 se convirtió en una de las primeras mujeres estadounidenses ordenadas en la tradición budista tibetana. En 2009 recibió el Premio a las Mujeres Destacadas en el Budismo.

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